Hubo una época, hace dos décadas para ser exactos, en que el Metal latinoamericano se la jugó por decir las cosas por su nombre en lengua hispana, cuando el inglés era -y lo es, aún- el idioma predominante en todas las latitudes, incluyendo el 'Sur del Mundo'. Sepultura, a mediados de los '90, se consolidaba como el máximo embajador sudamericano para el resto del mundo, pero los brasileños habían adoptado el inglés para comerse, literalmente, al mundo entero, por lo que las miradas, de pronto, se desviaron hacia Argentina. Desde Buenos Aires, A.N.I.M.A.L. se levantaba como una agrupación que se la jugó por el idioma nativo, y con bastante razón, tomando en cuenta el origen del nombre y las temáticas a abordar desde el inicio.
Pese a beber, musicalmente, de luminarias mundiales como Pantera, Slayer y los mencionados Sepultura, A.N.I.M.A.L. siempre primó su discurso en favor los pueblos originarios de Sudamérica, superando las barreras del tiempo y, lamentablemente, manifestando una vigencia tan fresca como en los inicios. Y es que, más allá del éxito obtenido en la década del '90 gracias la difusión por parte de la prestigiosa cadena MTV -otros tiempos, lo sabemos-, para el fundador, guitarrista y cantante Andrés Giménez, había un asunto de denuncia y combate que debía ser tomado en serio. Tal como reza el acrónimo que conforma el nombre de la banda -"Acosados Nuestros Indios Murieron Al Luchar"-, la música debía jugar un papel fundamental en un contexto donde impera la injusticia en contra de nuestros pueblos nativos, reafirmando un estado de invasión extranjera que poco y nada difiere respecto a hace cinco siglos, cuando la llegada del hombre europeo derivó en el principio del fin.
Para 1998, y con tres LPs bajo el brazo, A.N.I.M.A.L. se afirmaba como una grata sorpresa para el Metal en sudamérica, gracias a su propuesta marcadamente combativa, con el Metal y el Hardcore conformando una mezcla tan explosiva como devastadora. "A.N.I.M.A.L." (1993), "Fin de un Mundo Enfermo" (1994) y "El Nuevo Camino del Hombre" (1996), uno tras otro, manifestaban un sentimiento de lucha constante y lamento furibundo en nombre de una tierra vapuleada por el propio ser humano hasta hoy. Sí, el grito de Sudamérica y, por qué no, de todo un planeta. Y sería aquel '98 el año en que, con la cuarta placa en estudio, los argentinos le enrostraban a todo el continente que eran mucho más que el relevo o una promesa: el Poder Latino era real e imparable.
Que el brasileño Max Cavalera -recién salido de Sepultura en medio de la controversia y, para entonces, debutando con sus Soulfly- se hiciera cargo de la producción puede interpretarse como un reconocimiento mutuo y, a la vez, una elección acertada por parte de una agrupación que sabía perfectamente para dónde debía ir el asunto: el Metal combativo de A.N.I.M.A.L. ya estaba probado, ahora había que expandir las fronteras sonoras de su propuesta, por supuesto sin renegar de su identidad. Y lo lograron de manera rutilante, concibiendo el que debe ser, por paliza, su momento cumbre a nivel creativo y la entrada a las Grandes Ligas del orbe.
Contrario a la auspiciosa situación que aparenta el éxito obtenido hasta entonces, en la interna imperaban las dudas. El baterista Martín Carrizo abandona el barco, implicando un grave contratiempo para una banda que tenía agendado grabar en Los Angeles, California y con el mencionado Max Cavalera como flamante productor. Para cumplir con los compromiso restantes, previo a las grabaciones de "Poder Latino", recurren a un particular reemplazante: Andrés Vilanova -hijo del reconocido guitarrista de blues Miguel "Botafogo" Vilanova-, un chico de 18 años cuyo fanatismo por A.N.I.M.A.L., y dueño de una sobresaliente experticia técnica en los tarros, le vale debutar como parche en un festival en Buenos Aires, ante 30 mil personas. Vilanova es aceptado como nuevo integrante, pero el baterista de las sesiones en suelo estadounidense será "un tal" Jimmy DeGrasso, recientemente ingresado a las filas de Megadeth y cuyo currículum comprendía desde Suicidal Tendencies, hasta Alice Cooper, pasando por otros nombres de la talla de Y&T y White Lion. Casi nada.
