Cuando el Metal logra unir dos subgéneros tan distintos uno del otro
y, a la vez, unidos por un parentesco evidente, las sensaciones que nos queda
luego de una reunión doble como la de anoche en el Teatro Caupolicán suelen ser
dispersas, aunque siempre convergiendo en un mismo punto en común: la
categoría. Aquella categoría con la que Testament,
referentes absolutos del Thrash Metal hasta hoy, dejó en claro que su condición
de local en nuestro país no ha sido producto de la casualidad ni de un
fanatismo irracional, sino en base a trabajos recientes con los que el quinteto
de Berkeley ha sabido mantenerse en la brecha durante tres décadas, incluso
mirando de reojo su pasado -quienes se quedaron pegados en su etapa ochentera,
mejor ni se moleste en leer estas líneas-, luciendo un presente memorable, una
vigencia inmune al paso del tiempo y con sus cinco componentes en plena forma,
manteniendo la misma vitalidad que cuando veinteañeros. En el otro rincón, y
con ya cuatro visitas en el cuerpo desde su histórico debut en la edición 2013
del recordado Metal Fest, el Death Metal Técnico de Nile ha sabido prevalecer, luego de más de 20 años, su título como
'escuela' para toda una generación de músicos bien dotados que ven en los
norteamericanos la combinación perfecta entre brutalidad, ambición musical y
mística conceptual, esta última donde predominan los misterios del Antiguo
Egipto y el horror cósmico concebido por la mente y pluma del icónico escritor
H.P. Lovecraft. Por ende, la reunión de anoche no solo prometió en cuanto a
nombres, sino también cumplió en base a hechos y actitud, ante lo cual el
público presente en el recinto de calle San Diego respondió a la altura.
Por supuesto, a las 20 horas, los encargados de abrir los fuegos fueron los nacionales de Massive Power, agrupación icónica dentro de lo que es el Thrash Metal como filosofía de vida y donde la influencia Old School es evidente hasta la médula. Cortes como "Mass Crime Corporation", "Rightwing Control", "Force" y el himno "March Of Destruction", todos pertenecientes a su LP debut editado en 2013, grafican en vivo la esencia cruda y honesta con que el quinteto liderado por los hermanos Echeverría sacan a relucir sus credenciales, incluso ante un público, en ese momento, escaso en cantidad pero que supo responder de inmediato a través del mosh en forma instantánea, como un llamado a defender a muerte los principios del Thrash como ideología suprema ante cualquier tendencia que no sea acorde. Ni el volumen saturado resulta suficiente para encontrar puntos bajos en una presentación que, pese a su brevedad, dio cuenta de la solidez con que Massive Power se erigen como representantes de un género en su faceta más asociada a la Vieja Escuela, a la época de los cassettes, las zapatillas Nike blancas con caña y las chaquetas con parches y bordados de sus bandas favoritas. Una cosa es que te guste el Thrash, otra bien distinta es vivirlo y llevarlo en la sangre.
El reloj marcaba las 20:45
cuando, una vez se apagaron las luces, y con la atmosférica "Ushabti Reanimator" como
intro, Nile aparecía sobre un
escenario chileno por cuarta vez. Con el eterno jefe Karl Sanders a la cabeza,
el cuarteto originario de Florida no dudó en desplegar todo su arsenal, traduciendo
aquello en interpretaciones bestiales con las que "Sacrifice Unto Sebek" y "Defiling the Gates of Ishtar", las dos primeras del set,
se erigían como la 'banda sonora' de un ritual en que Nyarlathotep fue invocado
para esparcir el caos y la mortandad en un recinto ya más abarrotado respecto
al número anterior.
A pesar de lo acotado del set interpretado respecto al resto de la
gira latinoamericana, las virtudes interpretativas de cada componente se
hicieron sentir de manera notoria, cada uno brindando una cátedra de experticia
técnica a la altura de la calidad compositiva con que Karl Sanders, a sus 54
años, se ha ganado un lugar merecido como referente del género, a pesar de su
bajo perfil respecto a sus colegas más 'famosos'. Mención similar para el
baterista George Kollias, cuya reputación como intérprete y eminencia de su
respectivo instrumento en el Metal Extremo se traduce en una suerte de
'clínica' para músicos y melómanos dentro de la tormenta de fuego con que Nile, en vivo, se levanta sobre el
escenario como el mítico Cthulu arrasando con todo con sus tentáculos. Por
supuesto, toda aquella hecatombe cobra forma real gracias al contundente
desempeño por parte del mencionado Sanders y el guitarrista/cantante Brian
Kingsland, este último desempeñando una tremenda labor que poco y nada hace
notar su reciente ingreso -en febrero llegó para ocupar la vacante dejada por
el histórico Dallas Toler-Wade- gracias a su profesionalismo y calidad técnica.
