Deben ser contados los
ejemplos de artistas/bandas que, con un año con alineación estable, han sabido
mantenerse firmes en los escenarios y las redes sociales, más aún con un álbum
a la altura de sus objetivos enmarcados dentro y fuera de su propuesta
artística. Por lo mismo resulta una sorpresa grata el poder ser testigos del
fructífero presente por el cual atraviesa Deck,
agrupación local cultora de un sonido basado en el Hard Rock de los '90,
particularmente el movimiento surgido en Seattle a comienzos de la década
mencionada y del cual rescatan aquellos elementos que dejaron huella tanto
durante aquellos años como ahora. Nada de raro si consideramos lo perenne de un
legado que ha sabido superar las barreras del tiempo con categoría irrefutable,
la misma que salió a relucir la noche del jueves 10 de agosto en el tradicional
House of Rock, en un ambiente íntimo en cuanto a convocatoria pero suficiente
como para desplegar todas sus virtudes interpretativas y, por qué no, técnicas.
Propias de cualquier agrupación.
A eso de las 22 horas abrirían
los fuegos los chicos de Soldierwings,
una novel banda que, pese a haberse formado tres meses atrás, demostró los
resultados de su preparación en lo que fue su debut en vivo. Desde el comienzo
con "Fall Into The Dark",
la banda liderada por el cantante Sebastián Becerra desplegó todas sus virtudes
interpretativas, dando cuenta de una propuesta basada en el Rock duro de los
'90/2000, bien al estilo de referentes como Nickelback y Staind,
siempre con la energía necesaria para encender a los asistentes que repletaban
el recinto ubicado en la comuna de Ñuñoa. "My
Last Breath", "Prisoner"
y "Feel It Inside", pese a
lo breve del set, fueron suficientes como para permitirnos apreciar las
virtudes escénicas y técnicas de una agrupación que no esconde ninguna otra
intención además de lo mejor que saben hacer: Rock duro con orientación
marcadamente melódica, siempre aplicando de manera certera la fórmula 'menos es
más'.
Un momento para enmarcar sería la versión de "Like A Stone" de Audioslave,
interpretada con arreglos que, pese a su distinción, grafican la versatilidad
con que el quinteto despliega sus armas sobre el escenario, dejando en claro
que la mejor manera de homenajear a leyendas como el recién extinto Chris
Cornell es, simplemente, haciendo valer la identidad ante cualquier pretensión.
Junto a la portentosa voz de Sebastián Becerra, las guitarra solista de José
Guerrero, cuyo complemento con su compañero de cuerdas Paco Unzaga es un lujo
para los sentidos, el bajo omnipresente de Branco Toro y la fuerza baterística
de Ignacio Osorio nos expusieron sus credenciales con el mayor detalle posible.
Soldierwings es honestidad pura y en
vivo, cuando se trata de ser honestos y demostrarlo a través de la música, las
alas brotan de inmediato sobre la piel de estos guerreros que, al parecer, ya
se encuentran listos y dispuestos para comenzar una aventura que, esperemos, se
extienda por mucho tiempo.
Poco después, ya a eso de las 23 horas, y de la mano de "Leave All Behind", Deck comenzaba a celebrar su primer año
como banda estable, sin guardarse nada e imponiendo sus términos en todas sus
líneas. Liderados por Franco Jofré, un cantante poseedor de un registro vocal
que evoca la vitalidad de una década cuyo legado aún sigue estremeciendo, el
quinteto nos avisa desde el riff inicial de qué están hechos. Cuestión de
preguntarle al guitarrista Pablo Abreu, un guitarrista cuyo dominio en las seis
cuerdas y puesta en escena resultan abrumadoras pese a su juventud. Mención
similar para Rodrigo Altamirano, cuyo rol en la guitarra rítmica resulta
fundamental en la solidez melódica con que la banda sale a atacar desde el
inicio, mientras dupla rítmica conformada por el bajista Juan José Llorente y
el baterista Felipe Escalona se encargan de generar y mantener el groove ágil y
pesado a la vez con que Deck se
levanta sobre el escenario como un coloso sónico, tal como pudimos apreciar en
su EP titulado Another Life,
trabajo editado hace unos meses y que define de entrada la esencia artística
del quinteto nacional.
