Las más de dos
décadas de carrera que lleva Obituary
y algunos de sus teloneros, hicieron que la jornada sabatina estuviera cargada
de puras cosas positivas en el mundo mágico. El osito Willy ya quedó atrás y
ahora el recinto alberga bandas de esas con las que don Francisco se deleita
sólo como él sabe. Los creadores del clásico “Slowly We Rot” encabezaron el evento que tuvo también como
protagonistas a los locales Torturer,
Cerberus, Gangrena y Metal Command.
Puntuales, tal
cual salía en el cartel, los locales encargados de abrir la jornada de death
metal en el Teatro Mundo Mágico fueron Metal
Command. Esta joven agrupación fue quien se hizo con la difícil tarea de
calentar los motores del exigente público del brutal género. La presentación de
los jóvenes músicos duró cerca de media hora. El sonido estuvo a la altura,
pero, personalmente creo que se les pasó la mano con los decibeles. Los pocos
asistentes que habíamos a esas horas, terminamos con un molesto pitido en el
oído al salir del recinto. Sin embargo, la presentación cumple con su objetivo:
devastar todo lo que esté a su paso.
Luego de un par
de minutos de break en donde sí puedes salir a tomar aire (no como en otros
lugares) los encargados de continuar con la velada eran los brutales Cerberus. Liderados por el vocalista y
guitarrista Juan Pablo Baquedano, la agrupación supo echarse al bolsillo a los
asistentes que había en ese entonces. La jornada ya pintaba para brutal, ya que
los gritos ensordecedores y el headbang de quienes presenciaban el show eran
más que potentes. Con cortes como “Ébola”,
“Decimation” y “Brutalized” los chilenos daban cuenta de lo que estaba por venir.
Cada tema interpretado por Claudio, Miguel, Luis y el ya mencionado Juan Pablo,
se ejecutaba con la bestialidad necesaria acorde a lo que es una banda como Obituary.
Para el cierre, Cerberus dejó su más potente clásico.
Incluso, se escuchó durante varios pasajes a los fans pedir dicho tema. “Inmortal Hate” suena en la potente voz
de Juan Pablo, cerrando así un show de poco más de media hora que estuvo
impecable.
El tercer turno
fue para Gangrena, agrupación que
llevó el evento por la misma senda. Los oriundos de la 8va región sí que
prendieron al público. Sin desmerecer las dos presentaciones anteriores, al ser
más tarde y haber mayor convocatoria, la energía que se desató en este momento
fue totalmente mayor. (Mención honrosa para la originalidad de la agrupación
al no ponerle el nombre a su banda con un logo lleno de ramas y/o espinas).
Francisco
Meriño, Frontman, bajo y voz de la banda, interactuó de excelente forma con el
público. Aquella conexión tan deseada que a veces se necesita entre la banda y los
asistentes con el fin de convencer a quienes pagan por verte, de que cada
maldito peso gastado vale realmente la pena. Con una misma cantidad de tiempo
que quienes los antecedieron, estos capos del grindcore nacional se retiraron
del escenario luego de una correcta presentación.
A las 9 en punto
Torturer sale a escena. Tal como
dicen quienes se manejan en el ámbito musical, los locales sonaron como cañón.
Cada minuto de presentación era un absoluto combo en la cara para quienes
estaban presenciando el evento. Ya con casi la totalidad del recinto ocupado,
los chilenos tuvieron la fortuna de actuar ante un aceptable número de fans.
No hay
absolutamente nada criticable dentro del poco más de media hora que tocó Torturer. 25 años de carrera no pasan
en vano y estos genios lo demostraron sobre el tablado. El único punto
negativo, fue la repentina y abrupta salida del escenario. Aparentemente Torturer se aprestaba a continuar con
su show cuando las cortinas del teatro se cerraron literalmente en sus caras.
Continuando con
la tónica del evento: la puntualidad, el plato fuerte de la noche aparecía en
escena. Con un calor insoportable adentro, afuera y en toda la ciudad, los
gringos salían a fracturar nucas como sólo ellos saben. Los oriundos de Florida
liderados por John Tardy, ofrecieron un show contundente. Tal como lo es el
death metal puro y sin apellidos. Ni técnico, ni progresivo ni nada. Death
metal que avasalla con todo a su paso sin dejar a nadie inadvertido.
El último
trabajo homónimo de los gringos, prometía bastante para ser tocado en vivo
junto a los ya archiconocidos clásicos de la banda. El punto negativo: el calor
y el espacio tan poco cómodo para presenciar bandas de este calibre. Cuando uno
va a ver bandas que se caracterizan por su brutalidad, lo que menos quiere ver
son asientos. Lo positivo: el aire acondicionado. El calor insoportable que
azotó la capital el día de ayer fue paleado con la tecnología (?) del recinto.
Con los músicos
ya en escena, se notó la baja en el volumen de la amplificación, lo que mejoró
bastante la calidad del sonido, haciendo desaparecer los pocos acoples que se
habían oído un par de horas antes. El bajo de Terry Butler sonó tal cual el
mundo acostumbra a oírlo. El músico quien acompañara a Chuck Schuldiner en
placas como el aclamado Spiritual
Healing de Death, cumplió a
cabalidad con las expectativas que el respetable tenía sobre él.
Con temas como “Redneck Stomp” o “Sentence Day” los estadounidenses repasaban sus trabajos tan veloz
como la música que acostumbran a tocar. Sin muchos cortes entre los temas,
Tardy y compañía desataban el caos y (por más que el aire acondicionado
estuviera encendido) el lugar se volvía casi un horno mientras los asistentes se
movían como enajenados en el poco espacio que deja la iglesia el teatro
mundo mágico.
Los fanáticos
más alocados subieron en diversas ocasiones al escenario, estorbando en algunas
ocasiones a los músicos. La guardia del recinto los llevó en varias ocasiones
de vuelta hacia el público, tomándolos de forma no muy amistosa, por lo que el
guitarrista Trevor Peres solicitó a los hombres no ser tan duros en más de una
ocasión. Bien por el músico, quien demostró empatía por sus seguidores.
Pese a que
contaban con el apoyo del guitarrista, los fans no aprendieron. Uno de los
sujetos que subía reiteradamente, se le ocurrió la brillante idea de abrazar a
John Tardy mientras este cantaba. Tardy en ocasiones saludó a sus fans mientras
se subían a hacer stage dive, sin embargo este sujeto lo colmó, estorbó la
presentación, y se ganó un buen par de manotazos por parte del vocalista de Obituary. Sin afán de hacer guerra con los fans, personalmente creo
que no tiene nada de malo el stage dive, sin embargo, si usted va a estorbar a
su ídolo quien está trabajando para que la plata que usted invirtió valga la
pena, déjeme decirle que usted no es inteligente. Pero con respeto.
Veloz y
contundente Obituary llega a la
parte final de su show. Los fanáticos tuvieron la dicha de oír cortes como “Turned inside Out” o “Lost Inside”. Pero el público esperaba
el clásico con el que la banda da cátedra de metal al mundo desde hace más de
dos décadas y media. “Slowly We Rot”
comenzaba a sonar y el recinto entero se vino abajo. Cabe destacar la enorme
cantidad de cerveza lanzada al aire por los fans. Amigos, la cerveza se toma.
Rápidamente Obituary se despide de
su público y emprenden rumbo al backstage. “No nos vamos ni cagando” gritaban
los fanáticos. Pero se tuvieron que ir igual. Notable presentación de los
gringos quienes ya son pieza fija para las jornadas extensas de death metal
realizadas en Chile.
Escrito por: Bastián Gomez
Fotos cortestía de: Felipe Pino
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