#LiveReview: Killing Joke "Réquiem para un mundo condenado"


    Solo cuatro décadas hubo que esperar para lo que será recordada como una visita histórica, un hito en lo que respecta a las luminarias internacionales que han pisado suelo chileno luego de un tiempo de espera que, para muchos, equivale a toda una vida. En el caso de Killing Joke, la gira actual que celebra sus cuatro décadas de carrera era el momento indicado, la oportunidad para presenciar un espectáculo donde el minimalismo musical y la teatralidad adquieren ribetes de euforia, misterio y pasión por igual, todo complementado con un sentimiento de anarquía y rebelión que hizo de los de Notting Hill una institución universal pese a la infinidad de etiquetas asignadas por quienes tratan, en vano, de encasillar su propuesta. Por ende, una vez anunciado el show hace unos meses, la convocatoria no se hizo esperar y en un club Blondie con lleno total, pudimos ser testigos y partícipes de un ritual de liberación a través de la oscuridad.


Faltando 5 minutos para las 21 horas, los nacionales de Imaginary Noise conformaron el número de apertura ante un público que comenzaba a repletar el local ubicado en la principal avenida de la capital. Desde el inicio, y respaldados por imágenes de fondo, el trío ofreció un breve set con el que dio cuenta de su sonido post-punk con matices industriales, construyendo una muralla sonora cuya solidez no se cuestiona por nada del mundo. Sin embargo, y tomando en cuenta el motivo del encuentro, se esperaba algo más en cuanto a espectáculo e interacción con el público, más aún viniendo de una agrupación con una década de experiencia y cultora de un género que bebe bastante de leyendas como David Bowie, Bauhaus y Electrodómesticos. Una presentación correcta, con Aldo Bersani (guitarra y voz) sorteando los problemas con su retorno pero que pudo haber sido más de lo que fue.

