Iron Maiden debe ser una de las pocas bandas en el mundo que se permite capturar la atención, incluso más allá de la de su fiel fanaticada, al momento de lanzar al mercado material inédito. Han pasado más de 15 años desde el retorno de su frontman y cantante histórico, el multifacético Bruce Dickinson, y en solo 10 ha demostrado su vigencia en la escena mundial con cuatro producciones de estudio que, a pesar de la divergencia de opiniones existente entre los fans, son una muestra clara que lo hecho en el pasado no es motivo para dormirse sobre los laureles. En este caso, es el turno de revisar
"The Book Of Souls", el álbum número 16 de la Doncella de Hierro. Un trabajo que, más allá de la reacción de los fans, muestra elementos interesantes por parte de un sexteto que aun se atreve a desafiar el paso de los años.
Para empezar, debemos destacar la portada, con un Eddie en versión maya, notablemente definido, obra del ilustrador Mark Wilkinson. Una portada a la altura de otras creaciones como la de
"A Matter Of Life And Death" (2006), por lejos el mejor trabajo del sexteto durante los años recientes. Respecto a la producción, Kevin Shirley una vez más es el hombre detrás de las perillas. Si bien se le debe gran parte de la vigencia de la Bestia durante estos 15 años, las cosas como son: su labor al momento de trabajar el sonido de la Bestia aún está unos peldaños bien abajo de su antecesor, el mítico Martin Birch. Evidente, por ejemplo, en trabajos como el anterior
"The Final Frontier" (2010), cuyo material terminó sucumbiendo a una timidez impropia de una banda que aun desata una energía impresionante pese a los más de 35 años en la carretera.
Empezamos este viaje doble con el corte
'If Eternity Should Fail', con una intro misteriosa y grandilocuente a la vez, al mejor estilo de Vangelis y sus legendarios soundtracks. Pasado el minuto y medio, llega el turno de toda la banda con un ritmo marcial. Un comienzo que difiere de los trabajos anteriores, en los que se dejaba caer de inmediato la artillería pesada. En el caso de
'If Eternity Should Fail', queda claro que este álbum es una inquietud personal por parte de la misma banda británica. Y ya que mencionábamos a Kevin Shirley en el párrafo anterior, creemos que el trabajo de Nicko McBrain, a pesar de su desempeño sobresaliente, se siente empañado por la misma producción. No se explica de otra manera el bajo nivel de presencia respecto a los trabajos anteriores. Determinante cuando se trata de empezar con el pie derecho. Maiden lo logra, a pesar de que, por momentos, se siente algo forzado.
Continuamos con
'Speed Of Light', el primer single promocional. Imposible no evocar aquella etapa más "rockera", en especial la de aquel lejano
"Fear Of The Dark" y el pegajoso
'From Here To Eternity'. Una canción perfecta para tocar en vivo, pero que poco pega con la idea de un álbum doble y con intenciones progresivas. Más allá de lo poco idónea de su inclusión en la placa, contiene uno de esos coros "levanta-muertos" que caracteriza la esencia de la Doncella de Hierro: energía pura. Luego del momento más "rockanrollero", la épica y misteriosa
'The Greater Unknown', con un Dickinson haciendo gala de sus dotes como cantante, con un registro por el que apenas se siente el roce de los años. El trabajo de las guitarras, si bien no posee la misma intensidad de antaño, determinante al momento de generar aquellas atmósferas que nos recuerdan que cada album de
Iron Maiden es una EXPERIENCIA. Un viaje por universos infinitos sin renegar totalmente de la crudeza que los ensalzo como una institucion del Heavy Metal por méritos propios.
La siguiente parada es
'The Red and The Black', el corte más largo del CD1. La inspiración en clásicos como
'Rime of the Ancient Mariner' (el corte que cierra el poderoso "Powerslave" de 1984) es evidente, aunque con una atmósfera mucho más luminosa. Luminosidad propia de placas históricas como
"Somewhere In Time" (1986), en especial por aquellos puentes con Dickinson demostrando su despliegue de energía con aquellos coros similares a los de
'Heaven Can Wait'. Interesante el cómo los arreglos orquestales se camuflan con el trío de guitarras. El único punto bajo al respecto: la intro de bajo por parte del eterno Steve Harris. Innecesario recurso por parte del Jefe, por cierto uno de los mayores perjudicados por la labor de Shirley en la producción. La sensación de que Harris hizo lo que exactamente no tenía que hacer es latente, aunque no podemos ser injustos con el principal responsable de que esta nave llamada
Iron Maiden haya llegado hasta la última frontera del Universo como lo conocemos.
