#DeCulto: Judas Priest-Screaming For Vengeance "El dominio absoluto del Sacerdote"


Si acaso hubo una época en que el Heavy Metal dominó el mundo y se volvió parte de la cultura popular, esa fue la década de los '80. Y si hubo una banda que encarnó los principios del género más allá de lo musical, es imposible no pensar en otra banda que no sea Judas Priest. Es cierto que Iron Maiden, Saxon, Black Sabbath, Ozzy Osbourne, Accept, Def Leppard, Scorpions y un larguísimo etcétera estaba despuntando con trabajos que, hasta hoy, se mantienen fijos en toda colección de Heavy Metal que se diga tal. Pero Priest no solo formaban parte de aquella camada; eran los pioneros de un género que, hasta mediados de los '70, permanecía encadenado al blues rock con que Led Zeppelin, Deep Purple y los propios Sabbath se ganaban un lugar como revelaciones de fin es de los '60 y comienzos de los '70. Llegando a la década mencionada al comienzo de este párrafo, Rob Halford y cía se consagraban como la epítome de un estilo, donde las guitarras afiladas, las voces peligrosamente agudas y la imagen de cuero-tachas marcaron un estándar que perdura hasta hoy.

 Un poco de historia es necesario pare entender la importancia de la octava placa en estudio de los de Birmingham: para 1982, Judas Priest era una banda reconocida en ambos lados del Atlántico. Luego de una oscura pero interesante década del '70, "British Steel" (1980) le daba al quinteto un status de referente supremo -solamente equiparado por Iron Maiden- y el estrellato, al mismo tiempo que allanaba el camino para toda una generación. Un éxito que, en los albores del '80, marcaba también el inicio de una era dorada en cuanto a popularidad, ventas de discos y, sobretodo, el surgimiento de nuevos subgéneros, algunos más extremos que otros. Sin embargo, el siguiente "Point Of Entry" (1981) significó un paso en falso que pudo costar caro, debido a su sonido netamente "amigable" respecto a los trabajos anteriores, con poquísimos rastros del cuchillo de Metal con que, hasta entonces, le estaban rebanando el cuello al mundo.
Entre la espada y la pared, Priest concibió una placa con la que saldría de ese mal paso para demostrar que el ascenso obtenido con "British Steel" no era casual. Todo lo contrario: Screaming For Vengeance debe ser, por paliza, uno de los 5 álbumes más importantes del Heavy Metal de todos los tiempos, incluso al punto de darle cara al asesino "Painkiller" (1990). Solo con la intro "The Hellion" retumbando en los parlantes nos podemos imaginar al águila cibernética de la portada surcando los cielos en busca de su presa. Aquella intro es la que precede a "Electric Eye", un clásico inmediato cuya perenne presencia en los set en vivo hasta hoy se explica sola. Dramatismo, velocidad, fuego...qué manera de comenzar un álbum de Heavy Metal!, sobretodo con una letra inspirada directamente en la obra "1984", del icónico escritor George Orwell.. Un Rob Halford en su plenitud, mientras la dupla compuesta por los eternos K.K. Downing y Glenn Tipton se inscriben en la historia con un desempeño que sobrepasa todo lo imaginado hasta entonces, al punto de que bandas como Slayer, Testament y Cannibal Corpse le deben, prácticamente, sus carreras a la influencia de los ingleses. Respecto a la sociedad rítmica compuesta por el bajista Ian Hill y el malogrado baterista Dave Holland, poco se puede decir respecto a la simpleza con que el Sacerdote se mueve entre el cielo y el infierno. "Menos es más", dicen, y Priest aplica ese principio con la contundencia propia del francotirador más experimentado.
Luego del brutal inicio, "Riding On The Wind" -de inmediato, nada de descansos- aumenta las revoluciones con la intención de recordarte que las coincidencias no existen. Desde el frenético redoble a cargo del sobrio Dave Holland, nos encontramos con un favorito en vivo, con Tipton y Downing intercambiando solos como si nada, mientras Halford se erige como lo que fue, es y siempre será: EL cantante de Heavy Metal por excelencia. Esos agudos, por Dios! Al igual que en la siguiente "Bloodstone", precedida por un riff a capella que el propio Glenn Tipton ejecuta con la soltura propia de los grandes. Un track muy en la vena de AC/DC, irresistible y ganchera. Cuando dicen que la música se siente con el estómago, "Bloodstone" es el ejemplo mejor indicado para comprobarlo.
Luego del incendiario tramo inicial, nos encontramos con un par de tracks que, pese a no tener el mismo reconocimiento que el resto de la placa, constituyen evidencia irrefutable sobre la calidad impregnada en la discografía de los de Birmingham. Hablamos de "(Take These) Chains" y "Pain and Pleasure", ambos algo "ocultos" en el disco pero que sobresalen a su manera cada uno. Mientras el primero apuesta a una fórmula melódica que logra su cometido, el segundo destila sensualidad y peligro, desembocando en un coro tan elegante como puñetero. Por cierto, curioso que se trate de la canción más lenta del disco y, aún así, se muestre tan temeraria y pesada. Heavy Metal químicamente puro, como en toda la placa.
