#Especial: Sepultura-Roots "Compromiso con la raíz"


¿Qué sería del Metal en Sudamérica -o Latinoamérica, como prefiera- si no hubiera existido Sepultura? Dentro de todas las teorías posibles, la más certera tiene que ver con la identidad. No solo la de la propia banda, sino la de un género que, hasta fines de los '80, parecía ser propio de las grandes potencias del hemisferio norte. Y si bien cualquier otra agrupación sudamericana pudo haber corrido la misma suerte si la banda fundada por los hermanos Cavalera no hubiese llegado  tan lejos, otra agrupación hubiera tomado su lugar, una constante en la historia de la humanidad por muy relativo que parezca. Pero lo cierto es que los de Belo Horizonte, luego de conquistar Brasil y, luego, todo el continente, gracias a trabajos como Schizophrenia (1987), Beneath The Remains (1989) y el colosal Arise (1991) -todos obligatorios para cualquier amante declarado del Metal Extremo-, tenían como objetivo superarse a sí mismos y expandir sus fronteras más allá de lo que permitía la rigidez del Death Metal, género que terminaría por consolidar su dominio a comienzos de los '90. El impacto global generado con la aparición de Chaos A.D. (1993) le dio la razón y en menos de una década Sepultura lograba instalarse en la cima del mundo. Ya no era solamente la banda más importante del Metal en el continente, sino de todo el planeta, a la altura de Metallica y Slayer. La obra del '93 dio cuenta de una libertad creativa con que Max e Igor Cavalera, junto a Andreas Kisser y Paulo Jr., dictaban cátedra respecto a la identidad del género respecto a lo que ocurría en EE.UU. Inglaterra, Alemania y todo lo que abarcaba el norte del globo terráqueo. La inclusión de piezas instrumentales como "Kaiowas", la denuncia latente en "Refuse/Resist" y "Territory" y la producción a cargo del reputado Andy Wallace -responsable de la mezcla en Arise- revelaban el fuerte compromiso de los brasileños con la raíz de su tierra natal y las causas socioculturales a las que se refería Max en sus letras.



  De esta manera, luego de una exitosa gira mundial que incluyó su debut en suelo nacional en 1994 en el Teatro Monumental -teloneados por nuestros ahora consagrados Criminal-, y con el mundo a sus pies luego del batatazo que significó la aparición del tremendo Chaos A.D., Sepultura viaja a Nueva York, para iniciar las sesiones de grabación de lo que será su próximo álbum, el más ambicioso, complejo y comprometido de todo su catálogo hasta entonces. Nos referimos a Roots, un trabajo que, desde su publicación en febrero de 1996, despertará sentimientos encontrados entre los fans. Por entonces, el fenómeno del Nü Metal liderado por Korn se tomaba por asalto la escena metalera norteamericana, complementando la reinvención iniciada a comienzos de la década por Pantera. Uno de los grandes responsables del surgimiento y auge del género sería el visionario productor Ross Robinson, partícipe en el explosivo LP debut de Korn y quien desempeñaría un papel similar en los inicios de bandas como Slipknot, Limp Bizkit y Deftones, entre otras revelaciones de los '90. Robinson asume como productor en Roots y los resultados de su trabajo quedarían plasmados en los más de 70' de música que conformaría la placa.



El inicio con "Roots Bloody Roots" habla por sí solo. Bailable, incendiario, directo. Un coro que remece el suelo desde la misma raíz, llamando a defender lo que nos pertenece con nuestra vida. Guitarras que no necesitan demostrar virtuosismo ni solos desquiciados para dejarte en shock, a lo que se suma una base rítmica constante -Igor Cavalera, un fuera de serie cuando se trata de percusión, no solo en el Metal- y que solo baja la velocidad para darle más peso a la cosa. Para quienes éramos niños en 1996 -en mi caso, yo acababa de cumplir 12 años-, pasó a ser una revelación y, más tarde, un himno. Para los fundamentalistas algo así fue sinónimo de traición. Pero cuando se trata de canciones buenas y certeras, los fundamentalismos pueden irse al tarro de la basura. Quienes fuimos niños en los '90 descubrimos a Sepultura con esta canción tan emblemática como su video, una Declaración de Principios por parte de una agrupación que rinde homenaje, a su manera, a su tierra natal. A la raíz misma.



  Si bien "Roots Bloody Roots" fue la canción más emblemática del álbum, "Attitude" -inolvidable el videoclip con la banda tocando en medio de una pelea al estilo 'todo vale'- no se queda atrás y acentúa de manera notable el concepto de raíz desde el inicio con Max Cavalera tocando el berimbau. La influencia industrial por parte de Ministry y Godflesh resulta tan evidente como fundamental en la identidad cada vez más pulida de los brasileños, con Andreas Kisser ejerciendo de manera brillante su rol en la sonoridad característica de Sepultura. Nota aparte para Igor Cavalera, un baterista que no duda en romper esquemas convencionales gracias a su soberbio despliegue de poder y categoría, al igual que en la ganchera "Cut-Throat", cuyo coro retumba de manera automática hasta impregnarse en tu mente.

