La publicación de "Hawaii" hace unos meses marcó un hito en la carrera de Aisles respecto a un trabajo creativo que sobrepasó todo lo previsto. Un concepto basado en memorables obras de Ciencia Ficción que abordan la exploración espacial y la búsqueda de otros mundos (Star Trek, '2001: A Space Odissey', 'Martian Chronicles', 'Interstellar', etc.) que cuenta la historia de un proyecto secreto puesto en marcha por científicos y millonarios filántropos que trabajan por la preservación de la raza humana ante la inminente extinción del planeta Tierra, lo dejando como única opción la exploración a través de los lugares más recónditos del espacio, en busca de nuevas formas de vida. Todo aquello fue plasmado en una placa doble y cerca de 80 minutos de música que gráfica una creatividad ilimitada mediante una producción de primer nivel e intercalando grandilocuencia y sencillez en proporciones justas, siempre en favor de la música.
Quienes quedamos impresionados ante la calidad del material y 'sumergidos' en esta experiencia, de alguna manera nos imaginábamos algo similar pero en vivo. Y precisamente el concepto 'experiencia' resulta apropiado para una presentación que, apenas se apagan las luces, nos introdujo completamente en el Universo imaginario -y también visionario- de Aisles, agrupación con poco más de una década de carrera y cuyos LP han dado que hablar gracias a una propuesta que combina de manera efectiva las atmósferas sonoras de Pink Floyd, la grandilocuencia de Yes y las temáticas conceptuales que denotan la influencia de Marillion, IQ y los mismos Pink Floyd. Un producto nacional que ha sabido traspasar sus fronteras y hasta les ha valido la aclamación merecida por parte de medios especializados como Prog Magazine de Inglaterra.
Vamos de lleno a lo que realmente importa, la música. Las luces se apagan y luego de una intro sonora, aparecen de inmediato el baterista Felipe Candia, los guitarristas Rodrigo Sepúlveda y German Vergara, el bajista Daniel Baird-Kerr y el tecladista Juan Pablo Gaete, todos maestros en sus propios instrumentos dando inicio a la presentación con la 'fanfarria' inicial de 'The Poet Part 1: Dusk'. Desde el primer redoble de batería en adelante, imposible no maravillarse ante tamaña calidad de experticia técnica y creatividad en acción, reproduciendo la naturalidad con que fluye todo en el estudio. La aparición de Sebastián Vergara y su desempeño como cantante y frontman define sobre el escenario una actitud desenfadada y solemne a la vez, exudando aquella pasión que nos recuerda -y con bastante razón-, lo que significa el Progresivo más allá del dominio técnico de cada instrumento. El desempeño de Juan Pablo Gaete como generador omnipresente del sonido de Aisles conforma el respaldo siempre necesario para que Germán Vergara y Rodrigo Sepúlveda se fusionen en una sola unidad de energía cósmica mediante un soberbio trabajo en las seis cuerdas, guitarras gemelas que trazan una constelación. De inmediato llega 'The Poet Part 2: New World', mucho más breve y melancólica que su antecesora pero igual de envolvente. Un placer para los oídos el desempeño de Sebastián Vergara, un cantante dueño de un registro que transmite una calidez fascinante y sobrecogedora a la vez.
'Year Zero' es la canción que narra lo que será el inicio de la 'Era Espacial' en "Hawaii" y en esta ocasión es Germán Vergara quien interpreta la voz principal con una personalidad que intercala el carisma y el histrionismo necesarios para mantenernos navegando a través del espacio sideral, mientras Felipe Candia dicta cátedra sobre cómo hacer sencillo lo complejo en la percusión, complementando cada golpe con el abrupto e inquietante piano a cargo del excelente Juan Pablo Gaete, mientras 'Upside Down' refleja el nivel creativo alcanzado por la banda liderada por Germán y Sebastián Vergara, protagonistas absolutos en un pasaje donde interpretan las visiones del Antiguo y el Nuevo Mundo, respectivamente. 'Magnánimo' es poco ante semejante muestra de calidad y arte, como debe ser y sentirse la música en vivo.
