Tres generaciones se dieron cita anoche en el
Teatro Caupolicán en una reunión donde el Metal Extremo -llámese Death Metal,
Groove, Grindcore o cuánta etiqueta se nos venga a la mente- fue protagonista
indiscutido, tanto sobre el escenario como fuera de éste, con cerca de 3000
personas demostrando su devoción acérrima por el género y, obviamente, por las
agrupaciones que originaron la alta convocatoria. Mosh, stagedive, slam, coros
entonados al unísono con puño en alto...Una jornada soñada para cualquier
'metalhead' declarado, en especial para quienes hemos sido testigos y
partícipes, desde hace más de 20 años, de la constante reinvención con que el
género manifiesta su perenne vigencia, sembrando la mortandad y el caos en su
estado más puro en cada rincón del recinto.
A
las 18:30, se abrirían los fuegos con la presentación de Forahneo, agrupación local que, por estos días, se encuentra promocionando
su LP debut titulado Perfidy (2015),
un trabajo que refleja con fidelidad el poder devastador del Thrash Metal con
un sonido sutilmente pulido y cuya capacidad de destrucción masiva, pese al
público que ingresaba progresivamente al recinto ubicado en Calle San Diego, no
tardó en lograr su objetivo, con la mira siempre enfocada en ese mierdal
habitado por ladrones de cuello y corbata llamado "Congreso
Nacional". "Black The Day", "Code Of Silence",
"F.Y.V.M.", "You Speak You Lie" y "Among Thieves"
formaron parte de un set que, pese a su breve duración, expuso con categoría
todas sus credenciales como referentes de profesionalismo y actitud en vivo,
más aún contando en sus filas con nombres como los guitarristas Sergio Aravena -Torturer, Necrosis- y Roberto Nervi -Execrator-,
y el baterista Danilo Estrella -Timecode-,
todos históricos dentro del Metal nacional y liderados por el bajista/cantante
Eduardo Jarry -Behavior, Carcinoma-, cuya presencia y discurso
se hicieron sentir sobre el escenario, siempre apuntando hacia el verdadero
enemigo: la clase política. Excelsa presentación con que los ánimos se
encendieron para lo que vendría después, incluso al borde de la inflamabilidad.
Poco
después, a eso de las 19:25, y al ritmo de los primeros acordes de la colosal
"The Loss Of Fury", los alemanes de Heaven Shall Burn comenzaban una nueva presentación en nuestro
país, ratificando en poco menos de una hora el lazo que los une con un público
que jamás cesó de apropiarse de los coros ante el beneplácito de un extasiado
Marcus Bischoff, un cantante que, sobre el escenario, refleja el nivel de
entrega con que los de Saalfeld despliegan todas sus virtudes como acto en vivo
de categoría mundial, siempre en base a actitud y una ejecución instrumental
contundente en todas sus líneas, con cada componente ensamblando un arma cuyo
poder destructivo haría temblar hasta al mismo Donald Trump. "Bring The
War Home", "Voice OF The Voicless" y "Corium", no
solos se suceden sin parar, sino también desatan la locura entre sus apasionados
fans, con decenas de cuerpos navegando sobre un mar de gente que no tardaría en
extenderse en tamaño y bravura con el correr de la jornada, como pudimos
apreciar y y experimentar también en ese homenaje al legendario cantautor
Víctor Jara llamado "The Weapon They Fear", con Marcus Bischoff
lanzándose al público, prueba irrefutable de una entrega que sobrepasa las
barreras de lo estrictamente musical, donde la actitud combativa plasmada en
sus letras cobra forma real en cada riff. Notable el desempeño en las guitarras
de Maik Weichert y Alexander Dietz,
ambos encargados de construir y darle solidez a la muralla sónica con que los
alemanes se imponen sin contrapeso alguno, mientras la sociedad rítmica
conformada por el bajista Eric Bischoff y el baterista Christian Bass se
encarga de mantener vivo el calor abrasivo con que el groove del quinteto
amenaza al punto de prender fuego en plena cancha, donde el mosh y el
headbanging se desataron sin vuelta atrás. El final con "Endzeit",
"Counterweight" y la apabullante versión de "Black Tears"
-original de la mítica banda sueca Edge Of Sanity- rematan con maestría una
presentación sin puntos bajos, a excepción del sonido, el cual perdía, a ratos,
su nitidez al momento de entender lo que pasaba sobre el escenario. De todas
maneras, para Heaven Shall Burn cada una de sus visitas ha sido la ocasión para confirmar su
incorruptible compromiso con las causas sociales y Chile no es la excepción.
