A
poco menos de un año desde el lanzamiento de "Odisea" (2017), los nacionales Fénix no tienen empacho en gritar a los
cuatro vientos hacia dónde apuntan. Tal como su nombre lo indica, resurgir de
las cenizas es una tarea de todos los días y la música juega un importante rol,
sobretodo en su faceta más energética, donde la sonoridad del Metal y la
emoción derivan en un mismo objetivo: el reflejo de la naturaleza humana
dirigido hacia la gente común que vive y muere a diario pero que se levanta
cuantas veces sea necesario. Es por eso que la noche del sábado 17 de marzo, la
convocatoria generada en la prestigiosa Sala SCD de Bellavista se sintió de
manera especial, incluso más allá de las referencias al festival Lollapalooza
que se llevaba a cabo y que fue motivo de hilaridad.
La
jornada comenzaría pasadas las 21 horas, con el trío Lechuga abriendo los fuegos con "O Vurdon" y todo el
despliegue de virtuosismo y actitud que ha hecho de la agrupación un aporte de
primer nivel al desarrollo del progresivo a nivel local. Liderado por el eximio
guitarrista Benjamín Lechuga, la banda nos ofreció un set que da cuenta, de
manera sintetizada y detallada a la vez, del presente marcado por trabajos
recientes como "The Search Pt3:
The Hypothesis" (2017), una muestra de originalidad y ambición
musical que les ha valido reconocimiento internacional, con gira europea
incluida. "Insomnia", "Waiting for a Miracle", "Lettuce
& the Gang" y la propia "The Search" se erigen como muestras
irrefutables respecto a las virtudes que manejan, además del mencionado
Lechuga, el bajista Marcos Sánchez y el baterista Felipe Cortés, todos
ejerciendo como intérpretes de categoría mundial y, a la vez, brindándonos una
puesta escénica que da cuenta de cuánto disfrutan el estar sobre un escenario
para entregarlo todo y más, generando desde el comienzo la siempre bienvenida
interacción con el público presente en el recinto ubicado en calle Sta
Filomena.
Como muestra de lo anterior, la antigua "Evil Funk" perfectamente
nos entrega es apostal que hace del trío una unidad que vive, trabaja y respira
con la música. Porque mientras Benjamín Lechuga expande todas las fronteras
sonoras existentes sin renegar de su sello característico, Marcos Sánchez le
proporciona a las bajas frecuencias un distintivo que llega a dar escalofríos
por el sentimiento plasmado en cada nota y slap ejecutado. En tanto, Felipe
Cortés imprime en cada golpe y compás cada segundo de su vida, intercalando
peso y sutileza en el momento indicado.
En poco menos de una hora, Lechuga nos brindó una cátedra magistral
sobre cómo se debe vivir la música y pasarlo bien más allá de exponer sus
credenciales como músicos de excelencia.
Poco
después, ya a eso de las 23:30, el comienzo arrollador con "Paradigmas"
nos introdujo de un patadón a lo que sería una experiencia tan rica en energía
como íntima y espontánea. Eso es Fénix
en vivo desde un comienzo: una unidad compuesta por músicos que toman elementos
del Metal y el Hard Rock para mezclarlos hasta dar con esa fórmula que no sabe
de etiquetas ni fronteras cuando hay algo que expresar y gritar. Bien de
aquello lo sabe Cesar Vigouroux, un frontman que siente el escenario como su
hábitat natural, al punto de interactuar con el público como si fuera una reunión
de amigos y, a la vez, brindarnos una clase de pasión a veces tan necesaria en
el medio. Por supuesto, el trabajo despachado por los guitarristas Marco Ponce
y Matías Vidal da cuenta de un registro sonoro que bebe directamente del Metal
de los '90 y, al mismo tiempo, se muestra fresco e innovador en vivo. En la
base rítmica, la pareja conformada por el bajista Alonso Poblete -gran aporte
también en los coros- y el reputado baterista Guillermo Pereira, aporta con esa
solidez con que la banda abre sus alas de fuego y surca el cielo y el infierno
con la fuerza propia del mito y la realidad.
Todo
lo mencionado en el párrafo anterior se aprecia de manera concreta detallada en
pasajes como "Libertad", "Karma", "Una Vez Más" y
"Sobrevivir", todas en vivo muestras irrefutables de cómo el proyecto
liderado por el trío Vigouroux-Ponce-Vidal, en menos de 365 días, ha trabajado
para darle forma y color a su propuesta hasta sumergirnos en su propio
espectro. Y gran parte de aquello se lo debemos a la presencia que aporta César
Vigouroux en escena, más allá de su desempeño como cantante. Desde la denuncia
de "Prisión" hasta la pérdida humana que inspira una pieza tan
sublime como "Caer", he ahí la gran virtud de Fénix como músicos e intérpretes: el trabajo y la entrega por sobre
cualquier prejuicio respecto a cómo debe ser el Rock/Metal en su esencia. Esa
sensación de honestidad es la que impera y se mantiene firme hasta el final con
"Eclipse", dejando en claro la dirección tomada por la nóvel banda y
lo que le impulsa a componer, grabar y subirse al escenario. Fénix, en vivo, nos desnudó su esencia
con la naturalidad de los grandes: un llamado a levantarnos después de cada
caída y desplegar nuestras alas sin que nada nos detenga. Ni algo tan gigante
como Lollapalooza podría impedirlo.
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Priscilla López
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