Gran parte de lo mencionado anteriormente, se debe a la labor de Mat Sinner en la producción (una constante en el catálogo de los alemanes desde sus inicios, a fines de los '90), resultando en una placa que combina lo mejor del heavy clásico (particularmente, Judas Priest) con algunos pasajes más épicos, incluso, rozando lo progresivo. El arte del álbum marca también el retorno de un viejo amigo: Stephan Lohrmann, el encargado de ilustrar a Primal Fear durante su inicios hasta "Black Sun" (2002).
¿Podemos hablar de una introspección en sus inicios para renovar la propuesta en cada lanzamiento? ¿De vuelta a las raíces? Ante estas interrogantes, el inicio (con "Angels Of Mercy") no da oportunidad alguna. Luego de una desconcertante intro, la pareja de guitarras, conformada por Magnus Karlsson y Tom Naumann, se lanza al ataque mediante una metralla de riffs que no deja títere con cabeza; todo aquello respaldado con el peso incuestionable de la base rítmica a cargo del mencionado Sinner y el portentoso baterista italiano, Francesco Jovino, cuya labor no tiene nada que envidiar al saliente Randy Black, ejerciendo así un trabajo tan contundente como la placa en sí. A eso se le puede sumar el rol del incombustible Ralf Scheepers, cuyo registro, pese a la baja afinación, sigue siendo venenoso y letal. Reuniendo todas las cualidades mencionadas, "Angels Of Mercy" grafíca, desde el primer acorde, la esencia de Primal Fear.
Enseguida, llega el turno de "The End Is Near", el single. Algo más pesada, con Scheepers intercalando fraseos rasposos con los agudos que hacen imposible no recordar a su máxima influencia: Rob Halford. Mientras, "Bullets & Tears", nos revela la faceta melódica de la banda (con algunos rasgos de AC/DC en el groove), con Scheepers despachándose un coro tan emotivo como "ganchero".
Algo similar podemos encontrar en el track que le da título al álbum. Imposible dejar de mencionar a Ralf Scheepers quien, a sus 50 años, el tiempo aún no ha hecho mella de sus capacidades técnicas como cantante. Y si alguien se pregunta cómo aquello puede ser posible, la respuesta está en "In Metal We Trust". Rápido, infartante, con Francesco Jovino cumpliendo su trabajo en batería cual reloj suizo en cada golpe. Un corte que le hace honor a su título. Y eso se destaca en una banda que sobresale por la autenticidad de su discurso traducido en su música. Si no creen que es así, acuérdense de "Metal Is Forever".
"We Walk Without Fear" nos muestra la faceta más oscura y sinfónica/progresiva del combo alemán. En 11 minutos, Primal Fear da cuenta de un trabajo creativo capaz de abrir caminos a través de las fronteras impuestas, en un estilo tan rígido y conservador como el heavy metal, por supuesto, sin renegar jamás de su esencia. Notable el trabajo de Karlsson y Naumann en las seis cuerdas, encargados de generar la luz suficiente para "caminar sin miedo" durante cada pasaje de esta fenomenal pieza, generando una sensación similar a la de escalar una montaña con el clima jugando en contra, hasta llegar a la cima.
Pero, "At War With World", será el corte encargado de devolvernos al mundo real de manera abrupta. Si "We Walk Without Fear" nos mostraba el lado más épico del heavy metal, "At War With World" se desenvuelve como un aviso ante los obstáculos con que nos encontramos a diario. Distintas sensaciones, un mismo propósito más allá de la música.
El riff inicial de "The Devil In Me" nos recuerda la actitud "mala leche" propia del heavy metal tradicional, pero manteniendo la atmósfera dramática gracias al soberbio papel que cumplen Magnus Karlsson y Tom Naumann en las seis cuerdas, así como el rol de Ralf Scheepers en esos coros hechos para cantar con el puño en alto. Respecto a su groove cadencioso, la influencia de los Black Sabbath de los '80 es más que evidente.
El siguiente corte, "Constant Heart", nos devuelve claramente a los inicios de Primal Fear, aunque sin perder la frescura que le ha significado al quinteto el papel de "referente" en toda Europa. Vuelvo a destacar la labor de Mat Sinner, no solo como bajista, sino también en la producción, resultando en una fórmula que poco y nada tiene que responderle a quienes insisten en relacionar el heavy metal con alguna época pasada.
La recta final de "Rulebreaker" (2016), parte con la balada "The Sky Is Burning", con una estructura sospechosamente similar a "Beyond The Realms Of Death" de Judas Priest, aunque con menos agresividad y más emoción. Y el remate de la placa llega con el desenfreno de "Raving Mad", con un Ralf Scheepers al tope de sus capacidades. Un cierre como corresponde: con el acelerador hasta el fondo, sin intención de sorprender, resultando en 3 minutos y medio de pura actitud callejera, con toda la adrenalina.
"Rulebreaker" (2016) es el retrato de una banda que sabe que su presente no es casual. En una época en que se tiende a pensar que el heavy metal clásico parece una fórmula desgastada ante las nuevas tendencias reinantes, Primal Fear se encarga de barrer con las reglas impuestas por quienes confunden el término "evolución" con "moda". El heavy metal se mantendrá en alto por dos o más décadas (ojalá por toda una eternidad) gracias a los nuevos Defensores de la Fe.
CALIFICACIÓN:
CALIFICACIÓN:
01. Angels Of Mercy
02. The End Is Near
03. Bullets & Tears
04. Rulebreaker
05. In Metal We Trust
06. We Walk Without Fear
07. At War With The World
08. The Devil In Me
09. Constant Heart
10. The Sky Is Burning
11. Raving Mad
Escrito por: Claudio Miranda
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