Para
los fans más radicales, hablar de Fates
Warning a partir de su opus "No
Exit" (1988) puede parecer una falta de respeto hacia sus inicios
ligados al US Power Metal, un subgénero que se paraba junto al Thrash como la
respuesta americana a la ya consagrada -y próxima a la extinción- oleada de
agrupaciones británicas con que el género retomaba la defensa de sus
principios. Pero hay razones de peso suficiente que valida el criterio de los
de Connecticut al momento de preparar su repertorio. Tanto la ambición
artística como el ingreso de componentes clave resultan determinantes al
momento de entender el camino elegido por una de las agrupaciones pioneras del
Metal Progresivo, a la vez que no hay espacio para la nostalgia y es a partir
del mencionado trabajo en que el veterano quinteto establece una marca
registrada que ha hecho escuela, incluso pese a su escasa popularidad respecto
a colegas como Queensrÿche, Dream Theater y Symphony X.
Hasta hoy hay un sector de la fanaticada que
no perdona la partida de John Arch, un cantante cuyo registro privilegiado no
transformó en ícono del Metal americano a mediados de los '80. Pero el ingreso
del veinteañero Ray Alder resultó determinante en la evolución de Fates Warning hacia una propuesta más
compleja y ligada al Progresivo, elemento que ya se insinuaba con fuerza en el
anterior "Awaken The
Guardian" (1986), pero que lograría estallar un par de años
después, superando una pérdida que parecía irremediable.
Tanto el título como la pieza central de la
placa reflejaban la orientación a tomar durante las siguientes tres décadas. "No
Exit" era el título de una obra de teatro escrita por el filósofo francés
Jean-Paul Sartre -"Huis Clos", o "A Puerta Cerrada" en su
idioma original- y cuyo concepto radica en la influencia de las miradas ajenas
en la psique personal; seres humanos condenados a escuchar los pensamientos de
otro, como lo refleja la claustrofóbica portada a cargo de Mick Rock. En lo
musical, la suite "The Ivory Gate of Dreams", compuesta en su
totalidad por el guitarrista y fundador Jim Matheos, marca un hito decisivo
como una de las primeras piezas de Metal Progresivo cuya extensión rememoraba a
los referentes de los '70 (Yes, Genesis, Rush) pero manteniendo la vibra metálica que, en parte, los
emparentaba con la ferocidad del naciente Thrash.
Si bien el desempeño y timbre vocal de Ray
Alder denotaban la influencia de Ronnie James Dio y, en especial, Geoff Tate
-el histórico cantante y genio conceptual Queensrÿche-,
no sería hasta el disco "FWX"
(2004) cuando debutaría como letrista, labor de la que se encargaba
entonces el propio Jim Matheos, quien también ejerce el rol de compositor
principal desde los inicios de Fates
Warning, a comienzos de los '80.
Matheos fue el gran impulsor de la orientación que tomó el quinteto, en
dirección a algo más grandilocuente y profundo, alejándose de los arquetipos
del Heavy Metal a la usanza de la época y centrándose en la incorporación de
elementos propios del Thrash y abordando temáticas cada vez más profundas, con
una alta cuota de filosofía e introspección. Así se explica, de alguna forma,
el éxito que tuvieron soberbios trabajos que son considerados fundamentales
para todo amante del Metal Progresivo, en especial "Perfect Symmetry" (1989), el disco que marcó la
cumbre creativa de los de Connecticut y prueba irrefutable de que no es necesario
recurrir a la pirotecnia instrumental para concebir un trabajo que combine la
temible experticia musical de sus integrantes con un desarrollo conceptual a
prueba de cualquier cliché, al menos en esos años.
Si
nos enfocamos en el presente, nos encontramos con una agrupación que se
mantiene fresca y siempre fiel a su integridad artística, tal como podemos
apreciar en el reciente "Theories
Of Flight" (2016), placa que rememora los mejores momentos de los
de Connecticut pero si caer en la mala copia. Todo lo contrario: con Alder y
Matheos como los únicos sobrevivientes de la que para muchos fue su "era
dorada", la paleta de colores con que el quinteto se mantiene en la brecha
se amplió sin sacrificar un ápice de su coherencia. No hay empacho en
referirnos al duodécimo trabajo de Fates
Warning como un trabajo destinado a envejecer bien y pasar a la historia
como un "clásico inmediato", más aún contando en esta formación al
eximio bajista Joey Vera -Armored Saint- y el baterista Bobby Jarzombek,
este último con un currículum que incluye a Riot, Iced Earth, Halford y Sebastian Bach, además de su
participación en el disco "Sympathetic
Resonance" (2011) de Arch/Matheos,
donde también colaboró el mencionado Vera.
Históricamente,
Fates Warning ha trabajado como
quinteto, con dos guitarras gemelas al más puro estilo de Downing/Tipton,
Murray/Smith y DeGarmo/Wilton. Jim Matheos, pese a su papel como principal
mente creativa, encarnó una pareja de temer junto a Frank Aresti, su compañero
más exitoso y longevo en estas lides -debutó en 1986, precisamente en el
icónico "Awaken The
Guardian". Sin embargo, su segunda y definitiva partida, -2016,
antes ya había salido en 1996 para volver una década más tarde- dejó en
evidencia una constante respecto al peso de Matheos como un genio que, a pesar
de compartir créditos con sus compañeros de carretera, siempre dejó en claro
sobre su voz de mando. Por ende, y si bien resultó raro en un comienzo, el
hecho de reducir su alineación a cuatro componentes constituye un desafío en lo
que respecta a mantener la tridimensionalidad característica de una agrupación
que no mengua jamás sus principios.
En una semana no solo tendremos un debut
histórico; también seremos testigos de un (nuevo) desafío impuesto por una
agrupación que pone en práctica sus propias teorías de vuelo.
Por Claudio Miranda
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