#LiveReview: Egregor + Crisalida "Ritual Luminoso"


Resulta algo curioso y quizás algo contradictorio encajar el concepto 'fiesta' al interior de la solemnidad y rigidez que caracterizan al Progresivo en todas sus variantes. Más aún cuando el protagonismo sobre el escenario saca a relucir discursos que, a través de la música, nos hace tomar conciencia respecto a lo que ocurre tanto en el entorno que nos rodea como lo que nos remece en las profundidades del alma y la mente. Pero es inevitable referirnos al encuentro realizado la noche del sábado en la Sala SCD de Bellavista como una fiesta porque, más allá de cuanto virtuosismo y potencia se derroche en vivo, la invitación a disfrutar de lo mejor de la escena local era evidente. Más aún tratándose de dos agrupaciones cuyas presentaciones sobre el escenario conformaron una capa de luz que hizo de una noche helada un momento mágico, con la energía del Sol inundando el recinto hasta transportarnos hacia otra dimensión.


  Todo lo descrito en el párrafo anterior se hace realidad pasadas las 21 horas, cuando se apagan las luces y aparecen uno a uno, en medio de la intro 'Ritual' los guitarristas Richard Iturra y Giancarlo Nattino, el bajista Alejandro Heredia y el baterista Carlos Hidalgo, mientras Magdalena Opazo aparecía sobre el escenario dando cuenta, inmediatamente, de un desplante que cautiva aún más con su interpretación. Es así como la agrupación originaria de Arica comienza su presentación dedicada completamente a demostrar lo que puede generar su album titulado "Karma" en vivo y en directo, incluso al punto de llegar hacia un público más diverso sin necesidad de depender de 'etiquetas' inútiles.

    En poco menos de una hora, Cortes como 'Awen', 'Metamorfosis', 'Ilumina' e 'Inflexión' destacan por sí solos, dando cuenta de una agrupación en que todos sus componentes se fusionan en una sola energía capaz de generar y devolver la vida. Al menos esa es la impresión que a uno le queda con el desempeño de Magdalena Opazo, cuyo nerviosismo inicial (y alguno que otro problema técnico en el que, por momentos, se extraviaba la voz) derivó en una interpretación magistral, rosando lo soberbio, potenciando su protagonismo con un carisma inigualable, cualidad que adquiere el rol de 'pilar fundamental' en una banda que ha sabido duplicar, de manera efectiva,  el efecto terapéutico de su música sobre el escenario.


  En lo instrumental, la dupla conformada por Richard Iturra y Giancarlo Nattino en las seis cuerdas dicta cátedra sobre cómo distribuirse el trabajo entre sí de manera equitativa, con la guitarra de Nattino encargada de mantener la columna vertebral sin apelar a la rigidez, mientras Richard Iturra aprovecha aquel vital apoyo de su compañero para encandilar al público con esos solos que bordean lo astronómico. La sociedad rítmica conformada por Alejandro Heredia y Carlos Hidalgo no solo cumple a cabalidad con su trabajo, pues sobre el escenario queda demostrado que cada pasaje/quiebre pareciera obedecer a la voluntad de la 'Pachamama'. Ante algo así, es casi imposible traducir aquellos elementos a un análisis mucho más objetivo, porque, simplemente, la vibra transmitida en vivo llega a ser abrumadora, lo que se hace sentir en pasajes como 'Máscara', 'Karma' y la encargada de cerrar la presentación 'Shunyata'. Desde Arica, la ciudad de la 'Eterna Primavera', Egregor se encargó de iluminar y darle la cuota necesaria de calidez a la helada noche que envolvía  a la capital. El mejor remedio es la música y los ariqueños tienen la receta, sin necesidad de prescripción médica. El alma y la mente lo agradecerán de por vida.



