Son contadas con los dedos de una mano las que el concepto 'inmensa minoría' adquiere un sentido que sobrepasa las barreras de la objetividad. No solo se trataba del debut en suelo nacional de una de las agrupaciones más importantes de la escena progresiva actual, sino también una fiesta, un ritual que convocó a poco más de 400 personas, tanto testigos como activos partícipes de una presentación épica y emotiva. The Ocean, la banda alemana liderada por el guitarrista y compositor Robin Staps, se presentó por primera vez en nuestros escenarios en el marco de la promoción de su reciente trabajo titulado "Pelagial" (2013), álbum conceptual que refleja de manera magistral el presente fructífero del que goza tanto la agrupación berlinesa como el propio género, siempre adaptándose a las nuevas tendencias pero siempre manteniendo su esencia artística, en favor de la necesaria experimentación y la interacción con el público.
Pasadas las 21 horas, comenzaría la jornada de la mano de nuestros Bauda, cuya propuesta experimental altamente influenciada por Pink Floyd y los King Crimson de 1973-74 envolvió a todo el recinto apenas se dejaron caer los primeros acordes de 'Insomnia Pt.1'. Poco más de media hora fue suficiente para que la banda liderada por el guitarrista y cantante César Márquez presentara un set compuesto por cinco cortes que reflejan el elevado nivel de creatividad y técnica con que el cuarteto se ha ganado con justa razón la categoría de referentes a nivel local, siempre orientados hacia afuera. 'Tectonic Cells', 'Oceania', 'Vigil' -con César Márquez utilizando un arco de violín, al mejor estilo de Jimmy Page- y 'Ascension' grafican en vivo el alcance ilimitado obtenido gracias a un sonido cálido y fascinante, complementado por una puesta en escena que sumerge de inmediato al espectador en el espacio exterior y cada uno de sus recovecos.
Excelente presentación, lo suficiente como para dejarnos ya preparados para lo que se vendría minutos después. Para tratarse del número de apertura, la categoría de Bauda se impuso con la ambición propia de su propuesta, más allá de la estratósfera.
Poco después, a eso de las 21:45 horas, respaldados con imágenes de video de fondo, y con la instrumental 'Epipelagic' de fondo, uno a uno salen al escenario Robin Staps y su compañero de cuerdas Damo Murdoch; el baterista Paul Seidel, el bajista Mattias Hägerstrand y el cantante Loïc Rossetti, este último el protagonista de la jornada gracias a una performance que mantuvo en alto a los cerca de 500 asistentes que no tardarían en multiplicarse con la ovación dirigida a los berlineses. 'Mesopelagic: Into the Uncanny', el corte que da inicio al aclamado "Pelagial", marcaría de inmediato la partida, sumergiéndonos de lleno en una experiencia de otro nivel.
Poco y nada se puede observar con ojo crítico ante tamaña muestra de ejecución y actitud. Desde el inicio, queda claro el rol fundamental que juegan las seis cuerdas, con Damo Murdoch luciendo todas sus credenciales como un músico capaz de definir el virtuosismo en el Progresivo y conmover hasta el alma más endurecida. Todo aquello mientras Robin Staps, pese a su bajo perfil, genera la energía principal con que The Ocean causa estragos entre los más desprevenidos -imposible no rememorar a King Crimson 'era Adrian Belew'-. Su sola presencia, tanto física como sónica, para los fans, es suficiente para demostrar que el océano mentado y hecho realidad a comienzos de la década pasada se ha consolidado como un universo más. La sociedad rítmica que conforman Mattias Hägerstrand y Paul Seidel, definen al pie de la letra los patrones rítmicos bajo los que se rige una banda que hace y deshace a su gusto, intercalando buen gusto con fuerza. Fundamental cuando se trata de combinar texturas sonoras distintas en apariencia, siempre manteniendo el concepto, tanto a nivel musical como lírico. Las tres partes de 'Bathyalpelagic' ratifican de manera notable la contundencia que posee una fórmula que apela al Metal como un canal conductor necesario para generar shock entre el mismo público. Algo que también entiende a la perfección Loïc Rossetti, un cantante que no tiene empacho en subir y bajar del escenario las veces que se le antoje, al punto de provocar de inmediato la catarsis necesaria entre los fans, quienes no dudan en pararse de sus asientos y manifestar su devoción acercándose al escenario. Ante una situación de esa naturaleza, la atención suele desviarse hacia el público, cuya euforia no cesará siquiera después de concluida la presentación. Y precisamente aquello era el objetivo de la banda, impresión que nos generan las miradas de Robin Staps y Damo Murdoch, ambos despachándose una ejecución que sobrepasa lo extraordinario. The Ocean en su máxima expresión.