Si acaso debe haber un corte que define de manera fidedigna lo propuesto en Roots en cuanto a concepto, ese debe ser "Ratamahatta". Una pieza tan extraña en su forma como certera al momento de su aparición e inclusión en el álbum del '96. Tal como se puede reflejar en la participación del baterista David Silveria, es innegable la influencia de Korn en estos Sepultura cuyo nivel de transgresión artística sacudía a su cada vez más numerosa legión de fans, fuera a favor o en contra. Pero la presencia en las voces del reconocido músico brasileño Carlinhos Brown -ex-integrante del grupo musical Timbalada, autores de varios éxitos, entre ellos alguno que obtuvo relevancia gracias a su aparición en una destacada teleserie nacional de los años '90- nos recuerda que, pese a lo que muchos consideraron una 'aberración', Sepultura era una banda que podía hacer lo que quisiera, jugar en su propia liga, recordándonos, a la vez, que Roots no es un álbum convencional de Metal, sino un homenaje hacia nuestra tierra, completa Declaración de Principios respecto a la identidad del género dentro del contexto en cuestión, como lo refleja su singular videoclip, auténtica pieza de arte en su estado más puro. "Breed Apart", sin ser tan reconocida como sus antecesores en el tracklist, termina por definir las intenciones de estos cuatro músicos brasileños respecto al concepto expresado en el álbum, con Max Cavalera desempeñando un tremendo trabajo en las voces mientras Andreas Kisser saca a relucir sus fichas en las seis cuerdas. Notable la sobria pero siempre eficiente tarea de Paulo Jr. en el bajo en pasajes como "Straighate", marcando la profundidad necesaria para que las guitarras a cargo de Max Cavalera y Andreas Kisser realicen su tarea de manera 'asesina', incendiando todo a su alrededor.



   Luego de la breve pero siempre necesaria metralla de riffs descargada en "Spit", llegamos a uno de los momentos más interesantes de Roots, precisamente donde se sustenta la columna vertebral del Sepultura '96, la atmosférica y angustiante "Lookaway". Siniestra, amenazante, retorcida a más no poder y dejando en claro que el nombre 'Sepultura' va mucho más allá de un género musical. La fanaticada más 'ortodoxa' nunca le perdonó a la banda el haberse atrevido a explorar territorios desconocidos, de donde fue extraída una tremenda cantidad de nuevos colores, listos para ser incorporados a la paleta. Y eso fue positivo si consideramos que ese atrevimiento, para gusto de unos y disgusto de otros, no dejó indiferente a nadie. A eso debemos agregar el trío vocal que conforman Max Cavalera, Mike Patton y Jonathan Davis quienes no solo participaron como 'invitados de lujo', sino más bien fueron partícipes activos en una época marcada por los cambios y la utilización de recursos tecnológicos al alcance, frente a lo cual solo unos cuantos supieron sacarle provecho con sabiduría. El track 8 de Roots, al igual que el resto de la placa, es un momento único y su trascendencia le valió a los de Belo Horizonte una puerta de entrada para una fanaticada que no tardó en renovarse. Muchos de los recién iniciados -me incluyo-, quedaron 'marcando ocupado' ante semejante despliegue de originalidad y clase por parte de una agrupación que, una década antes, iniciaba sus pasos claramente influenciado por la primigenia escena Death-Thrash Metal originada en EE.UU., Alemania y otros lugares del Norte del globo.

"Dusted" revisita los momentos destellantes del anterior Chaos A.D., mientras "Born Stubborn" reafirma de manera aplastante el desempeño de Igor Cavalera, fundamental al momento de plasmar de manera gráfica la diversidad transgresora con que Sepultura pavimentaría su propio camino, reafirmando lo insinuado en el '93. Seguido del interludio instrumental a cargo de la instrumental "Jasco", "Itsari" -'raíces', en la lengua de los nativos xavantes- recrea de manera gigantesca la portada del álbum mediante su ejecución tribal. Lo interesante es que, si bien nunca ha sido interpretada en vivo, por otro lado la pista de audio fue utilizada como intro para los shows de la gira promocional de Roots. Destaca el hecho de que el sonido más ligado al folklore se intercala de manera magistral con la fuerza aplastante de las guitarras eléctricas, como ocurre en "Ambush", uno de los cortes menos conocidos de la placa, pero que mantiene el hilo conductor de la placa, siempre orientado a expandir sus fronteras tanto musicales como estéticas.