  Poco después de las 22 horas, el llamado de la Tierra nuevamente se hace sentir al interior del recinto ubicado en calle Sta Filomena, esta vez con los golpes y redobles con los que Rodrigo Sanchez da inicio a la presentación de Crisálida, agrupación que, durante la última década, le ha dado a la escena progresiva local una renovación que se hace notar tanto en la música como en el discurso/contenido. Desde el comienzo atronador con 'Araucana', el cuarteto deja en claro su compromiso con el legado milenario de nuestros ancestros antes de la barbarie que provocaría el hombre blanco europeo (luego de cinco siglos, el ser humano aún no aprende). Impresionante el trabajo que desempeña Damián Agurto en las seis cuerdas durante 'Morir Aquí', donde también destaca el papel de Cinthia Santibañez no solo como voz y rostro, sino también como mensajera de los espíritus que aún nos conectan con la raíz.


   Si bien todavía se sientes los ecos del reciente y exitoso en todo nivel "Terra Ancestral", el set presentado también consistió en una renovación de votos con el pasado reciente, aquellos trabajos que le permitieron a la agrupación abrirse paso en un medio que, de pronto, tuvo que rendirse ante todo ese despliegue de calidad y misticismo que hacen de Crisálida un referente absoluto hasta hoy. No es casualidad, por lo mencionado anteriormente, que estuvieran presentes cortes como 'Atacama', 'Desterra' y 'Kitral', con la agrupación presentando todas sus credenciales como acto obligado en vivo. Credenciales que han logrado traspasar todo tipo de fronteras sin necesidad de renegar de su esencia, mucho menos del idioma. Por cierto, el desempeño de  Braulio Aspé en las bajas frecuencias, tanto a nivel técnico como en interpretación, traspasa todos los niveles de excelencia existentes. Debe ser, por lejos uno de los bajistas cuyo sonido, dentro del aparente 'bajo perfil', resulta enriquecedor no solo para el oído sino también para todos los sentidos.

   'Cabo de Hornos' y 'Mi Libertad' continúan con la experiencia de manera sublime, generando aquellas atmósferas que, de pronto, nos transportan hacia el 'Sur del Mundo' y sus parajes silvestres. ¿Cómo no echar a andar la imaginación ante una propuesta musical en que la experticia técnica cumple su labor siempre al servicio de la música y el discurso? Gran mérito para Cinthia Santibañez, cuyo desempeño vocal y escénico invita a la búsqueda interior y, sobretodo, a abrir los ojos en medio del gris entorno de cada día. Similar mención para Damián Agurto, cuya labor como generador de atmósferas a través de las seis cuerdas, combinada con una sobriedad escénica caracterizada por claros momentos de pasión, no deja lugar a ninguna duda respecto a su reputación como uno de los guitarristas más completos de la escena local y, por qué no, internacional.


    'Hidromachi', en vivo, debe ser de aquellos cortes que permite apreciar el despliegue escénico y técnico de cada componente al tope de sus capacidades y mucho más. El bajo de Braulio Aspee, a pesar de su omnipresencia, se da un momento para sobresalir con solvencia. Al igual que su 'socio' en la base rítmica, el gran Rodrigo Sánchez, cuyo desempeño en 'Raco: Viento del Sur' provoca un gusto enorme de escucharlo y verlo. Un gusto que se agiganta en el alma mediante cada golpe, desbordando pasión y energía por toneladas. Es tanta la fuerza generada que es imposible movernos, no hay lugar donde arrancar o esconderse ante semejante muestra de categoría. Para el remate, un corte idóneo para el implacable frío nocturno de la capital, la excelente y espacial 'Solar'. Broche de oro para una presentación/jornada en la cual una vez más queda demostrado el nivel de trabajo, calidad y originalidad que caracterizan el presente de dos agrupaciones cuyas propuestas artísticas conforman el canal perfecto para la comunicación con nuestra raíz, aquella que, pese a la oscuridad de los tiempos, se hace presente de manera luminosa y contagia con su vibra a todo el Universo existente (o al menos lo que apenas conocemos). El Sol, nuestro gran astro, nos brindó la protección y calidez necesaria para llevar a cabo un ritual en que la música dio cuenta de su razón de ser en medio de la decadencia constante. Crisálida y Egregor, sobre el escenario, protagonizaron un ritual que invitó al cambio interior y exterior. Un discurso que, por dos horas, nos enseñó la llave para el cambio necesario en estos tiempos.

Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Nicolás Soto

 

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