22 horas en punto y, sin que nos demos cuenta, la intro "Masked Ball" (compuesta por Jocelyn Pook e incluida en el soundtrack de la película de Stanley Kubrick "Eyes Wide Shut") nos sumerge de lleno en lo que será una noche inolvidable para la mente y los sentidos. Al mismo tiempo, uno a uno aparecen sobre el escenario el guitarrista Geordie Walker, el bajista Martin "Youth" Glover, el baterista "Big" Paul Ferguson y el entrañable Jaz Coleman. Por fin, Killing Joke debutaba en nuestro país, con su formación original y acompañados por Reza Uhdin en los teclados y sintetizadores. De esta manera, y con la megaclásica "Love Like Blood" retumbando con fuerza, el sueño de muchas generaciones se volvía realidad, a la vez que la clase desplegada por Coleman y cía surtía efecto en medio de la euforia con que los fans respondieron desde el inicio.
  "European Superstate" y "Autonomous Zone" son las siguientes en caer de manera letal, con un sonido demoledor, ratificando tanto la vigencia que los caracteriza más allá de una determinada era dorada, como también el excelente trabajo de "Geordie" Walker en las seis cuerdas y responsable de la identidad sonora con que Killing Joke se convirtió en escuela transversal en todas sus líneas. Por otro lado, y como los clásicos rigen, "Eighties" marcó la explosión de locura con que los ingleses son capaces de unir diversas corrientes artísticas en un mismo sentimiento. Y volviendo nuevamente a los tiempos recientes, "New Cold War" cayó como anillo al dedo no solo por su efectividad en vivo, sino también por lo que representa en esta era donde el eterno retorno concebido por Nietzsche ya es una realidad innegable a nivel global.
  Como mencionábamos, los clásicos siempre estarán presentes y, luego de repasar los dos pasajes más reconocidos del superventas "Night Time" (1985), llegó el turno del insuperable debut homónimo de 1980, donde empezó todo para Killing Joke y toda una generación. ¿Cómo permanecer impertérrito con ese himno llamado "Requiem"? El track con que comienza la primera placa de los británicos a más de uno le hizo mover el cuerpo , como también derramar lágrimas de emoción. En especial quienes vivieron la década de los '80 y jamás se imaginaron que llegaría este momento, en un escenario local y golpeando cual cañonazo. Y así como hubo lugar para la emoción, también tuvo su espacio la crítica ácida -y acertada, como siempre- a los "líderes mundiales" como Donald Trump a través de una machacante "Follow The Leaders", original del disco "what's THIS for..." (1981) y que explica de manera simple y efectiva la vigencia con que Killing Joke se ha mantenido en la brecha, siempre apuntando hacia la autoridad y disparando con la más letal de las armas: la música.
 La dupleta conformada por "Bloodsport" y "Butcher" perfectamente podría definirse como el punto álgido de un ritual del cual es imposible abstraerse. Imposible no caer rendido ante tamaño despliegue de música y espíritu combativo, con Jaz Coleman ejerciendo de maestro de ceremonias y dando cuenta de una personalidad que juega peligrosamente con la locura y el horror sin sacrificar un ápice de su carisma. Avanzando unas dos décadas, "Loose Cannon" en vivo se levanta como testimonio irrefutable de del segundo aire que los de Notting Hill tomaron a comienzos del milenio en curso, siempre fieles a su estilo y en primera línea de avanzada como en los inicios. Tal como en la siguiente "Labyrinth" -esa intro, cómo decirle 'no' a tamaña creación!-, mención necesaria a la década del '90 y, en especial, a esa obra conceptual llamada "Pandemonium" (1994), un trabajo que dejó ver la vena 'metalera' de Killing Joke en un panorama bastante distinto a la que muchos llama su "era dorada". Vanguardia, agresión, misticismo, actitud... cuánto en un solo pasaje con que se resumió este viaje de dos horas hacia el corazón del apocalipsis.
  Para "Corporate Elect", el local ya estaba en llamas por completo y sería con el frenesí incontenible de "Asteroid" -Jaz Coleman, ¿de qué manicomio te escapaste?- que todo se vendría abajo, una y otra vez. Necesario destacar el aporte de "Big" Paul Ferguson, un motor bien aceitada que le proporciona toneladas de "sabor" a la maquinaria infernal de Killing Joke y cuya virtud de hacer fácil lo difícil en los tarros resulta tan escalofriante como su desempeño en la base rítmica junto al eximio bajista "Youth" Glover, este último aportando solidez musical y el carisma propio de quienes saben que el fin de la música va más allá de todo tipo de tecnicismos ajenos al arte puro. Solo así se puede entender lo efectiva que resulta "The Wait" (versionada por Metallica en su EP de covers "The $5.98 E.P.: Garage Days Re-Revisited", cuyo coro se eleva hasta la estratósfera y más allá. Mención especial para "Geordie" Walker", dueño de una estampa sobria a nivel escénico al mismo tiempo que se encarga de generar un sonido tridimensional que, desde hace cuatro décadas, nos recuerda que la guitarra en el Rock no necesita del virtuosismo pirotécnico de Eddie Van Halen para hacer magia. Un revolucionario en el sentido más literal de la palabra.
  Culminando el set regular, un regalo para los fans más acérrimos. Hablamos de "Pssyche", una joya de culto entre los seguidores de su etapa ochentera, con "Youth" y "Big" Paul en las voces, mientras Jaz Coleman los acompaña en coros y se dirige al público con la peligrosidad que sería su firma en los directos de Killing Joke. Finalizado el set, y luego de unos 5' -eternos para muchos, mientras el roadie de turno afinaba la guitarra de "Youth"-, el cuarteto reaparece para despacharnos un encore de lujo, empezando por la sombría "S.O. 36", uno de los cortes con que la importancia del LP debut homónimo de los ingleses en el auge y desarrollo del rock alternativo se explica por sí sola. Poco después, el ritual llegaría a su punto más incendiario con "The Death And Resurrection Show",  con el público ya entregado por completo al baile de la guerra. ¿Dijimos "baile de la guerra"? "Wardance" fue más que eso; marcó el descontrol con que los fans respondían a la 'Declaración de Principios' con que un alborozado Jaz Coleman lideraba a toda una legión de fans que ve en Killing Joke el impulso para gritar todo en un mundo donde pareciera no haber solución a nada. Y para el remate, una zeppeliana "Pandemonium" levantándose como canto a los misterios que esconde nuestro planeta desde el amanecer de los tiempos.
 Más allá de tratarse de uno de los mejores conciertos del año -y de la década, por qué no-, es necesario resaltar la deuda saldada luego de cuarenta años. Killing Joke es de esas agrupaciones cuyo propósito va más allá de la entretención o la mal llamada "experiencia en vivo". En un mundo decadente y condenado a la extinción, el humor negro con que la música cobra forma y contenido adquiere una trascendencia con tintes ideológicos. Puede que haya una próxima vez, algo que el mismo Jaz ha asegurado recientemente debido al sorprendente éxito de la gira actual. Lo único claro es que la noche del 27 de septiembre de este año quedó marcada a fuego en la memoria. Las etiquetas dan lo mismo cuando la música intercala vanguardia y peligro con la honestidad de los grandes. Con EE.UU. y Korea del Norte reviviendo los tiempos de la Guerra Fría, solo queda enfrentar a quienes solo buscan el beneficio personal en perjuicio de la gente común. El mundo real en sí es un chiste cruel para el cual está asegurado un réquiem acorde a lo corrupto de su naturaleza.

Imaginary Noise:










Killing Joke






















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