Hace
poco más de una década, Rob Halford afirmaba públicamente que superar la furia
bestial de "Painkiller"
implicaba recurrir a un registro cercano al Death Metal, dejando entrever que
la placa del '90 era el pináculo de un catálogo repleto de fundamentales dentro
del desarrollo y la identidad del Heavy Metal durante casi medio siglo. Aquella
afirmación, pese a la aceptación por parte de los fans, derivaría, indirectamente
en la irregularidad mostrada en la última década: luego del regreso de su
emblemático cantante y la publicación del excelente "Angel of Retribution" (2005), Judas Priest nos sorprendería con el
conceptual "Nostradamus"
(2008), un trabajo tan ambicioso como extraño respecto a lo que, hasta
entonces, era su marca registrada. El desastre se tradujo en la interpretación
de apenas dos de las canciones de un diisco hecho en formato doble y, por qué
no, para ser interpretado en su totalidad. La partida de K.K. Downing y el
anuncio de la gira de despedida Epitaph parecía ser el último capítulo en la
historia de los de Birmingham, pero sería precisamente su reemplazante, un
jovencísimo Richie Faulkner, quien terminaría impregnándole a Priest la dosis de
inspiración y juventud necesaria para continuar en la carretera pavimentada por
el quinteto desde sus inicios en 1969. De esta manera, "Redeemer of Souls" (2014) marcaba la alerta sobre
el regreso de los Dioses del Metal a su mejor forma, pese a la pobre
producción, lo que tanto a los fans como a la propia banda dejó con ganas de un
siguiente álbum, uno que, sin necesidad de pedirlo, pareciera que se ganó el
título de 'clásico inmediato', por muy cliché que pueda sonar.
Producido
en conjunto por el brillante productor Andy Sneap y el histórico Tom Allom
-gran responsable del dominio absoluto de los Metalgods durante los años '80-, "Firepower" es una
llamarada sonora que lo hace arder todo a su paso. Partiendo por la excelente
portada a cargo del destacado ilustrador chileno Claudio Bergamin -reconocido
por sus colaboraciones para Criminal,
Rata Blanca, Nocturnal Rites, Battle
Beast...casi nada!-, la cual recrea las míticas portadas de su era dorada,
tomando como modelo el trabajo del histórico Doug Johnson y adaptando el arte a
los tiempos actuales para reflejar la fuerza flameante e inagotable de una
agrupación que, pese al paso de los años -y a los problemas de salud del uno de
sus componentes fundamentales-, se mantiene en pie encarnando los valores de un
género incólume a todo aquello que pretenda relegarlo a un segundo plano.
Desde el estallido inicial con el track que
titula la placa, no nos queda otra opción que resignarnos ante la paliza sónica
que se nos viene en un abrir y cerrar de ojos. Un Rob Halford a quien la
afinación medio tono más abajo le permite explotar todos sus recursos vocales,
al punto de estremecerte las tripas. Algo similar ocurre con la dupla compuesta
por el mencionado Richie Faulkner y el incombustible Glenn Tipton, quien, pese al
Parkinson diagnosticado hace poco más de una década, nos da una cátedra de
actitud y sentimiento como exponente supremo de las seis cuerdas en el Heavy
Metal desde los oscuros años '70. Y qué decir de la sociedad rítmica formada
por el siempre sobrio pero fundamental bajista Ian Hill -un bajo perfil
compensado por un trabajo que combina solidez y profundidad, el albañil a cargo
de la muralla sónica de Priest- y el
baterista Scott Travis -responsable, desde su debut en el supremo "Painkiller", de mantener
intacto el groove asesino con que los británicos han sabido mantener intacta la
única Fe que importa-, rindiendo con una calidad a prueba de todo tipo de
limitaciones, tomando en cuenta la frescura con que estos veteranos se atreven
a desafiar los designios del reloj biológico.
