Recuerdo allá por principios de la década pasada, en plena Enseñanza Media, cuando llegó a mis manos, un CD cuya portada era desconcertante. Detrás de esa portada se escondía "Wish You Were Here", un álbum que cuyos pasajes sonoros realmente te transportaban por dimensiones y mundos que solamente eran reales en tu imaginación. Por ende, uno de los tantos motivos que, para muchos fans, lo tienen como el álbum más consistente y ambicioso que se puede encontrar dentro del catálogo de Pink Floyd, con el permiso de "Dark Side Of The Moon" y "The Wall", ambas placas que, para muchos adolescentes, fueron y son el inicio de la experiencia floydiana (aquella que, por supuesto, va más allá de nuestros cinco sentidos). Lo que no sabía, en ese entonces, es que "Wish You Were Here", aquella obra maestra con la que podía viajar hacia el infinito del Universo (desde la primera hasta la última nota de aquella suite titulada 'Shine On You Crazy Diamond'), era una suerte de homenaje a cierto personaje cuya leyenda era mucho más grande que su figura. Un tipo que marcó a fuego la historia floydiana e inspiraría todo un Universo que haría de Pink Floyd una agrupación única entre todas.
Antes de la explosión a nivel planetario que generó "Dark Side..." durante la primera mitad de los '70 (con Roger Waters asumiendo la 'jefatura' total), debemos remontarnos unos años antes, allá por mediados de los '60. The Beatles publica "Revolver" (1966), placa determinante en el surgimiento y auge de la psicodelia en el mundo del Rock. El rumbo que empezaba a tomar durante esos años el cuarteto de Liverpool será la inspiración que necesitaba un joven y talentoso músico llamado Roger Keith Barrett. Proveniente de una familia acomodada, Syd era un adolescente que mostraba sus dotes de multi-instrumentista (piano, guitarra, ukelele), al mismo tiempo que manifestaba sus deseos por dedicarse en el futuro a la pintura. Poco después de la muerte de su padre (lo que marcará en el futuro su personalidad), el joven entra a la escuela Cambridge Tech para estudiar Bellas Artes, donde coincidirá con un viejo conocido, un ex-compañero de secundaria llamado David Gilmour. El joven talento poseía una personalidad magnética y una originalidad que lo hacían sobresalir entre sus compañeros de escuela. Por ende no fue casualidad que uno de sus compañeros de secundaria lo invitara a integrar una nóvel banda de R&B llamada The Tea Set. Aquel compañero de aulas respondía al nombre de Roger Waters, un joven estudiante de arquitectura que se desempeñaba como guitarrista. Con la llegada de Barrett, quien tomó su lugar en las seis cuerdas, Waters cambia la guitarra por el bajo. La alineación la completarían Richard Wright (teclados), Nick Mason (batería), y Bob Klose (guitarrista). Sin embargo, este último renuncia debido a la presión familiar por terminar sus estudios y a sus diferencias con Barrett, cuya fascinación por la naciente psicodelia de esos años chocaba fuertemente con la influencia jazzera que poseía el saliente guitarrista. Una vez conformado el cuarteto, el joven Syd tomó el papel de compositor principal. Su personalidad seductora le hace tomar el rol de líder y compositor principal, al punto de que, al darse cuenta de que existe otra banda llamada The Tea Set, propone un nombre basado en dos nombres singulares: Pink Anderson y Floyd Council, ambos reconocidos músicos de blues, denotando la inclinación de Syd por los sonidos del alma. Sería el primer paso para una joven y desconocida banda de R&B que comenzaba a mostrar signos de algo único e inclasificable en su música. Nada convencional para una época que aún no se reponía del impacto generado por el rumbo tomado entonces por The Beatles, banda de la cual Syd era un fan declarado.
