Son contadas las veces en que un recinto tradicional en la escena local como el Bar Óxido repleta su capacidad mediante eventos de alta convocatoria, cuyos protagonistas sobre el escenario justifican merecidamente su sitial de honor en un medio que sabe lo que significa remar contra la corriente por más de dos décadas. Y si la ocasión se da un sábado por la noche, como ocurrió el pasado 30 de abril, no existió ninguna excusa válida que impidiera presenciar y experimentar alguno de esos viajes en el tiempo, específicamente hacia los años '90, cuando el Metal chileno empezaba a adquirir profesionalismo enfrentando la reticencia de los medios de comunicación que, salvo casos puntuales, intentaron en vano pasar por alto lo que acontecía como resultado de un movimiento originado en aquellos míticos y doctrinarios eventos de fines de los '80 y principios de los '90 con epicentro en locales como el Gimnasio Manuel Plaza y la Sala Lautaro.
Lo
mencionado en el párrafo anterior explica claramente el arrastre que genera una
agrupación de la talla de Witchblade, quienes se encargaron de llevar en alto
la bandera del Heavy Metal a comienzos de la década pasada. Mediante un sonido
en condiciones óptimas (salvo algunos momentos en que la saturación y el acople
generaron alguna molestia auditiva), cortes como 'Walk Alone', 'Not Enough',
'Back On The Streets' y 'Sign Of Salvation' dieron cuenta de la extrema solidez
que un combo que no transa sus principios por nada, impresión que nos deja la
interpretación y presencia de Felipe del Valle, un frontman cuya voz y
personalidad sobre el escenario resultan en una combinación explosiva, una
descarga de poder imposible de detener, al igual que el impecable y 'asesino'
trabajo desempeñado por Felipe Majluf y Juan Jabbaz en las seis cuerdas,
dejando a la sociedad rítmica conformada por Felipe Vuletich (bajo) y JP
Hermosilla (batería) como encargada de generar la fuerza suficiente como para
partir el suelo en dos. La sutilidad melódica también forma parte del Metal y
'Last Of Us' es una muestra de aquello, incluso a nivel escénico, con Felipe
del Valle despachándose una interpretación que te pone ls pelos de punta. Para
rematar, llegarían 'To be Free' y 'Unbrekeable', perfectas para cerrar un set
redondo en cuanto a interpretación y personalidad.
Poco después, pasada la medianoche, con el
recinto ubicado en calle Purísima ya repleto de de poco más de cien eufóricos
'bangers', y en medio de una ovación propia de los grandes, realiza su
aparición sobre el escenario Inquisición, por lejos la agrupación 'embajadora'
de las tradiciones del Heavy Metal por estos rumbos. Por lejos, el número
imperdible para los fans más 'Old School' luego de que la banda anunciara el
regreso de un histórico, el emblemático cantante Freddy Alexis (quien, a
principios del 2000, pasó a integrar las filas de los entonces recién formados
Witchblade). Motivo suficiente para repletar el local y ser testigos del primer
show con el retornado frontman. Desde los primeros acordes de 'Innocent
Sinner', quedó en evidencia la solidez y confianza derrochada por el cuarteto
que, por estos días, celebra las dos décadas del debut en grande con
"Steel Vengeance", del cual también destacaron cortes como 'Sed
Diabolus', 'Pagan Rites' (la postal de los fans cantando los coros con puño en
alto, para enmarcar en las paredes de la memoria) y 'Fate Was Sealed', con
Freddy Alexis dejando en claro que su regreso a la 'familia Inquisición' trae
consigo intenciones mucho más sólidas y reales que repasar el pasado legendario,
lo que se pudo denotar a través de su soberbia interpretación de material
reciente como 'In Grace', uno de los cortes que conforma el colosal "Codex
Gigas" (2014), último registro con la voz del saliente Paulo Domic. Pero
para mirar hacia el futuro siempre será necesaria la retrospectiva hacia los
cimientos, donde permanecen pulidos los coros de 'Dragonslayer', el corte más
representativo de la banda a nivel técnico. Porque, por mucho que el rol de
Manolo Schafler (nuestro propio Tony Iommi) en las seis cuerdas no necesite
mayor análisis, 'Dragonslayer' permite apreciar la interpretación por parte de
un virtuoso que tiene claro que la rapidez de los dedos nunca se impondrá a la
pasión, al sentimiento expresado en cada nota. Por supuesto, nada de eso sería
posible sin el vital aporte que brinda la sociedad rítmica que conforman el
eterno Cristian Maturana (el hombre encargado de expresar el lado progresivo de
Inquisición a través de las cuatro cuerdas de su Rickenbacker) y el baterista
Ignacio García de Cortázar, el integrante más 'reciente' de la banda (ingresó
en 2014) pero cuya técnica y ejecución proporcionan los bríos suficientes como
para mantener girando los engranajes a mil por hora, como pudimos apreciar en
"Codex Gigas" (emulando, de alguna manera, lo hecho por Scott Travis
en Judas Priest durante la preparación del inmortal "Painkiller" hace
más de 25 años).
