#LiveReview - La Renga : Tripa y corazón hasta el sudor





  Han pasado 16 años desde la primera visita y el romance no parece menguar con los años, sino todo lo contrario. La devoción que despierta La Renga entre sus fans supera todo tipo de análisis meticulosos, y el carnaval con tintes futboleros que se vive horas antes de cada presentación da cuenta de una pasión que se siente más de lo que se entiende. Y la cita del sábado 20 de Octubre tenía un sabor especial, con la Quinta Vergara de Viña del Mar como epicentro del nuevo rito en suelo nacional, congregando a cerca de 15 mil fanáticos tanto locales como provenientes de Argentina, Uruguay, Perú y otras latitudes del continente. Los Mismos de Siempre, como se hace llamar la fiel ‘hinchada renguera’, no fallan nunca cuando se trata de seguir a su banda favorita y encender el ambiente con cánticos, lienzos y banderas flameando, tanto dentro como fuera del recinto. Tal como el fútbol, el Rock es una pasión de multitudes y aquello se siente en carne propia.

  Con el tradicional recinto viñamarino repletando su capacidad y los lienzos y banderas recreando el ambiente, los porteños de Molo fueron los elegidos para inaugurar el rito, iniciando su presentación pasadas las 20 horas y generando una positiva recepción entre los numerosos presentes. Una presentación breve pero suficiente para apreciar su propuesta basada en el Rock de raíz con matices de psicodelia, reggae y Rock duro, todo distribuido y proyectado con naturalidad y clase. Pedro Pavez (guitarra y voz), Pepe Benavides (batería) y Nachoko Ibarra (bajo y voz) unen fuerzas en torno al Rock como una fuerza concebida en base a honestidad y sencillez, como pudimos apreciar en pasajes como “Grito en el Cielo”, “Todo este mar”, “1,2 3 por mí” y “No acostumbro a callar”. Rock chileno y con identidad claramente porteña, donde la fuerza de los riffs, el discurso y la generación de atmósferas intercalan posiciones de forma camaleónica y, a la vez, quedan claras las intenciones del trío nacional, sin rodeos ni nada ajeno al Rock en su faceta más directa y que apunta hacia lo alto.

   Con la Quinta Vergara ya en ambiente de banquete y el anfiteatro repleto con banderas y lienzos, habría que esperar pasadas las 21:30  para el estallido inicial con “Corazón Fugitivo” uno de los dos tracks del más reciente “Pesados Vestigios” (2014) incluidos en un set compuesto, en su mayoría, de clásicos incombustibles e himnos de toda una vida, lo cual cobra sentido ad portas de cumplir tres décadas de carrera. Y precisamente, como los clásicos mandan ahora y siempre, “Tripa y Corazón” termina por echar abajo el recinto, como tiene que ser. A puro Rock n’ Roll sin apellidos ni intenciones dobles. “A la carga mi Rock n’ Roll”, “Cuando Vendrán” y “El Twist del Pibe” completan la primera tirada de manera soberbia, anunciando lo que será una noche para el recuerdo, tanto para los primerizos como los 'rengueros' más avezados.

   Luego del primer saludo por parte de un alborozado Chizzo, las dedicatorias marcarían la tónica del espectáculo, partiendo por una fanática octogenaria que viajó en moto desde el otro lado de la cordillera para el evento en Viña del Mar y a quién dedican con orgullo “Motoralmaisangre”. Y para quienes carecen de un “caballo de acero” pero se mueven de un punto a otro sin rumbo fijo, “Nómades” se levanta como un himno inmediato. Tras cartón, “Al que he sangrado” y “Bien alto” mantienen en alto el ambiente de carnaval con que los de Mataderos despliegan toda su artillería. Bombazos que caen uno tras otro sin tregua alguna, apenas para dar respiro a una fanaticada que vibra, sufre, ríe y llora con La Renga y todo lo que encarna.

  La incursión por los tiempos recientes, reflejada en “Canibalismo Galáctico” y “Almohada de Piedra”, intercala espacios con clásicos sempiternos de la talla de “Blues Cardíaco” –la batería de Tanque, manifestándose como una bestia que en cada golpe provoca el estallido de nuestros órganos vitales, “Ser yo” y el clásico de clásicos por excelencia: “Balada del Diablo y la Muerte”, cantada a todo pulmón por la Quinta Vergara en su totalidad y con Manu Varela descollando con la armónica, aporte fundamental en el sonido tridimensional con que La Renga personifica y preserva los valores del Rock n’ Roll en su faceta más pura y directa.

