#LiveReview: Cerberus + Recrucide + Kataklysm "Una Experiencia Arrasadora"


Canadá, durante las últimas cuatro décadas, se ha ganado un referente como exportador de algunas de las mejores agrupaciones de Rock/Metal a nivel planetario. Rush, Triumph, Helix, Anvil, Voivod, Annihilator, Razor y Sacrifice deben ser los nombres más representativos de un país que, pese a no contar con el mismo éxito y popularidad que sus pares estadounidenses y europeos, han contribuido a ampliar la supremacía del género en el orbe. Y si hablamos de corrientes más extremas como lo es el Death Metal, se nos viene a la mente un nombre cuyo debut en tierras chilenas fue esperado durante más de 20 años. Hablamos de Kataklysm, agrupación referente dentro del género a nivel mundial y que, por estos días, aprovechó la promoción del reciente Of Ghots And Gods (2015) para concretar su debut en nuestro país, ante sus escasos –en cantidad- incondicionales fans en la Discotheque Blondie, todos expectantes ante la llegada del cuarteto comandado por el guitarrista Jean-François Dagenais y el hiperquinético cantante Maurizio Iacono, ambos fundadores y responsables de mantener en alto el estandarte del Metal en su faceta más Extrema pero cuya evolución a lo largo de sus más de 25 años en la carretera les ha permitido incorporar elementos melódicos con que los de Montreal han llevado su propuesta hacia donde pocos se atreven, pero sin renegar jamás de su esencia.


  Por supuesto, este evento histórico para el Metal en nuestro país contó con invitados de lujo como lo fueron los nacionales Cerberus, agrupación icónica del Death Metal criollo durante más de dos décadas y que por estos días celebran los 15 años de la edición del tremendo LP debut titulado Ebola (2002), del cual destacaron en el set cortes emblemáticos como el track título y la clásica “Immortal Hate”, certeramente intercalados con el material más reciente, representado en tracks como “Excrements Of Purgatory”, “Decimation” y “Brutalized”, todos auténticos bombazos de Death Metal químicamente puro y cuyo poder destructor en vivo, pese a la escasa presencia de público en ese instante, no tardaría un segundo en caldear el ambiente. Pese al breve set interpretado, Cerberus deja en claro sobre el escenario la importancia de su rol en el desarrollo del pestilente Death Metal chileno, con el odio transformándose en motivo de unidad por sobre todo.



  Poco después llegaría el turno de Recrucide, agrupación que, por estos días, se encuentra ultimando los detalles de lo que será su cuarta producción en estudio, por lo que la ocasión para cerrar el ciclo del aclamado Svpremacy (2014) fue aprovechada en todas sus líneas. “Death Confession”, “God Didn’t”, “Uncontrolled”, “Hipycrita” (dedicada con ‘cariño’ a la repugnante Iglesia Católcia y a todos sus cerdos vestidos con sotana), “Obliberation” y “Art Of Crime” dieron cuenta de los estragos que puede causar una propuesta en que el caos es moldeado a gusto absoluto por cuatro componentes dueños de una experticia técnica tan escalofriante como el sonido que, de manera concreta, revela el lado putrefacto de la humanidad. La dupla conformada por Rodrigo Alpe y Hernán Muñoz en guitarras escapa a todo tipo de análisis técnicos cuando se trata de categoría a nivel de ejecución, mientras la base rítmica compuesta por el bajista/cantante Rodrigo Zepeda y el baterista Cristian Medina se erige inexpugnable en medio del caos que ellos mismos han desatado sin vuelta atrás.


