Cuando Hidalgo, el proyecto liderado por el eximio virtuoso de las seis cuerdas Gabriel Hidalgo compuso y publicó su segundo álbum solista en 2009, el título revelaba, de algún modo, la intención de la agrupación respecto a la identidad local y su constante lucha por la preservación y la autonomía.”Yupaychay”, el título escogido, significa “honrar, rendir homenaje” en el idioma quechua y aquel ‘detalle’ daba un claro indicio acerca del inquebrantable y cada vez más fortalecido compromiso del Rock/Metal nacional con nuestras raíces autóctonas a nivel continental, sobretodo en este rincón del globo terráqueo donde pareciera que se termina el mundo conocido. No obstante, y a pesar de la positiva recepción a nivel de críticas y promoción que ha obtenido el reciente “Lancuyén” (2015), era necesario hacerle justicia a la placa anterior como corresponde: sobre el escenario, ante un público que no distingue entre fans y curiosos cuando la calidad y la mística se hacen latentes en cada acorde/nota.
Pasadas las 22 horas, y con un recinto repleto, los primeros acordes de ‘Condorcanqui’ se dejan caer de inmediato, casi sin previo aviso. Generando un efecto envolvente con el que los antiguos espíritus cobran vida en medio de la noche santiaguina, el cuarteto conformado por Gabriel Hidalgo, el bajista Mauricio Nader, la guitarrista/cantante Cler Canifrú y el baterista Pablo Stagnaro da cuenta de una química que hace notar la dirección tomada por una agrupación en la que cada componente entrega lo mejor de sí con su interpretación, pero siempre al servicio de la unidad conformada. Al igual que en la siguiente ‘Tatatí’, con Pablo Stagnaro reflejando, en cada golpe, el rugido de la Tierra, mientras la dupla formada por Gabriel Hidalgo y Cler Canifrú en las seis cuerdas se encarga de impregnar en cada nota esa cuota de emoción y épica que da cuenta de cómo un género como el Metal (¿podemos llamarlo ‘Progresivo’?... no nos atreveríamos a etiquetar algo tan sublime para los sentidos), pese a la complejidad de su ejecución, transmite una vibra que nos conecta con lo más profundo de la ‘Madre Tierra’.
Luego del saludo de Gabriel Hidalgo (acompañado de una breve ‘reseña’ respecto a cómo se gestó el LP), el recorrido por “Yupaychay” continúa de la mano de ‘Alturas’, un corte que permite apreciar con detalle el sentido de la elegancia a través de las seis cuerdas. Pero como hablamos de un trabajo totalmente dedicado a repasar nuestra identidad folclórica, ‘Galambito Temucano’ permite apreciar, en vivo y en directo, aquel compromiso mencionado. Llega a dar gusto el poder disfrutar de una interpretación en que la razón de ser del producto local expone su vocación artística a prueba de todo tipo de convencionalismos. Al igual que en ‘Danza’, con el cuarteto dejando fluir toda la vibra natural. Por mucha que sea la prolijidad, la emoción es un elemento fundamental al momento de ejecutar cada nota/acorde/riff para transformar, aunque sea unos instantes, el mundo real en un lugar mejor, como pudo serlo el continente antes de la llegada del hombre blanco europeo.
No habíamos mencionado antes a Mauricio Nader respecto a su destacado rol en la calidad de la agrupación, cuya profundidad hace del sonido de Hidalgo algo mágico y misterioso. Su reputación como uno de los mejores bajistas nacionales (y a nivel internacional, a no dudarlo), no merece ninguna discusión con el nivel de maestría que le ha valido el rótulo merecido de REFERENTE de la música nacional durante la última década. Durante la presentación reciente, su solidez se hizo sentir como una muralla impenetrable. Pero verlo y escucharlo interpretar la intro que da paso a ‘La Partida’, es un deleite que debiera darse cualquier melómano declarado. El buen gusto y el peso adquieren ribetes magnánimos cuando sobre el escenario prima una puesta escénica en que predomina la espontaneidad, suficiente para introducirnos en un universo musical rico en matices e identidad cultural. De alguna manera, Mauricio Nader, en su calidad de músico e intérprete, es el gran responsable de transmitir aquella vibra hacia un público dispuesto a recibir algo que va mucho más allá de la música en sí, y eso se agradece de por vida.
El reflejo de nuestra identidad local ('El Mercado de Testaccio'), el dramatismo sinfónico ('Transiente') y la épica extraída de la lírica de Ercilla ('Ventolera') cobran vida propia de manera inmediata, todo en base a interpretaciones sencillamente soberbias. Es un lujo escuchar en vivo a Gabriel Hidalgo, un músico cuya interpretación supera todas las barreras existentes, ubicándose perfectamente a la altura de referentes mundiales como Joe Satriani y Steve Vai, todo en base a una propuesta que ensalza nuestra raíz mediante la fuerza del Metal. Y finalizando el repaso por "Yupaychay", justamente hablando de nuestra raíz local, la ya clásica 'Charagua' retumba de manera aplastante, un claro llamado hacia nuestros ancestros que se mantienen presentes de manera espiritual. Instrumentalmente, lo que hace Pablo Stagnaro en la percusión resume las características principales de la música local, incluso emulando el rol que tuvo el legendario Gabriel Parra en el sonido de la banda más icónica del Rock nacional por más de cuatro décadas como lo ha sido Los Jaivas. No es menor la referencia si consideramos que la orientación hacia lo realmente nuestro marca el norte de una propuesta compleja en ejecución pero certera en cuanto a melodía y misticismo.
Luego de un breve intermedio, el cual incluyó un concurso por dos tickets para el próximo concierto del legendario grupo estadounidense Megadeth, la banda vuelve a interpretar un breve encore con piezas extraídas del reciente "Lancuyén" y, en especial, del debut "Infragilis", del cual fue rescatado 'Waterfall'. En poco más de dos horas, Hidalgo no solo rescató un trabajo tan memorable y sublime como injustamente escondido bajo las arenas del tiempo. Durante estos tiempos en que los sobrevivientes de las escasas etnias que luchan por la sobreviviencia en un entorno regido por la codicia y el 'progreso' desmesurado, siempre será bienvenido esta clase de homenajes, a nuestra tierra, a la gente que cree y entiende sus necesidades y sentimientos. La raíz está más firme que nunca y debe ser honrada como las antiguas divinidades dictan desde la oscuridad de los evos.
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Nicolas Soto
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