  Volviendo a las dedicatorias, llega quizás la más sentida de la noche: “En el baldío”, a la memoria del entrañable Leíto Garay, quien falleció hace un mes y enfrentaba su cáncer tocando la guitarra con los de Mataderos como invitado de lujo desde hace un buen lustro. Una partida sensible tanto para la banda como para los 'rengueros' iniciados. Por otro lado, el saludo a los legendarios El Tri con la versión defintiva -con el permiso de los mexicanos- de “Triste Canción de Amor” terminó por echar abajo y reducir a cenizas el recinto con la clase propia de los experimentados. De esos pasajes que permiten apreciar el espectáculo en su totalidad, tanto sobre el escenario como en el mismo público, no hay opiniones intermedias al respecto. La Renga no se escucha ni se ve en vivo… ¡Se vive hasta el sudor y se muere queriendo ser libre!

 “El rito de los corazones sangrando”, “El rey de la triste felicidad” y “Arte infernal” conforman la tripleta necesaria para tomar impulso y mandar todo al carajo con la siguiente “El rebelde”, himno máximo por donde se le mire. Ni el cansancio ni la baja temperatura son excusas como para sucumbir en una noche donde el Rock, como actitud y forma de vida, ganó, gustó y goleó. ¿Cómo permanecer impasible ante tamaño despliegue de poder y entrega? No hay rincón de la Quinta Vergara que, a esas alturas de la presentación, no sufra y llore por La Renga. Las banderas flameando durante tres horas de show, una postal que supera toda objetividad. Y eso se agradece en estos tiempos.

  “Oportunidad Oportuna”, “El viento que todo empuja” y “Oscuro Diamante” –con el guitarrista Javier ‘Jimmy’ Gomez de los mendocinos Jaque al Rey como invitado-, marcan el último tramo de la presentación, culminando el set con “La razón que te demora”, a todo pulmón y hacia adelante sin marcha atrás. Pasados unos 15 o 20 minutos de descanso, llegaría el encore con otra tripleta, de lujo tanto para iniciados como novatos: “Panic Show”, “El Final es donde partí” y la infaltable “Hablando de la Libertad”, culminando tres horas de Rock n’ Roll electrizante y honesto. Un registro más en la bitácora de los rengueros de siempre, pero que se siente como si fuera la primera vez y hasta la médula de los huesos.

  Hablar de individualidades en el caso de los de Mataderos puede parecer algo innecesario a simple vista, pero los tipos como Chizzo son tan extraordinarios como imprescindibles cuando se trata de salir al escenario sin más armas que la guitarra, su clásica voz repleta de aguardiente y fuego, y aquella estampa con que Los Mismos de Siempre se sienten identificados a morir. En la batería, los golpes de Tanque laten y retumban los cimientos del recinto viñamarino, cual electroshock masivo. Y respecto a Tete… ¡Cuánta vitalidad y presencia sobre el escenario, por Dios! Tomando en cuenta el fiato con que sus componentes se entienden sobre el escenario, imposible no reparar en el ataque con que el entrañable bajista-fundador protagoniza su propio espectáculo sin opacar a sus compañeros. Entrega pura, a la altura del impacto emocional con que el Rock se erige como fuerza de lucha y liberación. Mención también para el bueno de Manu Varela, cuyo aporte en los vientos y al frente de Las Cucarachas de Bronce resulta decisivo en todas sus líneas, como viene siendo desde su ingreso al conjunto argentino hace más de dos décadas.

  Pasó poco más de un año desde la última presentación en nuestro país, cuando repletaron el Polideportivo de Ñuñoa. De ahí en adelante, una vez anunciado el enésimo regreso a nuestro país, y con la Quinta Vergara como escenario elegido para el rito, la tradición se mantuvo con la frescura que supera toda barrera existente. Pasarán 15, 20, 30 años, quizás un siglo, y la pasión se mantendrá flameando y sangrando como las banderas con que LMDS se manifiesta en cada banquete. Donde y cuando sea, el Rock n’ Roll estará ahí, en las duras y las maduras. Un poco de tripa y corazón en estos tiempos de necesidad pueden ser suficientes para dejar de lado los problemas o enfrentarlos con pundonor. A la carga ayer, hoy y siempre.


Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Priscilla López



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1 Comentarios

  1. Falto agregar Hielasangre, que también la tocaron, justo cuando inflaron al octopus

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