#Especial Anathema: "Configurando Los Controles Del Corazón del Sol"


Este 29 de enero tendremos una nueva visita de Anathema, la que se llevará a cabo en el Teatro Nescafé de las artes en una jornada doble. ¿Pero este éxito llego de la noche a la mañana? la respuesta es un no, ya que la carrera de Anathema ha sido un constante de cambios y matices que analizamos en la siguiente nota.

Son contados los casos de aquellas bandas y/o solistas que, ya sea de manera abrupta o progresiva, han abrazado el camino de la constante evolución de manera natural y siempre motivados por la necesidad de experimentar con diversas sonoridades al punto de expandir su propuesta artística hacia confines impensados, totalmente fuera de las fronteras de lo convencional. Anathema, la banda originaria de Liverpool, fundada por tres hermanos apellidados Cavanagh originalmente con el nombre de Pagan Angel, debe ser, por lejos, el ejemplo más gráfico respecto a lo que significa mutar su propuesta, originalmente arraigada en el Metal, hacia una forma de expresión basada en la emoción y la generación de cálidas y escalofriantes atmósferas sonoras con la gran virtud de despertar en el público todo tipo de emociones, incluso aquellas que permanecen ocultas en nuestro interior. We're Here Because We're HereWeather SystemsDistant Satellites y el más reciente The Optimist, todos trabajos de impecable calidad a nivel creativo y de producción, constituyen la prueba irrefutable de cómo un género que suele ser remitido para referirnos a antiguas glorias como Pink FloydGenesis y King Crimson en realidad siempre estuvo presente en el ADN de Vincent, Daniel y Jamie, tres hermanos cuyos inicios en la música, reflejados en sus primeras grabaciones, se caracterizaban por un sonido absolutamente distinto respecto al presente.

El EP debut The Crestfallen (1992) y, un año después, el LP debut titulado Serenades, daban cuenta de una joven agrupación cuyas influencias se encontraban en el sonido denso y oscuro de Black Sabbath y la revolución liderada por sus coterráneos de Paradise Lost, agrupación cultora de un Death-Doom Metal con tintes marcadamente góticos y atmósferas fúnebres, elementos con que el género se tomaba el continente europeo cual peste bubónica. La banda sorprende con su propuesta, al mismo tiempo que Serenades se paraba de igual a igual con obras maestras de la talla de Gothic y Shades Of God, ambos trabajos con que Paradise Lost se erigía de inmediato como referentes indiscutidos del estilo a nivel continental y, más tarde, mundial. El éxito inicial conseguido se traduce en giras junto a Cannibal Corpse y el video de "Sweet Tears" obteniendo rotación considerable en MTV. Sin embargo, el cantante Darren White abandona la banda y, desde entonces, Vincent Cavanagh se adjudica el rol como voz principal de la banda, remarcando en los siguientes The Silent Enigma (1995) y Eternity (1996) la sonoridad gótica que, por esos años, era la tendencia dentro del Metal europeo. Una gira a través de Reino Unido junto a Cathedral, previa al lanzamiento de The Silent Enigma, sería determinante en la dirección a tomar por la banda durante la década en curso.

Eternity, el tercer LP de Anathema, marcaría un momento importante en el desarrollo artístico de la banda; la generación de atmósferas y la presencia de voces limpias en una propuesta aún ligada al Metal llaman la atención de una fanaticada que ve en los de Liverpool algo inusual dentro de un estilo que intercalaba la oscuridad del Doom europeo con la crudeza extrema del Death Metal. Y si el LP del '96 remarcaba la presencia de elementos con que Anathema se desmarcaba del movimiento liderado por Paradise Lost, Alternative 4 (1998) no hacía más que dejar en claro que esto iba mucho más allá de lo que solo los mismos hermanos Cavanagh tenían en mente. Sin embargo, la reticencia hacia lo que la banda presentaba en su cuarto LP estaba presente y, de alguna manera, había que ratificar con música la credibilidad de lo que los tres hermanos estaban moldeando. Y esa credibilidad quedaría reflejada sin contrapeso alguno en lo que sería su trabajo definitivo, el insuperable Judgement (1999), álbum con el cual se cerraba completamente el debate respecto a la influencia de Pink Floyd y el fenómeno liderado por Radiohead en un género que aún se resistía a deshacerse de ciertos clichés con aspecto de dogma. La depresión y la desesperación empezaban  adquirir una extraña belleza, en parte influida por la admiración de la banda hacia la figura de Jeff Buckley -fallecido trágicamente y en extrañas circunstancias, en mayo de 1997-, joven cantautor cuya interpretación plasmada en esa obra maestra titulada Grace (1994) marcaría a fuego el camino a tomar por los ingleses durante el inicio del nuevo milenio.


 La fascinación por los sonidos alternativos quedaría reflejada en un par de trabajos con que despertaron entre sus fans las primeras señales de que estaban siguiendo un camino similar al abrazado por Opeth y al que se uniría Katatonia poco después. Primero con el conceptual A Fine Day To Exit (2001), una historia de búsqueda introspectiva que, detrás de su 'inocente' portada, escondía algo tan grande como complejo para el entendimiento común, a lo que se suma un sonido que significó una 'traición' para sus fans más apegados a los inicios Death-Doom y, a la vez, una grata sorpresa para quienes sabían que la verdadera cara de Anathema en realidad empezaba a mostrar múltiples formas con una maestría impresionante, por supuesto manteniendo la esencia emotiva con que los de Liverpool disponen, hasta hoy, a cruzar la frontera que separa al mundo que conocemos de lo desconocido y fascinante. Y con el siguiente A Natural Disaster (2004), la banda culminaría un ciclo, al mismo tiempo que reincorporaba en el bajo a Jamie Cavanagh, quien había formado parte de la formación original hasta antes de entrar por primera vez al estudio.

  A Natural Disaster, pese a la notable evolución con que Anathema sorprendía a toda una escena,  no sería satisfactorio en lo económico. El sello Music For Nations cerraba sus puertas -al menos hasta 2015- y la banda británica se encontraba sin sello bajo el cual cobijarse. Aquel suceso sería clave para meterse de lleno en la autogestión y el crowdfounding -método de financiamiento con el que los fans aportaban voluntaria y económicamente con una suma monetaria, a elección libre, para la producción discográfica y cuyos pioneros serían los escoceses de Marillion-, a la vez que la banda empezaba desenvolver su faceta más acústica, en gran parte mérito de Daniel Cavanagh.


El regreso en grande se produciría en 2010 con el LP We're Here Because We're Here, trabajo que marcaría el debut de la cantante Lee Douglas, hermana del tecladista- y antiguo baterista- John Douglas, como integrante estable -voz invitada en las dos placas anteriores- y componente clave en lo que será, durante la década en curso, de un nuevo y emocionante viaje a través de los confines del alma, donde priman el sentimiento, la humanidad y el arte. ¿Quién hubiera pensado, hace más de 20 años, que aquella joven agrupación que compartía créditos con Paradise Lost como revelación del Metal Extremo con tintes góticos, terminaría mostrándonos un universo donde los satélites distantes terminarían unidos en torno a una fuerza desconocida? El poder de la música es tan misterioso y fascinante como la evolución con que los de Liverpool se ganaron la consagración en base a originalidad y honestidad. Tal como lo hizo Pink Floyd en sus inicios, Anathema no hizo más que configurar los controles con que el corazón del sol late con fuerza y vitalidad inagotables. 

Escrito por: Claudio Miranda

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