Si hubiese que recurrir a una
palabra para definir la convocatoria que ha generado Mr. Big en sus dos visitas anteriores, la más apropiada sería
'culto'. Su perenne propuesta que ha sabido consolidarse durante tres décadas
mezclando de manera certera el virtuosismo y el buen gusto con la potencia del
Hard Rock, si bien no logró el éxito mediático más allá de un par de hits en su
natal USA como sus colegas más afamados, no tardó en captar la atención de
otras latitudes, en especial Europa y, sobretodo, Japón, donde la maestría
escalofriante de sus componente los hizo mega estrellas, por supuesto priorizando
siempre lo que los mueve y jamás entregándose a los vicios propios de la
industria. Un fenómeno similar ocurre en nuestro país, al que los californianos
han visitado 2 veces -2011 y 2015-, suficiente como para iniciar y consolidar
la comunión necesaria con los fans, muchos de ellos músicos y melómanos iniciados.
La entrega sobre el escenario con que el cuarteto se muestra cercano a su
público, totalmente a la altura de la experticia técnica con que sus
integrantes hacen honor a su reputación a
nivel individual y grupal, basta para hacer de esta experiencia algo
imperdible para todo amante del Rock y, por qué no, de la música en su estado
más honesto y elegante a la vez. Por ende, lo ocurrido el pasado 26 de agosto
en el Teatro La Cúpula del Parque O´Higgins, en el marco de la gira del
reciente se puede apreciar desde diversas aristas, aunque todas convergen en un
solo punto: la infinita capacidad de sorprendernos ante tamaño despliegue de
calidad y sentimiento por parte de una agrupación que se mueve a sus anchas,
siempre con el corazón como base.
Para esta fiesta, no podían faltar los invitados de lujo, con uno de
ellos repitiéndose el plato de la visita anterior y con justa razón. Abriendo los
fuegos pasadas las 19 horas, la destacada guitarrista y cantante nacional Cler Canifrú nos presentó un set que,
pese a lo acotado del tiempo, fue suficiente para preparar el ambiente y
ofrecernos lo mejor de su repertorio con la potencia y actitud necesarias
cuando se trata de pararse sobre el escenario y descargar todo aquel arsenal de
riffs que denotan la influencia del Hard Rock de los '90 pero con una dureza
natural y siempre acorde a los tiempos actuales, como se puede traducir en
cortes como "Invisible", el
single "Escorpiones" y "Antares". Un momento a
destacar llegaría en "Chaquetero",
con elegante y certera dedicatoria a quienes reprueban con escándalo la recién
aprobada "Ley de Aborto en 3 Causales", clara muestra de que el
talento artístico y el discurso, juntos de la mano, pueden generar algo grande
e imparable. El homenaje a Lemmy con la clásica "Ace Of Spades" de Motörhead
no solo fue el broche de oro para una breve presentación, sino además una
muestra irrefutable de cómo el Rock fluye de manera natural en una de las
artistas más importantes de nuestro país, como siempre respaldada por una banda
que participa con ella sobre el escenario de manera natural y dándolo todo.
Poco después llegaría el turno de un conocido de nosotros
proveniente del otro lado de la Cordillera. Hablamos de Juan Antonio Ferreyra,
conocido por su nombre artístico JAF,
guitarrista y cantante icónico del Rock argentino en su faceta más dura y
clásica. Acompañado de una base instrumental local conformada por el bajista
Diego Contreras (Violent Passion
Surrigate), el baterista Felipe Cortés (Claudio Cordero Trío) y el tecladista Nicolás Quinteros (Delta), el músico reconocido por su
breve pero importante paso en legendarias agrupaciones como Riff, nos ofreció un repertorio breve
en duración pero suficiente como para apreciar las virtudes interpretativas con
que el músico de 59 años impone su sello basado en el Rock duro con tintes
bluseros y claras muestras de pasión y carisma ante un prendido público que
empezaba a repletar el recinto. Por supuesto, el repertorio incluyó una potente
versión del himno "La Espada
Sagrada" de su ex-banda -originalmente incluida en Riff VII (1985), la única
participación del músico argentino durante sus 10 meses de estadía junto a
figuras como el propio Pappo y el recordado baterista Oscar Moro-, cantada con
puño en alto por una multitud que vio en ello el homenaje siempre necesario a
referentes de nuestro continente como el mítico Norberto 'Pappo' Napolitano y
remató con un medley compuesto por "Whole
Lotta Love" de Led Zeppelin
y "Burn" de Deep Purple. Con prácticamente cuatro
décadas en la carretera, JAF nos
brindó una muestra de categoría e historia que muchos tratan de emular pero
pocos son capaces de revivirla con tan solo una guitarra, voz y músicos
escogidos con pinzas. Menos termina siendo más y JAF lo aplica sobre el escenario a su manera. A lo grande.
