Tres
décadas hubo que esperar para la primera vez de una agrupación cuyo status de
culto se erigió en base a una propuesta basada en la fusión de vanguardia y
Metal, llevándola hacia terrenos fuera de lo convencional. Neurosis, referente absoluto de un sonido que expande todas las
fronteras existentes para envolvernos en su propia visión del apocalipsis,
debutó en nuestro país luego de tres décadas en la carretera, y lo hizo a su
manera. Con formación titular e histórica, y siempre liderados por Scott Kelly,
los de Oakland no se guardaron nada y repasaron la totalidad de su discografía
-a pesar de la omisión de los primerizos Pain
of Mind (1987) y The Word As
Law (1990), más ligados al hardcore-punk que al Post-Metal que sería su
firma durante los '90- al mismo tiempo que su repertorio le dedicó una gran
porción al reciente Fires Within Fires
(2016), trabajo con el cual el quinteto ha reafirmado la vigencia de un
legado que, tras la consagración a mediados de los '90 con el insuperable Through Silver In Blood (1996),
se convirtió en escuela para toda una generación ávida de nuevas experiencias
sonoras y viajes rumbo a lo desconocido. Por lo tanto, el ritual de anoche en
el club Blondie calificaba como imperdible, tanto para quienes sabían con lo
que se iban a encontrar como para los que solo aguardaban la sorpresa.
A eso de las 20:30, los primeros fuegos
arderían de la mano de La Bestia de
Gevaudan, agrupación local cuya propuesta radica en la psicodelia con
tintes claramente lisérgicos, reforzada con una experticia técnica a la altura
de su entrega en el escenario. Con Diego Yañez (guitarra, voz, programación) al
frente, los de Bulnes interpretaron un set reducido en cuanto a tiempo, pero
con la fuerza suficiente como para introducirnos en la furia implacable con que
discos como Traidor (2013) y Feral (2015) se ganaron un sitial
de honor en la lista de fundamentales del Post-Metal nacional. Ritmos reptantes
respaldados por una identidad sonora que, pese a su capacidad de camuflaje,
mantiene su esencia bestial en base a rugidos sonoros que surgen desde las
profundidades como invitación a romper todo tipo de barreras impuestas por el
ser humano desde la oscuridad del tiempo. Y cuando la música adquiere tamañas
dimensiones, es porque hay un objetivo que va mucho más allá de la música como
solemos suponer a diario.
Poco después de que La Bestia de Gevaudan terminara su presentación, quienes estábamos
presentes en un recinto con alta concurrencia pudimos ser testigos de cómo los californianos
de Neurosis armaban y configuraban
su propio equipamiento en medio de la euforia y grata sorpresa entre los fans.
No es para menos, puesto que si acaso una de las claves para el éxito obtenido
por Neurosis en tres décadas de carrera es la integridad artística ante todo, y
la autogestión como modelo de trabajo a seguir en una época en que los sellos
independientes parecen ser absorbidos por los gigantes de la industria o,
simplemente, una apuesta musical similar es tomada como un riesgo que pocos se atreven
a tomar por miedo ante un posible fracaso. No la tuvieron nada de fácil los de
Oakland y a pesar del éxito obtenido hace más de dos décadas, aún trabajan duro
con tal de superarse a sí mismos, siempre conscientes de que construyeron algo
que va mucho más allá de una etiqueta.
Una vez todo dispuesto para el ritual
esperado durante años -¿alguien realmente tenía la esperanza de que esto
ocurriera?-, el inicio con "Lost" nos sumergió de inmediato en un
océano sonoro con marejadas cada vez más intensas, hasta desatar la tormenta
total. Es cierto que Scott Kelly es el ideólogo principal desde los inicios en
1985, el director artístico, pero el aporte del baterista Jason Roeder y el
bajista Dave Edwardson -los otros dos fundadores-, es invaluable, no solo a
nivel de experticia técnica, sino también como intérpretes y componentes de un
espectáculo que invita a cerrar los ojos y dejar que nuestros pensamientos
fluyan como la naturaleza en su libre albedrío. Por supuesto, la guitarra de
Steve Von Till -un tipo que derrocha toneladas de actitud- y los
teclados/sintetizadores a cargo de Noah Landis -contratado en 1996, debutó en
grande con el supremo Through Silver
In Blood al año siguiente- completan un equipo que se ha mantenido
incólume al paso de los años y concibiendo un sonido que se basta por sí solo
para mantener su frescura y el sentido innovador con que Neurosis ha forjado su
legado hasta hoy.
