#Especial: "A Cliff Burton le hubiese gustado Load"



  En cualquier junta de amigos/conocidos donde la devoción por el Metal y sus más grandes emblemas suelen ser tema tanto de conversación distendida como de innegable debate -acompañado de cervezas, ya sea en la comodidad de la casa o en cualquier bar 'metalero' de la ciudad, es imposible no pasar por alto lo que significa Metallica. Más allá del fanatismo exacerbado y el odio por parte de los puristas en iguales proporciones, con todo el agua que ha pasado por el río, siempre terminamos llegando a la conclusión de que la mejor etapa de los californianos fue durante sus inicios, cuando contaban en sus filas con un personaje que pasaría a la historia por aquella dosis de genialidad que hizo de la banda formada en 1981 un referente tanto para la pestilencia emanada desde San Francisco durante los '80 como para las siguientes generaciones.

   Del personaje en cuestión puede que no hay nada que no se haya dicho ni escuchado. Metallica, hoy en día la banda más grande del planeta -dejando de lado los gustos personales- en sus inicios era una fuerza destructora que descargaba cientos de miles de kilovatios a una velocidad que, para entonces, rompía con todos los paradigmas existentes dentro del universo metalero. Cuando el mundo pensaba que Judas Priest, Iron Maiden, Saxon  cientos de agrupaciones británicas y del resto de Europa conformaban la evolución final de un género iniciado en los '70 por Led Zeppelin, Deep Purple y Black Sabbath, en California se gestaba un movimiento en que una horda de fans de Motörhead, Venom, Mercyful Fate y el terremoto de Heavy Metal con epicentro en las Islas Británicas tomaban sus instrumentos y, con el pedal del acelerador hasta el fondo, propinaba un puñetazo en la cara de todo lo convencional. Sí, dentro del Heavy Metal de esos años, el fenómeno liderado por Metallica marcaba nuevos bríos para un género que en USA importaba más el glamour, el maquillaje y el cliché 'Sex, drugs & Rock n' Roll' llevado a su nivel máximo de parafernalia. Por supuesto, luego de más de tres décadas, el tiempo y el trabajo les dio la razón a esos jóvenes que, desde un comienzo, solo querían prenderle fuego al mundo. Y vaya que lo lograron.


    Volvemos al presente y al mismo contexto. De pronto todos los comensales aseguran, cual alquimistas revelando el misterio de la piedra filosofal, que Metallica aún tocaría Thrash si Cliff estuviese vivo, que 'no se habrían vendido'. Tomemos en cuenta que aquella aseveración viene de gran parte de una generación que vivió su adolescencia en esos tiempos en que "Kill 'Em All" degolló al mundo desde el inicio asesino con 'Hit The Lights', alimentó su imaginación con "Ride The Lightning" y se rindió ante la ambición musical profesada en "Master Of Puppets". Algo totalmente comprensible, aunque para quienes teníamos 12 o 13 años en los '90, cuando "Load" y "ReLoad", en medio de la controversia provocada por su sonido más accesible -al menos respecto a lo hecho en la década anterior- y la imagen adoptada en desmedro de la suciedad que los hizo iconos de un movimiento cultural-, el descubrir aquellos trabajos fue una revelación total. Y en ambos contextos podríamos afirmar que el factor en común se encuentra en la influencia de la leyenda. ¿Realmente Cliff Burton tuvo algo que ver en ese radical cambio de sonido ya insinuado en algunos pasajes del 'Black Album'?


   Clifford Lee Burton llegó a este mundo un 10 de Febrero de 1962 en un lugar llamado Castro Valley (condado de Alameda, California). Sus padres, Ray y Jan Burton, ambos inclinados al movimiento hippie que no tardaría en envolver al mundo de todos los colores posibles, se preocuparon de que el pequeño Cliff tuviera una educación que alimentara su lado artístico, quien tomaría tempranamente lecciones de piano, a la vez que el prodigioso niño, ya interesado en la música a sus tiernos 6 años, profesaba vivamente su interés gracias a la música clásica que su padre, Ray, coleccionaba y ponía en el tocadiscos. Cliff le dedicaría 9 años de su vida al piano y a otros instrumentos, dejando en claro su vocación totalmente orientada a la música como arte.