El reloj marcaría exactamente las 21:15 horas cuando, de pronto,
aparecen sobre el escenario Billy Sheehan, Paul Gilbert y Eric Martin,
secundados por el baterista Matt Starr -actual integrante de la banda de Ace
Frehley-, quien desde 2014 se ha sentado en la percusión ocupando el lugar del
histórico Pat Torpey, cuya salud afectada por el mal de Parkinson, sin embargo,
no le ha impedido participar en el estudio junto a sus viejos amigos, mucho
menos seguir girando como parte de la banda de la que fue uno de sus fundadores
en 1988. Y precisamente la clase desplegada durante las dos presentaciones
anteriores fue la que se hizo sentir en todo el recinto desde el arrollador
comienzo con "Daddy, Brother, Lover,
Little Boy (The Electric Drill Song)", con el cuarteto brindando la
bienvenida dosis de clase y espectáculo, con Paul Gilbert y Billy Sheehan
desplegando todas sus virtudes interpretativas con máquina taladradora en mano,
mientras Eric Martin -¿cómo lo hace para no envejecer?- se echa al bolsillo a
todos el público con su carisma cautivante, comparable a su intacto y
privilegiado registro vocal. En tanto, Matt Starr se complementa de manera
natural con sus compañeros, a la vez que proporciona en cada compás la fuerza
aplastante con que Mr. Big, en vivo,
retumba como cañón, incluyendo en los pasajes más melódicos. Tras cartón, "American Beauty" mantiene la
intensidad inicial sin decaer jamás. Lo que es empezar con todo y sin guardarse
nada, con Paul Gilbert rindiéndole honor a su condición de 'graduado con
honores' en la escuela fundada a fines de los '70 por Eddie Van Halen, el 'Rey
de la guitarra' durante los '80. Simplemente glorioso y aún faltaba mucho más.
El martillo riffero de "Undertow" y el desenfado
blusero de "Alive and Kickin'"
continúan un set totalmente diseñado para fans del Hard Rock en su faceta dura,
con la pizca justa de elegancia y humor con que Mr. Big ha sabido llegar a los sentidos tanto de los fans como de
quienes aman la buena música. Puede que suene cliché pero ¿cómo no caer
rendidos ante tamaña muestra de calidad, con cada componente aportando con lo suyo
para que cada canción se haga sentir con todo su peso cual esfera de energía
luminosa? Hasta el mismo Pat Torpey se integra al escenario para colaborar con
sus viejos amigos en la percusión desde el kit diseñado y dispuesto
especialmente para él, a un costado de la batería. Es obvio, si esto era
precisamente una celebración de Rock 'n' Roll a la cual todos estábamos
invitados y lo que se respiraba en pasajes como "Temperamental".
Un momento especial llegaría en esa muestra de sentimiento puro
llamada "Just Take My Heart",
cuando Pat Torpey se sentó en el kit y retomando por un momento su condición de
'titular histórico' en este equipo llamado Mr.
Big, donde no hay "megaestrellas" pero sí jugadorazos, con la
dupla compuesta por Sheehan y Gilbert jugando arriba mientras Martin la toma en
el área y la emboca con esa personalidad única y la cual prima el talento y la
entrega por sobre cualquier divismo inútil. Por ende, la sensación que se
respira en las antiguas "Take
Cover" y "Green-Tinted
Sixties Mind" es de esas fiestas amenas, donde los amigos se reúnen
después de mucho tiempo para celebrar la vida, lo que ocurre de manera similar
en la reciente "Everybody Needs a
Little", la cual forma parte del recién estrenado LP Defying Gravity (2017), trabajo
promocionado en la gira en curso y con el cual los californianos dejan en claro
que, tanto en vivo como en estudio, no hay nada que los detenga cuando se trata
de componer canciones y tocar Rock 'n' Roll, cual adolescentes. Y cuando se
trata de recorrer el pasado y mantenerlo fresco e inmune al paso del tiempo, "Price You Gotta Pay" debe ser
el mayor ejemplo de aquello en vivo, sobretodo por su sensual riff. Sin el
blues el Hard Rock -o Heavy Metal, como le llamen- no sería nada y estos buenos
muchachos lo llevan a la práctica con la sabiduría propia de las leyendas
británicas que, durante los '60, encarnaron el 'eslabón perdido' entre el blues
más purista y el estruendoso impacto con que Led Zeppelin le abrió las puertas a toda una generación y las
posteriores hasta hoy.
