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Todo
fanático/amante del Thrash Metal de los '80 debiera tener claro cuál fue el año
en que el género estalló al punto de consolidarse por sí mismo, a pesar de la
omisión inicial por parte de los medios. 1986 fue el año en que el estilo
liderado por Metallica y Slayer (quizás las dos agrupaciones más emblemáticas,
incluso más allá de la respectiva etiqueta) golpeó fuerte el tablero y pisó tan
fuerte el suelo que todo un planeta se remecía ante toda esa horda de bandas
que emulaba de manera salvaje el impacto generado por Metallica en 1983 con ese
puñetazo directo a la cara llamado "Kill 'Em All". Tanto EE.UU. como
Europa (principalmente Alemania, para muchos donde el Thrash se 'perfeccionó'
al punto de establecer un nexo entre la marcialidad del Heavy Metal de aquellos
años y el salvajismo propio del naciente Death Metal).
Metallica alcanzaba la cima con "Master
Of Puppets" sin necesidad de recurrir a ningún medio masivo de comunicación.
Slayer dictaba las bases de lo que será Metal Extremo durante las próximas
décadas con "Reign In Blood" (debe ser, por lejos, el mejor álbum de
Metal de todos los tiempos). Dark Angel no se quedaba atrás y la extrema
violencia sonora de "Darkness Descends" les valdrá su sitial de honor
dentro de aquella generación dorada. Mientras, desde Alemania, una horda
repleta de jóvenes bandas también tiene algo que decir. Kreator, Sodom,
Destruction y Tankard publican trabajos cuyo nivel instrumental y creativo,
pese a no contar con la misma difusión masiva, daba cuenta del rumbo que
tomaría el Thrash durante los próximo años, incluso sobreponiéndose a todo tipo
de tendencias impuestas por la industria.
Ahora, volvamos a situarnos en California,
específicamente Los Angeles. Para ser más precisos, sería en 1983 cuando, luego
de su abrupta pero necesaria expulsión de Metallica, Dave Mustaine comenzaba a
planear lo que en un comienzo fue concebido como una venganza contra sus
antiguos 'hermanos'. Un año después, con la primera formación ya conformada por
Mustaine, el bajista Dave Ellefson y el baterista Gar Samuelson (Kerry King
participaría en algunos shows), Megadeth debutaba en vivo y no tardaría en
llamar la atención del público y la crítica especializado gracias a la
estructura compleja de las canciones, los solos de guitarra influenciadas
notoriamente por el Jazz y la velocidad sobrehumana que hacía de Megadeth una
banda fuera de lo común. Y si bien el impacto provocado por los primeros
trabajos de Metallica, Slayer y Exodus generaba
réplicas cada vez más intensas, sería en 1985 cuando el cuarteto, con el
guitarrista Chris Poland ya incorporado de lleno, publica su LP debut titulado
"Killing Is My Business...And Business Is Good!". Los sentimientos
encontrados se hacen sentir pronto al interior de la banda: la precaria
producción (la mitad del dinero destinado al álbum terminó 'invertida' en un
cóctel de drogas de todo tipo) no le hizo justicia en absoluto a un trabajo
cuyas composiciones parecían provenir de la mente y las manos de músicos
experimentados, y no de un grupo de jóvenes drogadictos descontrolados. Sin
embargo,"Killing Is My Business...And Business Is Good!" obtiene una recepción notable entre los fans y
la prensa especializada, la cual no tarda en caer rendida ante semejante muestra
de genialidad, por cierto bastante inusual en un género que se caracteriza más
por la violencia estética, la velocidad extrema y un sonido sucio y no apto
para quienes pensaban que en USA no existía nada más pesado y sucio que lo
hecho por Kiss y Van Halen (Solo Judas Priest, Scorpions y Iron Maiden
conformaban la camada triunfante en Norteamérica proveniente del Viejo
Continente)
Como mencionábamos anteriormente, 1986
marcó el estallido del Thrash y su consolidación como género totalmente
paralelo a otras corrientes con mayor llegada masiva, como era el caso de la
oleada de bandas surgidas desde el Sunset Strip de Los Angeles (Mötley Crüe,
Ratt, Poison, Cinderella). Megadeth no se quedaba atrás y publica un trabajo
que dejaba en claro que las coincidencias no existen: "Peace Sells... but
Who's Buying?". Si el trabajo debut sorprendía por su propuesta artística
(aunque opacada por un nefasto trabajo en producción, gran parte
responsabilidad de la propia banda), el segundo álbum se encargaría de despejar
todas las dudas respecto a lo que se traía entre manos la mente desquiciada
pero incansablemente creativa de Dave Mustaine.
