No
sé si es la edad u otro motivo, pero a estas alturas de mi vida, he llegado a
pensar que relacionar a Chuck Schuldiner con una etiqueta como el Death Metal
es una visión ciega y simplista respecto a su verdadero legado artístico. Es
indiscutible que desde los crudos inicios con Scream Bloody Gore (1987) y Leprosy (1988), hasta la categoría compositiva con que Symbolic (1995) y el final The Sound Of Perseverance (1998) -pasando,
por supuesto, por el impacto que significó el supremo Human en los albores de los '90-, hubo una evolución que
marcó pauta para toda una generación que vio en Death una agrupación que escapaba a todo tipo de convencionalismos
y, de paso, un modelo a seguir para todo el Metal Extremo. Pero más allá de la
reputación como músico y creador con que el extinto músico y compositor se ganó
un lugar en el Olimpo del Metal, creo que es necesario resaltar aquel
distintivo que le dio al género una razón de ser.
Florida, comienzos de los '90. El gore, los
crímenes macabros jamás imaginados, la sangre y las tripas, los cuerpos
mutilados, la maldad como valor, la blasfemia como elemento provocativo de alta
efectividad, la necrofilia y todo tipo de horror que se nos pudiese
ocurrir...Ese era el panorama de Death Metal, género que tomaba con éxito el
relevo dejado por el Thrash, su primer antecesor extremo. Cannibal Corpse, Morbid Angel, Deicide e Incantation,
por nombrar solo unas cuantas agrupaciones, no solo siguieron los pasos de los
legendarios Venom, Celtic Frost y Possessed -Slayer, referente absoluto del Thrash
en los '80, seguía provocando daño en la década siguiente y sus cinco primeros
trabajos siguen dictando cátedra de brutalidad primigenia-, sino también lo
perfeccionaron hasta darle la forma y sonido con que marcarían una época regida
por la movida 'grunge' surgida en Seattle. Sin embargo, para Chuck, a partir
del excelente y más directo Spiritual
Healing, la línea que debía tomar Chuck debía escapar de los paradigmas
imperantes en un estilo que, nos guste
no, se volvería un cliché promediando la década. Se trataba de algo
mucho más grande que ser 'distinto': las inquietudes de quien cuya infancia
giraba alrededor de Kiss y
terminaría deslumbrado a los 14 con Iron
Maiden giraban en torno al mundo
real y la naturaleza humana, como lo expresó en vida de manera pública.
Los inicios fueron complicados, incluso tras
la edición del LP debut Scream Bloody
Gore, trabajo destrozado por la crítica especializada que ignoró
cruelmente la categoría musical brindada la banda liderada por un Chuck
Schuldiner con 19 años, apuntando hacia lo absurdas e "hilarantes de sus
letras y lo absurdamente grotesca (?) de la portada diseñada por el mítico
dibujante Ed Repka -encargado también del arte de los siguientes dos trabajos y
reconocido por su trabajo artístico para Megadeth,
Nuclear Assault, Evil Dead, Municipal Waste y un
larguísimo etcétera-. Sería Leprosy
el trabajo con que Death empezaría a
imponer sus propios términos, denotando una evolución musical menos notoria que
o que será en el futuro pero dejando en claro que hay algo que los distingue
del resto de sus colegas de generación. Porque cuando para Deicide era más fácil y divertido generar controversia son tapujos
respecto a la religión -el cristianismo para ser más exactos-, el track que
titula el álbum se enfocó en el asunto proponiendo matices jamás imaginados en
un género brutal y oscuro por naturaleza: "Cuerpos deformados más allá de
la creencia, expulsados de su preocupada sociedad, fenómeno del mundo oscuro es
lo que afirma la gente". Spiritual
Healing (1990), sin tratarse precisamente de un trabajo conceptual,
apareció en el momento oportuno: los televangelizadores se toman los medios
para proclamarse "salvadores" del mundo en nombre de Dios y saciar su
sed de poder y riqueza. El escándalo sexual en el que se vio envuelto Jimmy
Swaggart a fines de los '80 calzó a la perfección con el mundo real plasmado en
las letras. No eran los únicos tópicos a tratar, pero una cosa es segura: por
primera vez, el Metal Extremo, en vez de confrontar de manera violenta al
status quo, lo desnudaba con inteligencia.
Con
el insuperable Human (1991)
llegaría el paso al siguiente nivel. Si en las tres placas anteriores había un
contraste notorio entre la reflexión lírica y la crudeza primigenia de los
inicios, la cuarta entrega de los de Florida dejó en claro que el pensamiento
crítico presente en las letras distaba mucho de ser solo una entelequia o un adorno.
"Flattening of Emotions","Suicide Machine", "Together
As One", "Lack Of Comprehesion" y "Vacant Planets",
entre otros cortes del album, marcaron un hito a nivel de discurso, algo nunca
visto dentro de un género asociado al horror de la vida. Para Chuck, la muerte
es un proceso cíclico que nos genera, como seres humanos, un temor inculcado
desde temprana edad. De la misma forma, un instrumental como la cálida “Cosmic
Sea” nos invita a abrir nuestras mentes para obtener el acceso hacia otros
terrenos, donde solo unos pocos se atreven a navegar.
De ahí en adelante, los siguientes trabajos
discográficos no solo denotarían la orientación marcadamente progresiva de Death -obviando, por supuesto, el
continuo cambio de integrantes- sino también un compromiso con la ecología y la
exposición de ideas que llamaban la introspección y la observación. Individual Thought Patterns y Symbolic se conformaban como la
prueba irrefutable del camino que debía tomar el Metal a nivel artístico e
intelectual. Y si mencionamos discos completos es porque la obra de Death no se
puede explicar en solo unos cuantos trozos, sino capítulos completos. The Sound Of Perseverance,
partiendo desde el tpitulo, debe ser, por lejos, el más introspectivo y
ambicioso del catálogo de Death, más
aún porque, para su concepción, un tumor diagnosticado sellaba el destino de
quien logró hacer del Metal Extremo un universo sin fronteras y cuya expansión
se prologa hasta más allá de lo que nuestras mentes podrían imaginar. Entre
medio debemos destacar su participación en ese supercombo progresivo llamado Control Denied –solo en la guitarra y
la composición-, pero su legado nunca caló tan hondo como lo fue en el alma del
Death Metal, un género que, las cosas como son, renovó su energía y razón de
ser gracias a una banda que, para muchos, fue el equivalente extremo de Led Zeppelin.
Desde
acá, preferimos dejar que la música hable y darle las gracias a Evil Chuck
donde quiera que esté por haber creado una música tan fascinante, ambiciosa y,
sobretodo, real. Tan real como el pensamiento crítico presente en su filosofía,
siempre incólume al paso de los años. Que ese pensamiento fluya como lo que nos
mueve a seguir en esto…LET THE METAL FLOW!!!
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