A la hora de repasar el breve pero bien nutrido catálogo de Death, la banda que hizo del Death
Metal un género capaz de expandir sus propias fronteras, se nos vienen a la
mente obras maestras de la talla de Leprosy
(1988), el fundamental Human
(1991), el más complejo Individual
Thought Patterns (1993) y un favorito como Symbolic (1995) -para muchos, me incluyo, su trabajo
definitivo-, aunque el final The Sound
Of Perseverance (1998) también se ha ganado un lugar tanto entre los
fans de la mítica banda como también del género para quienes descubrieron un
universo cuyo contenido resultaba mucho más profundo que los arranques
blasfemos de Deicide y las historias
repletas de 'gore' -sangre, tripas y asesinos desquiciados- con que Cannibal Corpse empezaba a cimentar su camino.
Por supuesto, el inicial Scream Bloody
Gore (1987), más allá de los gustos, conforma un trabajo recomendable
para los fans del Death Metal en su faceta más cruda, con un jovencísimo Chuck
Schuldiner dando rienda suelta a sus capacidades técnicas y creativas que, poco
a poco, sobrepasarían todo tipo de barreras y etiquetas.
Sin embargo, asumiendo -y con justa razón-, que Death pertenece a un privilegiado círculo de bandas que jamás
publicó un mal álbum -obviando las diferencias entre quienes prefieren el Death
Metal putrefacto de Scream Bloody Gore
y la pulcritud progresiva de The Sound
Of Perseverance -, pensamos que es necesario rescatar el aporte
brindado por la extinta banda en su tercer trabajo, el subvalorado Spiritual Healing (1990). Una
placa que, por diversas razones, suele ser mirada en menos, incluso por su
fallecido creador, lo que en parte explica la nula presencia de alguno de sus
tracks en la gira que trajo por primera y única vez a nuestro país a los de
Florida un 7 de noviembre de 1998. No obstante, si revisamos la formación que
dio vida a este trabajo comenzando los '90 -Chuck Schuldiner, el guitarrista
James Murphy (Cancer, Obituary, Testament y un larguísimo etcétera), el bajista Terry Butler (Massacre, Six Feet Under y actualmente, en Obituary), y el baterista Bill Andrews (compañero de Butler en Massacre), nos encontramos con un
auténtico 'dream team' conformado por quienes marcarían su nombre a fuego en la
historia del Metal Extremo como pioneros y referentes máximos. Y aquello se
siente en cada uno de los ocho cortes que componen esta placa que, respecto a
las dos anteriores al menos, nos presenta una serie de cambios que ya daban una
clara señal sobre el camino elegido por Death
(o Chuck, en este caso es lo mismo, para qué especificar) durante la década
mencionada.
Quizás la característica más notoria de Spiritual Healing tenga que ver con el concepto, reflejado
también en la tremenda y decidora portada diseñada por Ed Repka, el ilustrador
encargado del arte de los anteriores Scream
Bloody Gore y Leprosy,
aunque sus diseños más reconocidos se pueden encontrar en lo hecho para
agrupaciones como Megadeth, Suicidal Angels, Toxik, Nuclear Assault y
Possessed, entre otros referentes
históricos y actuales del Metal. A fines de los '80, televangelistas como Jimmy
Swaggart (enemigo acérrimo del Heavy Metal e involucrado en un publicitado
escándalo sexual en 1988) forjaban su fortuna económica y material en base a la
religión, tomándose la TV local y haciendo de la fe cristiana un show
televisivo cuyo nivel de parafernalia terminaría por encandilar hasta al propio
Jesucristo (?). Cada día la hipocresía humana se hacía más latente en el mundo real, por lo
que Chuck Schuldiner comprendió que los rituales zombies y los muertos
vivientes que presentaba en su universo creativo, los mismos que plasmó en sus
trabajos anteriores, eran reales y mucho más repulsivos que simples figuras
escalofirantes. Nada más horroroso que el aprovechamiento de nuestras creencias
prometiendo la salvación y la vida eterna por parte de quienes buscan alimentar
su codicia "en nombre de Dios".
Quienes piensan que 'solo'
se trata de un álbum de transición, quizás nunca se dieron el tiempo de
apreciar al detalle la esencia de Spiritual
Healing, partiendo por el aporreo inicial de "Living Monstrosity", cuya letra da cuenta de lo
consciente que se encontraba Chuck Schuldiner del horror que nos envuelve a
todos en la vida cotidiana, un mundo corrupto cuyos valores se rigen en torno
al bienestar individual pasando a llevar la de los demás. Musicalmente, una
muestra de complejidad y creatividad llevada a un nivel impensado dentro del
Death Metal en esos años. Poco más de cinco minutos de maestría e
interpretación excelsas, con James Murphy cumpliendo de manera magistral su
labor en las seis cuerdas, transformándose en el complemento perfecto para
Chuck Schuldiner, un músico y genio cuyo ojo y oído resultaban infalibles al
momento de seleccionar a los músicos que lo acompañarían en cada trabajo.
Respecto a la dupla rítmica conformada por Terry Butler y Bill Andrews, su
desempeño sobrepasa todo lo esperado y, pese al tiempo, no deja de maravillar
tamaño nivel de ejecución.
"Altering The Future”, "Defensive
Personalities" y "Within
The Mind" reflejan la ambición
artística de Death y su líder, siempre superando los clichés presentes desde
siempre en el género, al punto de encontrar elementos que no tardarían en
hacerse presentes durante la década que comenzaba. Increíble el trabajo
desempeñado por James Muprhy, un guitarrista cuya experticia técnica le brinda
la tridimensionalidad necesaria a la música, una constante en esos siguientes y
maravillosos cuatro álbumes con los que Death
situaría su nombre entre los grandes del Metal, al punto de sobrepasar las barreras
impuestas por un estilo del cual formó parte como pionero.