   Durante su adolescencia, el interés por la música se amplía al Rock duro, lo que conoceríamos luego como Heavy Metal y, en especial, el denominado Rock sureño. Black Sabbath, Thin Lizzy, Blue Öyster Cult, ZZ Top y Lynyrd Skynyrd se volverían influencias determinantes para un joven músico que, ya a sus 13 años, decide tomar el bajo y explorar las capacidades del instrumento hasta lo imposible. Al mismo tiempo, la tragedia golpea duramente a los Burton: David Scott, hermano mayor de Cliff, sufre un aneurisma cerebral que le costará la vida. Aquella pérdida marca profundamente al joven talento, quien jura convertirse en el mejor instrumentista, siempre en memoria de su hermano. Es así como deja el piano y se dedica completamente al bajo, llegando a practicar seis horas diarias, una costumbre que mantendrá durante el resto de sus días.


  Más allá de su condición de leyenda y sus virtudes con el instrumento, es poco sabido que el joven Clifford no la tuvo fácil con el instrumento. Incluso sus progenitores llegaban a pensar que solo será un pasatiempo, debido a la frustración del músico al momento de pulir su técnica sin éxito. Es así como Cliff decide tomar clases, recurriendo a diversos profesores, entre ellos uno que lo marcará de por vida: Steve Doherty, un bajista de Jazz que no solo le enseñaría las técnicas que el joven músico heredaría de manera brillante. Gracias a la enseñanza de Doherty, Cliff se sumergiría en género más elevados como el Jazz, en donde la figura de Stanley Clarke llamará poderosamente la atención. Pero quizás la influencia determinante en su orientación artística vendrá por parte de Geddy Lee, bajista y cantante de Rush, banda por la que Cliff profesaría su devoción e inspiración en el futuro. Para un estudiante de bajo, de 8 a 10 años lleva perfeccionarse en el instrumento. A Cliff le llevó solamente dos, sin jamás descuidar sus estudios en la secundaria, graduándose de esta última en 1980.

   Entre las primeras agrupaciones integradas por el joven Cliff se encuentra una cuyos integrantes darán que hablar durante las próximas décadas. EZ-Street, una joven y promisoria banda formada en 1979, reunía a tres chicos cuyo talento y maestría en sus instrumentos respectivos reflejaban lo que sería el futuro. Al bajista Cliff se le sumaban el baterista Mike "Puffy" Bordin y el guitarrista "Big" Jim Martin, ambos jóvenes músicos cuya orientación musical tomaba el mismo camino que el escogido por el originario de Castro Valley. Originalmente formada como banda de covers, el interés musical era totalmente distinto respecto a la intención inicial y Bordin se retiraría pronto de la banda, derivando en una serie de bateristas que pasarían sin pena ni gloria por el joven combo. Burton y Martin continuarían juntos y en 1979, bajo el nombre 'Agents Of Misfortune' -juego de palabras tomado del álbum "Agents Of Fortune" de los entonces aclamados Blue Öyster Cult, participan en un concurso de bandas en Hayward, California. Gracias a la tecnología y las infinitas posibilidades que ofrece Internet (YouTube, para ser más claros), tenemos accesos a esos registros, con Martin  y Burton dando cuenta de sus cualidades técnicas y creativas. Incluso, por parte del propio Burton, podemos apreciar tempranos atisbos de lo que le deparará el futuro. Por cierto, un tiempo después de disuelta la joven banda, Jim Martin vuelve a unir fuerzas con Mike Bordin, quien junto al bajista Billy Gould ya empezaba a dar forma a Sharp Young Man, proyecto que, a mediados de los '80, mutaría a su nombre definitivo: Faith No More.


  En 1981, Cliff Burton, con 19 años, pasa a integrar las filas de Trauma, una banda de las tantas jóvenes bandas de San Francisco que respondían al fenómeno encabezado por Iron Maiden, Saxon y Motörhead al otro lado del Atlántico, influencias reflejadas en su demo editado en 1982, el único testimonio del paso del talentoso bajista por esta agrupación de culto. La New Wave Of British Heavy Metal acababa de estallar y amenazaba con traer su fuerza destructora hacia América, donde, pese a la escasa difusión respecto a agrupaciones más aventajadas -Judas Priest, los Black Sabbath con Ronnie James Dio a la cabeza, los alemanes de Scorpions y los australianos de AC/DC-, se convertirá en la semilla para lo que vendrá en tan solo unos cuantos años. Desde los cirtuitos undeground, la NWOBHM significa el renacimiento de un género en su más pura tradición, pero con nuevos bríos.