Luego del primer saludo hacia el público por parte de Germán Vergara -un músico que no tiene empacho en pregonar, mediante sus propias armas, la influencia de David Gilmour y Frank Bornemann (Eloy)- llega el turno de 'CH-7', en una versión tan potente como en estudio, con Rodrigo Sepúlveda generando de manera tremenda, a través de las seis cuerdas, el efecto 'acuático' que nos mantiene en órbita en pleno espacio exterior y alejados de toda civilización. Gran parte de toda la grandilocuencia transmitida hacia los sentidos se le puede adjudicar a puesta en escena complementada con el apoyo audiovisual de imágenes del arte del álbum, en este caso de la cabina de la nave espacial diseñada para los trabajos de minería en pleno cinturón de asteroides, como lo señala el relato en "Hawaii". Lo mismo podemos apreciar en la siguiente 'Terra', un reflejo estremecedor de los recuerdos de un bello y fértil planeta al que el ser humano condenó con sus acciones a su inevitable desaparición. Si en su versión en estudio el coro final te saca alguna lágrima -el que diga que no, miente-, en vivo te mantiene absorto, recordándote de manera constante que esto no se trata de ficción, sino un llamado urgente a tomar consciencia sobre el daño que, directa e indirectamente, le provocamos a nuestro único hogar en el Universo que conocemos. Conmovedor. Mientras que el sentido de la esperanza cobra forma en 'Pale Blue Dot', con el excelente Daniel Baird-Kerr desempeñando su rol como encargado de las bajas frecuencias con propia sobriedad sobre el escenario pero siempre presente cuando se trata emular la profundidad con que Aisles consolida su propuesta en vivo y en directo. Mérito también para Felipe Candia, un baterista que utiliza todos los recursos a su alcance sin necesidad de sobreexigirse para hacer notar su presencia. Pocas veces en un género tan complejo y fascinante como el Progresivo la fórmula 'menos es más' se aplica al pie de la letra. Y cuando aquello ocurre, no queda otra opción que caer rendidos, muchas veces sin necesidad de pronunciar palabra alguna cuando la música habla por sí sola y expresa aquello que pocas veces hacemos en el diario vivir.
'Still Alive' y 'Nostalgia' prosiguen la 'experiencia Hawaii' de manera natural mediante aquella melodía que, por momentos, basta con cerrar los ojos para dejarte llevar por la envolvente energía cósmica exudada en cada nota y acorde. Y llegamos al clímax con 'Club Hawaii', el club nocturno donde la raza humana se reúne a celebrar la vida y a rememorar los recuerdos de un planeta Tierra ya extinto. En vivo, resulta una delicia para los sentidos este pasaje que resume el soberbio nivel creativo y técnico con que Aisles se rige bajo sus propias reglas. Imborrable la postal de la sección final con un hiperactivo Germán Vergara 'apoderándose' del teclado de Juan Pablo Gaete en medio del caos sonoro con que el sexteto impone su actitud más allá de la experticia técnica de la que el común de las bandas progresivas suelen jactarse. En Aisles, en cambio, la interacción con el público fluye de manera inmediata cuando hay una propuesta conceptual con que el ser humano se identifica en la vida cotidiana. La melodía sobrecogedora de 'Falling' y la nebulosa con tintes casi agónicos de 'In The Probe' marcan el final de la experiencia en vivo de un trabajo conceptual que nos invita a abrir la mente y explorar con nuestros sentidos la inmensidad del Universo más allá de lo que conocemos.
Una vez concluida esta maravillosa y conmovedora experiencia llamada "Hawaii", la banda ofrece un pequeño pero nutrido set compuesto por una selección de lo mejor de sus álbumes anteriores, empezando por el LP debut "The Yearning", representado por la elegante y majestuosa 'Clouds Motion', con Juan Pablo Gaete generando esas capas sonoras con que el sexteto expresa su buen gusto cuando se trata de componer e interpretar. Luego vendría '4:45AM', corte que titula la placa editada en 2013 y con el cual la banda logró llevar su propuesta hacia la masividad gracias a su concepto, siempre reflejado en una interpretación que combina la pasión con el dominio técnico en partes iguales. Puede que Daniel Baird-Kerr normalmente se mantenga en un segundo plano a nivel escénico respecto a sus compañeros, pero su presencia en el bajo se siente de manera sutil y aplastante a la vez, destacando como elemento fundamental en la identidad sonora de la banda. Y para finalizar, la belleza y calidez sinfónica de 'The Maiden' -original de "In Sudden Walks"-, con Juan Pablo Gaete esparciendo trallazos de colores a través de su sintetizador Roland mientras Felipe Sepúlveda y Germán Vergara parecen comunicarse telepáticamente, como ha sido la tónica durante toda la presentación. Un favorito en los sets para quienes disfrutamos con esos cambios de atmósferas que nos transportan a través de distintos mundos, experimentando diversas sensaciones tan disímiles como reales en cada nota y golpe de batería. Imposible destacar en este pasaje a un componente sobre otro cuando sobre el escenario se siente aquella unidad que transforma la música en una terapia sonora para la mente y el alma. Una experiencia enriquecedora de principio a fin.
Aisles no solo demostró sobre el escenario la frescura de su presente, graficada en lo que podría ser su trabajo más ambicioso hasta la fecha. También dejó en claro que llegó el momento de regirse bajo sus propias reglas, siempre en favor de la introspectiva y la comunicación con un público que no solo gusta de su música, sino también encuentra en ella una puerta hacia nuevos y desconocidos confines en cada momento de la vida. Siempre existirá un Nuevo Mundo por descubrir y conquistar cuando el corazón y la mente establecen sintonía a través de la música.
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Nicolas Soto
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