#Especial: Black Sabbath-El Origen Del Mal


Para la gran mayoría se trata del nacimiento de un género que dará que hablar durante las próximas décadas como lo es el Heavy Metal. Para otros, fue el trabajo que amplificó hasta niveles impensado -en esos años- el remezón causado por la sorprendente aparición y consolidación de Led Zeppelin, la banda que definió la forma y contenido del Rock duro y sus derivados para las siguientes generaciones. Lo cierto es que Black Sabbath, por entonces una joven banda formada por cuatro jóvenes malcriados nacidos en Birmingham y provenientes de la sufrida clase obrera británica, planteó en su LP debut una visión bastante distinta y cruda respecto a lo que ocurría en el mundo durante fines de los '60 y comienzos de los '70, cuando los ideales de Paz y Amor con que el hippismo se tomaba de manera ágil e infecciosa el orbe parecían conformar una solución efectiva y concreta a los males que hacían sangrar el planeta, en especial el conflicto bélico en Vietnam, donde millares de jóvenes eran enviados a un matadero, del cual muy pocos sobrevivían o resultaban ilesos. Pero la denominada Revolución de las Flores, pese a sus intenciones iniciales, terminaría volviéndose una moda, la cual marcaría su punto cúlmine en Woodstock. La hipocresía de un movimiento supuestamente espiritual y pacifista en su totalidad terminaría por enfocar la mirada del bajista y letrista Geezer Butler en el horror cotidiano que nos rodea a diario, mientras Tony Iommi le daba cuerpo a esa atmósfera mediante aquellos riffs que parecían invocar al mismo demonio, al igual que lo hacía Bill Ward en cada golpe y compás, haciendo del jazz un género capaz de abrir portales hacia las dimensiones descritas por H.P. Lovecraft en sus relatos. Y al micrófono, un joven Ozzy Osbourne cuyo timbre vocal reflejaba el continuo lamento agonizante espiritual que le recuerda al ser humano su condición de 'alma en pena' viviente, siempre vagando hacia todas partes y, a la vez, ninguna.


   Sería un viernes 13 de Febrero de 1970 en que Black Sabbath ve la luz, dentro del contexto descrito anteriormente, provocando de inmediato el rechazo de los sectores más conservadores de la sociedad inglesa. ¿Qué otra cosa puede provocar el riff principal del track homónimo sino rechazo y miedo por parte de una sociedad que, por esos años, aún no se reponía del peso aplastante de esos primeros 2 trabajos de Zep y, por lo tanto, no tardaban en acusar al cuarteto de satánicos y corromper menores? Es cuestión de viajar mentalmente al pasado e imaginarnos el shock generado entre quienes aún alucinaban con la Fender Stratocaster que Hendrix quemó sobre un escenario de Monterey, en 1967. O el groove incendiario de "N.I.B.", donde Tony Iommi toma prestado el riff que Eric Clapton inmortalizó en el clásico de Cream "Sunshine Of Your Love" y lo reutiliza de manera notable, al punto de que, incluso antes de que Deep Purple pasara a la historia con "Smoke On The Water", se convirtió en el pretexto perfecto para tomar una guitarra. Por cierto, qué gran bajista es Geezer, un músico cuya omnipresencia resultaría fundamental al momento de darle forma al sonido característico de Sabbath. "My name is Lucifer, please take my hand", suplica Ozzy con la angustia propia de quien, a pesar de su apariencia de forajido, solo busca ser aceptado por quien realmente comprenda que esto no es solo música, sino que va mucho más allá del entendimiento humano.


Quizás no sea necesario referirse al álbum en su totalidad porque pensamos que, a estas alturas, se ha dicho, escuchado y visto todo acerca del legado de los Sabs desde el comienzo. Pero la batería de Bill Ward en "The Wizard" es una clase magistral de swing en su estado más puro, haciendo y deshaciendo a gusto, mientras Ozzy y su armónica nos recuerdan el origen blusero de una banda que, pese a su influencia universal, nunca se tomó en serio el asunto del Heavy Metal. Todo lo contrario: al igual que con Zeppelin, a Tony Iommi le apasionaba el Blues y, sobretodo, el Jazz, y esa pasión se resume en una placa a la que la prensa de aquellos años reaccionaba con críticas destructivas respecto a un sonido que barría con la complacencia propia de entonces. Pero si tuviera que destacar un favorito, un equivalente a lo que sería una 'montaña rusa', sería la pareja que conforma "Sleeping VIllage" y "The Warning" (original de The Aynsley Dunbar Retaliation), con la banda desplegando todas sus cualidades creativas con una experticia técnica que poco y nada tenía que envidiar a agrupaciones como Deep Purple, Procol Harum y los ya mencionados Led Zeppelin (podría incluir en este selecto grupo a King Crimson, ¿por qué no?). Nunca antes el blues tuvo esa tonalidad repleta de perversión y aspereza como lo demostraron los chicos de Birmingham. Tony Iommi tuvo que esperar poco más de una década para ser tomado en serio como músico y compositor porque, simplemente, solo unos pocos accedían a reconocer su talento, incluso obviando aquel accidente que perfectamente pudo minar su carrera musical cuando aún no cumplía los 18 años. Pero Iommi, un músico autodidacta cuyo gusto siempre estuvo inclinado hacia el Jazz en su faceta más pura y dueño de una fuerte personalidad -la cual influyó en los constantes roces que tuvo con Ozzy, incluso desde que el cantante ingresó a la banda en 1968- sabía que era el momento de marcar a fuego con su tremendo dominio en las seis cuerdas. Menos es más, reza la frase y el segundo zurdo más grande de la historia del Rock (digan lo que digan, nadie me saca a Hendrix del pedestal) lo refleja con una interpretación donde el sentimiento y la técnica van de la mano, aunque lo primero termina imponiéndose con naturalidad.


Podrán pasar 40, 50, 60 años y Black Sabbath (1970) seguirá sonando fresco y revolucionario como el primer día. En un mundo donde parece que todo es buena onda, el LP debut de los Sabs conforma un buen recordatorio sobre el horror que nos envuelve a diario, donde el miedo a la muerte -reflejado de manera escalofriante en el track inicial que además lleva el nombre de la banda y el álbum- nos acecha en todo momento, siempre buscando escapar de lo inevitable. Un viernes 13 de Febrero, cuando la Paz y el Amor eran suficientes para hacernos creer en un mundo mejor, Black Sabbath barrió con aquellas promesas e ilusiones y, en cambio, nos hizo abrir los ojos. No solo nació un género, también nos dimos cuenta de lo horroroso que puede ser el mundo y lo corrupta que está la humanidad.


Escrito por: Claudio Miranda

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