En tanto, la dupla rítmica compuesta por el bajista Brad Parris y el propio
George Kollias tiene todo el derecho de jactarse en vivo de su precisión
milimétrica cuando se trata de hacer y deshacer a gusto, manteniendo el peso y
la complejidad que conforman la marca registrada de una banda que le da razón
de ser a tamaña muestra de despliegue técnico cuando se trata de transmitir esa
atmósfera propia de las catacumbas egipcias. Todo aquello se resume en vivo con
versiones horrorosamente geniales de cortes como "Kafir!" e "In
The Name Of Amun", este último original del más reciente What Should Not Be Unearthed (2015).
Imposible no quedar absorto ante tamaña calidad artística y técnica por parte
de los norteamericanos, así como la interacción de Sanders con el público
chileno, sobretodo con quienes en la cancha desencadenaron la voraz centrífuga
con que los Dioses Antiguos parecían despertar de su letargo con el objetivo de
imponer nuevamente su régimen de caos cósmico.
"Sarcophagus" y "Unas Slayer Of The
Gods", ambas pertenecientes al soberbio In Their Darkened Shrines (2002), marcan el último tramo del
show rememorando el material antiguo y culminando con lo que un himno de todo
el Death Metal como lo es "Black
Seeds Of Vengeance", el track que le da nombre a su recordado trabajo
editado en 2000. 45 minutos quizás pareció un timing insuficiente para los fans
más acérrimos debido a lo rico de su catálogo, pero aún así bastó para que Nile, una vez más, esparciera su
poderío devastador en suelo chileno con la categoría propia de los referentes
del Metal Extremo a nivel técnico y, sobretodo, conceptual. Nyarlathotep, el
Dios oscuro, una vez más volvió a sembrar sus semillas negras para satisfacer
su sed de venganza. En medio de los ríos Tigris y Éufrates, las aguas del Nilo
enrojecieron con la sangre de los Dioses Antiguos. Un nuevo ritual funerario se
llevó a cabo y Karl Sanders, acompañado de los suyos, ejerció como
sacerdote/chamán. ¿Que el Death Metal es solo música para
"disfrutar"? Usted no sabe nada.
El reloj marcaría pasadas las 22:15 aproximadamente horas cuando,
una vez apagadas las luces del teatro, y en medio de la euforia general,
aparecen sobre el escenario, uno a uno, Gene Hoglan, Steve Di Giorgio, Alex
Skolnick, y los eternos Eric Peterson y Chuck Billy. Todos sobre el escenario
listos y dispuestos a darlo todo en el primer ataque con "The Brotherhood Of Snake", track que titula y da inicio
a su más reciente LP editado el año pasado. Comienzo matador para una
presentación cuyo set fue diseñado para los fans de toda la vida, donde el pasado
y el presente convergen en una descarga letal de poder. Le sigue "Rise Up", una muestra suprema
de vigencia irrefutable y con la cual los fans presentes en el recinto se
vuelven testigos y partícipes del salvaje y vigoroso presente del que gozan los
de Berkeley. Pocas bandas con tres décadas de carrera tienen esa virtud de
mantenerse en forma como en sus inicios y, si bien era solo el principio, eso
se agradece cuando hay oficio de por medio.
"More Than Meets The
Eye" -extraída del fundamental The Formation
of Damnation (2008), trabajo con que Testament
regresó a lo grande luego de casi una década de ostracismo y reformación-, "The Pale KIng", y "Centuries ofSuffering" -del
promocionado "Brotherhood..."-
continúan el repaso por el material compuesto y publicado durante los últimos
diez años, clara prueba de las intenciones del quinteto por ratificar su
condición de referentes sin necesidad de recurrir a la nostalgia. Y en un abrir
y cerrar de ojos, Alex Skolnick aprovecha su momento 'solista' para deleitarnos
con una cátedra de dominio en las seis cuerdas con su Gibson les Paul. Es
cierto, Testament es una banda
asociada al Metal pesado y agresivo, pero ante todo, es una agrupación
compuesta por MÚSICOS de clase mundial. Sobrecogedor resulta apreciar la destreza
con que Skolnick nos brinda su clínica en base a sentimiento, virtuosismo y
clase. UN capo de la música más allá de cualquier "etiqueta". Dios
mío!
Así como disfrutamos el presente fructífero del que pueden jactarse
estos señores con justa razón también es bueno rememorar los mejores momentos
de una era dorada para el Metal como lo fueron los años '80s/90s, por lo que un
clásico como "Electric Crown"
siempre será bienvenido, sobretodo si es capaz de transformar el moshpit en una
pista de baile por unos instantes. Pero para Chuck Billy, un frontman dueño de
un registro que aún escupe fuego y sangre con la vitalidad de su juventud de
antaño, la consigna era estar metido de lleno en el campo de batalla, por lo
que "Into The Pit" podría
resumir, en gran parte, cuán sanguinario puede llegar a ser el Thrash Metal
como ritual y, a la vez, forma de pensar y enfrentar la vida. Poco después de
este regreso necesario al pasado, el groove cavernoso y arrastrado de "Dark Roots Of Earth" continua
el recorrido por el catálogo reciente de los de Berkeley, mientras "Stronghold", además del
repaso por "Brotherhood...",
se erige como un llamado a la unidad en palabras del propio Billy. Necesario
remarcar este pasaje, puesto que Testament
no solo es Thrash Metal a nivel de música, sino también posee un discurso cuya
certera evolución le da sentido y razón a un género que, pese a los infaltables
clichés, ha sabido mantenerse firme gracias a su compromiso con los problemas
que nos afectan a nosotros como personas comunes.