Si bien el Nü-Metal era la tendencia imperante en suelo americano y a A.N.I.M.A.L. se le acusaba de colgarse de la moda de entonces, "Poder Latino" se encargó de romper todos los prejuicios existentes y por haber, gracias a la fuerza plasmada en su discurso a través de la música. Desde el aplastante inicio con "Milagro" nos queda claro que la música se deshace de toda etiqueta en favor de la vibra guerrera con que Sudamérica se levanta contra todo lo que emule a la conquista europea hasta hoy. Con el bajo del entrañable Marcelo "Corvata" Corvalan marcando la tónica, el arranque no puede ser más auspicioso. Un recurso utilizado hasta el hartazgo por toda una generación pero que brinda todo tipo de posibilidades en torno a un mismo objetivo: ir al ataque, de frente y sin vacilar, como también podemos apreciar en las siguientes "Familia (Es la Oportunidad)" y "Los Que Marcan el Camino" -la intro de esta última, el extracto de un discurso del "Ché" Guevara, jugada sugerida por el propio Max Cavalera-: agresión y honestidad intransables, con Andrés Gimenez llevando la batura, a la vez que se apoya en la voces con un Corvata presente y fundamental como aporte en el sonido machacante de A.N.I.M.A.L.
El track que titula el disco denota la influencia del Nü-Metal de la época, pero utilizado como un recurso de alta efectividad, sobretodo en los coros. Y del Metal implacable pasamos a "Loco Pro" y su sonoridad arraigada en la música negra, aunque el 'scratch' presente a lo largo del track hace de este corte para amar u odiar pero que jamás te deja indiferente. Notoriamente influenciado por el sonido 'canero' de Body Count pero al estilo ya consolidado de los argentinos. Algo similar ocurre en la siguiente "Dejar de Ser", un regreso a los riffs de alto octanaje y cuyo mensaje va dirigido sin rodeos a quienes los acusaron, entonces, de "venderse". Si se hubieran "vendido" realmente, el camión desbocado de "Latinoamérica" no sería tal. Qué potencia exhibía A.N.I.M.A.L. hace más de 20 años, dándole cara a todos por igual y levantando la voz en nombre de una tierra que se resiste a ser dominada luego de más de cinco siglos.
El riff amenazante de "Gracias Doy" y la melancolía taciturna de "Esclavo de Ilusión" intercalan lugares de manera fluida, dejando en claro que hay una sonoridad propia ya forjada y una integridad artística a prueba de toda etiqueta externa a la esencia de la banda. En tanto, "Aliento Inocente" resalta por lo sigilosa y movediza de su base rítmica, y también por el aporte innegable de "Corvata" como compañero de voces de Andrés Giménez, una muestra de la solidez con que A.N.I.M.A.L. estampaba su firma como uno de los nombres más importantes del Metal sudamericano y mundial. Las cosas por su nombre: los argentinos, cuando quisieron comerse el mundo, lo hicieron sin discusión que valga y a su manera.
Llegamos a la recta final con "Camouflage", una muestra suprema de groove telúrico y hardcore-punk venenoso, sin sacrificar un ápice de su sentido de denuncia. Y como broche de oro, una tripleta de oro: "Cop Killer" -original de Body Count- rebanándote la yugular en uno dos por tres, seguida de "Fuerza para Aguantar" -otro cover, esta vez original de Ramones- y con el sentimiento punk de los argentinos brillando por naturaleza propia; rematando con una de las piezas más hermosas y sentidas del catálogo de A.N.I.M.A.L. y toda la música latinoamericana: "Cinco Siglos Igual", con la participación del maestro León Gieco y cuyo título basta para hacernos una idea del férreo compromiso de los argentinos con la causa indígena a través de la música.
"Poder Latino", más allá de la popularidad, marcó un hito y se convirtió en un clásico de manera inmediata. Sepultura todavía era la banda líder del Metal sudamericano, incluso una placa sublime como "Roots" (1996) reafirmaba la tendencia a seguir en todas las latitudes. Pero fue con A.N.I.M.A.L. que el idioma hispano se ganó un lugar en el género cuando lo que importaba era la honestidad de la música, sobretodo en estos parajes. Puede que los detractores de siempre asocien el logro de los argentinos a una "coincidencia" de la época y eso es desconocer un aporte trascendental en todo sentido. Latinoamérica nunca gritó tan fuerte como en los '90. Y lo hizo unida.
Recuerda que A.N.I.M.A.L. se presentará el sábado 1 de febrero en el Teatro Teletón, junto a los norteamericanos Overkill. Puedes encontrar tus tickets acá.