Si la cara A del disco tenía un comienzo aplastante, la B entonces es un hachazo directo al cráneo. Es lo primero que se nos viene a la mente con el track-título, cuya estructura e interpretación sería emulada -y mejorada- posteriormente en el definitivo "Painkiller" -tanto la placa como la canción del mismo nombre-, ratificando el merecido rótulo de "Metal Gods" para los ingleses. Ardiente, furioso, electrizante...faltan palabras para describir tamaño mazazo. No sé ustedes, pero yo no me imagino a alguien que se declare fan del Heavy Metal y no aprecie este álbum, por lo menos. No puedo evitarlo, fue uno de los primeros álbumes que tasé de Priest durante mis años de colegio, con el cassette pirateado y la portada fotocopiada a color, comprado en la feria de la Avda Argentina de Valparaíso. Pido disculpas si en esta parte se me sale el "calcetinero" que llevamos todos adentro, pero a estas alturas del álbum es imposible no perder la compostura.
Pegada a "Screaming For Vengeance", se asoma el hit-single del álbum, la pegajosa "You've Got Another Thing Comin'", responsable del éxito rotundo obtenido en USA (por fin!) y perfecta para enganchar a los novatos en esto del Heavy Metal hace más de tres décadas. Es cierto que British Steel, gracias a los singles "Breaking The Law" y "Living After Midnight", marcó un quiebre comercial, pero el disco del '82 fue un batatazo a nivel planetario. Ojo!, no es que hubiera "popeado" ni nada por el estilo, sino todo lo contrario. Hablamos de un gancho inefable al momento de atraer nuevas audiencias al género, sin perder un ápice de su rebeldía metalera. Y quizás ese debe ser el único "punto bajo" de la placa, ya que la festividad del mencionado single contrasta notablemente con la seriedad de "Fever". De todas maneras, el nivel no disminuye por nada del mundo, simplemente refleja una versatilidad que va de la mano con un sonido que no transa sus principios.
Para el final, otro corte en plan AC/DC -el Heavy Metal es rockero por naturaleza, ¿alguien podría rebatirlo?-, pero un poco más prendido que la anterior "Bloodstone". ¿Quién le podría decir 'no' a "Devil's Child" y su groove casi "bailable? Qué gran cierre de álbum, con Rob Halford señalando de manera angustiante "Yo creo que eres la niña del diablo", con la desesperación propia de quien asume su destino como ofrenda humana durante un acto ocultista. Sí, tal cual. La inspiración en el terror psicológico presente en las películas de Darío Argento y Roman Polanski constituyen una pieza más en el rompecabezas creativo del cual han surgido numerosos e interesantes seres fantásticos -"Exciter", "Sinner", "The Ripper", "Jawbreaker", "Grinder", "The Sentinell", "Painkiller", el propio "The Hellion"...-, denotando, al mismo tiempo, una forma inteligente de llegar a las masas, componiendo riffs de alto octanaje, y repletos de buen gusto y cojones.
Una vez publicado el álbum, los resultados no se hicieron esperar. "You've Got Another Thing Comin'" despuntó en los ranking de popularidad, al punto de 'competir' con superestrellas de la talla de Michael Jackson. Por otro lado, USA caía rendido ante el estallido metalero originado en Gran Bretaña y Priest se embarcaba en una gira mastodóntica -documentada en esa cinta VHS llamada simplemente "Judas Priest Live" (editada en 1983) y reeditado en 2004 bajo el nombre "Live Vengeance", como parte del box set "Metalogy"-, con unos primigenios Iron Maiden y Krokus como teloneros, culminando la aventura un 29 de Mayo de 1983, en el marco del mítico US Festival, donde además participaron otras estrellas como Scorpions, Van Halen, Ozzy Osbourne, Triumph y Mötley Crüe. Un domingo que pasó a la historia como el día en que el Heavy Metal alcanzó su peak de popularidad, considerando que solo ese día -bajo una temperatura que superó, fácilmente, los 30°C- asistieron 300 mil personas.

"Screaming For Vengeance", luego de más de treinta años, aún se mantiene como un documento imprescindible para todo amante del Heavy Metal en su forma más pura. Tienes "Painkiller", "British Steel", el demoledor "Defenders OF The Faith" (1984), "Stained Class" (1978), "Ram It Down" (1988)...todos fundamentales del género en su totalidad. Pero 1982 fue el año en que el Heavy Metal pasó a ser una institución valórica y religiosa, donde los Defensores de la Fe se congregan para darle forma y contenido a su grito de venganza. La ira de los Dioses siempre se caracterizó por mantener el volumen a tope, pero nunca se disfrutó tanto su plato como en ese año en que quedó de manifiesto algo que iba más allá de solo riffs, guitarras alocadas y amplificadores al máximo decibelaje.
Te recordamos que Judas Priest formará parte de "SGL Meets Solid Rock" más info aquí venta de entradas https://www.puntoticket.com/sgl-solidrock

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