#DeCulto - Johnny Cash: El Arquetipo del Individuo Real



 "Hello, I'm Johnny Cash". Así se presentaba el cantautor nacido en Arkansas sobre el escenario. Sin introducciones pomposas ni nada que no fuera lo que realmente importaba: la música. Mientras Elvis se transformaba en un fenómeno en EE.UU. y a nivel mundial, a  Cash poco y nada parecía importarle aquello; su público estaba lejos de la TV, los gritos histéricos de las adolescentes y la revolución juvenil que haría eco durante las siguientes generaciones. El convicto que perdió su libertad y se volvió un número más en el penal de turno era su público más complicado y, a la vez, el más entrañable, al igual que ese enamorado que, de la noche a la mañana, terminó con el corazón roto y prefirió deambular hasta encontrar ese amor tan querido como inalcanzable. En ambos casos el patrón es similar: la búsqueda de la redención, aún sabiendo que el precio para obtenerla puede ser costoso en todo sentido.

  Si acaso algo importante uno cree en la vida es que las coincidencias no existen. No me cabe en la cabeza que se hable tanto de Elvis Presley como el Rey del Rock cuando su imagen proyectaba luz y alegría, todo lo contrario al mismo Cash -pese a la reconocida amistad entre ambos, integrando ambos el primer supergrupo musical, al que se integrarían también Carl Perkins y Jerry Lee Hooker-, un tipo que se sumergía en sus propias versiones como si narrara su propia historia, muchas veces desgañitando su voz hasta donde le permitiera. Quienes hemos escuchado "Live At Folsom Prison" (1968) -el mejor album en vivo de todos los tiempos, honestidad pura, como debe ser la música- al menos una vez en la vida, sabemos lo que generaba el denominado "hombre de negro" ante su audiencia compuesta por lo que podemos llamar, con toda propiedad, "el arquetipo del individuo real". Invdividuos de la peor calaña, muchos de ellos traficantes de drogas, delincuentes comunes e, incluso, desposeídos que eligieron la vida delictual porque las oportunidades para ser "alguien en la vida" le fueron negados brutalmente desde pequeños. 

  La infancia de Johnny Cash fue dura, al punto de lidiar con la muerte rondando en su entorno. Los campos de algodón de Dyess Arkansas vieron crecer a un pequeño artista que cantaba con su familia en plena faena. Las inundaciones que afectaron la granja y la Gran Depresión de los años 30 y 40 le dio al pequeño Johnny esa cercanía con la gente pobre y la clase y trabajadora. Por otro lado, la trágica pérdida de su hermano mayor Jack, cortado accidentalmente por una sierra con la que laburaba, lo marcó profundamente, al punto de que más de una vez expresaba su deseo de reunirse con Jack en el cielo.

  La conexión de Cash con la música es tan extraña como fascinante por la versatilidad que lo caracterizaba como intérprete, sin perder en absoluto la coherencia de su sonido e imagen. Si bien se le asociaba bastante con el country, su admiración declarada por el gospel se tradujo en su primera composición reconocida, "Belshazzar" -aunque Cash, años más tarde, declararía que "What Would You Give in Exchange for Your Soul" fue la primera canción que compuso en su vida-, cuya letra narraba la historia del ultimo gobernante de Babilonia e inspirada en el Antiguo Testamento. Pero sería con "Hey Porter" y "Cry! Cry! Cry!" que el hombre de negro lograría su primer contrato.

  El mito que lo hizo héroe universal de los forajidos y desadaptados va mucho más allá de un personaje proyectado como tal. Hacer música para la gente condenada de por vida a su negro destino, era algo inédito tanto para un país entero como para todo un planeta que sucumbía al fenómeno televisivo de turno. El denominado Hombre de Negro no solo desafiaba la rigidez de la sociedad que lo envolvía, sino también imponía sus reglas cuando la industria musical ponía trabas de todo tipo. Antes de Cash, grabar un desastre de álbum con tal de irritar a sus jefes era considerado un suicidio artístico y laboral. De similar magnitud podemos destacar el hecho de que el cantautor de Arkansas se enfrentara a la producción de su propio programa de TV, ante la negativa de ésta a la petición de cantar "Sunday Mornin' Comin' Down", escrita por un adolescente Kris Kristofferson y que hacía claras referencias al consumo de marihuana. Casi nada.
   
 Hay tanto de lo que podríamos hablar en estas líneas sobre la figura de uno de los personajes más importantes de la cultura popular del siglo pasado, como las notables versiones registradas para la serie de discos "American Recordings", donde versionó clásicos del pop y el Rock de todos los tiempos. De esa colección destaca "Hurt", original de Nine Inch Nails, y registrada en una emotiva versión que golpeó el alma de un Trent Reznor que, hasta entonces, lidiaba constantemente con sus demonios y adicciones -si han visto el video, comprenderán la utilidad de los pañuelos desechables porque verlo sin derramar unha lágrima es imposible. Más aún tomando en cuenta que un 12 de septiembre de 2003, pocos días de haberse estrenado tamaña pieza audiovisual, el tipo se volvía inmortal.




   Hay material de sobra para regocijarse y experimentar, pero para quien escribe esta nota, mejor quedarnos con el Johnny Cash que desafiaba a la autoridad y,d e paso, le cantaba a quienes lo perdieron todo y encontraron la salvación en la música. Necesario en estos tiempos en que se tiende a "pagar lo que sea por el artista favorito" y nos olvidamos de que la música es una vía de escape e imaginación que no necesita de aditamentos superficiales ni nada que se le parezca. Los tipos honestos como Johnny Cash los encuentras en la calle, en el barrio, en la esquina, en el vagabundo cuyo techo es el firmamento y sobrevive a diario. 
  



Escrito por: Claudio Miranda

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