Contrario a la auspiciosa situación que aparenta el éxito obtenido hasta entonces, en la interna imperaban las dudas. El baterista Martín Carrizo abandona el barco, implicando un grave contratiempo para una banda que tenía agendado grabar en Los Angeles, California y con el mencionado Max Cavalera como flamante productor. Para cumplir con los compromiso restantes, previo a las grabaciones de "Poder Latino", recurren a un particular reemplazante: Andrés Vilanova -hijo del reconocido guitarrista de blues Miguel "Botafogo" Vilanova-, un chico de 18 años cuyo fanatismo por A.N.I.M.A.L., y dueño de una sobresaliente experticia técnica en los tarros, le vale debutar como parche en un festival en Buenos Aires, ante 30 mil personas. Vilanova es aceptado como nuevo integrante, pero el baterista de las sesiones en suelo estadounidense será "un tal" Jimmy DeGrasso, recientemente ingresado a las filas de Megadeth y cuyo currículum comprendía desde Suicidal Tendencies, hasta Alice Cooper, pasando por otros nombres de la talla de Y&T y White Lion. Casi nada.
Si bien el Nü-Metal era la tendencia imperante en suelo americano y a A.N.I.M.A.L. se le acusaba de colgarse de la moda de entonces, "Poder Latino" se encargó de romper todos los prejuicios existentes y por haber, gracias a la fuerza plasmada en su discurso a través de la música. Desde el aplastante inicio con "Milagro" nos queda claro que la música se deshace de toda etiqueta en favor de la vibra guerrera con que Sudamérica se levanta contra todo lo que emule a la conquista europea hasta hoy. Con el bajo del entrañable Marcelo "Corvata" Corvalan marcando la tónica, el arranque no puede ser más auspicioso. Un recurso utilizado hasta el hartazgo por toda una generación pero que brinda todo tipo de posibilidades en torno a un mismo objetivo: ir al ataque, de frente y sin vacilar, como también podemos apreciar en las siguientes "Familia (Es la Oportunidad)" y "Los Que Marcan el Camino" -la intro de esta última, el extracto de un discurso del "Ché" Guevara, jugada sugerida por el propio Max Cavalera-: agresión y honestidad intransables, con Andrés Gimenez llevando la batura, a la vez que se apoya en la voces con un Corvata presente y fundamental como aporte en el sonido machacante de A.N.I.M.A.L.
El track que titula el disco denota la influencia del Nü-Metal de la época, pero utilizado como un recurso de alta efectividad, sobretodo en los coros. Y del Metal implacable pasamos a "Loco Pro" y su sonoridad arraigada en la música negra, aunque el 'scratch' presente a lo largo del track hace de este corte para amar u odiar pero que jamás te deja indiferente. Notoriamente influenciado por el sonido 'canero' de Body Count pero al estilo ya consolidado de los argentinos. Algo similar ocurre en la siguiente "Dejar de Ser", un regreso a los riffs de alto octanaje y cuyo mensaje va dirigido sin rodeos a quienes los acusaron, entonces, de "venderse". Si se hubieran "vendido" realmente, el camión desbocado de "Latinoamérica" no sería tal. Qué potencia exhibía A.N.I.M.A.L. hace más de 20 años, dándole cara a todos por igual y levantando la voz en nombre de una tierra que se resiste a ser dominada luego de más de cinco siglos.
El riff amenazante de "Gracias Doy" y la melancolía taciturna de "Esclavo de Ilusión" intercalan lugares de manera fluida, dejando en claro que hay una sonoridad propia ya forjada y una integridad artística a prueba de toda etiqueta externa a la esencia de la banda. En tanto, "Aliento Inocente" resalta por lo sigilosa y movediza de su base rítmica, y también por el aporte innegable de "Corvata" como compañero de voces de Andrés Giménez, una muestra de la solidez con que A.N.I.M.A.L. estampaba su firma como uno de los nombres más importantes del Metal sudamericano y mundial. Las cosas por su nombre: los argentinos, cuando quisieron comerse el mundo, lo hicieron sin discusión que valga y a su manera.
"Poder Latino", más allá de la popularidad, marcó un hito y se convirtió en un clásico de manera inmediata. Sepultura todavía era la banda líder del Metal sudamericano, incluso una placa sublime como "Roots" (1996) reafirmaba la tendencia a seguir en todas las latitudes. Pero fue con A.N.I.M.A.L. que el idioma hispano se ganó un lugar en el género cuando lo que importaba era la honestidad de la música, sobretodo en estos parajes. Puede que los detractores de siempre asocien el logro de los argentinos a una "coincidencia" de la época y eso es desconocer un aporte trascendental en todo sentido. Latinoamérica nunca gritó tan fuerte como en los '90. Y lo hizo unida.
Recuerda que A.N.I.M.A.L. se presentará el sábado 1 de febrero en el Teatro Teletón, junto a los norteamericanos Overkill. Puedes encontrar tus tickets acá.
Escrito por: Claudio Miranda
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