Cuando uno lee o escucha el nombre de Living Colour, lo primero que se nos viene a la mente es una banda de Hard Rock compuesta por cuatro músicos negros, todos dotados de una experticia abrumadora y, por ende, maestros en sus instrumentos respectivos. Pero todo aquello suena tan simple y ciego para quienes sabemos que las coincidencias no existen: el cuarteto liderado por los históricos Vernon Reid y Corey Glover, más allá de su reputación como instrumentistas de primer nivel, encarna los valores de la contracultura moderna. Aquella contracultura que, detrás del sabor del groove y el peso de las guitarras, contenía un mensaje que llamaba al pensamiento crítico y, al mismo tiempo, daba cuenta de un sentido del humor único cuando se trataba de barrer con todos los estamentos de una sociedad americana que establece estereotipos raciales y héroes culturales, cual dogma religioso. Por ende, el regreso de los neoyorkinos a nuestro país -tercera visita en 25 años y casi una década desde su recordado show en el Teletón- tenía un sabor especial, tanto en lo que respecta a su reputación como acto en vivo como lo que representa desde hace tres décadas exactas, cuando el insuperable LP debut "Vivid" (1988) se ensalzó como prueba fehaciente de que el Hard Rock en los '80 podía ser mucho más que la música de los blancos y canciones sobre sexo, fiestas, Rock n' Roll y baladas 'cortavenas' para atraer féminas.
21 horas en punto y "Runnin' With The Devil" de Van Halen sonando como cañón para prepararnos para lo que se vendría en el Teatro La Cúpula. De pronto, y en medio de la ovación general, Living Colour sale al escenario sin mayores preámbulos, con su sola presencia basta para caer rendidos de antemano. Los cuatro son liderados por el incombustible Vernon Reid, quien no duda en exponer su versatilidad como bluesman realizado en "Preachin' the BLues", original del legendario Robert Johnson, a quien el Rock n' Roll le debe todo y más. En seguida, una machacante "Middle Man", con la que el experimentado guitarrista -y responsable del sonido inconfundible de la banda- pasa abruptamente de la tradición del Delta Blues al relámpago destellante de las guitarras a la usanza de Eddie Van Halen y Joe Satriani. Casi nada.
Dos horas bastaron para reafirmar la vigencia de una agrupación que, desde hace sus inicios, ha sabido mantenerse fiel a su integridad como artistas y personas. Por ende, no es de extrañar que un par de clásicos ochenteros como "Desperate People" y "Funny Vibe", además de la calurosa recepción por parte de sus fans, se sintieran tan frescas y aplastantes como en sus versiones en estudio. Y si bien es Vernon Reid el hombre detrás de la identidad sonora, el desempeño de Corey Glover como intérprete y frontman resulta abrumador, escalofriante e inspirador a la vez. Y es que tanto su trabajo vocal como la personalidad con que se mueve sobre el escenario nos dejan en claro la evolución lograda en más de 30 años de carrera y con una voz lisa y llanamente intacta, como en sus mejores tiempos. Es cierto, el tipo no se mueve sobre el escenario como antaño, pero su sola presencia irradia una vitalidad que pocos veteranos conservan y exhiben a ese nivel.
Como es sabido, Living Colour se encuentra promocionando el reciente "Shade", trabajo editado el año pasado y del cual destacan cortes como "Come On" y "Freedom of Expression (F.O.X.)", ambos encajando con fluidez en un set compuesto por clásicos en su mayoría y covers (Talking Heads y Notorious B.I.G. Brothers, entre los homenajeados en el set), algunos de ellos incluidos en el citado álbum. Ojo que esto no tiene nada que ver con la "nostalgia", como suelen afirmar los más críticos, sino con mantener la frescura con que la banda simboliza hasta hoy, una mezcla de experticia técnica, groove, buen gusto y discurso que en estos tiempos resulta una necesidad vital. Por cierto, la actitud que transmite "Funny Vibe" en vivo refleja la esencia de la música negra como influencia para todo lo que ha hecho ruido hasta hoy. Motown, Public Enemy y Jimi Hendrix invocados en una sesión única, donde para comprender todo aquello tienes que deshacerte de todo prejuicio respectivo.