Grabado entre Febrero y Marzo del mismo
1986,y bajo la supervisión del mítico productor Randy Burns (Possessed, Death,
Kreator, Nuclear Assault, Suicidal Tendencies), "Peace Sells... but Who's
Buying?" conjuga a través de sus ocho tracks una serie de elementos que
llaman de inmediato la atención tanto a nivel instrumental como lírico. La
impresión a la vista resultó decisiva al momento de presentar el álbum en
sociedad. La portada con Vic Rattlehead afuera de las ruinas del edificio de la
ONU (obra del destacado ilustrador Ed Repka, responsable también de la mítica
portada que ilustra ese posterior monumento llamado "Rust In Peace", y
también reconocido por sus trabajos para Death, Evildead, Defiance, Atheist,
Nuclear Assault, Toxic Holocaust y un sinfín de agrupaciones fundamentales)
tomaba por sorpresa a toda una generación de 'headbangers' que, hasta entonces,
solo deseaba 'destruir y matar' (parafraseando el título de un clásico de los
legendarios argentinos de V8). Y si la portada insinuaba un discurso plenamente
anárquico, incluso nihilista hasta cierto punto, el videoclip del tema que le
da título al álbum complementaría aquella asociación revolucionaria entre la
fuerza juvenil del Metal y aquel discurso que llamaba a rebelarse contra los
poderes fácticos existentes. Por primera vez, el Metal podía jactarse de tener
un contenido real, basado en lo que ocurría en nuestro entorno y lo que
acontecía tanto a nivel local como en aquellos países en los que el régimen de
turno, bajo pretextos "ideológicos", reprimía brutalmente a su pueblo
mientras unos pocos se enriquecían a costas del empobrecimiento de las clases
más desprotegidas. Chile, en esos años, no estaba para nada ajeno a la
situación por la que pasaban las naciones latinoamericanas en dictadura y
quedaría inmortalizado en el video de 'Peace Sells' con imágenes de la
represión de Carabineros en medio de uno de los tantos movimientos sociales de
aquel oscuro período de nuestra historia.
Vamos de lleno al álbum, cuyo comienzo te
pilla totalmente desprevenido. 'Wake Up Dead', el corte inicial, deja en claro
los beneficios de una producción mejorada en favor de las virtudes técnicas y
creativas con que Megadeth ya daba que hablar. La batería cabalgante de Gar
Samuelson mantiene el hilo conductor mientras las guitarras a cargo de Dave
Mustaine y Chris Poland rompen con todo lo convencional pero manteniendo la
intensidad flameante. El bajo de Dave 'Jr' Ellefson, a pesar de su presencia
algo opacada por las guitarras, genera la profundidad necesaria para que el
veneno expelido en cada riff haga efecto en los sentidos humanos. Todo esto
mientras Mustaine susurra con su habitual y característico fraseo repleto de rabia
y mala leche el violento quiebre con su novia de aquella época, cuando la
encontró acostada con otro sujeto en plena madrugada, mientras Mustaine volvía
ebrio de una de las tantas juergas a las que solía asistir. A destacar el
quiebre que da inicio a la sección final, con el Colorín despachándose un solo
que hasta el mismo Yngwie Malmsteen hubiese querido registrar legalmente a su
nombre y esos coros hechos para gritarlos a la cara.
Un elemento interesante de este trabajo es
que, si bien no destaca por la misma calidad de producción y sonido que los
trabajos posteriores, genera una atmósfera que lo asocia fácilmente con aquel
período que los fans suelen denominar 'los años enfermos' de Dave Mustaine. Es
sabido que la mente creativa y todo poderosa de Megadeth incurrió en todo tipo
de excesos, incluyendo una fascinación tan ingenua como atrevida por el
ocultismo y la magia negra. 'The Conjuring' refleja de manera cruda y magistral
aquella genialidad muchas veces guiada por la propia locura, derivando en una
composición solo comparable a lo que sus ex compañeros inmortalizaban en placas
como "Ride The Lightning" y el recién publicado "Master Of
Puppets". Tanto Mustaine como el propio Chris Poland se despachan un
trabajo de joyería en las seis cuerdas, dando cuenta de una ambición musical
traducida en interpretaciones escalofriantes. En tanto, la sociedad rítmica
compuesta por Samuelson y Ellefson hace y deshace a su gusto. Cuesta creer que
en estos jóvenes músicos (Gar Samuelson y Chris Poland contaban con 28 años de
edad cada uno, mientras los dos Dave se encontraban en la plenitud de sus
veintitantos, Mustaine tenía 25 recién cumplidos y Ellefson estaba ad portas de
cumplir los 22), fueran capaces de derrochar tanta experticia técnica y
creativa cual veteranos. Por lejos, 'The Conjuring' debe ser uno de los mejores
momentos tanto de "Peace Sells..." como de todo el catálogo de
Megadeth. Hoy está prácticamente ausente de los directos debido a la conversión
religiosa de Dave Mustaine, lamentable si consideramos que se trata de una obra
de arte, una Declaración de Principios por parte de una agrupación que, pese a
los excesos fuera del escenario, siempre fue exigente consigo misma, con sus
propios componentes al tope de sus capacidades.
