A comienzos de año, una serie de
imprevistos obligó a Pain Of Salvation a postponer su regreso a Sudamérica unos
cuantos meses respecto a lo agendado anteriormente. La espera por el regreso,
por lo tanto cobró una fuerza especial, no solo por el presente reflejado en el
supremo "In The Passing The Light
Day" (2017), sino también por tratarse de un referente de culto del
Progresivo en la era moderna y exponente de una propuesta que apela a la paleta
de colores para pintar en cada trabajo un gigantesco lienzo sonoro, donde las
emociones humanas y la generación de atmósferas se toman de la mano para
sumergirnos en un universo cercano a nuestra sensibilidad. El trabajo
promocionado en esta gira, uno de sus trabajos más sobresalientes, grafica de
manera certera el estado de gracia con que los suecos escriben su historia,
siempre con base en el presente, la constante evolución y una integridad
artística firme ante el paso del tiempo y las tendencias del momento. Por ende,
la reunión de anoche en el Club Blondie motivó una altísima convocatoria, tanto
fans de la banda como seguidores del Progresivo como una actitud que invita a
probar con distintos sabores sin sacrificar un ápice de su identidad.
La velada comenzaría pasadas las 20
horas de la mano de Claudio Cordero Trío,
agrupación comandada por el reconocido guitarrista nacional, quien en poco más
de una década ha cultivado una merecida reputación como exponente de las seis
cuerdas en favor de la experimentación con forma de Metal. "Outatime",
"Quasar" y "Megalodon" fueron algunos de los pasajes en los
que el combo expuso todas sus credenciales a nivel de ejecución y puesta en
escena, con la música hablando y abriendo un vórtice hacia otro universo. Todo
aquello resulta posible cuando, a la maestría soberbia de Claudio Cordero, le
sumamos la furia sistemática con que Felipe Cortés aporrear los tarros,
mientras el bajista Felipe Leyton aporta al manejo de las bajas frecuencias con
una sobriedad escénica inversamente proporcional a su presencia en el sonido
característico de una de las agrupaciones instrumentales más importantes de
nuestro país. Media hora bastó para desplegar un set acotado pero suficiente
como para anticiparnos lo que sería una jornada repleta de calidad, magia y
pasión con el voltaje al máximo.
Poco después, llegaría el turno de Lechuga, combo comandado por el
destacado guitarrista chileno Benjamín Lechuga y exponente de una propuesta
algo más distinta respecto al acto anterior de su colega, mucho más orientado a
la diversidad de tonalidades musicales con que el Rock se expande y, a la vez,
mantiene su sello inconfundible. Tal como uno puede apreciar en cortes como
"Waiting for a Miracle" y la más 'vacilona' "Evil Funk",
dos ejemplos clarísimos sobre esta versatilidad artística que encandila de
entrada. Felipe Cortés no solo se repite el plato, sino también nos demuestra
el asombroso fiato que entabla con el bajista Marcos Sánchez y el mismo
Benjamín Lechuga, todos músicos
dotados de una maestría de clase internacional y, a la vez, partícipes de un
espectáculo donde la pasión y la clase echan fuego de manera conjunta.
Magnánimo es decir poco y, cuando se trata de una agrupación como Lechuga, nos queda claro que el nivel
de calidad a nivel local se desborda como ese aluvión musical repleto de buen
gusto y originalidad.
22 horas en punto y la espera de seis
años llega a su fin con el inicio cósmico de "Full Throttle Tribe",
el indicador perfecto de lo que sería una terapia para los sentidos y todos los
gustos. Nada de introducciones con parafernalia ni nada parecido, simplemente
hacer lo tuyo y que todo siga su curso como un río. Es la sensación que nos
genera el quinteto comandado por Daniel Gildenlow, un multi-intrumentista
dotado de una entrega a la altura de sus virtudes como músico y compositor. Al
histórico fundador y líder se suman el guitarrista Johan Hallgren, el bajista
Gustaf Hielm -reconocido por su paso en Meshuggah
a mediados de los '90-, el tecladista Daniel "D2" Karlsson y el
baterista Léo Margarit. Todos formando un ensamble dotado de ilimitado poder y
gran sentido del arte como ventana hacia la sensibilidad de sus propios
creadores.
