Una demostración de poder teutón
tuvo lugar este sábado en la Discoteque Blondie, en Santiago. La artillería
pesada al comando de Udo Dirkschneider presentó su poder de fuego frente a una
multitud de compatriotas que quedaron asombrados y satisfechos ante tal
calibre.
U.D.O es el proyecto de Udo Dirkschneider, un
proyecto que comenzó en 1987 y a la fecha ya cuenta con 15 Long Plays,
credenciales de vigencia y poder absolutos. La gira de esta banda por nuestro
continente se daría en tres países: Brasil, Chile y Bolivia, y, desmitificando
un poco, no será la última gira en que Udo cantaría las canciones de Accept.
Habrá una última gira en donde el pequeño teutón cantará himnos del Heavy Metal
como Metal Heart, Fast as a Shark, Princess of the Dawn o el glorioso Balls to
the Walls en un concierto diseñado para cantar sólo temas de la época clásica
de Accept, un poco para cerrar el ciclo de Udo con Accept y enfocarse en la
promoción de sus 15 discos solistas. En mi opinión, son canciones importantes
en la historia de la música, sin embargo U.D.O no los necesita para sobresalir
en la escena y en sus shows (aunque igual es chacal escucharlos).
A diferencia de la vez en que
U.D.O participó en la primera versión del Metal Fest, este show estuvo sólo
enfocado en las 2 horas de duración de las muchas canciones de la banda. Esta
vez contaba con nuevo line-up, sólo conservando al bajista Fitty Wienhold. El
resto de la banda – compuesta por Andrey Smirnov y Kasperi Heikkinen (guitarras),
Sven Dirkschneider (baterista e hijo de Udo), y Harrison Young (tecladista) –
llegaron sin Udo a instalar los instrumentos y los equipos de sonido, hacer las
pruebas correspondientes y dejar todo en orden para el show, antes que llegara
Udo aparte, 40 minutos antes del show.
El show estaba destinado para que
la gente llegara a las 19:00 y empezara a las 20:00. Udo, el teutón, pidió que
no se presentaran teloneros para su show, lo que no me pareció mal, aunque muchas
bandas de heavy nacional se quedarían con las ganas de telonear (me imagino
BattleRage, Thunder Lord, Iron Spell y Axe Battler). Entramos al evento y el
guardia me revisó más que a Sirio en la aduana, aunque después de comprobar que
no era MacGyver y que no fabricaría una bomba con un plumón y un perfume de
muestra (y que les dije que era prensa) me dejaron entrar junto a mi equipo –
fuera de todo, hacían muy bien su trabajo, se comprende el contexto. Llegó
mucha gente a ver al teutón, era un show que merecía una amplia audiencia. A
las 20:05 comenzó todo.
U.D.O
estuvo contundente, paseó por tres canciones antes de saludar: Speeder, Blitz of Lighting y King of Mean; ingresó como los
grandes y su voz llenó toda la discoteque con un sonido que al inicio estaba un
poco saturado, pero que se nivelaron durante el resto del concierto. Los solos
que se ejecutaban iban intercalados: tema por medio se turnaban entre Kasperi y
Andrey para ser los lead guitars. Tan sólo estar ahí sintiendo el comienzo de
un show explosivo era fenomenal, y para quien disfruta de ir a conciertos esta
experiencia será inolvidable. U.D.O habla alemán, inglés y español, éste último
idioma muy débil, ya que vivió en España un tiempo y allí aprendió algo. La voz
característica e inigualable de Udo no tiene límites y el hecho de que en su
banda se integren sólo músicos jóvenes (treintañeros, salud por los jóvenes de
espíritu), garantiza de que será un concierto enérgico, de principio a fin.
Como era de esperarse, Udo paseó por temazos de sus clásicos de Accept, por
clásicos de su proyecto solista y por temazos de su nueva producción Decadent.
Quienes estuvimos ahí
presenciamos un ambiente detonante, pero también una enorme capacidad de esta
banda para cambiar los ritmos explosivos por otros más tranquilos, sonido
estridente por paisajes más clásicos, y ritmos de guerra por baladas del Heavy
tradicional. Udo no da conciertos: cuenta historias. Público de todas las
generaciones disfrutaron el mismo sentimiento compañerista y la banda marcó un
sentido de pertenencia de una forma en como muchos han tratado pero nadie ha
logrado con esta eficacia (Overkill, por ejemplo, trata de hacer ese enfoque
compañerista con efectos muy distintos).
Característico de sus shows son aquellas
interacciones con el público histriónico coreando interludios y estribillos. El
Teutón se los echó a todos al bolsillo y, después de estar en Blitzkrieg la
semana anterior – sí, la paso pésimo en mi laburo – fui testigo de esa euforia
que se ausenta en los conciertos más under. Eléctrico como anguila me fusioné
en el mosh de Fast as a Shark, que se originó casi al final del show. Eso fue mega brutal y pese a
la violencia, no hubo ningún Bruce Lee al peo de esos que se ven en tocatas más
cumas. Todo super hermanable, de esos conciertos en el que abrazas al tipo de
al lado aunque no lo conozcas.
El final, tan impresionante como inevitable.
Y es que U.D.O termina todos sus conciertos con un clásico que se lo sabe hasta
mi mamá. Balls to the Walls, esa canción ícono de Accept que sonó por allá en
el ’83, pero que a día de hoy se sigue coreando, seas viejo, joven, pendejo,
chascón, regular-corto, calvo, “Zidane”, ateo, creyente, etc. No hay metalhead
que no se sepa al menos el coro de esa canción, pero si no se lo saben, es
totalmente fácil aprendérselo.
En conclusión, un tremendo
recital. Por mí, aún sigue siendo sábado 21 de noviembre de un eterno 2015 con
más conciertos y excelentes discos en repertorio que nunca. Excelente momento
del Metal Internacional, un brutal show en vivo.
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