#LiveReview: Metal Attack! "Ritual de odio absoluto"


Cuando se anunció unos meses atrás el cartel (y vaya qué cartel!) que conformaría este evento denominado Metal Attack, las expectativas de lo que sucedería anoche en el Teatro Caupolicán eran altísimas, tanto por la reputación a nivel mundial de las bandas que liderarían el festival como por las bandas nacionales que cumplirían un rol mucho más decisivo que el de 'teloneros'. Quienes asistieron al histórico recinto de calle San Diego no solo fueron testigos sino partícipes fundamentales en una fiesta que reuniría a 5.000 personas aproximadamente.  Una fiesta en la que las etiquetas como 'Death Metal' y 'Thrash Metal' son innecesarias ante semejante muestra de pasión, brutalidad y energía. Y de eso se trata el Metal, más allá de los típicos derivados y clichés: un sentimiento, un estilo de vida, una hermandad. Los fans que estuvieron presentes anoche en el mencionado recinto lo vivieron en carne propia.

CERBERUS


Los encargados de abrir los fuegos a las 19 horas fueron los nacionales Cerberus. Con más de 20 años de trayectoria, por estos días el cuarteto liderado por el histórico Juan Pablo Baquedano está presentando su tercera placa titulada "Agony Of Damnation", editada a principios de este año. Poco menos de media hora bastó para encender el ambiente en un Caupolicán cuya cancha estaba apenas a un cuarto de su capacidad. Death Metal de la vieja guardia, putrefacto y desgarrador, denotando la influencia por parte de leyendas como Possessed, los primeros Death y Obituary, entre otros. Un set de corta duración, pero suficiente como para prepararnos para la pronta devastación.
 
ALL TOMORROWS

Se especuló mucho en sitios web y redes sociales acerca del papel que cumplía All Tomorrows en este evento, sobretodo por la reticencia de los fans de la 'Vieja Escuela' respecto a una banda cuya propuesta, para gusto o disgusto, ha barrido con todos los esquemas tradicionales (incluso dentro de los mismos sonidos extremos), Pero poco y nada importó apenas apareció el cuarteto nacional sobre el escenario de un teatro Caupolicán que se fue repletando progresivamente. La banda está presentando, actualmente, su segundo LP titulado "Sol Agnates", trabajo que ratifica de manera magnánima lo mostrado en aquel debut titulado "Opillion". Una muralla inexpugnable formada por el trabajo en guitarras a cargo de Pepe Lastarria y Ramón Pasternak, respaldada por una base rítmica tan impredecible como demoledora. Ambos elementos mencionados denotan la evidente influencia por parte de Meshuggah y Gojira, a lo que se suma la actitud necesaria para moldear una identidad propia. En solo 30 minutos, All Tomorrows ratificaron su reputación como generadores del Caos Sistemático en la escena nacional.

DORSO

Tres décadas en la carretera  y siete trabajos en estudio. El papel que ha jugado Dorso en el desarrollo histórico y cultural del Metal chileno no merece cuestionamiento alguno. Todo lo contrario: el cuarteto nacional liderado por el emblemático Rodrigo 'Pera' Cuadra salió a romperla desde el primer minuto, recibiendo inmediatamente la calurosa ovación de los fans nacionales. Ovación que aumentaría la temperatura con los primeros acordes de 'El Espanto Surge de la Tumba', generando un espectáculo aparte en la cancha. Más allá de la identidad, Dorso debe ser una de las pocas bandas nacionales capaces de animar una fiesta a la que todos están invitados. Bombazos como 'Panificator', 'Marte Horror Planet', 'Deadly Pajarraco' y 'Vacalaca' (memorable postal de la infaltable bengala en la cancha) obedecieron a su papel de 'sandías caladas' (como el mismo Pera lo reconoció ante los fans más eufóricos), conformando un set que, pese a su corta duración, mantuvo el ambiente fiestero hasta el último acorde del clásico 'Disco Blood'. Un show redondo, con una puesta en escena sobria (con el Pera oficiando de 'Maestro de Ceremonias'), pero haciendo gala de un sonido y técnicas perennes al paso de los años. Un repaso de clásicos para los fans más jóvenes y una muestra de eterna comunión con los fans de toda una vida.