Una de las características
principales de Mr. Big como institución
es la reputación de sus músicos, todos elevados, por mérito propio, a la
categoría de MAESTRO. En especial un tipo como Paul Gilbert, cuya guitarra
pareciera ser una extremidad más, incluso una extensión de su miembro viril. Es
cierto, virtuosos de la guitarra abundan (?), pero lo del ex-Racer X pasa por mucho más que su
asombroso dominio técnico. Por ende, es un placer para los sentidos observar
cómo el amigo personal de Marty Friedman y docente del Guitar Institute of
Technology -Hollywood, California- nos deleita en su momento 'solista' como
solo él lo sabe hacer: con una sonrisa casi orgásmica y desplegando todos sus
recursos, al punto de hacer fácil lo difícil. Un deleite para todo melómano y
músico que se declare como tal, pero sobretodo, para quienes sabemos que detrás
de lo que muchos llamarían 'exhibición de virtuosismo' hay arte y humanidad
fusionadas en igual proporción. Por ende, nada de raro que, una vez reintegrado
el resto del equipo para interpretar la pesadísima "Take a Walk", el músico de 50 años termine asumiendo el
papel protagónico como responsable del sonido 'heavy' de la banda, por supuesto
sin opacar en absoluto a sus compañeros. Y si "Take a Walk" fue hecha para los rockeros más acérrimos,
el tributo al icónico Cat Stevens con la clásica "Wild World" calzaría como anillo al dedo para los oídos
más sensibles y acostumbrados a las melodías más amigables. Prueba irrefutable
de que el público de Mr. Big no
distingue ni excluye como las sectas, sino todo lo contrario. Amor por la
música, le llaman, seas músico, melómano o ambas.
Luego de coros de estadio de "Rock
& Roll Over", llegaría la versatilidad inexpugnable de "Around the World" con la
dupla conformada por Paul Gilbert y Billy Sheehan despachándose un trabajo de joyería
al momento de intercambiar y mezclar solos como quien se cambia de ropa.
Brillante, extraordinario, rutilante... faltan adjetivos para describir tamaña
muestra de calidad artística expuesta. Y si hace unos instantes Gilbert
aprovechó su momento solista para entregarnos una 'clínica', el ex-colaborador
de David Lee Roth y actual compañero de Richie Kotzen y Mike Portnoy en The Winery Dogs no sería menos. Porque
más allá de sus virtudes técnicas como encargado de las bajas frecuencias y las
mil y una técnicas que domina con tenebrosa facilidad -su dominio del tapping,
sea a dos manos o con solamente tres dedos de su mano derecha,... Dios mío!,
¿de verdad es humano?- , el secreto está en su sonido, lo que lo hace un
referente para todo 'bajista líder'. Desde el ilustrísimo Geddy Lee hasta el
nunca olvidado Cliff Burton, en Billy Sheehan puedes encontrar todo tipo de
influencias y mucho más. Y precisamente aprovechando su momento en solitario,
llegaría la intro con 'tapping' que da paso a uno de los primeros éxitos de los
de California como lo es "Addicted
To That Rush", el track que da inicio al debut homónimo de 1989,
complementado con el clásico duelo inicial con Gilbert, un elemento infaltable
cuando se trata de sacarle la mayor cantidad de recursos posibles en vivo a una
canción de Rock duro en su esencia más pura y desenfadada. Mención aparte para Eric Martin, un frontman
que durante todo el show se muestra y se siente cercano con sus fans más
acérrimos. Incluso si estos últimos se apropian de sus coros e incluso, de la
canción entera, el tipo no se hace drama porque sabe que lo que ellos hacen,
más allá de la obediencia absoluta a la integridad artística, va dirigido a la
gente común, la misma que inspira el poder crear arte, y darle forma y
contenido de manera fluida, como ellos han sabido hacerlo durante tres décadas
de carrera, ya sea como banda o cada uno en solitario en su momento.
Llegando a la recta final del espectáculo, una que, hasta hoy, es la
canción más popular de los californianos y con la que aparecieron en el mapa
hace más de 25 años: "To Be With
You". Melosa, cursi, demasiado "agradable" y "bonita",
e injustamente sobreexpuesta respecto a la totalidad de su catálogo repleto de Hard Rock de fina cepa,
pero las cosas como son: fue un golazo del que aún se sienten los ecos y al que
ni el fan de Slayer podría
resistirse. Por eso y mucho más no extrañó que el recinto completo la coreara
como una de toda la vida. Luego del momento "romántico", el Rock n'
Roll "a la Van Halen" de "Colorado Bulldog" llegaría de manera oportuna para
recordarnos que los momentos melosos jamás opacarán lo que realmente es Mr. Big, pese a no ser una agrupación
que llena estadios: una banda de Rock n' Roll compuesta por los mejores músicos
del planeta y con cada uno aportando a la misma causa por su propia voluntad,
de la misma forma en que lo denota "1992",
esta última del reciente Defying
Gravity. Y como broche de oro, una vibrante versión de la clásica "Baba O'Riley" de los eternos The Who, culminando cerca de dos horas
de celebración como corresponde: dejándolo todo en el escenario y rindiéndole a
los pioneros máximos del Rock un homenaje a la altura. Cierre glorioso para la
tercera presentación de una agrupación que, durante toda su carrera, jamás
necesitó llenar estadios ni enfrascarse en escándalos gratuitos -como pasó como
muchos de sus colegas de generación- para alcanzar el éxito. Mr. Big, una vez más, nos presentó en
un escenario chileno las credenciales con las que se escribe y se forja la
historia. Como reza una clásica frase televisiva: la calidad va por dentro. Y a
veces sobra hasta desbordarse.
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Tay Martínez
Galería completa aquí.
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