La experimentación con que Roots se distingue de manera única cobra una fuerza tremenda en "Endangered Species", cuyos cinco minutos en su versión de estudio podían extenderse al doble sobre el escenario. Prueba irrefutable de que Sepultura, en 1996, a pesar de las acusaciones por parte de quienes esperaban otro Arise, se movía a sus anchas, siempre con la intención de descubrir nuevos elementos a los que agregar en su propuesta ya entonces consolidada. Y si bien el concepto era atribuido a la mente brillante de Max Cavalera, la solidez grupal fue decisiva en todas sus líneas. Y rematando el disco, una demoledora y canalla "Dictatorshit", con toda la vibra devastadora del Hardcore-punk muy en la vena de Dead Kennedys, así como su letra y título recuerdan el Golpe de Estado que derivó en un brutal régimen dictatorial durante dos décadas (acá y en la cuasi totalidad de las naciones latinoamericanas sabemos perfectamente de qué se trata el asunto y cuáles fueron sus consecuencias). Y si bien "Dictatorshit" aparece enlistado en la contraportada del álbum como el track final, mejor dejar que siga corriendo el álbum y así llegar al corte escondido titulado "Canyon Jam", un ejemplo de cómo la World Music fue determinante en la dirección musical orientada a los ritmos propios de Amazonas y las tribus indígenas que aún habitan los territorios selváticos. De esta manera, el título del álbum y la portada cobran un sentido real, así como el mensaje que transmite Max como ideólogo, escritor e intérprete.

 Más allá de la controversia generada en su momento, Roots marcó un hito irrepetible en la historia de Sepultura. La banda llegó a su punto máximo de creatividad, sobrepasando todas las etiquetas existentes y se ganó merecidamente un lugar privilegiado en el mainstream de los ’90. Las comparaciones con Led Zeppelin debido a la extraña pero potente mezcla de Metal con ritmos y sonoridades propias de las culturas nativas latinoamericanas -los ingleses hicieron algo similar en los ’70 pero con elementos rítmicos de origen africano- tenían razón de ser y Sepultura pasó de ser la revelación sudamericana a liderar la Primera División del Metal mundial durante la temporada ’96, en tan solo una década. Desgraciadamente, la era dorada de los de Belo Horizonte no tardaría en llegar a su fin luego de una serie de hechos que terminarían por minar el ambiente interno, gran parte debido a la relación que sostenían Max Cavalera y su esposa Gloria, entonces manager de la banda. El matrimonio se sumía en un hermetismo que mantenía cada vez más alejado a los tres miembros restantes, por lo que unas horas después de una presentación en Londres el 16 de diciembre de 1996, Max Cavalera abandona la banda -le seguiría en 2007 su hermano Igor, con quien se reconciliaría ese año y unirá fuerzas bajo el nombre Cavalera Conspiracy- que fundó luego de más de 10 años al frente. Los efectos de su partida se harán presentes muy pronto: el declive creativo y las constantes declaraciones cruzadas entre Max y sus ex compañerosde ruta marcarían el camino cuesta debajo de la que alguna vez dominó la escena metalera de todo un continente. Nada volvería a ser igual, a pesar de la positiva recepción que obtuvo el reciente The Mediator Between Head And Hands Must Be The Heart (2013). La polémica salida de su fundador y líder fue suficiente para que Roots se viera envuelta en una mala prensa, resultando en el odio por parte de un importante sector de su fanaticada más dura.

  Roots, más allá del amor y odio generado hasta hoy, debe ser, con facilidad, la última obra maestra de una de las agrupaciones más importantes de Latinoamérica y el mundo. Complejo y certero al mismo tiempo, repleto de un concepto que hizo escuela entre quienes sabían que el Metal iba mucho más allá de etiquetas y dogmas que muchas veces limitan más de lo que permiten. De paso, constituye la reivindicación de la identidad de todo un continente y la preservación de la cultura nativa previa a la llegada del hombre europeo hace más de cinco siglos. Por primera vez, el Metal sudamericano mostraba su verdadera cara, maquillada al más puro estilo de las etnias sobrevivientes en esta parte del mundo. "I pray we don't need to change. Our ways to be saved", proclamaba "Roots Bloody Roots", el último gran himno de los de Belo Horizonte. El destino, técnicamente, diría otra cosa, pero, a pesar de los fundamentalismos existentes -siempre los habrá-, Roots refleja el compromiso de la agrupación más icónica del Metal en Latinoamérica con sus raíces y la ardiente sangre con que todo un continente alza la voz ante los intentos del hombre blanco europeo por imponer su supremacía en base a la codicia. Sepultura creyó en la fuerza de su raíz, de manera transparente y sin fingir nada que ellos no fueran. WATCH US FREAK!  







Escrito por: Claudio Miranda.


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