Cuando el Metal adquiere sentido y razón, hasta el "Reino de los
Cielos" está destinado a consumirse hasta volverse cenizas.
Poco después, pasadas las 20:30, y con la
intro "1985" avisando que estábamos ad portas de una nueva cirugía a
cráneo abierto, se concretaba la tercera visita a nuestro país de Carcass, el mítico cuarteto inglés que
lideró la revolución del Death Metal europeo
durante fines de los '80 y comienzos de los '90, al punto de ganarse
merecidamente un sitial de honor como referentes del género hasta hoy.
Liderados por el entrañable Jeff Walker, los de Liverpool dejaron en claro sus
intenciones desde el inicio con "316L Grade Surgical Steel", corte
perteneciente a su LP más reciente titulado Surgical
Steel (2013), trabajo con el cual los de Liverpool rompieron su
silencio discográfico luego de muchos años. "Buried Dreams",
"Incarnated Solvent Abuse", "Carnal Forge" y "Unfit
for Human Consumption" marcaron
el comienzo de un set que abarcó la totalidad de su discografía, desde la
extrema crudeza de los inicios hasta la consagración como referentes absolutos
del Death Metal melódico durante la década de los '90.
En poco más de una hora, los ingleses
desplegaron todas sus virtudes a nivel escénico, con un Jeff Walker que nunca
se cansó de interactuar con el público al mismo tiempo que entregaba uñetas
recién comenzado el set, mientras el histórico Bill Steer y su joven compañero
Ben Ash -10 años menor que el primero- cumplían con cabalidad abismal su
desempeño en las seis cuerdas dando cuenta de una química a la altura del hedor
emanado en cada nota y riff ejecutado. Mención similar debemos hacer respecto
al excelente Daniel Wilding, un baterista dueño de una experticia técnica que
intercala el groove más 'ondero' de los tiempos del recordado Swansong (1995) con la brutalidad
irrefrenable de los primeros años, tal como se pudo apreciar en el set que
incluía cortes de la talla de "Reek Of Putrefaction", la aclamada
"This Mortal Coil" y la más melódica "Keep On Rotting in the
Free World", con Jeff Walker interactuando el clásico coro con los fans ya
entregados a su suerte en pleno pabellón quirúrgico, una clara muestra de
cariño de los ingleses por sus incondicionales fans locales y viceversa. Casi
imposible describir con palabras exactas la comunión generada entre la banda y
los fans, muchos de ellos siendo niños durante los tiempos de Heartwork (1994), la placa con
que el mundo se rindió ante la putrefacta propuesta de una agrupación que, en
cada trabajo, encarnó la evolución del Death Metal hasta alcanzar una madurez
siempre regida por su orientación artística sobre cualquier otro factor. Para
el cierre, una dupla con la letalidad propia de unos cuantos gramos de cianuro:
"Corporal Jigsore Quandrary" -su clásica intro acompañada de su video
respectivo en la pantalla gigante sobre el escenario, Carcass químicamente puro- y el himno que elevó a los ingleses a la
categoría de 'inmortales supremos', la tremenda y fundamental
"Heartwork", rematando con la sección final de "Carneous
Cacoffiny". Poco más de una hora fue suficiente para adentrarnos en los
misterios más recónditos de la anatomía humana, donde la exploración de
nuestros órganos vitales nos guía hacia los horrores más insospechados.