Quienes echaban de menos los cortes más acelerados del catalogo de la Doncella,
'When The River Runs Deep' es la respuesta. A pesar de la vocación progresiva por parte del sexteto, no podemos olvidar que esto es Heavy Metal. La velocidad baja en algunos pasajes solamente para volver a la carga. Técnicamente, uno de los momentos que mejor retrata lo que ha sido
Iron Maiden durante casi 40 años: velocidad, complejidad y riesgo. El trío Smith-Murray-Gers se desensambla solamente para que cada componente se luzca por igual, aunque es Adrian Smith el que plasma a la perfección aquel feeling que ya es su marca registrada entre los componentes del sonido Maiden. Y cerramos el primer CD con el corte que le da nombre al álbum. Quienes extrañaban aquellos riffs poderosos, pueden sentirse complacidos. Una intro acústica melancólica para una banda, repito, con vocación sinfónica. Uno de los pocos momentos en los que se hacen notar claramente los 6 componentes. Bruce Dickinson, a sus 57 años, mantiene impecable su registro. Una canción que perfectamente podría calzar en alguno de los últimos trabajos del gran
Alice Cooper, pero que solo
Iron Maiden puede proporcionar ese toque épico con tintes progresivos. Por lejos,
'The Book Of Souls' debería estar fija en los shows de la próxima gira, pues es la que más se siente registrada "en directo". Nuevamente destaca el trabajo del tridente de guitarras: contundente, armónico, haciendo sentir cada componente sus 6 cuerdas como parte de una orquesta sinfónica sin sacrificar el sentimiento en pos de la técnica desmesurada. Mención aparte para la dupla Harris-McBrain despachándose una sección rítmica elegante y efectiva. Así concluye la primera parte del primer capítulo correspondiente al Libro de las Almas.
El CD2 empieza con toda la caballería a la carga.
'Death Or Glory' constituye uno de los momentos más épicos no solo del álbum, sino de todo el catálogo, en especial aquellos días del
"Piece Of Mind", con ese galope inconfundible y un Bruce Dickinson "narrando" de manera magistral, la historia de los triplanos que cumplieron un rol fundamental durante la Primera Guerra Mundial. El promedio de edad de la banda bordea los 60 años, algo que pasa a ser una mera estadística ante semejante muestra de energía y pasión. ¿Alguien cree que estos músicos están agotados? Ante esas dudas,
'Death Or Glory' lo demuestra: la inspiración y las ganas de crear permanecen incólumes. Sensación similar en
'Shadows Of The Gallery', cuya intro tiene un peligroso parecido al comienzo de
'Wasted Years'. Aun así, refleja el estado físico y creativo que se mantiene constante en toda la placa. Impecable el trabajo en las guitarras, aunque algo opacadas por el "Muro de Sonido" que Kevin Shirley agrega en la sección rítmica.
La última media hora del álbum se hace sentir con
'Tears of a Clown', un corte emotivo y algo melancólico, dedicada al malogrado actor Robin Williams. Una canción única en el catálogo de la Bestia, con un contenido y melodía que te dejan pensando acerca de la capacidad del ser humano para hacer feliz a los demás cuando por dentro estar hecho pedazos. El siguiente corte,
'The Man Of Sorrows', pareciera continuar esa sensación de vacío existencial, pero con un poco de luz suficiente como para hacer sentir al oyente a solo unos metros de la salida de este túnel sinuoso. Aquella salida es la que nos conduce a hacia la libertad que caracteriza
'Empire Of The Clouds'. La composición más extensa del álbum y de toda la discografía de Iron Maiden (18 minutos exactos). Porque en el Heavy Metal son pocas las bandas que pueden permitirse expander su libertad para crear y, a la vez, mantener intacta su identidad, sin necesidad de renegar de sus principios. Un comienzo sublime, con el propio Bruce al piano. Tanto ésta como
'If Eternally Should Fail' fueron compuestas exclusivamente por Dickinson para un eventual trabajo solista, pero el filtro-Maiden, una vez más, fue acertivo al momento de elegirlas y pulirlas. Excelentes arreglos en la percusión por parte de Nicko McBrain, con una sutileza conmovedora, al igual que Harris, cuyas líneas de bajo nos recuerda aquella influencia progresiva (
Jethro Tull, Rush, Genesis) que le ha valido su reputación como instrumentista y compositor de excepción. Las tres guitarras se vuelven una sola mezcla de potencia y buen gusto. Por lejos el corte que define el presente de una banda que supo expandir sus fronteras, más allá de lo que piensen los fans.
"The Book Of Souls" es un trabajo que nos muestra la vigencia de
Iron Maiden, un referente que, a pesar de haber adquirido la inmortalidad por lo realizado en los '80, no está dispuesto a vivir solamente de los éxitos del pasado. Todo lo contrario: a la hora de tomar riesgos, incluso a pesar de algunos tropezones, salen airosos. Quizás el único 'pero' respecto a este trabajo es el sacrificio de la intensidad característica de su sonido en pos de una propuesta mucho más atmosférica y espacial. Si es necesario o no este LP doble, queda a criterio de los fans. Solo una cosa es cierta:
Iron Maiden aún sigue escribiendo su historia en el Libro de las Almas, aquel que contiene el secreto de la Vida Eterna. La Bestia tiene bien ganado su asiento en el Olimpo.
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