EL GUSTO ES NUESTRO
Si hubiera que definir en un sola palabra lo presenciado y ocurrido la noche del sábado 28 de Mayo en la sala SCD de Vespucio lo primero que se nos viene a la mente es 'IMPERDIBLE' (sí, con mayúsculas). No solo por la reputación que marca a las bandas protagonistas como referentes de la escena progresiva y virtuosa local, sino también porque esa reputación debía ser revalidada mediante 'breves' pero gratas y potentes novedades respecto al futuro inmediato. Un futuro que, para beneficio de fans y melómanos por igual, se encuentra a la vuelta de la esquina.
Y precisamente aquellos factores derivaron en la masiva respuesta del público que, literalmente, abarrotó el recinto ubicado en la comuna de la Florida. Fans, melómanos, incluso músicos, todos reunidos en una velada donde el virtuosismo y, sobretodo, la actitud, primaron para la delicia de quienes gustamos de los sonidos pesados pero con esa característica vocación sinfónica y técnica que hace transitar presentaciones de semejante calibre entre el espectáculo y la solemnidad propia de una cátedra académica.
Lo mencionado en el párrafo anterior se puede ejemplificar con fidelidad al presenciar y disfrutar lo que nos ofrece Hidalgo, el combo liderado por el virtuoso Gabriel Hidalgo y cuya propuesta ha sabido radicarse de manera natural en las raíces de nuestra cultura latinoamericana. Con tres placas de estudio que dan cuenta de aquel trabajo, el cuarteto no tarda en conquistar a su público de manera transversal, desde el inicio con 'Trufken Mapu', corte que forma parte del reciente y aclamado "Lancuyén", editado el año pasado. Imposible no sobrecogerse ante tanta y calidad por parte del destacado guitarrista, aunque las miradas y la atención también alcanzan a apreciar la labor contundente del baterista Pablo Stagnaro, cuya ejecución evoca una y otra vez a eminencias como el legendario Gabriel Parra (Los Jaivas). En cada golpe se siente la energía de la Tierra que los conquistadores europeos se tomaron a la fuerza, pero que aún, luego de cinco siglos, retumba feroz como el cuerpo del Pillán cobra vida en su tumba ubicada en el volcán Osorno, cuenta la leyenda. Imposible no permanecer impasible ante tanta maestría y mística presentes.
Uno a uno se dejan caer 'Wara', Charagua', 'Sempuray', 'Lancuyén' y 'Kunturi', claras muestras de una propuesta artística que rescata el espíritu de nuestra etnia a nivel local y continental, permitiendo apreciar, a la vez, las cualidades técnicas y escénicas de cada componente. El rol que juega Cler Canifrú como compañera de cuerdas de Gabriel Hidalgo da cuenta de la química latente sobre el escenario, conformando la que debe ser una de las duplas de guitarras fundamentales en la escena local, incluso al punto de imponer su propia escuela tanto entre los iniciados como quienes decidieron tomar por primera vez una guitarra o desean perfeccionar su técnica. Respecto a la sociedad rítmica conformada por Pablo Stagnaro y el eximio bajista Mauricio Nader, no sería exagerado afirmar que la energía y la precisión milimétrica son cualidades que, a estas alturas, la ubican en una posición tan abismante como privilegiada, tanto a nivel local como internacional. Y eso queda remarcado en pasajes como 'Korior', corte inédito que forma parte de lo que será la próxima placa del cuarteto, el cual goza de un estado de salud del cual muchas agrupaciones jóvenes quisieran jactarse. Así como la ocasión para las novedades, también la hubo para homenajear a los héroes del presente, como fue el caso de 'Hyperdrive' (original de Devin Townsend), con una Cler Canifrú al micrófono, demostrando sus credenciales como artista total, en base a una técnica que intercala prolijidad y sentimiento, y una puesta en escena que por momentos, nos hace ver fácil lo difícil, con una naturalidad que resalta sus cualidades técnicas y escénicas de manera magistral.