Uno a uno, caen cual bombas
las siguientes "Listen", "Call Me Stone" y "Save Me", todos ejemplos
gráficos de Rock duro con gusto notoriamente moderno, donde la influencia del
movimiento grunge se rehúsa tenazmente a ser asociada a una determinada época,
incluso cuando se trata de versionar a insignes como Pearl Jam con clásicos como "Alive".
Pasión y clase presentes, con Franco Jofré centrado totalmente en su
interpretación, a la vez que, entre canción
y canción, se da el tiempo de distender el ambiente con una naturalidad
pocas veces vista al menos a nivel local. Y ya que nos enmarcamos en este
primer cumpleaños, la inclusión de "Sober"
en el set marca un momento importante, pues se trata de una de las primeras
canciones escritas por la banda en sus inicios e incluida en su versión final
como parte del aplastante Another Life.
Momentos como “Beyond” y “Dysfunctional” permitieron apreciar con
mayor detalle la experticia técnica de cada componente, todos a quienes la
juventud no constituye ningún obstáculo, sino más bien el momento justo para
desplegar todas sus virtudes como profesionales en lo suyo. Vuelvo a destacar
el dominio en las seis cuerdas por parte de Pablo Abreu, quien a pesar de su
personalidad arrolladora se comunica a la perfección con Rodrigo Altamirano,
quien, pese a su papel formal como guitarrista rítmico, no tiene empacho
absoluto en pararse cara a cara con su compañero de labores con la clase propia
de los grandes. Por supuesto, el homenaje a Chris Cornell, tal como lo hizo el
invitado estelar, llegó esta vez con dos tremendas y sublimes versiones de “Outshined” y “Call Me A Dog”, esta última con Franco Jofré despachándose una
interpretación sentida hasta la médula, con los matices propios del dolor que
sentimos al perder una parte importante de nosotros, sea un ser querido o aquel
héroe que nos impulsó a dedicarnos a esta pasión que nos mueve a diario.
Entendible y conmovedor hasta los huesos, más cuando no han pasado ni 4 meses
desde que la voz de Soundgarden y Audioslave partiera abruptamente de
este mundo en circunstancias tan confusas como trágicas. Pero la función debe
continuar, por lo que “Hope” y “Distant Soul” nos devuelven de
inmediato al presente. Si bien la pérdida del héroe máximo de toda una
generación aún duele, Deck nos
recuerda de inmediato que en su floreciente y contundente propuesta aún hay
rastros de una era que, a pesar de lo que diga la crítica especializada sigue
latiendo en los corazones de quienes crecimos y/o nos iniciamos con lo que
ocurría en Seattle y se expandía a todos los rincones del planeta, Chile
incluido.
Para el final, una potente “Today”, mantenía al público presente en comunión con una banda
que, pese a cumplir su primer año de vida, dicta cátedra de experiencia y
actitud a la altura de unos auténticos veteranos. Dicen que la experiencia se
adquiere con hechos y Deck lo deja
en claro durante una celebración que nos hace pensar al título de su LP: lo más
probable es que toda la experiencia adquirida durante en poco menos de 365 días
haya sido adquirida en ‘otra vida’. De otra manera no se nos ocurre otro motivo
para tanta grandeza y señales de esperanza para un género que se resiste a que
lo den por muerto como ha ocurrido otras 58099903 veces anteriores. Esperemos
que vengan muchos cumpleaños más porque de eso se trata del Rock según Deck: una celebración constante al arte
y la vida. Y lo más importante es que celebran con los pies sobre la tierra
porque saben que esto da para mucho más y no hay nada que los detenga. Bien por
Deck. Bien por el Rock chileno. Larga
vida a la música honesta y concebida con el alma.
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Cristian Quiroz
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