El Death más técnico y, al mismo tiempo, más "carnaza", se hace
presente en el track que da nombre al álbum, una muestra de brutalidad y
virtuosismo siempre al servicio de la música, aunque la labor realizada por
Murphy en las seis cuerdas provoca escalofríos en cada nota ejecutada, un
monstruo de la guitarra con todas sus letras, mientras la sociedad rítmica
Butler/Andrews hace y deshace a su gusto con una maestría abismal. La siguiente
"Low Life" destaca por su
groove inicial, el cual aumenta abruptamente la velocidad, evocando la cara más
thrash de la banda, la de sus primeros 2 trabajos. En un género como el Death
Metal, por razones obvias, puede que sea complicado referirse al concepto de
'guitarras gemelas' como sí podemos aplicarlo en el Heavy, pero el trabajo que
desempeñan Schuldiner y Murphy en las seis cuerdas sobresale de manera notable,
mientras Terry Butler, además de la sección rítmica, marca presencia
omnipresente en las bajas frecuencias, generando la profundidad necesaria para
que la música se transforme en un portal que conduzca hacia otras dimensiones.
Quien pensaba, hasta 1990, que aquello parecía imposible, seguramente no podía
creer que esta tridimensionalidad en el Metal Extremo pudiera volverse
realidad, salvo lo hecho por Metallica
en USA y Celtic Frost en Europa.
La polirritmia machacante de "Genetic
Reconstruction", pese a ser una constante en todo el LP -y todo el
catálogo de Death-, prevalece con
toda autoridad gracias a la capacidad por parte de Chuck Schuldiner de concebir
composiciones certeras en su ejecución, lo que le valdría el reconocimiento por
parte de una prensa reticente en un comienzo -para quienes no lo sepan Scream Bloody Gore fue ninguneado
por la crítica especializada, al punto de ser tachado como "absurdo"
e "infantil"- y de un público que, de a poco, se ampliaría mucho más
allá del género en cuestión.
Y finalizando el álbum, la inexpugnable muralla de guitarras con que "Killing Spree" barre con todo a su paso, sin dejar sobrevivientes, tal como lo grafica la letra. Cierre perfecto para un trabajo que define la postura ideológica de su líder y mente creativa. Y es que para Chuck Schuldiner, pese a sus escasos 22 años, el mundo ya era un lugar demasiado terrorífico, al igual que la mayoría de quienes lo habitamos. La realidad en la que estamos inmersos pasaría a ser su fuente de inspiración durante la próxima década, hasta su sensible fallecimiento en 2001.
Y finalizando el álbum, la inexpugnable muralla de guitarras con que "Killing Spree" barre con todo a su paso, sin dejar sobrevivientes, tal como lo grafica la letra. Cierre perfecto para un trabajo que define la postura ideológica de su líder y mente creativa. Y es que para Chuck Schuldiner, pese a sus escasos 22 años, el mundo ya era un lugar demasiado terrorífico, al igual que la mayoría de quienes lo habitamos. La realidad en la que estamos inmersos pasaría a ser su fuente de inspiración durante la próxima década, hasta su sensible fallecimiento en 2001.
Desgraciadamente, aquella
formación no perduraría lo suficiente y la controversia envolvería a la banda
durante aquel período. Terry Butler y Bill Andrews deciden llevar a cabo la
gira europea a la que Schuldiner se opone tenazmente debido a la mala
organización de ésta. Butler y Adrews hacen caso omiso a lo expresado por el
líder y deciden girar en el Viejo Continente bajo el nombre de 'Death' con un cantante de reemplazo y
un roadie en la guitarra, lo que traería consigo la drástica decisión, por
parte de Chuck, de despedir a ambos músicos -James Murphy ya había abandonado,
tempranamente, la banda para integrarse a Cancer-.
Un final triste y absurdo para una alineación de lujo.
Spiritual Healing marcó un hito en la carrera de Death,
tanto en la música como a nivel conceptual. El 'gore' con que Scream Bloody Gore y, en menor
medida, Leprosy -donde se nota
la evolución hacia un contenido más profundo respecto a su antecesor- llamaban
la atención de los fans hacia la refrescante propuesta de Chuck Schuldiner y
cía., cedió su lugar hacia la crítica social con que el Death Metal se ganaría
un lugar de honor entre quienes reducían su aporte a los clichés de entonces.
Musicalmente, el aporte de James Murphy resulta entrañable para la época en que
el tercer LP de los floridanos vio la luz, debido a su excelso desempeño, el
cual tendría su punto cúlmine en The
Gathering (1999), la obra definitiva de los siempre fundamentales Testament. La década del '90 fue una
era marcada por procesos socioculturales que a muchos nos hizo abrir los ojos y
darnos cuenta respecto a lo que ocurría a diario. Con Spiritual Healing, Death
se inscribió de inmediato como parte de la banda sonora de una década en que la
única manera de cambiar al mundo era empezar por uno mismo. Y he ahí donde
radica realmente la cura espiritual para nuestros males, en nuestra alma y las
acciones en que incurrimos a diario. Realidad pura, como la misma muerte.
¿Alguien se atrevería a cuestionar semejante verdad?
Escrito por: Claudio Miranda
1 Comentarios
Muy Buen post, gracias
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