Para el cierre, llegarían 'Waterfall', 'Infragilis' y 'Enki', en todos con la banda derrochando calidad técnica y espectáculo en dosis suficientes para que el recinto prácticamente se viniera abajo, incluso antes del turno de Delta. Siempre será un placer y un alivio espiritual explorar las raíces de la 'Pachamama', incluso con ayuda del poder generado a través del poderoso sonido de las seis cuerdas a nivel amplificado. La cuenta regresiva para lo que será el cuatro larga-duración de Hidalgo ha empezado. Lo esperamos con todo el gusto y la energía de la Tierra.
Poco después llegaría, pasadas las 21 horas, el turno de una de las bandas fundamentales no solo a nivel local, sino también internacional dentro de la escena progresiva. Con Andrés Rojas marcando un ritmo simple y constante, de a poco se integran el bajista Marcos Sanchez, el tecladista Nicolás Quinteros y el eximio guitarrista Benjamín Lechuga, dando inicio a la presentación con el estallido devastador de ‘Black & Cold’. Al frente, un Rodrigo Varela poniendo en práctica una puesta escénica que da cuenta de un histrionismo y carismas solo comparados con un registro vocal dueño de una exquisita y bien variada paleta de colores.
Desde la marcialidad machacante de ‘New Philosophy’ (la presencia de los teclados de Nicolás Quinteros es, prácticamente, omnipresente) hasta la agresividad rejuvenecedora de ‘God Or Science’, no hubo cabida para puntos bajos, sino todo lo contrario. Mediante una propuesta que hereda y mantiene bien conservado el legado de Dream Theater y Symhony X, combinada con una puesta en escena en que el virtuosismo se intercala con el humor por parte de Rodrigo Varela y el propio Lechuga. Es aquella mezcla de elementos la que permite sumergirnos tanto en los misterios del subconsciente con ‘Who I Am?’ como también en el groove denso y caótico de ‘Desire Within’, con el quinteto dando cuenta de su capacidad para generar pasajes sonoros repletos de la más pura y necesaria energía cósmica. Incluso dentro de ese esquema encajan a la perfección ‘Alone’ y ‘War Inside Me’, un par de adelantos de lo que será el nuevo álbum, el primero con Rodrigo Varela en las voces, cuyo desempeño en cortes como ‘Regrets’ dan cuenta de una personalidad que evoca bastante a Steve Hogarth (Marillion) al momento de interactuar con el público cual amigos de toda la vida.
Respecto a la labor instrumental, no queda otra opción que caer rendidos ante semejantes muestras de maestría y ejecución certeras en cada movimiento y nota. La presencia de Marcos Sanchez y su dominio en las seis cuerdas resulta tan abrumadora como la labor desempeñada por Nicolás Quinteros y Benjamín Lechuga como generadores de un sonido característico, el cual transita entre las atmósferas cálidas de los teclados, combinadas con los riff llameantes que han hecho de Benjamín Lechuga un intérprete que intercala a la perfección la técnica heredada de referentes como Steve Vai con un feeling tremendo que se hace sentir en sus solos. Respecto a la dupla rítmica Sanchez-Rojas, increíble el cómo hace y deshace a su antojo al momento de ejecutar secciones tan complejas como sutiles a la vez.
Para rematar el set inicial, nada mejor que el groove punzante de ‘Darkened Skies’, con Andrés Rojas dando cátedra de un excelso dominio del doble pedal, mientras se deja caer como una nube negra el coro. Y para finalizar, el swing esquizoide de ‘Perfect Insanity’, con el quinteto dejandolo todo sobre el escenario, tanto a nivel técnico como en cuanto a actitud. Cierre perfecto para una jornada en que el futuro se ve más que prometedor para estas dos agrupaciones fundamentales para los amante sy practicantes del virtuosismo y la experimentación dentro del propio metal, incluso traspasando ciertas fronteras sin necesidad de sacrificar su esencia. Siempre será un gusto presenciar y degustar aquellos productos creados a base de talento y creatividad ilimitados. Con un cartel que incluso puede postular a lo mejor del año en cuanto a eventos nacionales, imposible no salir con una sonrisa luego de toda esa explosión constante de virtuosismo en favor de la música. El gusto es nuestro.
Escrito por: Claudio Miranda
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