Como toda banda compuesta por músicos de ligas mayores, Living Colour consiste en un compendio de individualidades que sobre el escenario se desintegra y ensambla con una naturalidad impresionante. Un equipo donde cada figura, a pesar del nivel de monstruosidad individual, tienen claro hacia dónde todos tienen que remar. Un incendiario Vernon Reid que, a los 60 años, navega entre el Delta del Mississippi y las calles cercanas al Sunset Boulevard de Los Angeles con solo seis cuerdas y un virtuosismo que cualquier músico veinteañero querría tener. Un Corey Glover en sus cincuenta que, además de conservar su inconfundible registro vocal, da cuenta de un aprendizaje musical que le permite exponer matices similares a las de íconos supremos como Ray Charles. Suena exagerado, quizás atrevido, pero mientras la mayoría de sus colegas blancos se sumían en una serie de excesos y polémicas hasta quedar reducidos al recuerdo de una era, en Living Colour primó la expresión artística en su totalidad. Melodías accesibles pero con una calidad a la altura de un mensaje que, hasta hoy, causa eco transversal. La magia de la buena música.
Además de los citados Reid y Glover, imposible obviar el trabajo que se mandan el baterista Will Calhoun y el bajista Doug Wimbish, ambos músicos dotados de una técnica abismal. En el caso del primero, la fuerza con que aporrea los tarros y el exquisito groove con que se convirtió en un modelo a seguir para todo interesado en el instrumento, quedan a la vista tanto en el ensamblaje de la banda como en ese solo alucinante con que el tipo te presenta sus credenciales como eminencia de la percusión en su totalidad, una máquina que hace y deshace a gusto sin perder el fiato con sus compañeros ni un solo instante. Respecto a Wimbish, ¿qué se puede decir de su presencia como generador de las bajas frecuencias y dueño de un sentido único del arte? Las palabras sobra porque en pasajes como "Swirl", su solo de bajo con efecto de agudos habla por sí solo. Las cosas como son: en Living Colour no basta la técnica por sí sola, también cuenta la actitud, y esta última es desbordada por toneladas. Calidad en su máxima definición.
Si bien el sonido estuvo prácticamente "pegado al techo" a nivel de volúmen, nada de aquello impidió disfrutar el espectáculo en su totalidad. "Ignorance Is Bliss", "Wall", "Glamour Boys" -una cuyo coro es un obligado para todo fan- y "Type" se dejaron caer seguida, cual bombazos de música y groove letales, suficiente como para mover el cuerpo hasta del más escéptico. De la misma forma también reinó la emoción a flor de piel con que "Open Letter (To a Landlord)" nos hace vibrar en cada nota, tanto en los momentos más "suaves" como en esos pasajes donde lo que importa es "dejar la cagá", en buen chileno. Una postal para enmarcar: un alborozado Corey Glover que no se conforma con que sus fans se "apropien" de sus himnos en cada coro, sino también quiere sentirlos en carne propia, como ocurre en la megaclásica "Cult Of Personality". Una fiesta en todo sentido, donde el baile y el Hard Rock imperan y conviven, siempre con la categoría de los grandes de verdad, sin caer en lo banal. Lo mismo podemos afirmar respecto a la centrífuga humana generada con la ráfaga implacable de "Time's Up", momentos así son los que definen la comunión entre una agrupación que lo da todo en el escenario sin perder la compostura y un público ávido de actitud, buena música y contenido tan real como vigente.
Luego del extraordinario solo de batería a cargo del sobresaliente Will Calhoun, llegaría el final con una potente versión de "Rock and Roll", el mega clásico de Led Zeppelin que intercalan con "What's Your Favorite Color?", uno de los seis cortes interpretados del supremo "Vivid" y con el cual culminan una presentación imposible de olvidar, por ahora. Cierre perfecto para una fiesta que rindió homenaje a la contracultura como forma de vida y pensamiento. Al menos ese concepto es el que se nos viene a la mente de inmediato con "Elvis Is Dead" y ese coro tan insolente como honesto. Es cierto, el "Rey del Rock" está muerto -eso suponemos-, pero la actitud está más viva que nunca y su poder de ataque derriba todo tipo de murallas. Por lo tanto, y haciendo alusión a la letra del mencionado himno, cada vez que alguien diga que los negros no pueden tocar Rock/Metal, pásale una copia del "Vivid" y verás cómo le cambia la percepción respecto al arte y su color de piel. Así se genera contracultura y Living Colour lo lleva en el ADN.
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