   Los Angeles, 1982. Trauma llega a la gran ciudad para brindar una presentación en el mítico Whiskey a Go Go, un club nocturno que ha pasado a la historia por las numerosas bandas que se iniciaron como exitosos y 'chocantes' actos en vivo antes de alcanzar la fama, desde The Doors hasta Van Halen, por nombrar las más destacadas. Trauma convoca a una numerosa multitud de jóvenes fans del Heavy Metal proveniente de Gran Bretaña, muchos de ellos pertenecientes a bandas recién formadas, todas influidas por el estallido de la NWOBHM.


  Entre esos jóvenes, había una pareja de amigos que no podía creer lo que escuchaba, menos  de donde provenía ese sonido. Aquel increíble solo de guitarra en realidad era... el bajo. Quien lo ejecutaba parecía no importarle los ojos que lo observaban a su alrededor, mientras hacía gala de una técnica escalofriante para tratarse de un joven de apenas 20 años. Los dos chicos en cuestión eran James Hetfield y Lars Ulrich, cantante y baterista de una nueva banda llamada Metallica, respectivamente. No lo podían creer: no solo era un bajista, sino más bien un guitarrista que dominaba el bajo con una técnica que complementaba la agresividad con la exquisitez propia de un veterano, a lo que se sumaba su vestimenta, en especial sus pantalones 'pata de elefante', muy a la usanza hippie. Para James y Lars, Cliff Burton es el integrante que necesitaba la banda integrada también por el controvertido guitarrista Dave Mustaine. Ambos chicos le ofrecen de inmediato el puesto a Cliff en desmedro de Ron McGovney, un bajista correcto pero que poco y nada tiene que ofrecer respecto a la dirección que quiere tomar Metallica. James y Lars insisten a pesar de la negativa inicial del prodigioso bajista. Sin embargo, Cliff empieza a considerar la oferta de los espinilludos adolescentes cuando al interior de Trauma surge la posibilidad de orientar la propuesta musical hacia un sonido más accesible y, por ende, más comercial. La banda comienza a trabajar en el material de lo que será su LP debut, el cuál verá la luz en 1984 bajo el título "Scratch And Scream". Para Cliff, la nueva dirección adoptada lo desmotiva y marca el fin de su etapa en Trauma

     El músico nacido en Castro Valley acepta la oferta de los dos jóvenes que conoció aquella noche en el Whiskey a Go Go. Pero con una condición: que abandonen la zona de Los Angeles y se muden a San Francisco, donde una serie de bandas locales hacían sus pinitos y editaban demos a la espera de un contrato para poder sacar su LP. Los Angeles era terreno ocupado, en su gran mayoría, por agrupaciones surgidas del popular Sunset Strip. Motley Crüe, Quiet Riot, Ratt y Dokken lideraban la oleada Glam que instauraba su propia versión del Heavy Metal, con maquillaje, cabellos escarmenados y extrema parafernalia dentro y fuera del escenario, a lo que se sumaba un sonido más accesible y pegajoso con riffs pesados, orientado absolutamente a la radio. En medio de ese entorno, Metallica era solo una banda 'punk' y la NWOBHM no genera la recepción esperada, salvo algunas agrupaciones como Iron Maiden, Def Leppard y Saxon. No la piensan dos veces y lo que parecía una condición, se vuelve una oportunidad para desarrollar su trabajo en un ambiente donde se den las posibilidades, siempre motivados por la pasión y la honestidad, cimientos principales de la futura revolución.

    La llegada del prodigioso bajista al cuarteto ahora establecido en El Cerrito influirá de lleno en el trabajo creativo de una banda que, hasta entonces, ya tenía listo el material de lo que será su primer LP. Desde Frank Zappa hasta Lynyrd Skynyrd, pasando por Misfits y Rush, influencias disímiles entre sí, pero que daban cuenta de sus preferencias más eclécticas y diversas respecto a las de James, Lars y Dave, fans acérrimos de Iron Maiden, Motörhead, Venom y Diamond Head. De este modo, y luego de la controversial pero necesaria llegada de Kirk Hammett en reemplazo del despedido Dave Mustaine, Metallica entra al estudio para registrar su primer LP, titulado en un principio "Metal Up Your Ass". Johnny Zazula, el entonces mánager, convence a la banda de que tanto el título como la portada propuesta -una mano surgiendo del WC y empuñando una daga- generaría un drástico rechazo por parte de los distribuidores. Es entonces cuando Cliff Burton, quien debe aceptar a regañadientes, pronuncia con rabia una frase que vislumbraría el futuro de manera más clara: "Those record company f--kers... kill 'em all!" ("Esas malditas compañías discográficas... hay que matarlos a todos!"). Es así como el 25 de Julio de 1983, "Kill 'Em All" ve la luz y su impacto se hace sentir en todo el orbe, para gusto de muchos y/o para disgusto de quienes, simplemente, no entendían que pudiera existir algo más rápido, pesado, ruidoso y sucio que Van Halen, Scorpions y Kiss juntos. Metallica no era la primera banda Thrash, pero sí la que obtuvo antes que todos un contrato para poder sacar un LP. El resto sería historia para todo un movimiento que no tardaría en causar estragos entre quienes pensaban que solo sería un fenómeno aislado.