El talento compositivo de Syd Barrett le proporciona a Pink Floyd un éxito entre los fans que empezaban a repletar locales como el UFO Club, The Roundhouse y The Marquee, lo que catapulta a la banda como un referente inmediato de la escena underground londinense. A fines de 1966, la creciente popularidad del cuarteto permite que sus componentes funden Blackhill Enterprises (compañía que se disolvería con la posterior partida de Barrett), el sello que distribuirá los primeros sencillos: 'Arnold Layne' (la historia de un travesti) y 'See Emily Play' (basada en visiones que tuvo Syd luego de alguna de sus primeras incursiones en ácido). En medio de la Invasión Británica que salía a conquistar el mundo desde las islas, Pink Floyd se perfilaba como un combo fuera de serie, en gran parte debido al talento compositivo de Syd Barrett, cuya figura y personalidad conformarían un sello distintivo. La prensa especializada cae rendida ante el nuevo genio.
Llegamos a 1967. The Beatles da el batatazo con "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band", trabajo que definiría el sonido y la imagen de una década que dejaba atrás la actitud políticamente correcta en favor de una transgresión sin precedente alguno. Aquel año Jimi Hendrix editará "Are You Experienced?", piedra angular de lo que será la banda sonora de los próximos 50 años. Con los dos singles anteriormente mencionados y una serie de shows que lo han vuelto todo un fenómeno a nivel local, Pink Floyd está a un paso de dar el gran salto. Syd Barrett, cuyo genio creativo no sabe de límites, será el gran responsable. Agosto de 1967 sería la fecha de publicación de un álbum desconcertante y fascinante a la vez: "The Piper At The Gates of Dawn" (EMI), cuyo nombre correspondía a un capítulo perteneciente a El Viento en Los Sauces, libro escrito por el escocés Kenneth Grahame y un favorito en la biblioteca personal de Syd. La historia del libro trata acerca de las aventuras de dos personajes, una rata y un topo, quienes viven una serie de aventuras, ayudados por el dios Pan, divinidad de que representa la fuerza de la naturaleza. Barrett plasmará aquella influencia literaria en sus letras, resultando en viajes psicotrópicos mediante asociaciones mentales espontáneas. Desde la exploración a través del espacio infinito con 'Astronomy Dominé' hasta el 'amor infantil' plasmado en 'Bike', "The Piper..." se convierte en un éxito a nivel comercial y de críticas. La melodía infecciosa de 'Lucifer Sam' y la experiencia lisérgica de 'Interstellar Overdrive'' son un claro ejemplo de lo que era capaz aquella banda londinense de R&B que aspiraba a mucho más que lo que estaban haciendo sus compañeros de generación. Un medio especializado llamado Pitchfork emitió un juicio que graficaba el secreto en que radicaba el naciente fenómeno floyidiano: "Mientras The Beatles ejercían control en el estudio, Pink Floyd usaba el estudio para perder el control". El mismo sitio también aseguraba que "mientras la mayoría de los discos del Verano del Amor eran positivos y llamaban a la unión, 'The Piper...' era algo fracturado y terrorífico". EMI, el sello distribuidor, ante la posible acusación de promover el consumo de drogas (sustancias como el LSD eran, derechamente, drogas penalizadas de acuerdo a las leyes imperantes en ambos lados del Atlántico), incluyó esta leyenda en su contraportada: "Pink Floyd no sabe qué es el Pop Psicodélico y no está tratando de crear efectos alucinatorios en la audiencia". A eso se le pueden agregar el uso de métricas inusuales (11/8, por ejemplo), y las progresiones de acordes y escalas que poco y nada encajaban en la música popular de aquellos años. Estamos hablando de un trabajo que puso de cabeza a toda una industria que no entendía qué era lo que ocurría con esta banda que, simplemente, no se parecía a nada de lo que estuviese de moda en los '60. Una banda cuyo sonido y trabajo creativo se debía mucho a los gustos eclécticos de Syd Barrett. Sin darse cuenta, el joven y talentoso músico instauraba la psicodelia como género del cual sería el pionero indiscutible. El éxito obtenido a nivel comercial y de críticas le da a Pink Floyd un lugar privilegiado entre sus pares, entre ellos el propio Jimi Hendrix, con quien el cuarteto londinense emprenderá una breve pero intensa gira. La popularidad de Pink Floyd se incrementará a niveles astronómicos.
