Prácticamente el
nombre de Sepultura es reconocible
por todos los que amamos y disfrutamos de este género tan menospreciado y
vilipendiado dentro de la música, donde se nos cataloga que solo escuchamos
“tarros” y que gritamos como locos de la cabeza (aunque tan alejados de la
realidad no están).
Cuando uno debe
escribir sobre alguna banda de la que es fan, normalmente tiene tantas cosas
para decir pero a la vez le cuesta expresarlas porque son sentimientos tan
personales que no necesariamente sean la realidad de todos. Por eso mismo para
esta ocasión, en vez de hacer un trabajo extremadamente periodístico y buscar
los datos más increíbles sobre la banda brasileña y de los hermanos que
cambiaron la historia del metal en esta parte del mundo, quise dedicarles unas líneas
como un fan más, como alguien que creció con su música y que dio sus primeros
pasos en la batería al ritmo de sus canciones.
Cuando comencé a
sentir un gusto por la música rock y a interiorizarme en este género, lo hice quizás
como muchos en mi época, con algún cassette que alguien me había grabado de buena onda o con algún
compilado de una o varias bandas, de ahí consultando qué grupo era y cómo se
llamaba la canción. En esa época estaba pegando fuerte el Nu Metal, por ende,
mis gustos musicales como Metallica,
Deep Purple o Creedence eran relegados y no podía compartir música con los demás
compañeros de colegio. Así que me fue más fácil a mí conocer a Korn, Limp Bizkit o Linkin Park,
y solo iba expandiendo mi conocimiento en la música pesada, sin centrarme en ningún
estilo en particular.
Un día un
compañero de colegio llegó con una canción de una banda llamada Sepultura, para mí en ese momento,
siendo un completo ignorante del tema, todo lo que se cantara en inglés era
gringo, no hice énfasis en que el nombre venía escrito en latino. Yo ya había
comenzado mi gusto por la batería y ya tocaba un poco -no era bueno, pero le ponía
empeño a diario- la canción comenzaba con unos redobles de batería y entre
medio unas percusiones, yo estaba alucinado, todo el peso musical lo llevaba la
batería, era para mí algo nuevo, la canción se llamaba “Territory”. Yo no entendía nada de la letra, pero se había
convertido en mi nueva canción favorita, tiempo después tuve ese disco completo
y estaba fascinado, sin tener ningún conocimiento de música, más que de imitar
a los bateristas como tocaban, notaba una diferencia en el baterista de Sepultura que no lo veía en ningún otro
(no sabía aun que se llamaba Igor Cavalera), tocaba menos rápido que el de Slayer (soy un Lombardiano declarado) o
de los primeros discos de Metallica.
Pero había algo diferente, con las percusiones haciendo gala del tremendo
talento que posee, además que al escuchar una batería de Sepultura, sabes que son ellos ya que es un estilo único y
diferenciable de todos los demás.
El segundo disco
que tuve fue Beneath The Remains
del año 1989, y mi opinión sobre “tocaba menos rápido” se fue directo a la
basura, la velocidad y agresividad me impactó, fue un batatazo musical que para
alguien de 14 años fue novedoso, llamativo, “cómo puede tocar así la batería”,
era algo que escapaba de mí, escuchando ese disco todo el día, todos los días,
la combinación Max/Igor me estaba volando la cabeza.
Practicaba todos
los días para poder tocar completa “Territory”,
“Biotech In Godzilla”, la misma “Beneath The Remains” o “Slaves Of Pain”, por ejemplo. Llevaba
la vida relativamente normal de un fans puberto, admirando a mis nuevos héroes
e imitándolos. Cada día mejoraba en la batería (o eso creía), me esforzaba en
tocar más rápido o en, por último, no perder el ritmo en Mass Hypnosis. Tocando
las canciones de Thrash que me llegaban en esa época, dedicando el tiempo para
los brasileños y con los hermanos Cavalera como mi banda sonora diaria.
Escuché un día
la canción “Roots Bloody Roots”, y
fue la primera vez que noté algo raro, no había velocidad, pero era crudo,
pesado, las percusiones que en Chaos
A.D. (1993) era un decorativo, acá eran protagonistas, las guitarras
sonaban tétricas, más pausadas pero con una potencia inusual para mi, Max
gritaba más, pero habían elementos para nada comunes, como el birimbao, las
mismas percusiones que se mencionaban anteriormente. El disco Roots (1996) cambiaba mi concepto
de Metal, si bien, no era la primera vez que escuchaba bandas de metal tocando
a mid tempo, pero este era el primero que no solo lo escuchaba, también me
daban ganas de sentarme en una batería y querer destrozarla tocando a más no
poder.
Entre los
compañeros de colegio con los que me juntaba, todos ellos fanáticos del Nu
Metal, el álbum Roots era el
punto en común entre este solitario amante del Hard Rock y el Heavy Metal y los
demás. Yo en mi ignorancia musical no entendía mucho por qué les gustaba tanto Sepultura y no les gustaba Metallica o Anthrax, por ejemplo. Si Roots
tiene colaboraciones del área Nu como Jonathan Davis (Korn), Dj Lethal (Limp
Bizkit) y también a Mike Patton (Faith
No More). Lo sé, FNM no es una banda Nu, pero Patton tiene muchos fans
dentro de ese estilo musical (todo esto lo aprendí de estos compañeros de
colegio).
Roots cambió
completamente mi concepto de lo que para mí, era en ese momento el metal
extremo, los hermanos Cavalera habían marcado mi vida con su música, dándome a
entender que la velocidad no lo es todo, que la técnica, el saber ocupar bien
los elementos y que incluso, una canción de medio tiempo puede ser tan potente
como una canción rápida, con Igor sobre todo estos conceptos quedaron muy
arraigados en como hoy en día intento desempeñarme como músico, bien o mal, eso
es otro tema.
Escrito por: Fernando Molinet
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