   "Kill 'Em All" llamó la atención de la crítica especializada y los propios fans. La velocidad extrema, el sonido 'motosierra' de las guitarras, la intensidad de la batería, solos de guitarra electrizantes, la salvaje voz de James Hetfield... Nunca antes hubo algo similar respecto a lo que entonces se conocía como Heavy Metal. La reputación de Metallica en los circuitos underground llegaría a su punto cúlmine como acto en vivo, demostrando que no eran solamente lo que escuchaba, sino también lo que se sentía y veía. Cuatro jóvenes malcarados, con aliento a whisky barato y asiduos bebedores de cerveza como quien toma agua mineral, empezaban a dictar sus propias reglas respecto a lo que ocurría dentro de la escena metalera americana, donde Motley Crüe, Quiet Riot y Ratt eran los emblemas del naciente y cada vez más poderoso 'Imperio MTV'. De esos cuatro jóvenes, Cliff Burton era el que más sorpresa generaba, no solo por sus pantalones al estilo hippie, sino también por uno de los tracks del álbum, totalmente de su autoría: '(Anesthesia)-Pulling Teeth', un solo de bajo con distorsión de guitarra que no dejó indiferente a nadie. Si bien Metallica emulaba -y perfeccionaba- lo hecho por sus héroes británicos, aquella pieza dejaba en claro que se trataba mucho más que de una etiqueta como el Thrash. Metallica no era un producto, sino un generador, y aquello despejaría todas las dudas sobre el impacto generado con el mencionado "Kill 'Em All" en su siguiente trabajo. Uno que, para muchos fans, los situará de inmediato en el Olimpo, pese a la juventud de sus componentes.


   "Ride The Lightning" ve la luz en Julio de 1984. A diferencia de su antecesor, destaca por una producción más trabajada y un trabajo creativo mucho más complejo y elaborado, priorizando la generación de atmósferas sonoras y las composiciones más trabajadas, demostrando de manera contundente que no todo tenía que ser velocidad, solos furiosos y guitarras filosas. Metallica, pese a la reticencia inicial de sus fans, dejaba aflorar su lado más progresivo y épico, por supuesto sin renegar jamás de la crudeza de antaño. Mérito total por parte de Cliff Burton, quien pasa sus ratos libres escuchando a R.E.M., banda originaria de Georgia cuya propuesta artística presentada en el seminal "Murmur" (1983) llamaba poderosamente la atención del bajista, confeso fan en esos años. De "Ride The Lightning" destacan el tema que titula el álbum -descripción gráfica de una propuesta a otro nivel respecto a sus contemporáneos-, el inicio incendiario con 'Fight Fire With Fire'' y un clásico inmediato: 'Creeping Death'. Pero en este trabajo destacarían dos canciones en las que el bajista registrará su sello personal para la inmortalidad: 'For Whom The Bell Tolls', con el bajo distorsionado de Cliff marcando la tónica desde el comienzo. y una obra de arte: 'The Call of Ktulu', una composición instrumental soberbia, en la que Cliff Burton desempeñaría una interpretación que sobrepasa todo lo imaginable en un género que prioriza la velocidad y el peso por sobre la creatividad. Tanto en estudio como sobre el escenario, Cliff Burton justifica la observación por parte de quienes creen ver en él al futuro 'Jimi Hendrix del bajo', comparaciones justificables debido a los movimientos y expresiones que el músico gesticula en plena ejecución, sobretodo al momento de ejecutar esos solos incendiarios que lo harán una leyenda suprema para las próximas generaciones. Para el bonus track, 'Fade To Black' marcaría un hecho inédito al tratarse de la primera banda Thrash Metal en componer una balada, considerado por los fans más 'hardcore' como una 'traición' -la primera de muchas que se vendrán en el futuro-. Pocos saben que es el mismo Cliff quien incentiva a sus compañeros a incursionar en rumbos a los que pocos se atreverían siquiera a nombrar. Metallica ya no era una banda Thrash, sino una feroz tormenta eléctrica que desataba miles de voltios a su alrededor y arrasaba con todo lo que interpusiera en el camino.