CANNIBAL CORPSE

Desde aquella visita histórica que los trajo por primera vez a nuestro país en 1997 (estrenando entonces al ex-Monstrosity George 'Corpsegrinder' Fisher), han pasado 18 años, entre los que se pueden contar 8 ocasiones en las que el quinteto originario de Buffalo ha desatado la mortandad extrema gracias a un sonido que no ha transado jamás su identidad durante más de dos décadas. Y esta visita resulta especial tanto por la promoción del reciente "A Skeletal Domain", placa de estudio número 13 dentro del catálogo de los norteamericanos, como por el recinto. Dato importante si consideramos que el Teatro Caupolicán fue el escenario de esa segunda visita en 1998, cuando compartieron escenario con los legendarios Death, Incantation y los mismos Dorso; y también de su visita anterior en 2013, en el marco de la gira-aniversario de los 25 años de su fundación.


Desde el momento en que los músicos comandados por el bajista y fundador Alex Webster y el mismo Fisher, podemos atestiguar la química que se genera automáticamente entre la banda y su público incondicional, el mismo que cada show de Cannibal Corpse es una oportunidad de rendirle culto a la sangre, a la muerte. No importa si es sangre propia o ajena, el caos no distingue individuos, los mezcla y les tritura los huesos por igual. Desde el inicio con 'Scourge of Iron' podemos notarlo. Una puesta en escena estática, con el logo de la banda en el telón, pero que jamás será impedimento para apreciar los efectos del poder devastador de la fórmula que han sabido mantener estos tipos durante muchos años sin perder su efectividad mortífera, cortesía de la letal dupla conformada por los incombustibles Rob Barrett y Pat O'Brien, respaldados por la base rítmica compuesta por los eternos Alex Webster (bajo) y Paul Mazurkiewicz (batería), unas auténticas metralletas humanas. Una tras otra pasaron auténticas cuchilladas directas al tórax como 'Demented Aggression', 'Evisceration Plague' y la clásica 'Stripped, Raped and Strangled', con el público descontrolado, transformando la cancha en un campo de batalla. Técnicamente, Cannibal Corpse demuestra en vivo una solidez incuestionable, con George Fisher luciendo un registro impecable, con esos gruñidos propios de un ser sediento de sangre. A sus 45 años, el corpulento frontman se mantiene en forma, importante de destacar tratándose de una banda cuya música, más allá de la brutalidad y crudeza de su sonido, posee un nivel de exigencia que denota la calidad técnica y compositiva del quinteto. Luego de un breve repaso al ya clásico "Gallery Of Suicide" de la mano de 'Disposal Of The Body' y 'Sentenced Of Burn', George Fisher se da el tiempo de saludar al público que, a esas horas, colmaba un Caupolican ad-portas de venirse abajo. Y qué mejor que aprovechar la ocasión para presentar el nuevo LP mediante tres cortes cuyo poder destructivo no se hace esperar: 'Kill or Become', el single 'Sadistic Embodiment' y 'Icepick Lobotomy', auténticas muestras de una agrupación que no tiene necesidad de entregar nada 'novedoso', algo que el fan de Cannibal Corpse entiende perfectamente. 'The Wretched Spawn' y 'Dormant Bodies Bursting' nos transportan a los comienzos de siglo, cuando los neoyorkinos ratificaban su condición de intocables, incluso frente a quienes los acusaban de 'repetitivos'. Esas críticas son propias de alguien que jamás entendería el 'romanticismo' (en palabras del propio Fisher) que genera un clásico como 'I Cum Blood', un chorro de sangre del que nadie estuvo a salvo. Más allá de las etiquetas, es un gusto presenciar semejante clase de cómo volver al público como parte fundamental del espectáculo. Actitud que traspasa géneros y edades. 'Unleashing the Bloodthirsty' gráfica esa actitud en proporciones dantescas.