'Abyssopelagic' continúa la travesía y, a esas alturas, la conexión entre la banda y el público alcanza fácilmente el grado de comunión. Da lo mismo la baja convocatoria cuando se es testigo y partícipe de un espectáculo que combina la ambición musical con la fuerza destructora del Metal, género normalmente reacio a ampliar la paleta de colores, pero un canal de expresión efectivo cuando se trata de envolver al público en la catarsis propia de una experiencia con matices extrasensoriales. Tal como ocurre en 'Hadopelagic', con Loïc Rossetti compensando los problemas técnicos que impedían escuchar su voz con más claridad, al punto de forzar su voz en varios pasajes. Pero de alguna manera hay que compensar esos detalles y eso se logra dirigiéndose directa y literalmente hacia el público, ya sea bajando para ganarse los abrazos de los eufóricos fans o hacer 'stage-dive' con micrófono en mano, incluso arriesgando su humanidad. Por lejos la postal de la noche, dejando en claro que la música, independiente de las etiquetas, tiene un sentido más significativo que el solo 'escucharla'.
La majestuosidad aplastante de 'Demersal: Cognitive Dissonance' y la nebulosa floydiana de 'Benthic: The Origin Of Our Wishes' concluyen de manera magistral la abrumadora experiencia que significa "Pelagial" en vivo. Un lujo y, a la vez, un favor al alma lo que hace Mattias Hägerstrand, un baterista cuya ejecución sobrepasa todas las expectativas, hasta las del fan más exigente. Imposible cuestionar su rol fundamental en la propuesta altamente atmosférica de The Ocean, poniéndose a la par con las guitarras. Un detalle importante respecto a la recepción generada en torno a "Pelagial", es el entusiasmo con que el público entonaba las letras, claro ejemplo de una devoción basada en los tiempos que vive el quinteto berlinés y a los que el fan se adapta con gusto. Evidencia suprema de lo que significa The Ocean, una banda cuya reputación a nivel escénico y artístico barre con todas las fronteras existentes y lograr remecer hasta al corazón más endurecido.
Una vez concluida la experiencia de “Pelagial”, llega el encore de la mano de ‘Rhyacian (Untimely Meditations)’, cuyos once minutos de duración constituyen en vivo un placer para todo melómano declarado. Puede sonar cliché la afirmación, pero la elegancia con que la banda alemana envuelve todo con su sonido ya registrado bajo su propiedad resulta escalofriante, incluso para los fans más acérrimos. El Metal Extremo y la psicodelia se miran a la cara, como si estuvieran destinados a estar juntos el uno con el otro, y sobre el escenario el efecto generado por tamaña combinación sobrepasa cualquier categoría impuesta por los ‘expertos’. Algo similar podemos afirmar respecto a ‘Firmament’, con el público entonando los coros como si se tratara de un grito de guerra. La entrega con que Loïc Rossetti se dirige al público y comparte con ellos desborda un fanatismo muchas veces visto, pero distinto y especial cuando se trata de compartir con quienes estuvieron esperando este momento durante años. Y, para rematar, una soberbia versión de ‘The Quiet Observer’, reflejo contundente de la divinidad con que The Ocean se erige este 2016 como uno de los espectáculos musicales más conmovedores que ha pasado por nuestro país y, obviamente, ha dado que hablar alrededor del orbe.
Quizás el único punto bajo fue la presencia opacada de la voz, en gran parte de la presentación costó entender lo que cantaba Loïc Rossetti, pero bajo ninguna circunstancia aquello empaña lo que fue una experiencia de otra dimensión la noche del 19 de Octubre en el Teatro Nescafé de las Artes. Una noche en que nos sumergimos en las profundidades de un océano sonoro cuyos misterios fueros develados mediante una propuesta sonora y creativa que invita a explorar en lo desconocido y dejar que afloren las emociones. Esperamos, con mucho gusto, una segunda visita y estamos seguros de que así será. Si la música es capaz de remecer la bóveda celeste hasta remover los astros de sus posiciones, entonces todo es posible en la vida. Gracias eternas.
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Nicolás Soto Perez
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