    Si con "Ride The Lightning" Metallica daba el gran paso hacia adelante respecto a sus colegas de generación, "Master Of Puppets" graficaba que esos pasos eran en grande. Si bien le debemos gran parte del aplastante sonido de Metallica a James Hetfield -el hombre detrás de esos riffs inmortales y asesinos- Cliff Burton se anotaría durante el proceso de grabación con su sentido de la perfección en cada detalle: cuando Kirk Hammett estaba descansando en medio de las sesiones, Cliff aprovechaba de 'arreglar' algunas de sus partes -en especial los solos- lo que para sus compañeros se traducía en una eficiencia y profesionalismo poco comunes en una escena dominada por la habitual brutalidad extrema de Slayer y Exodus y la velocidad casi obscena de los Megadeth de Dave Mustaine -la banda 'rival' de sus ex-compañeros-. El track título simbolizaba, a nivel técnico, creativo y conceptual, la cima alcanzada por una banda totalmente motivada por el arte, debiéndose solo a sus fans y a su reputación sobre el escenario, por lo que incluso da lo mismo el escaso apoyo que le dan los grandes medios. 'Welcome Home (Sanitarium)' -notoria la influencia de Rush- reafirma su fórmula respecto a incursionar en baladas progresivas y romper con todos los esquemas tradicionales, mientras que el instrumental 'Orion' conforma la Declaración de Principios que hará de Metallica una influencia universal, incluso para quienes estaban entonces ajenos al circuito metalero más radical. Y ya que mencionábamos al power-trío canadiense, la intro electroacústica de 'Battery' -similar al del anterior 'Fight Fire With Fire'- remarca la influencia de álbumes como "A Farewell To Kings", uno de los albumes favoritos de Cliff y cuya influencia sería reconocida hasta por el mismo Kirk Hammett en entrevistas recientes.


    1986 es un año auspicioso. Master Of Puppets es número uno en ventas a nivel local, sin necesidad de ningún hit single de por medio, y el movimiento Thrash se consolida de manera definitiva. Q-Prime, la agencia que se ha hecho cargo de agendar las giras de Metallica y otros artistas, considera, en un principio, la idea de que Metallica encabece su primera mega-gira, como cabezas de cartel y en recintos de mayor capacidad. Pero el riesgo es muy grande y deciden ponerlos como número soporte para la gira americana de Ozzy Osbourne, a quien Metallica considera un héroe debido a sus años como componente icónico en Black Sabbath. Por esos tiempos, Ozzy se encuentra promocionando su LP "The Ultimate Sin" y, a pesar de la nefasta crítica, en vivo es un show obligatorio para todos los headbangers de la época. Metallica se encarga de abrir cada noche desplegando lo mejor de sus capacidades. La opinión entre los fans es unánime: Metallica se convierte en el protagonista de toda la gira, los fans asisten a los conciertos solo por ellos en desmedro de un Ozzy ya veterano y cuya imagen 'glam' de la época solo lo desfavorece respecto a la emergente banda que cada vez más suma adeptos de manera transversal.


   Con el éxito obtenido durante la gira norteamericana, Metallica emprende su gira europea, con sus amigos de Anthrax como teloneros. Cada noche resulta triunfante, su condición de eminencias ya es merecida. La noche del 26 de Septiembre en Estocolmo -Suecia- sería una más a la lista de shows potentes en los que la banda originaria de California se volvía indestructible. Nada podía detenerlos, Metallica tenía el mundo a sus pies.


