El Death Metal
en su faceta más técnica y el Progresivo de corte instrumental tuvieron su
punto de encuentro la noche del miércoles 12 de abril en la sala SCD de
Bellavista, teniendo de protagonistas a dos referentes originarios de la Quinta
Región, como lo son Burning Dusk y Codex, referentes actuales de la
vanguardia con que el Metal y el Rock expanden sus límites hasta ser
insospechados.
Pasadas las 21 horas, los fuegos se
iniciarían de la mano de Codex,
power trío oriundo de Viña del Mar cuya propuesta combina texturas sonoras
ligadas al jazz con una complejidad que da cuenta de su orientación progresiva,
priorizando la generación de atmósferas y el despertar de nuestras emociones en
base a la música por sobre cualquier muestra de experticia técnica, la cual,
por supuesto, se transforma en un medio eficaz para sobrepasar cualquier
barrera o convencionalismo imperante. “Echo”,
“Momento Conflictivo”, “Reflexión”, “Astrolab”, “Equilibrio” y
“Haunebu”, todos pertenecientes a lo
que será su LP debut a publicarse dentro de este año, reflejan en vivo el
espíritu conceptual de una agrupación comandada por el omnipresente
bajo-fretless de Juan Puebla, mientras la guitarra de Alamiro Arias recrea de
manera brillante la capa sonora con que Codex
reafirma sobre el escenario su personalidad seductora y envolvente, todo
complementado con le excelso trabajo realizado por Pablo Roldán, cuyo dominio
en la percusión deja en claro la orientación vanguardista de un trío que, pese
a la etiqueta ligada a lo progresivo, no tiene empacho en imponer sus términos,
a su manera. Una cátedra de virtuosismo, categoría y actitud en todas sus
líneas, donde a veces nos son necesarias las voces ni las palabras cuando los
instrumentos hablan y dicen más de lo que uno suele esperar.
Poco después
llegaría el turno de Burning Dusk,
agrupación originaria de Valparaíso, comandada por el bajista y cantante Andrés
Arancibia y percusores del Death Metal Melódico a nivel local desde hace más de
15 años. De su publicación más reciente, el tremendo Scavenger Of Light (2015), cortes como el track-título, “Deadbed”, “Pariah Generation” y la tremenda “Hell To Pay” resaltan en vivo el poder destructor de un trío que,
pese a beber prioritariamente del Metal en su faceta más extrema, es capaz de
sobrepasar cualquier regla existente en el género, a lo que se suma una
personalidad de hierro por parte de cada componente en la ejecución, todos
dueños de una experticia contundente en el dominio instrumental en medio del
caos que Burning Dusk diseña y da
forma real en cada riff. Al fundamental papel desempeñado por Andres Arancibia
en la voz y el sonido de Burning Dusk,
la guitarra de Erick Grawe y la batería de Christian Glavich conforman la
muralla sónica con que el trío porteño no solo permanece inexpugnable a cualquier
peligro de fisura, sino además amplifica la fuerza destructora con que se abre
un vórtice en medio de la “normalidad”, suficiente para transportarnos a su
propio caos estructurado durante una hora aproximadamente.
Beneficioso
resulta para la escena nacional la expansión sonora proveniente de la Quinta
Región, aunque también da para pensar la bajísima asistencia. Preocupante e
injusto si tomamos en cuenta que calidad tenemos de sobra. Aun así, la actitud
imperó de manera aplastante, con unos pocos privilegiados presenciando una
clase magistral de creatividad y multiplicación de colores, todos
intercalándose de manera sincronizada a través del lienzo que combina el caos
con el orden. He ahí el secreto de la vanguardia: cambiar las reglas impuestas
por el hombre y, en algunos casos, la propia naturaleza.
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Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Nicolas Soto
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