Otro punto a destacar es la evidente química
que se hizo sentir en el escenario, con Freddy Alexis intercambiando miradas y
sonrisas con Manolo Schafler. Una clara señal de que el regreso del cantante a
la banda que le hizo un nombre en la escena, sin necesidad de frivolidades ni
parafernalia, apunta hacia un objetivo similar al que tuvieron referentes como
Judas Priest y Iron Maiden con los regresos de Rob Halford y Bruce Dickinson,
respectivamente. Esperemos que Inquisición siga aquel camino. Por mientras, lo
que importa ahora es que los viejos amigos se reencontraron para rememorar los
viejos tiempos. La antigua luz pagana
parece brillar más fuerte que nunca.
A eso de la 1AM, los encargados de cerrar la jornada aparecen sobre el escenario con una ovación propia de las leyendas, aunque para estos 'señores' se siente como estar en casa. Hablamos de Dorso, una institución del Metal nacional que, a estas alturas, ya no requieren ningún tipo de presentación. Porque, para el combo liderado por nuestro querido 'Pera' Cuadra (con un look cada vez más cercano al 'compadre Moncho' de la extinta serie nacional 'Los Venegas'), la vida es una eterna fiesta, en al cual el gore y la Ciencia-Ficción adquieren tintes de la juerga que solo vivimos en la más deseada de nuestras pesadillas. Hay quienes creen que una afirmación similar es exagerada, hasta que se dejan caer los primeros acordes de 'Vampire Of The Night', perfecta para desatar el mosh y el headbanging en el Óxido, a esas horas ya abarrotado. Desde el poder devastador de 'Panificator' hasta la identidad local plasmada en 'Vacalaca', la reputación de Dorso sobre el escenario a nivel técnico y escénico se mantiene incólume, generando llegada incluso hacia el más escéptico y también a los novatos. Pero es cuestión de mirar alrededor para darnos cuenta de que hasta el fan más joven se sabe de memoria las letras y las canta con puño en alto, como suele ocurrir en "El Espanto Surge de la Tumba" (trabajo que le da título a su tercer álbum de 1993, quizás el más representativo de la agrupación junto con el material 'bailable' del fundamental "Disco Blood" de 1998) y no tiene empacho en meterse al mosh con los fans más 'mayores' en 'Deadly Pajarraco'.
Si hablamos de lo que podemos observar en el escenario, la presencia del 'Pera' Cuadra es la marca registrada de una banda en la que el humor y el histrionismo (Dorso y Anthrax, dos referentes que van de la mano) le dan un sabor bastante especial a un género conservador en apariencia y poco abierto a la hilaridad. En cortes como 'Lesbiánica' y 'Marte Horror Planet' (ambos del mencionado "Disco Blood") se puede reflejar aquella virtud que hace de Dorso una experiencia OBLIGATORIA para todo chileno que se diga y sienta metalero. Otro punto a destacar es la versatilidad técnica de cada componente, cualidad que permite apreciar el desempeño del renombrado 'Pera' como intérprete excepcional en las cuatro cuerdas, mientras la dupla de guitarras conformada por Alvaro Soms y Yamal Eltit (el cuerpo de su guitarra, pintado con los colores de Palestina, es un distintivo con total razón de ser) se transforma en una paleta de colores en la cual la brutalidad del Death Metal congenia de manera brillante y natural con la sutileza del Jazz. Algo similar podemos afirmar de Fran Muñoz, cuya labor en la percusión congenia a la perfección con la esencia camaleónica de Dorso. Es la impresión que nos queda durante la interpretación de 'Cíclope' (una mezcla entre Mercyful Fate y Pink Floyd, en palabras del propio 'Pera'), un favorito no solo para los fans más 'viejos', sino también para quienes disfrutan y conocen de la vocación progresiva y épica de Dorso (¿cómo se llama la banda favorita del 'Pera'? ah sí, Genesis). Y para quienes esperaban un adelanto de lo que será el nuevo álbum (próximo a editarse este año), una versión renovada de 'Terror Carnaza' (original del seminal 'El Espanto...'), con el mosh generándose casi por inercia. Para rematar el show y la jornada, nada más idóneo que el groove bailable de 'Disco Blood' (el himno de toda una generación a finales de los '90) y el veneno mortífero de 'Hydra', redondeando una noche en la que el Metal nacional sacó a relucir una época en la que el profesionalismo se impuso a la adversidad impuesta en un medio que recién empezaba a aceptar el Metal como una cultura, más allá de la música. La reputación en vivo de Witchblade, el viaje en el tiempo con Inquisición y la eterna fiesta de horror y sangre a cargo de Dorso. Luego de dos décadas (y mucho más), el Metal chileno mantiene flameando su bandera en alto. Épocas distintas, pero con la misma pasión, intacta ante el paso de los años y las tendencias del presente. Parafraseando al prócer máximo de nuestra Independencia hace ya 200 años, ¡aún tenemos la bandera en alto!
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Camilo Farfán
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1 Comentarios
el recital estuvo increible las 3 bandas me dejaron con la boca abierta increible imperdible inquisicion vcon freedy el krust y e dorso y witcblade la cagaron se pasaron emasiado buenos ...sigan asi bandas las 3
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