Al tremendo inicio con "Full
Throttle Tribe", le sigue "Reasons" y su metralla de matemática,
poesía y pasión hecha melodía. Si alguien tenía dudas respecto al éxito con que
"In The Passing Light Of
Day" se impuso como uno de los trabajos más sobresalientes del año
pasado y, por qué no, de la década en curso, desde el comienzo queda claro que,
tanto en vivo como en estudio, Pain Of
Salvation disipa todas esas dudas de inmediato. ¿Cómo no caer de rodillas
ante tamaño despliegue técnico en favor de la música? Un Daniel Gildenlow al
tope de sus facultades, sin flaquear por un solo instante, secundado en la
guitarra por un aguerrido Johan Hallgren, un 'vikingo' sale a atacar con su
instrumento y pareciera estar dispuesto a dejar la vida en el campo de batalla.
El protagonismo es compartido, no cabe duda, pero de entrada nos queda claro
quién(es) dirigen esta incursión hacia lo desconocido.
Una vez concluido el repaso por el
primer tramo de "In The Passing..." con "Meaningless", nos
pegamos el primer salto hacia el pasado reciente con el blues vintage de "Linoleum",
de esos pasajes que nos recuerdan lo que debe ser el Progresivo, una actitud
más que una etiqueta, siempre incursionando donde pocos se atreven a poner un
pie. Y si muchos pensaban, a esas alturas, que los suecos solo se limitarían a
"hacer la pega", la sorpresiva inclusión de "Trace of
Blood" se erige como señal de agradecimiento hacia aquellos fans que estuvieron
ahí y se entregaron al tornado sonoro con que el recinto repleto se volvió un
mar de gente saltando y coreando cada verso como el himno de sus vidas.
Grandeza en su máxima definición y una comunión que conmueve hasta al más
escéptico, como también pudimos apreciar en las siguientes "Beyond The
Pale" y "Kingdom Of Loss". Un espectáculo visual y auditivo que
supera toda expectativa existente y por haber.
A medida que el set avanza, también ocurre lo
mismo con el ambiente reinante. Y es que cada concierto de Pain Of Salvation es un ritual donde convergen nuestras emociones
más escondidas con el buen gusto musical, sin necesidad de abanderarse con un
solo estilo. Y son esas emociones las que afloran en "Inside Out" y
la clásica balada "Ashes", cuya letra resume el concepto de
"amor" con que los suecos se ganaron, en los albores del presente
milenio, un lugar en el corazón de su legión de fans y la atención de otras
latitudes, en todo sentido. Daniel Gildenlow, un monstruo de esos que en vez de
asustar, transmiten calidez y honestidad con una maestría abismal. Qué decir de
D2, un tecladista que de vez en cuando se enfunda la guitarra y, desde la
sobriedad de su posición en el escenario, cumple un rol de vital importancia en
el sonido de Pain Of Salvation como
una terapia necesaria para el alma. Estremecedor hasta las lágrimas, al igual
que el cierre del set regular con "Silent Gold" y "On a
Tuesday", esta última con el baterista Léo Margarit tomando el micrófono
desde su batería y luciendo sus cualidades vocales con una prolijidad a la
altura de la pasión que sudamos en cada nota y acorde. Por cierto, cuántas
veces habré mencionado la palabra "pasión" en esta nota? La verdad es
que poco y nada importa cuando se respira algo tan escaso en estos tiempos.
Para el final, una dupleta que diría
bastante respecto al enfoque tomado por los suecos desde sus inicios hace más
de dos décadas. Primero con una aplastante versión de "Inside", donde
la batería de Léo Margarit y el bajo de Gustaf Hielm se alzan como protagonistas
y, al mismo tiempo, brindan la solidez necesaria para que la tripleta
Gildenlow-Hallgren-Karlsson se mueva de manera espontánea en el espectro
musical del quinteto. Y como broche de oro, "Passing The Light Of
Day", evidencia rotunda respecto a la dirección a la que apunta Pain Of Salvation, como ha sido su
principal virtud desde un comienzo. Final perfecto para un ritual de música
concebida con el alma e inspirada en la realidad humana de cada día, y del cual
fuimos partícipes privilegiados, descubriendo en carne propia la forma de una
luz que siempre estará guiándonos por el camino indicado.
Lechuga:
Pain of Salvation
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