El tramo final sería una masacre de la que pocos saldrán vivos para contarlo, partiendo con 'Make Them Suffer', el single con el que Cannibal Corpse confirmó su estatus de referente indiscutido del Death Metal tanto para las generaciones recientes como para los incondicionales de siempre, los seguidores de sus inicios. Y hablando de inicios, no podía faltar 'A Skull Full Of Maggots', corte extraído del lejano debut "Eaten Back To Life" de 1990, con la cancha del Caupolicán hecha una carnicería. Y, para el remate final, la archiconocida 'Hammer Smashed Face' (inolvidable postal del circle pit en cancha y el público coreando los riffs) y 'Devoured By Vermin', cerrando de esta manera un ritual de violencia pervertida y culto al masoquismo siempre bienvenido. Quizás haya un reparo respecto a la calidad del sonido en ciertos pasajes del show, pero al fan poco y nada le importa cuando se trata de una agrupación que, por más de 25 años, le hace honor a todo aquello censurable para los medios convencionales. Novena visita en tierras nacionales y el Cadáver sació una vez más su sed de sangre. Y acá hay de sobra para todas las visitas venideras.


TESTAMENT

Muchos pensaban que con Cannibal Corpse la tarea estaba hecha. Pero aun no estaba dicha y sería Testament la agrupación encargada de poner la guinda a la torta en la fiesta. Para entonces, el Caupolicán ya estaba abarrotado, expectante ante lo que se vendría por parte de los de San Francisco, quienes salieron al escenario en medio de la ovación propia para los héroes de guerra. Sin embargo, imposible pasar por alto los problemas de sonido al comienzo del megaclásico 'Over The Wall', con la banda sonando, en ciertos pasajes, a niveles cercanos a la saturación, derivando en un ruido molesto tanto en las guitarras como en el micrófono de Chuck Billy. Problemas técnicos que no empañaron lo que fue un regreso glorioso de una de las bandas fundamentales del Thrash Metal durante los '80 y que en los '90 mostró signos de una evolución que no conocía de etiquetas ni tendencias del momento. Y eso se notaba en el inicio con 'Over The Wall', con el público respondiendo con un memorable circlepit a la descarga inmediata de poder expelida desde el escenario, con Chuck Billy haciendo gala de un registro vocal que mejora con los años, y la dupla guitarrera compuesta por el eterno Eric Peterson y un Alex Skolnick que, además de virtuosismo, posee una puesta en escena que no deja a nadie indiferente. Y en la base rítmica, lo que hacen tanto Gene Hoglan y el virtuoso retornado Steve DiGiorgio es una clara muestra de experticia técnica de calidad mundial. Elementos fundamentales que se hicieron notar en un set que abarcó todas las épocas de una banda que jamás ha demostrado vivir solamente del pasado, sino también de un presente renovado. Y esa segunda juventud es la que se hace notar en cortes como 'Rise Up', con el público uniéndose en un solo coro, como un ejército que va a la guerra. El presente se intercala con el pasado manteniendo el fuego a la misma temperatura, como se pudo notar en una devastadora versión de 'The Preacher'. Alex Skolnick, puro sentimiento, corroborando su status como un virtuoso de las seis cuerdas, más allá del Metal. Lo de DiGiorgio se puede calificar como un show aparte: un bajista excepcional, cuyo carisma te saca sonrisas. Mientras tanto, Peterson, como líder y fundador, es el encargado de la 'tarea sucia' gracias a esos riffs principales que no tienen otro destino que permanecer en tus oídos por el resto de tus días. 'Dog Faced Gods' es el único repaso al subvalorado pero brutalísimo "Low" (1994), por lo que la fuerza destructiva generada entre los fans más acérrimos se hace sentir en gran proporción, al igual que en 'Henchman Ride', con Gene Hoglan haciendo gala de una ejecución certera, como toda una máquina. Luego del saludo del querido Chuck Billy hacia los eufóricos fans, se deja caer el autorreferente 'Native Blood', el single extraído del más reciente "Dark Roots Of Earth", con el sonriente frontman despachándose una ejecución formidable gracias a su portentoso registro vocal, variando entre lo 'melódico' y lo más gutural, recordándonos a la etapa noventera de Testament cuando decidieron tomar el camino más extremo, obedeciendo más a su vocación como músicos que a las tendencias reinantes en aquellos años como el Nü Metal (camino que tomaría, por ejemplo, Slayer) o el Metal Industrial (como ocurrió con Kreator). Y hablando de aquella etapa, es imposible pasar por alto la efectividad de 'Legions Of The Dead' (del brutalísimo "The Gathering"), generando un poder altamente destructivo entre los fans que armaban un moshpit gigantesco. Del mismo "The Gathering" también estuvo presente 'True Believer', un corte más 'vacilón' y melódico, pero que permite apreciar en vivo la calidad técnica de una agrupación que forjó su propia evolución sin tranzar sus principios.