El lado A del vinilo/cassette continúa con el
corte que titula el álbum y, de paso, un himno de toda la vida. El riff de bajo
a cargo de Ellefson (originalmente compuesto por el propio Mustaine) constituye
una seria advertencia sobre lo que se
vendrá. Un riff certero y pegajoso a la primera escucha, con un groove tan
simple como efectivo, coloreado por un trabajo soberbio en guitarras.
Suficiente para que Dave Mustaine se ocupe de exponer su visión política sin
pelos en la lengua. Un discurso frontal y crudo, con el que los ideales
democráticos predicados por el gobierno de turno eran desmenuzados hasta quedar
en un saco de huesos corroídos. "Can
you put a price on peace?", pregunta Dave Mustaine en pleno quiebre
que da comienzo a la sección final, con el acelerador hasta el fondo y un coro
hecho para ser entonado con el puño en alto hasta el cansancio. Más allá del
desempeño técnico de cada uno de sus componentes, Megadeth deja en claro que
nada de eso sería posible sin la actitud necesaria para hacer entender que la
música puede conformar un canal de expresión cultural y social con el que
quizás no podamos cambiar nada, pero sí gritarlo todo. Para finalizar la
primera parte de la placa, la cabalgata salvaje de 'Devil's Island' (nombre que
recibe hasta hoy una isla ubicada cerca de la Guyana Francesa utilizada como
recinto penal desde mediados del siglo XIX y cuyos prisioneros eran mantenidos
en condiciones infrahumanas), con el propio Dave Ellefson erigiéndose como
pilar fundamental en el sonido maldito y áspero de estos Megadeth.
La cara B del LP comienza de manera
totalmente distinta, pero no menos interesante. Una intro repleta de oscuridad
y misterio, con un matiz de dramatismo bastante acentuado que te deja al acecho
de tu victimario. Y precisamente esta intro titulada 'Good Morning' la que da
paso a 'Black Friday', uno de los cortes más desquiciados del catálogo de
Megadeth (y ¿por qué no?, el punto más alto del álbum), con el dúo
Mustaine-Poland causando todo tipo de estragos. El relato en primera persona de
un maniático asesino en serie da cuenta de cómo Dave Mustaine, sin tener una
voz privilegiada, podía despacharse una interpretación escalofriante, como si
él mismo fuera aquel ser enajenado que relata
con frialdad y al detalle sus crímenes. "Peace Sells... but Who's
Buying" es una placa que posee clásicos por doquier, lamentable e inexplicablemente
ausentes en los directos actualmente. Algo similar ocurre con 'Bad Omen', con
un eximio Gar Samuelson dando cuenta de sus capacidades como instrumentista,
siempre rompiendo con todo lo que entonces parecía convencional. No es
exagerado afirmar que el extinto baterista era un animal con el instrumento,
así como un metrónomo humano. Quizás menos salvaje e incendiaria que su
antecesor pero 'Bad Omen' permite apreciar el excelso trabajo que tanto el
colorín como el propio Chris Poland desempeñaban de manera magistral en las
seis cuerdas.
La recta final nos encuentra con una suerte
de 'blues-thrash' bien vacilón. Totalmente inusual en un género que, hasta esos
años, se basaba exclusivamente en el sonido sucio de Motörhead, los riffs
asesinos de Judas Priest y la oscuridad gótica de Black Sabbath. Pero 'I Ain't
Superstitious' (escrita originalmente por el icónico bluesman Willy Dixon)
barría con todos los dogmas respecto al 'divorcio' que se dio una década antes
entre el blues y lo que después sería conocido como Heavy Metal. Hay que
recalcar que la versión de este clásico del Blues está basada en la que
inmortalizó Jeff Beck en el disco debut "Truth", publicado en 1968.