  Poco después, pasadas las 21:30 horas, y pese al poco público que repletaba el local ubicado en la Alameda Norte, la intro que daría paso a la enajenada “Like Angels Weeping (The Dark)” anunciaba la concreción de un sueño esperado por un público que, pese a lo escaso, no tardó en responder a la altura de las circunstancias. Seguida de inmediato, el material más reciente representado por la siguiente “The Black Sheep” ya deja de manifiesto que lo que hasta hace unos minutos parecía solo un sueño se concretaba con una fuerza irresistible para todo mortal y entidad existente en la realidad.
Luego del primer saludo por parte de la banda a través del incombustible Maurizio Iacono, “As I Slither”, “Taking The World By Storm” y “At The Edge Of The World” continuarían desatando la metralla entre una multitud que, por momentos pareció multiplicarse en cantidad ante tamaño despliegue de poder y categoría, terminando de estallar en el mosh generado con “The Ambassador Of Pain” y “Manipulator Of Souls”, cortes con los que Kataklysm, en vivo, pese a seguir un camino más orientado a la melodía, nos recuerda a la cara la vigencia con que trabajos como Serenity In Fire (2004) y Epic: The Poetry Of War (2001) han hecho escuela para las generaciones actuales ávidas de sonidos extremos, intercalando sus raíces más crudas con un presente más ligado a lo conceptual y lo melódico, como se puede notar en pasajes como “Where The Enemy Sleeps” y “Push The Venom”.


   “Thy Serpent’s Tongue”, “Blood In Heaven” y “Soul Destroyer” no solo reflejan el fructífero presente con que Kataklysm ha marcado a fuego su nombre como eferentes del Death Metal a nivel mundial, sino además permiten apreciar las virtudes de una agrupación que no duda un solo instante en darlo todo sobre el escenario. Una maquinaria a nivel de interpretación, con Maurizio Iacono desplegando sus virtudes como frontman con una personalidad tan arrolladora como su prodigiosa voz, mientras Jean-François Dagenais oficia su papel como responsable del sonido de la banda con tremenda clase cuando se trata de hacer del género una expresión artística que se mantiene incólume en medio del implacable fuego. Por cierto, gran parte del presente del cual disfrutan los canadienses corre también por parte del bajista Stéphane Barbe y el baterista Olivier Beaudoin, ambos responsables del asombroso poder aplastante con que Kataklysm siembra la mortandad haciendo gala de una sociedad rítmica que no da espacio a ninguna grieta. Solidez pura, como podemos apreciar en pasajes como en el himno “Soul Destroyer” y la incendiaria “Serenity In Fire”, donde el cuarteto da cuenta de la grandeza con que en vivo logra sumergir a los fans sin que nada ni nadie pueda impedirlo. Para cerrar el set regular, unas versiones lisa y llanamente matadoras de “Crippled & Broken” y “The Road To Devastation”, ambas pertenecientes al demoledor In The Arms Of Devastation (2006), trabajo que marcó un punto angular en el camino escogido por Kataklysm al momento de expandir su sonoridad agregando más colores a la paleta. Y para el encore, el outro de “The Road…” se fusionaría de inmediato con la intro de un clásico del Death Metal melódico, la machacante “In Shadows & Dust”, con los fans ya entregados al mosh y el headbanging con ardiente frenesí, cerrando la presentación con “Elevate”, fiel reflejo del presente que viven plenamente los de Montreal, siempre enfocados en el momento que viven, pese a la ausencia de material correspondiente a sus cuatro primeros LPs.

   Pese a la bajísima concurrencia –eso de que Chile es un país “metalero” y perogrulladas similares, da para pensar…-, el debut de Kataklysm en suelo chileno califica de inmediato como uno de los mejores espectáculos dentro del género que ha pasado por nuestro país, al menos de lo que va en esta temporada. ¿Será posible soñar con una segunda visita? Complicado si se toma en cuenta que un recinto como Blondie, pese a contar con capacidad para mil personas, registró una asistencia que no supero ni la mitad de lo esperado. Más allá de las razones y las excusas frente a algo tan preocupante para el género en nuestro país, una cosa es segura: solo unos pocos fuimos testigos privilegiados del poder del Metal canadiense en su faceta más extrema. A veces ocurre que las mejores cátedras son las que menos asistencia registran y es ahí cuando se ven a los de verdad, en un mundo que parece regirse más por lo que dictan las redes sociales que por los actos reales. Kataklysm refleja la actitud que debe tener el género ante todo, siempre arrasando con todo lo que encuentre a su paso, alterando el orden natural y todo convencionalismo impuesto. Así es como los dioses a quienes idolatramos a diario se convierten en meros fantasmas deambulando en nuestras vidas.

Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Diego Pino

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