Tras la salida de "The Piper...", Pink Floyd ve en ello el primer paso hacia el estrellato, el éxito absoluto. Pero pronto tendrán que lidiar con la cambiante personalidad de su líder, la cual empezaría a mostrar sus primeros síntomas. El grupo apunta hacia lo alto y, como admitiría el mismo Nick Mason en su autobiografía "Dentro de Pink Floyd", el éxito los ciega al punto de obligar a Syd a realizar más conciertos y presentaciones de los que al comienzo estaban planeados. Aquella presión se sumaría al habitual consumo de drogas psicoactivas por parte de Barrett. Con tres vasos de agua mezclada con LSD al día, el deterioro mental del líder de Pink Floyd ya mostraba sus primeros signos durante las presentaciones en vivo, con Syd despachándose un show aparte. En muchas ocasiones, el músico se mantenía en estado catatónico: se mantenía 'en una dimensión aparte' sin realizar su labor. Otras veces, en medio de alguna canción, tocaba en forma errática, incluso desafinando su propio instrumento en plena ejecución. Los ataques de locura dentro y fuera del escenario eran una señal alarmante: Pink Floyd estaba a pasos de una temprana muerte. Su líder, responsable de aquel sonido y concepto que empezaba a dictar cátedra durante las siguientes generaciones, se llevaba todo consigo al abismo.
La amistad entre Syd y sus compañeros de banda, en especial Waters, solo dilataba el inminente final, por lo que contrataron en diciembre de 1967, como músico de apoyo, a David Gilmour, el antiguo compañero de Instituto que le enseñó a Syd a tocar la guitarra. De esta manera se implantaba una 'solución parche' para apoyar al problemático líder ante la posibilidad latente de bloqueos mentales. El último concierto con Syd Barrett sería el 20 de Enero de 1968 en el muelle de Hastings y el 6 de abril se oficializa su salida ("Le daba lo mismo", afirmaría David Gilmour respecto a Syd y su reacción cuando se le notificó personalmente su despido). Entre esas fechas, la salud mental de Syd empeoró al punto de influir en sus composiciones para la banda, cada vez más abstractas y complicadas de ejecutar. Los cambios de métrica y de melodía de las nuevas 'composiciones' denotaban una sensación de incoherencia a tal punto de que el mismo Roger Waters confesaría que, en algún ensayo, abandonó el estudio porque no tenía intención de volver a tocar con Barrett. Poco antes de un evento en el puerto de Southampton, la banda va en camino a recoger a Syd, pero alguien pregunta, '¿Recogemos a Syd?'. La respuesta fue tan inmediata como drástica: 'A la mierda, no tiene sentido'. Sin embargo, la banda le permite participar en las sesiones de grabación del segundo LP titulado "A Saucerful Of Secrets". En aquel trabajo, Syd Barrett toca la guitarra en 'Remember a Day' y 'Set the Controls for the Heart of the Sun' (el único corte en que aparecen los 5 integrantes a la vez), esta última una pieza fundamental en el desarrollo del Space Rock. Pero lo de 'Jugband Blues' pasaría a ser algo tan pintoresco como melancólico. La única canción del álbum escrita por el propio Barrett y la última contribución para la banda que alguna vez lideró, con la participación (a pedido del ensombrecido músico) del Ejército de Salvación. "No me importa si el sol no brilla y no me importa si nada es mío", reza una de sus líneas. Para los fans, no hay discusión al respecto: el alejamiento de Syd Barrett de sus amigos no tiene vuelta atrás. Una despedida tan surrealista como triste.
Luego de su salida "amistosa" de Pink Floyd, Syd Barrett editaría dos trabajos solistas con el apoyo de Waters y Gilmour en la producción. El primero, "The Madcap Laughs" (1970), pasará a ser un testimonio de su locura envolvente, aquella que no sabía de coincidencias. De aquella placa sobresale 'Octopus', el sencillo con el que Barrett mantenía las esperanzas de aquellos fans que aún creían en sus capacidades como genio. Sin embargo, luego de una fallida presentación en que el músico abandonó repentinamente el escenario luego de cuatro canciones y los malos resultados a nivel de críticas y ventas obtenidos tras el lanzamiento del siguiente "Barrett" (1971), el Diamante Loco se recluye en casa de sus padres para dedicarse por completo a la pintura. De paso, se retira de la música. El brillo del Diamante era opacado por una tonalidad tan gris como oscura. Oscura como la sombra que envolvía a aquel sujeto que alguna vez brillo más fuerte que el Sol.