Nada
de pausas ni saludos hacia el público, la música es lo que importa. Neurosis lo
aplica a su manera, como alumnos aventajados de la escuela fundada hace casi
medio siglo por King Crimson y Black Sabbath, con la furia incendiaria del Metal y una orientación
notoriamente progresiva conforman una atmósfera de caos, muerte y decadencia
mental hasta vaciar la mente de todo residuo de paz y raciocinio. "The
Web", "A Shadow Memory", "Locust Star", "Fire Is
The End Season", "Water Is Not Enough" y "Broken
Ground", una tras otra, conformaron un set elaborado con asombrosa
inteligencia, donde el asunto va más allá de intercalar el pasado con el
presente. Neurosis es una banda que mira siempre hacia adelante, imponiendo su
propia visión de un mundo desahuciado y condenado su funesto destino sin nada
que pueda evitarlo. Si en el mundo de Sigur Ros prima la belleza y la luz, la
experiencia de Neurosis implica todo
lo contrario: la humanidad con sus días contados y la desesperación que
conlleva habitar un mundo envuelto en tinieblas se traducen en una banda sonora
cuyos efectos en vivo fácilmente nos pueden conducir a un infarto cerebral con
daño irreversible y secuelas permanentes. Mención similar debemos hacer para
"Takeahnase", corte original del impecable Souls At Zero e
interpretado solamente en una de las fechas en Brasil durante toda la gira
sudamericana.
Es necesario afirmar que la gran virtud de Neurosis, a nivel de componentes, es la
solidez con que la banda sale a desplegar todas sus credenciales. Nada de
jugadas individuales ni muestras de virtuosismo "para la galería",
como diríamos en jerga futbolera. Sin embargo, cuando hablamos de una
alineación con más de dos décadas en la carretera, es porque hay un compromiso
mutuo, no solo con la música, sino también con la entrega en directo. Bien lo
sabe Noah Landis, cuya tarea no se reduce "solamente" a recrear las
atmósferas sonoras con que la banda expande su poder. Cuando hay que cabecear y
moverse sobre el escenario, el tipo lo hace y lo siente a su manera. Mención
similar para Steve Von Till, un guitarrista que, además de compartir labores
con el 'jefe' Kelly en las guitarras, se mueve sobre el escenario como si
estuviera en un abrumador trance hipnótico, a lo que debemos sumar su tremendo
desempeño en las voces, labor que comparte con el mandamás del sello Neurot
Recordings y otro histórico como lo es el bajista Dave Edwardson, este último
cumpliendo su papel en las bajas frecuencias con una categoría a la altura de
la reputación de la banda que ayudo a fundar hace 30 años. En tanto, Jason
Roeder, a juzgar por su pantagruelesco desempeño, nos presenta su currículum
como miembro fundador e instrumentista con especialidad en ritmos
descomunalmente tribales y golpes repletos de sangre ardiendo hasta la médula.
Y Scott Kelly...es complicado agregar algo acerca de alguien que, pese a su
bajo perfil, forjó una historia que se resiste tenazmente a la nostalgia y los
directos con "sandías caladas". No solo es el alma-máter de esta
máquina infernal llamada Neurosis,
sino también un tipo que fija su mirada hacia adelante y cuya inspiración en
héroes como Voivod, Amebix, Black Flag, Celtic Frost, Black Sabbath y los mismísimos King Crimson lo llevó a darle forma y vida a una propuesta que aún sigue
rompiendo los moldes impuestos por la industria, siempre apuntando al caos como
forma de vida y pensamiento, en el buen sentido de la palabra.
Si
bien en los trabajos más recientes el frenesí asesino de los días de Through Silver In Blood y Times At Grace (1999) pareciera
menguar hasta cierto grado, "At The End of The Road" y "Bending
Light" se defienden solas en vivo, y el poder de ataque presente en los
recientes álbumes Given To The Rising
(2007) y Fires Within Fires
(2016) se amplifica con una monstruosidad casi mitológica. Para el
final, una dupleta de lujo, compuesta por "Stones From The Sky"
-hermana de los Tool de la época del
Lateralus, aunque mucho más venenosa
y cero intención terapéutica- y la iracunda "The Doorway", remate
perfecto para poco más de 90' de infierno sonoro sin concesión a nada que no
sea el fin de lo racional y la supremacía del caos en su forma más pura. Para
la postal del recuerdo, un alborozado Scott Kelly sosteniendo la bandera de la
nación mapuche, irrefutable señal de compromiso con una lucha que, después de
cinco siglos, se mantiene constante de una u otra forma. Ante los bramidos de
la Tierra, es mejor estar preparados ante el inminente desastre, porque será en
ese momento cuando nuestras emociones se pongan a prueba. Si acaso hubo una
época en que la razón fue considerada una deidad en respuesta al oscurantismo
religioso del medioevo, Neurosis nos
expone una visión de la realidad purificada, libre de todo tipo de orden y
lógica impuestos por el ser humano. ¿Podemos visionar una segunda oportunidad?
Que lo diga el tiempo… y el propio Scott Kelly, jefe máximo y genio silencioso.
Una cosa es segura: nadie salió ileso de la tormenta sonora provocada por los
de Oakland. Una tormenta que apunta directo a nuestro sistema nervioso y nos
hace tambalear entre la dura realidad y la perversa fantasía.
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Remigio Olivares
1 Comentarios
Siempre es una agrado leer a Claudio. El sello de The Resistance
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