Para entonces, el ex integrantes de The Yardbirds empezaba a dictar patrones
sobre el Rock Duro junto al siempre fundamental Jimi Hendrix, incluso antes de
la sorpresiva aparición de Led Zeppelin en el mapa. Para un obsesivo como Dave
Mustaine, 'I Ain't Superstitious' marcaba la prueba necesaria para demostrar
que Megadeth era una banda compuesta por músicos de primer nivel, en especial
sus guitarristas. Porque si hay algo que el colorado ha puesto en evidencia,
pese a sus arrebatos y polémicas fuera de la música, es que Megadeth es una
banda para GUITARRISTAS. Para la anécdota, su estreno en vivo se produjo en
septiembre de 2012, precisamente en la segunda de esas épicas noches durante su
enésima visita a territorio nacional, con el Caupolicán abarrotado por partida
doble
.
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Finalizando el recorrido, nos encontramos con
'My Last Words', una muestra genuina de Speed-Thrash Metal a la vena. Un corte
temerario, directo al mentón, con la banda descargando sus últimos cartuchos en
pleno campo de batalla. Desde el reptante arreglo de guitarras del principio
hasta el impacto final, 'My Last Words' destaca por ser un tesoro escondido
para los menos cercanos al Thrash, pero fundamental para los seguidores del
Speed-Thrash de fina cepa. Final vertiginoso y y repleto de adrenalina para un
álbum que no sabe de puntos bajos en ninguno de sus flancos.
El impacto generado por "Peace Sells...
but Who's Buying?" se hizo sentir a nivel global.no solo mejoraba lo
presentado en el debut, sino que ratificaba de inmediato una fórmula lisa y
llanamente asesina, cuya mixtura de virtuosismo, actitud y originalidad
trascendió tanto dentro de los circuitos underground como en los medios
masivos. El propio Alice Cooper (el máximo ídolo, mentor y mejor amigo de Dave
Mustaine) los invitaría a compartir escenario durante la gira 86-87. Incluso en
Europa, Megadeth se volvió un fenómeno que no tardaría en evolucionar a su
actual condición de referente. Sin embargo, la banda por dentro empezaría a
pasar una de sus peores crisis antes de alcanzar la gloria unos años más tarde:
Chris Poland y Gar Samuelson, adictos empedernidos a la heroína, empeñan parte
del equipo de la banda para satisfacer sus 'necesidades'. Dave Mustaine, otro
adicto en ese tiempo, descubre lo que ocurrió con su equipo y despide a ambos.
Sería solo uno de los tantos episodios que hubo de sortear antes del éxito a
nivel mundial obtenido a través de los emblemáticos "Rust In Peace" y
"Countdown To Extinction", trabajos que contaron con Marty Friedman
en guitarra y el recientemente malogrado Nick Menza en batería durante los '90.
Por supuesto, esa es una historia que ya hemos relatado anteriormente pero que
pronto abarcaremos más detalladamente.
"Peace Sells... but Who's Buying"
se convirtió en una placa fundamental por méritos propios. Complejidad,
maestría, buen gusto, discurso. Todos aquellos elementos son hasta hoy
esenciales dentro de un género que, pese a su longevidad, sigue dictando
cátedra, en sus variadas formas. Más allá de los excesos y las polémicas, Dave
Mustaine se erigió de inmediato como el arquitecto de un género musical con
tintes de revolución. Por primera vez, el Metal adquiría un discurso real,
ofreciendo su visión política respecto a lo que ocurría alrededor. Cuando nadie
lo pensó, Megadeth se atrevió a decir las cosas como son, complementando el
discurso con la calidad técnica y creativa suficiente como para romper todos
los moldes existentes, incluso dentro del propio Thrash Metal. Aunque la paz
venda, nadie la comprará mientras no seamos conscientes de lo que nos afecta a
diario como ciudadanos. Con "Peace Sells...", el fuego de la
revolución sigue flameando luego de tres décadas, y con más fuerza. Dave
Mustaine, antes de conquistar el mundo y en plena lucha incesante contra sus
demonios y adicciones, descargó la primera ráfaga dirigida hacia los estamentos
sociales y culturales impuestos por unos pocos. Genio creativo, músico e
instrumentista exigente, ideólogo y
figura, el colorín se aseguró la categoría de leyenda en menos de lo esperado. Digan lo que digan, un trabajo como
"Peace Sells..." siempre llamará a remecer el status quo hasta no
quedar nada en pie, haciendo arder el mundo en llamas. Después de tres décadas,
el remezón aún se hace sentir. Y eso solo logra un clásico con todas las de la
ley.
Escrito por: Claudio Miranda
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