Apenas el reloj indicó las 22 horas, y con
los primeros acordes de la clásica "Laid To Rest" desatando el caos
sin nada que pudiera detenerlo, Lamb Of
God iniciaba otra presentación en suelo nacional, esta vez en el marco de
la gira promocional del honesto VII
Sturm und Drang (2015), trabajo con que los norteamericanos se
recuperaron anímicamente luego del triste episodio ocurrido a comienzos de la
década en curso que puso en riesgo la integridad de la banda en su interna.
Pero de la experiencia no solo se aprende, sino también uno saca las fuerzas
necesarias para enrostrarle al mundo de qué están hechos. Al menos esa es la
impresión que nos deja el desempeño escénico del querido Randy Blythe, un
frontman cuya puesta en vivo exuda pasión, energía y orgullo cuando se trata de
pararse ante miles de personas a quienes toda esa vibra incendiaria
característica contagia hasta la médula, incluso al más escéptico.
"Ruin", "512" y
"Desolation" se dejaron caer como misiles en un recinto cuya parte
baja se transformó, en cuestión de segundos, en una centrífuga gigantesca que
arrasaba con todo a su paso, llegando a su punto de ebullición con una aplastante
versión de "Walk With Me In Hell", uno de esos himnos con los que el
Caupolicán se vino abajo completamente, al igual que en las siguientes
"Still Echoes", "Now You've Got Something To Die For" y
"Hourglass", graficando de manera certera la reputación de los de
Virginia como la agrupación que mantener la reinvención del género como
portadores legítimos del legado de Metallica,
Slayer y Pantera, siempre a su manera y directo a la cara.
Más allá del espectáculo que se llevaba a
cabo en la cancha del Caupolicán, es necesario remarcar las virtudes
interpretativas y escénica con que el quinteto se ha consolidado como uno de
los más grandes e impactantes actos en vivo del Metal mundial. Empezando por un
hiperquinético Randy Blythe -dueño de una personalidad a la altura de su
privilegiado salvajismo vocal- que no para de moverse de un extremo a otro
sobre el escenario, siempre incentivando al público a formar parte de un show
del cual nadie queda excluido. De igual manera, la dupla guitarrera conformada
por Willie Adler y Mark Morton no solo realizan su trabajo de manera efectiva,
sino además dejan en claro que el sonido de Lamb Of God, si en estudio resulta una patada directa a las bolas,
en vivo las 'secuelas' se amplifican hasta superar el umbral del dolor en base
a riffs incendiarios y solos interpretados con la contundencia de una AK-47.
Contundencia similar a la demostrada por la pareja rítmica compuesta por el
eximio baterista Chris Adler y el sobrio pero siempre presente bajista John Campbell,
ambos encargados de generar la implacable metralla con que Lamb Of God graba a
fuego su sonido en la piel de los fans que manifiestan su cariño en pleno
moshpit, tal como pudimos apreciar y vivir cuando "Ghost Walking",
"Engage the Fear Machine" y "Broken Hands" continuaban con
el devastador bombardeo metálico sobre un mar de cuerpos que jamás cesaron de
moverse en torno al caos constante.
Para el final, llegaría la dupla compuesta por "The Faded
Line" y "Set To Fail", cierre sorpresivo debido a lo breve del
set interpretado respecto al de Argentina dos noches antes -"Blacken the
Cursed Sun" y "Redneck" fueron omitidas-, pero que poco y nada
empañó una presentación sólida en todos sus flancos, al igual que las tres
agrupaciones mencionadas anteriormente. Por lo mismo podemos afirmar que la
noche del 29 junio debiese ser recordada como la fecha en que se formó un
sendero de fuego hacia el averno, conformado por miles de cráneos ardiendo a lo
largo y ancho. Son contados con los dedos de una mano quienes han podido
recorrer a pie el infierno y relatar su experiencia sin secuela alguna. Para
enmarcar en la memoria, lo queramos o no.
Galería
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Diego Pino
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