La convocatoria que genera Vader en la fanaticada local como
estandarte del Death Metal europeo y mundial desde hace más de un cuarto de
siglo era evidente. En el marco de los 25 años del supremo “The Ultimate Incantation” 1992, el solo hecho de
interpretar de manera íntegra la mencionada placa fue motivo suficiente para
repletar el Club Subterráneo, recinto cuyo reducido aforo –respecto a otros de
más capacidad dentro del circuito metalero de la capital- le dio un ambiente
más íntimo al ritual protagonizado el viernes pasado por los polacos, con el
eterno Peter Wiwczarek a la cabeza, un tipo que viene fraguando su sed de
sangre desde los años ’80, cuando era un adolescente a quien el Speed-Thrash de
la época lo marcó en un camino que terminaría derivando en un sonido mucho más
extremo y brutal, tal como sería en los albores de los ’80.
Poco antes de las 20 horas, el
Deathgrind de los nacionales de Ritual
Of Flesh empezaría por calentar el ambiente desde el comienzo con su propuesta
que combina lo más puñetero del Metal Extremo con gruñidos altamente repulsivos
–como debe ser siempre- y una puesta en escena que da cuenta de lo sanguinaria
que puede ser la música. “Neumotrax”, “Chainsaw”, “Zombie Armageddon” y “Porno
Hediondo” fueron algunas de las muestras de hedor con que el quinteto escupe lo
peor de nosotros como seres humanos sin descaro alguno. Un efecto impactante no
solo auditivo, sino también visual, tomando en cuenta la estampa con que salen
al escenario y recordándonos cómo es el mundo que habitamos: pútrido,
retorcido, sangre y tripas por doquier. Son esos detalles, precisamente, los
que hacen de una etiqueta algo más que eso: una forma de encararte lo sucio y
podrido de la humanidad, y Ritual Of
Flesh encarna todo aquello con la actitud de los que saben lo que es
ensuciarse las manos.
A eso de las 21 horas, y con el
local ya repleto en todos sus rincones, la banda capitaneada por Peter
Wiwczarek sale al escenario en medio de una calurosa ovación, todo bajo la
intro “Creation” para después provocar el estallido inicial con “Dark Age”. UN
comienzo potente, explosivo y con los polacos desplegando todo su poder
destructivo, el mismo con que arrasaron durante sus visitas anteriores a
nuestro país. “Vicious Circle”, “The Crucified Ones”, “Final Massacre” y
“Testimony” caen como bombas una tras otra, no solo como parte del recorrido
por una de las placas fundamentales de todo el Death Metal, sino también
brindándonos una cátedra de cómo debe ser y parecer el género en cuestión, una
muestra de actitud a la altura de un sonido impecable y fiel al horror
devastador plasmado en el estudio.
Con la suprema “Chaos”
continuamos con el Lado B de “The Ultimate Incantation” y, a la vez, podemos
apreciar con claridad la fimeza con que Vader se para sobre el escenario, de la
misma forma que el aporte de Spider (guitarra), Hal (bajo) y James Stewart
(batería) al ensamblaje de la máquina polaca resulta demoledor. Hay muchas
cosas que se puede decir respecto a un género intransigente con sus principios,
pero es su solidez la que sale a relucir como el mejor argumento para estar ahí
en las suyas durante más de tres décadas, algo que el mismo Peter lo ha vivido
en carne propia. Todo aquello es lo que nos despeja de todo atisbo de dudas en
“Breath Of Centuries”, corte con que culmina el flameante recorrido por la Opera
Prima del ’92, con la cual Vader
inició en grande su camino de destrucción y blasfemia.
Una vez terminado el recorrido
por “The Ultimate Incantation”, nos encontraríamos con una selección que
abarcaría material reciente como
“Helleluyah!!! (God Is Dead)” y “Triumph Of Death”, ambas supremas
Declaraciones de Principios. Sobre la muerte y el infierno como parte de un
paisaje que distingue a nuestro mundo condenado al abismo. Y para rematar: un
regalo proveniente del mismísimo averno: el clásico de Slayer -la banda favorita de Peter- “Hell Awaits” en una versión
aplastante, al más puro estilo del impertérrito Death Metal forjado en Europa
Central. Cierre perfecto para poco más de una hora de lo más granado de un
género que se mantiene incólume al paso del tiempo. Quienes nos criamos con
este tipo de música, sabemos perfectamente cuán sumergidos estamos en esta era,
donde pareciera regir nuevamente la oscuridad mental. Con la “Marcha Imperial”
(John Williams) de fondo -¿es necesario aclarar por qué el nombre de la banda,
a estas alturas?- solo queda asumir nuestra sentencia y el aliento de los
siglos haga lo suyo en nuestros pellejos. El Lado Oscuro ha sido conjurado y se
ha impuesto como el Nuevo Orden. Ante aquello, no hay nada que podamos hacer,
menos aún ante el inminente triunfo de la Muerte.
Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Priscilla López
Vader:
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