Desde la marcialidad épica de "Lightning
Strikes", hasta la melancolía sangrante de "Sea of Red", pasando
por la mala leche de "Evil Never Dies" -, la motivación que transmite
"Rising From Ruins", esta última precedida de una conmovedora pieza
instrumental de piano y guitarra titulada "Guardians". Imposible
encontrar fisura alguna en una placa que reúne lo mejor de cinco décadas de
Heavy Metal con una vitalidad que muchas bandas jóvenes quisieran. A sus 66
años, Rob Halford nos recuerda la
importancia del presente, mientras la dupla Tipton-Faulkner canaliza el
sentimiento incendiario que hace de "Firepower"
una colección de himnos destinados a permanecer en la categoría de
'imprescindibles', prácticamente de manera inmediata. Y he ahí la gran virtud
de esta placa respecto a sus antecesores más recientes: después de haberlo
hecho todo, la lógica es que estos veteranos de mil batallas nos entregaran una
placa que pudiera defenderse por sí misma. "Firepower"
genera mucho más que eso: no es un disco que se defiende, sino que ataca y
resuelve en todos sus flancos. No hay fanatismo ni crítica que valga ante
tamaña muestra de calidad y actitud.
Si bien la placa mantiene una línea que emula el
poder aplastante de "Defenders of
The Faith" y la metralla implacable del mencionado "Painkiller", un track de la
talla de "Never the Heroes" perfectamente podría encajar en el
recordado "Turbo" (1986),
aunque con una letra que da cuenta del compromiso con la realidad en estos días
respecto a los dorados -y locos- años '80. La guerra y las víctimas que cobra
-sí, esa gente que muere en el campo de batalla y llamamos "héroes"
para aliviar el dolor de sus deudos-, es una temática quizás nada de novedosa
dentro del género, pero necesaria de abordar de vez en cuando, sobretodo en
estos tiempos cada vez más difíciles a nivel global, sensación presente también
en "Children of the Sun". Por otro lado, y ya que mencionábamos el
disco del '84, las referencias a esos trabajos están presentes en "Necromancer"
y "Flame Thrower", ambas concebidas en la tradición de las clásicas
"Jawbreaker" y "The Sentinel". Priest al 100%, con Rob Halford desplegando su inspiración en los
comics y la Ciencia-Ficción, todo aquello plasmado en la placa con una fluidez,
hasta hoy, sin parangón alguno. Por supuesto, la labor en las perillas de los
señores Sneap y Allom fue vital en todo sentido.
En conclusión, las cosas por su nombre: el
disco más bestial de Judas Priest
desde "Painkiller",
aquel trabajo con que, en palabras del propio Glenn Tipton, "degollaron al
mundo". Casi tres décadas después, parece repetirse la historia y, lo
mejor de todo, cuando todo un planeta daba por asumido que se había hecho todo
y no era necesario nada más. Eso es, en el fondo, Firepower: una placa
concebida con el alma y la fuerza del Heavy Metal, un género que, insistimos,
sobrepasa todas las fronteras existentes y por haber. De pronto se nos viene la
interrogante: ¿qué pasará con Priest después de esto? Ante toda una infinidad
de posibilidades y las recientes declaraciones de Rob Halford sobre la
permanencia de Glenn Tipton -Andy Sneap tomará su gira en los escenarios, pero
el veterano guitarrista continúa como titular, al menos en la composición-, una
cosa es segura: si este fuera el último álbum de los de Birmingham, sería una
despedida con vuelta olímpica y goleada histórica. A lo grande y consagrando,
nuevamente, un sello grabado a fuego. THE PRIEST IS BACK!
CALIFICACIÓN:
Tracklist:
01. Firepower
02. Lightning Strike
03. Evil Never Dies
04. Never The Heroes
05. Necromancer
06. Children of the Sun
07. Guardians
08. Rising From Ruins
09. Flame Thrower
10. Spectre
11. Traitors Gate
12. No Surrender
13. Lone Wolf
14. Sea of Red
Escrito por: Claudio Miranda
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