Si hablamos de aciertos en
lo que respecta al set, la inclusión de "Low"
-trabajo que titula su LP del '94-, fue lo que se llama un 'golazo de media
cancha' y bien lo sabemos quienes nos iniciamos con Testament en la década de los '90, cuando los gigantes como Metallica empezaban a tomar otra
dirección respecto a lo encarnado durante el decenio anterior. En tanto, la
dupleta conformada por "Eyes Of
Wrath" y "Throne of
Thorns" mantiene la intensidad del momento, al mismo tiempo que
permiten apreciar la experticia técnica e interpretativa con que estos cinco
músicos de nivel mundial imponen sus principios sin tener que rendirle cuentas
a nadie. Otra dupleta, pero encaminada hacia la etapa más "clásica",
como la que componen "Practice What
You Preach" y "The New
Order", desencadena de manera automática el mosh y el headbanging en
todos los rincones del teatro. Así es como se preservan los clásicos, sin
necesidad de abusar de ellos, menos por parte de una banda que disfruta su
presente brindando un espectáculo que se traslada, inevitablemente, a la cancha
y música nueva y fresca, tal como en los viejos tiempos.
Si Alex Skolnick tuvo su
momento solista en el amanecer del show -Eric Peterson, su compañero de
cuerdas, no podía ser menos y también aprovechó su oportunidad avanzada la
jornada-, lo de Steve Di Giorgio resulta tan escalofriante como sublime. Un
dominio en las bajas frecuencias que le hace justicia a su currículum -su
trabajo con Death junto al bueno de
Gene Hoglan en esa obra de arte llamada Individual
Thought Patterns (1993), es material de estudio obligatorio para todo
músico y amante declarado del Metal- y un carisma que le ha valido el cariño
merecido por parte del público nacional. En lo netamente musical, el uso
acertado del pedal de efectos al estilo de los míticos Jimi Hendrix y Cliff
Burton resulta una cátedra soberbia para músicos y melómanos por igual, y la referencia
a Rush con la intro de la suite
Cygnus X-1, acompañado del propio Hoglan -otro fan declarado de los Tres
Chiflados canadienses-, seguida de la intro con efecto 'wah-wah' del clásico "N.I.B." de Black Sabbath quedan instantáneamente
enmarcadas en la memoria. A continuación, y del aplastante Low, otro bombazo, esta vez 100% instrumental, la clásica "Urotsukidôji” -el "YYZ" de los californianos-,
con la banda dando cuenta de sus ilimitadas y asombrosas capacidades como
instrumentistas realizados. Un Gene Hoglan que, sin necesidad de sobre exigirse,
despliega todos su recursos baterísticos rindiéndole honor a su reputación como
"el Neil Peart del Metal Extremo", mientras el propio Di Giorgio,
luego de su momento solista, se ensambla por completo al equipo. En tanto, la
dupla de guitarras compuesta por Alex Skolnick y Eric Peterson ejecuta su tarea
de manera contundente como responsable del sonido característico de una banda
que, pese a sus inicios Thrash, no dudó en dar el paso hacia el siguiente nivel
sin sacrificar en absoluto su integridad artística. Nada sobra ni falta en esta
hermandad llamada Testament.
Llegamos a la recta final del show, esta vez con un 'hat-trick' de
clásicos compuesto por "Souls Of
Black" -Di Giorgio manejando los hilos del equipo como el 10 clásico
del fútbol-, la violencia primigenia de "Over
The Wall" -un monumento al Thrash como ideología y ritual desde su
concepción- y los coros cantados con puño en alto de "Alone In" The Dark". Y para el remate, una
aplastante "Disciples of the
Watch" con la cual Testament
dio por finalizada una nueva presentación en nuestro país y, al mismo tiempo,
ratificó su condición como referentes máximos y actuales de un género que no
transa sus principios por nada del mundo. Principios que se mantienen firmes
como la sangre que nos mantiene a todos como hermanos. Parafraseando a otras
leyendas insignes como Exodus, el
solo hecho de mantenernos unidos por la sangre del Metal como hermanos debiera
ser considerado un milagro de la vida, incluso cuando nos ha tocado transitar
por los senderos de la muerte. Que esta hermandad se mantenga por los siglos de
los siglos, sea Heavy, Thrash, Death, Black, etcétera. Las etiquetas pasan, el
sentimiento y los lazos quedan.
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Nicolás Soto
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