   La madrugada del 27 de Septiembre, luego del concierto en Estocolmo, Metallica y Anthrax toman caminos separados para reunirse en Copenhagen -Dinamarca-, donde tocarán más tarde esa misma noche. Metallica se sube al bus y se dirige a la capital danesa. Esa noche, poco antes de emprender rumbo, Cliff Burton y Kirk matan el poco tiempo libre en un juego de cartas. Cliff le gana el juego a Kirk con un as de espadas y le reclama su cuarto de dormir en el bus -pueden imaginarse lo "cómodo" que resultaba en ese tiempo tocar, viajar y dormir en condiciones apenas suficientes para satisfacer algunas necesidades-, a lo que Kirk accede. A eso de las 7am, en plena carretera al norte de Ljungby, el bus resbala de manera abrupta y el remezón despierta a sus jóvenes ocupantes. La máquina sufrió un violento volcamiento. James, Lars y Kirk sufren algunas magulladas y lesiones menores y, salen en ropa interior, bajo una bajísima temperatura, a ver qué pasó, pues el conductor alega que la pista estaba resbalosa y una parte del pavimento estaba cubierta de hielo. Pero algo anda mal. Algo no está bien y la angustia se apodera del grupo, hasta que se encuentran con una sorpresa aterradora que transforma la angustia en un llanto desconsolado: debajo del bus yacían los pies de Clifford Lee Burton. El bajista dormía en la 'cama' de su amigo Kirk y al momento del remezón, salió expulsado por la ventana para terminar aplastado por la carrocería del vehículo. Tenía 24 años. Dos semanas después, su cuerpo fue cremado y sus cenizas esparcidas en el rancho Maxwell. Durante el servicio funerario, suena de fondo 'Orion'. El mundo perdía a un tipo cuyo talento creativo y experticia técnica lo hizo una leyenda en vida y a quien el futuro le deparaba mucho más.

   La tragedia caló hondo no solo en sus compañeros, sino también entre sus amigos más cercanos y fans de todo el mundo. Quienes conocían de cerca a Cliff lo describían como un tipo sencillo, con los pies puestos sobre la tierra. En una escena donde el alcohol, las drogas y las tentaciones del Rock n' Roll están presentes a cada momento, el malogrado músico siempre priorizó su arte, la música. Mientras su compañero Lars Ulrich estaba más pendiente de elevar a Metallica como la banda más grande del Heavy Metal en América, a Cliff Burton solo le preocupaba practicar seis horas diarias, tal como lo venía haciendo desde que tomó por primera vez el instrumento cuyo sonido adquiriría un aspecto tan revolucionario como lo serían las guitarras cada vez más incendiarias. Scott Ian, quizás el más cercano a la banda durante más de treinta años, lo explica de mejor manera: "a los 20 años pensamos que nada malo nos pasará, que somos invencibles. La muerte de Cliff nos hizo enfrentar la realidad, nadie de nosotros había perdido a alguien cercano de esa manera tan terrible". Respecto al malogrado bajista: "Cliff tenía una personalidad única. Era un tipo tremendamente sencillo, muy afable. A pesar de sus virtudes como músico y la fama adquirida, siempre fue él, nunca cambió su manera de ser".

   El ingreso de Jason Newsted y la posterior conquista del imperio del Rock con el aclamado 'Black Album' a nivel mundial parecieran historias aparte respecto a los años de Metallica con Cliff en vida. Sin embargo, la dirección que la banda tomó en trabajos como los controvertidos "Load" y "ReLoad", más allá del eterno debate, dejan entrever la influencia del Rock sureño de Lynyrd Skynyrd y la crudeza británica de Thin Lizzy, influencias reconocidas por Cliff Burton cuando Metallica se estaba ganando un lugar en el circuito underground una década antes. Por más que nos preguntemos qué habría sido de Metallica con Cliff aún vivo, no tiene sentido formular teorías que, por lo general, se basan más en la subjetividad de los fans -me incluyo- que en la objetividad de la historia. De lo que sí estamos seguros es que, como dijo alguna vez un amigo -por cierto, uno de los pocos fans reales de Metallica que he conocido-, Cliff hubiese estado orgulloso de esos trabajos, como también del mismo S&M. Digan lo que digan, Metallica, para gusto y disgusto de muchos, siempre se rigió por la voluntad de Cliff Burton, aquel fan de Black Sabbath y Rush que, hasta aquella noche de Septiembre de 1986, rendía tributo a su hermano David en cada nada nota interpretada mientras hacía aullar su bajo con la misma pedalera que utilizaba otro malogrado músico, ‘un tal’ Jimi Hendrix. Bajo la constelación de Orion, Cliff Burton tenía asegurada la inmortalidad. Sus compañeros, amigos y el resto del mundo lo saben perfectamente. Aquel 27 de Septiembre de 1986, las campanas doblaron por él con el mismo sonido distorsionado que lo hizo leyenda en vida. 

“All this I cannot bear to witness any longer. Cannot the Kingdom of Salvation take me home?”


Escrito por: Claudio Miranda

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