En 1975, Pink Floyd ya es una banda consolidada y se encuentra trabajando en las sesiones de "Wish You Were Here", la obra maestra cuyo concepto estaba basada en su antiguo líder, amigo y compañero. El 5 de Junio de ese año, en medio de las sesiones, David Gilmour contrae matrimonio. De pronto, un desconocido con guitarra en mano ingresa a Abbey Road. Gordo, calvo, rapado hasta las cejas. Vestía una camisa blanca y lucía un aspecto lúcido pero con la mirada algo perdida. Se pensó que era un vagabundo o parte del equipo técnico de grabación. Richard Wright sería el primero en reconocer a aquel forastero. En medio de la sorpresa y el desconcierto, Roger Keith Barrett, o Syd como le llamaban sus amigos, se reencontraba con sus ex compañeros de banda luego de poco más de cinco años. Roger Waters, al reconocer a su amigo de adolescencia y compañero de secundaria, se quiebra hasta las lágrimas.
Luego de una breve conversación entre Syd y sus ex compañeros, el ahora calvo y regordete individuo pregunta dónde puede enchufar su guitarra para grabar. Richard Wright, acongojado por la figura deteriorada de quien alguna vez fuera un joven talentoso, le responde con dulzura: 'lo siento, Syd, las parte de la guitarra ya están listas'. Por esas casualidades de la vida, la banda estaba trabajando en 'Shine On You Crazy Diamond', la suite que hacía clara referencia a su amigo y ex líder (habría sido invocado de manera inconsciente?). Le enseñan a Syd parte de la grabación, aunque él no sabe que la letra es una referencia directa a su persona y el protagonista de esta historia se refiere a la pieza como una canción 'rara'. Poco después, en el bar aledaño a Abbey Road, en medio de la celebración del matrimonio de David Gilmour, Syd Barrett se pierde entre la multitud hasta desaparecer. Su alejamiento recuerda aquella 'despedida' plasmada en "A Saucerful Of Secrets". Tal como rezaba en 'Jugband Blues', el Diamante Loco se opacaba inevitablemente hasta permanecer solo su sombra. Todo lo que alguna vez tuvo ya no le pertenecía y no le importaba en lo absoluto.
Desde entonces, el malogrado Barrett se mantuvo recluido en casa de sus padres. Ninguna intención de componer música, mucho menos de volver a los escenarios. Se habló de una posible esquizofrenia agravada por el excesivo consumo de LSD, lo que le pasó la cuenta respecto a su salud mental. A mediados de los '90, una revista musical inglesa consigue entrevistarlo, pese a la oposición de su madre. Lo único que se obtiene de aquella entrevista es que Syd no recuerda nada de su época con Pink Floyd. Menos de sus amigos y compañeros de ruta, con quienes compartió el triunfo temprano en una escena entonces dominada por Beatles y Stones. Al mismo tiempo, sus antiguos amigos no sabrían más de él desde aquel día en que se presentó repentinamente en Abbey Road, aunque el mismo David Gilmour alguna vez aseguró que Syd recibía mensualmente el dinero correspondiente a royalties por créditos de participación (esto incluye trabajos en estudio y en vivo, singles y compilaciones). Volverían a tener noticias de él 31 años después. Específicamente, un 7 de Julio de 2006. Esa mañana, luego de una larga y dolorosa enfermedad (cáncer pancreático), Roger Keith 'Syd' Barrett, a los 60 años, daba el salto hacia la inmortalidad. El Diamante Loco volvía a brillar como el sol. El espíritu de Syd se mantiene tan vivo como las bicicletas, gnomos y espantapájaros que se hacen reales cada vez que ponemos play a un trabajo inigualable como "The Piper at Gates of Dawn." SHINE ON YOU, SYD!
Escrito por: Claudio Miranda
2 Comentarios
Exelente articulo sobre Syd . Lamentable historia la de Barrett , aunque esta misma lo hace un inmortal , al plasmar tan bien el arte de su vida con la de sus letras
ResponderEliminarExelente articulo sobre Syd . Lamentable historia la de Barrett , aunque esta misma lo hace un inmortal , al plasmar tan bien el arte de su vida con la de sus letras
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