Un lapso de 5 años demoró el retorno discográfico de los norteamericanos de Earthless, uno de los power-tríos más prolíficos e incendiarios de la actual camada que rescata los valores del Rock duro y la psicodelia en su faceta más vintage. Tras el batatazo planetario con el ambicioso "From The Ages" (2013), un trabajo que denotaba sus raíces ligadas al blues-rock de fines de los '60, la necesidad de darle matices más puñeteros a la música imperó al momento de concebir el reciente "Black Heaven" -editado en marzo de este año-, dejando en claro que la espera valió la pena. Por ende, también sería la oportunidad de tenerlos por primera vez en estas tierras y así fue como la convocatoria generada derivó en un Bar Loreto repleto y preparado para lo que sería un trance lisérgico al más puro estilo del Rock desértico de California.
El reloj marcaba las 23:30 horas cuando la psicodelia pesada de Los Tabanos Experience nos sumergió de inmediato en las profundidades de un océano deformado por ácido, un viaje submarino donde el peligro, el misterio y la belleza del firmamento conviven juntos y desafían las leyes de la física como quien se rebela contra toda autoridad existente. Por estos días, el combo nacional se encuentra promocionando el recién salido del horno "Atlantis Mirage", trabajo discográfico cuyos efectos sonoros en vivo se amplifican con una fuerza casi sobrehumana. Todo en base a un domino técnico de cada componente, siempre en favor de la construcción de paisajes y atmósferas que terminan por envolver nuestras mente en una tormenta de aspecto y poder pantagruelescos. Música espacial encarnada hasta la médula, como debe ser en su totalidad.
Pasada la medianoche, y tras un lacónico saludo en medio de la euforia general, Earthless inauguraba su primer viaje sonoro en nuestro país, a través de una monolítica "Uluru Rock", la primera muestra de un sonido forjado bajo la aridez del desierto californiano, intratable cuando se trata de abarcar un millón de posibilidades sin perder el hilo conductor con que la música fluye en el espíritu humano. Isaiah Mitchell ejerce como puntal castigando las cuerdas de su Fender Stratocaster y la sangre con que ejecuta cada nota adquiere la forma del sonido lisérgico con que el trío arrasa con todo a su paso. Por supuesto, la dupla rítmica compuesta por sus eternos compañeros de ruta, el bajista Rodrigo Toscano (Psilocibina)y el baterista Mario Rubalcaba (este último, un apasionado practicante profesional del skateboard durante su adolescencia), resulta fundamental cuando se trata de imponer el sello personal con la fuerza necesaria en este tipo de música. A veces en forma descomunal, otras con la sutileza propia del blues y la experimentación.
En poco más de una hora, el set desplegado se enfocó en el presente fructífero que significa "Black Heaven", un capítulo que se escribe con sudor y pasión en cada riff y golpe ejecutado. "Black Heaven", "Electric Flames" y "Gifted by the Wind" se erigen en vivo como auténticos monumentos a la improvisación como estilo de vida, haciendo de cada corte un vendaval de fuego que transforma la noche capitalina en el centro del 'sabbath' en curso. He ahí la esencia de Earthless y su propuesta artística, con la influencia de Led Zeppelin y Black Sabbath latente y ardiendo con el salvajismo propio de un género que poco y nada deja a la imaginación dentro de la aparente simpleza. Por cierto, da gusto poder apreciar a tipos como Isaiah Mitchell, quien no duda de ponerse en los zapatos de Hendrix y Clapton como generador principal de un sonido que derriba las fronteras del tiempo y el espacio.
Hacia el final, "Violence Of The Red Sea" se extiende como un mar de lava que barre con todo lo que se interponga en su camino. Son esos momentos los que hacen de este 'revival' de los sonidos setenteros una fuerza que realza los valores del Rock duro en su forma más pura, con los amplificadores a tubo escupiendo fuego y azufre, y empapándonos en un balde de peligro y lujuria con que la música arremete, sin espacio para tratos 'amigables'. Porque al chisporroteante despliegue guitarrero de Mitchell, debemos mencionar el salvajismo con que Rodrigo Toscano y Mario Rubalcaba pavimentan la ruta hacia el averno, controlando los tiempos a gusto y disgusto entre los dos pero sin sacrificar un ápice de la coherencia con que el groove reptante de Earthless seduce hasta al más escéptico.
Una vez finalizado el espectáculo con la más acelerada "Cherry Red" -original del LP "Rhythms from a Cosmic Sky" (2007)-, resulta imposible abstraerse de los efectos mentales del ritual con inmediatez. Para ser la primera vez, y pese al cambio de local respecto al anteriormente agendado Espacio San Diego, Earthless no solo cumplió, sino también nos dejó con esa sensación de querer e ir por más. Y mientras pensamos en un próximo encuentro, las ruinas del Paraíso Negro se convierten en vestigios silenciosos del paso de un huracán cuya implacable fuerza destructora no tardó en generar secuelas entre los sobrevivientes.
Fotos: Remigio Olivares
Escrito por: Claudio Miranda
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