Luego de aquel breve repaso por los '90, se vendría un set dedicado para los fans del Testament más clásico. Cortes como 'Into The Pit' cobran una fuerza devastadora en vivo, dejando en claro que los fans también se merecen los créditos del espectáculo, al igual que en la más ganchera 'Practice What You Preach', con la cancha del Caupolican transformada en una 'pista de baile'. Para rematar el tramo 'Old School' del set, unas aplastantes 'New Order' y 'First Strike Is Deadly', auténticos himnos dentro del catálogo ochentero de los californianos. El presente brutal de Testament no tendría sentido sin el pasado glorioso que lo elevó a la altura de los grandes del género por méritos propios. Incluso sin necesidad de depender de aquello, lo que explica de alguna forma el gran momento que vive la banda desde hace una década aproximadamente.


El set continua con una aplastante 'D.N.R. (Do Not Recucitate)´, lo que nos recuerda lo fundamental que fue en su tiempo "The Gathering", un trabajo excelso en todo sentido. En especial la voz del Chuck Billy, claro ejemplo de evolución técnica, incluso dominando ciertas imperfecciones que se notan más en los pasajes más melódicos en el show. Similar apreciación podemos rescatar de '3 Days In Darkness', con el doble pedal de Gene Hoglan latiendo a mil por segundo. Y de 'The Gathering' volvemos a los '80, específicamente al clásico "The New Order" para iniciar el último tramo del set con 'Disciples Of The Watch', uno de esos himnos que no tardan en causar estragos entre los desprevenidos, con ese coro cantado con puño en alto. Y para el remate final, un par de canciones que forman parte del material de los últimos años que parecen ya haberse ganado el rótulo de 'clásicos' (al menos para las generaciones más jóvenes). Empezamos la despedida con 'More Than Meets The Eye', del aún fresco "The Formation Of Damnation". Una cabalgata furiosa , con clara intención de quemar los últimos cartuchos, no dejar sobreviviente alguno. Para la anécdota el momento en que Steve DiGiorgio dedica unas palabras al público, rematando con un prendido y bien pronunciado 'CONCH********!!', generando risas en el público. Y el broche de oro vendrá con el track que le da título a la placa recién mencionada. En momentos así solo queda tirar la casa por la ventana. Mejor aún si es con un par de éxitos recientes, ratificando el presente glorioso que vive una banda que le hace honor a su categoría de leyenda viviente.



Una intensa y explosiva maratón de cinco horas, en que el Metal fue el gran ganador. Tres bandas nacionales que, más allá de los infaltables problemas de sonido, nos recordaron la buena salud de la que goza el Metal nacional, pese a las dificultades existentes en el camino. Dos leyendas de renombre mundial que, lisa y llanamente, no se guardaron nada. El Teatro Caupolicán, una vez más, fue el epicentro del odio absoluto que nos une a todos como Hermanos del Metal. Un ritual en que la sangre ardió y corrió como un río de lava, como el Metal que recorre nuestras venas.

Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Miguel Fuentes (The FanLab)

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