Reunir en una sola jornada a las voces insignes del Heavy Metal de todos los tiempos. Esa es la consigna de Metal Singers, iniciativa que impulsa a mantener el legado del género en sus distintas variantes pero siempre enfocados en su vertiente más clásica, por lo que los seguidores del Heavy, el Power Metal y el Hard Rock de viejo cuño se congregaron en un Rock & Guitarras con su capacidad al máximo. Camisetas de Deep Purple, Iron Maiden, Accept, Rainbow, Dio y Helloween, se podían divisar en todos los rincones de un recinto que, pese al calor sofocante, fue el epicentro del movimiento telúrico con que el Metal clásico le da cara al paso del tiempo y las modas reinantes.
La jornada comenzaría pasadas las 20:30 horas, con un emblema del Power Metal sudamericano y mundial, como lo es Andre Matos. Reconocido por su aporte a la etapa "clásica" de Angra y su proyecto posterior Shaman, el culto que genera entre los iniciados se traduce en un ritual obligatorio. Sin embargo, hubo que lidiar con una serie de problemas técnicos -incluso desde antes que saliera el brasileño al escenario-, que impidieron distinguir con nitidez parte de su repertorio, aunque la devoción con que los fans de toda la vida le da el aguante, escapa a toda muestra de objetividad.
Acompañado de una banda compuesta por cuatro músicos de sesión de su mismo país, Matos sabe de su condición de 'ícono' en la escena metalera a nivel continental y planetario, recurriendo a la estampa propia de un veterano de mil batallas. Más allá del evidente desgaste vocal y la severa 'madurez' que proyecta a nivel de presencia, se rescata la dignidad con que llevó a cabo su presentación, entablando con el público el feedback explosivo que llegó a su punto cúlmine con la clásica "Carry On". Correcta presentación que incluyó de regalo una potente versión de "Painkiller" de Judas Priest -demasiado forzada y exigida para el estado en que se encuentra su voz, actualmente-, profesionalismo y tesón a pesar de todo. Con lo justo.
Poco después llegaría el turno de Doogie White, un veterano escocés cuyo currículum distingue momentos dorados como la encarnación noventera de Rainbow, Yngwie Malmsteen en la década pasada y, actualmente, colaborando con el mítico guitarrista alemán Michael Schenker. Dentro de lo acotado del set, hubo espacio suficiente para repasar lo mejor de su carrera, comenzando con la potente "Judgement Day" de Tank, emblemas de la NWOBHM y con la cual Doogie grabó un disco durante la década pasada. Atronador comienzo y, de entrada, echándose el público al bolsillo sin pensarla dos veces.
Tal como nos anticipó hace unos días, la entrega con que el nacido en Motherwell llevó a cabo su presentación dejó en manifiesto un nivel que, ad portas de los 60 años de edad, se mantiene vigente sin contrapeso alguno. Prueba de aquello fue la suprema versión de "Ariel", rememorando de alguna forma su debut con Rainbow en nuestro país hace poco más de dos décadas. Y ya que hablábamos del combo liderado por el legendario Ritchie Blackmore, la interpretación de la clásica "Temple Of The King" marcó un momento que caló hondo: un homenaje a los emblemas ausentes de la saga púrpura -Jon Lord, Cozy Powell, Jimmy Bain y, era que no, el entrañable Ronnie James Dio-, a la altura de la grandeza que White proyecta a su manera. Repertorio que se hizo corto -sería lindo un regreso repasando el "Stranger In Us All" en su totalidad, soñar no cuesta nada-, pero que se impone como tiene que ser. Victoria por goleada y deleitando hasta al más escéptico, como los grandes saben hacerlo.
La premisa "los clásicos rigen", dejando de lado toda entelequia moral impuesta por la crítica, adquiere validez y razón de ser en la figura de Udo Dirkschneider, aún recordado por su aporte a la era de oro de Accept, el buque insignia del Metal alemán por excelencia. El inicio matador con "Metal Heart" refleja la potencia intacta de un personaje que, a sus 66 años, se resiste ferozmente a pensar en el retiro y se erige por méritos propios como uno de los últimos exponentes del Heavy Metal químicamente puro, ya sea con su ex-banda o al frente de U.D.O. En este caso, reiteramos, el poder de los clásicos es imbatible, como también lo es esa emblemática voz con que el género en Alemania compitió de igual a igual con sus pares ingleses.
Uno a uno, y con el recinto capitalino hecho un mar de sudor, desfilaron "Midnight Mover", "Living For Tonite" y "London Leatherboys" todos himnos por derecho propio y ante lo cual había que responder a la altura. Entre el frenesí del headbanging y el karaoke masivo, la estampa del pequeño gigante teutón sobre el escenario no necesita recurrir a ningún malabar para recordarte por qué amamos tanto el Heavy Metal. De la misma forma, la cabalgata furiosa de "Restless and Wild" -pegada a "Son Of a Bitch", como en el doble directo "Staying A Life" (1990)- termina por echar abajo el lugar. No desmerecemos en absoluto el excelente trabajo de las guitarras, pero da gusto poder apreciar estos clásicos de toda una vida -a solo unas semanas de la reciente visita de la actual versión Accept-, esta vez con la voz original. Para algunos puede que sea una señal evidente de nostalgia, pero para quienes crecimos al alero de este estilo musical, es casi imposible encontrar las palabras exactas ante tamaña muestra de categoría y contundencia aún presentes luego de casi cuatro décadas.
Entre la majestuosidad de "Princess Of The Dawn" y el coro endémico con que "Balls To The Wall" ataca y arrasa por sí sola, necesario resaltar el poder devastador con que "Fast As A Shark" hace honor a su reputación como el origen del Speed-Thrash Metal en el amanecer de los '80. Puede que la afinación un poco más baja respecto a las versiones originales acuse el inevitable desgaste luego de cuatro décadas en la carretera, pero la categoría con que el menudo frontman germano brinda su presentación ante un público hambriento de Metal a la vieja usanza, resulta tan escalofriante como motivador para quienes saben de sobra lo que implica adoptar desde joven un estilo de vida que va más allá de la música. Y los tipos como Udo Dirkschneider logran aquello en vivo, triplicando la vibra puñetera con que en el estudio los alemanes pulieron su propio Metal, mucho más purista y salvaje que sus colegas de Inglaterra y otras latitudes.
Metal Singers podría resumirse desde dos puntos de vista: el de la nostalgia y el del presente. Recurriendo a la primera opción, no hay derecho a pataleo y en ese aspecto, los fans tienen la última palabra como quedó demostrado anoche. En lo segundo, y dejando de lado el fanatismo, fuimos testigos del momento en que cada exponente se encuentra. dejando a Andre Matos como el menos beneficiado respecto a sus otros colegas de escenario anoche, por razones expuestas unos cuantos párrafos más arriba. De cualquier forma, mejor enfocarnos en lo positivo: distintas épocas congregándose en un solo sentimiento y fusionándose en una sola voz, el sueño de todo 'metalhead' declarado y que anoche se volvió realidad. El brasileño transportándonos a Doogie White descollando como todo un embajador del legado blackmoriano y el pequeño Udo mostrándonos lo mejor de la artillería pesada alemana. Casi nada.
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