En estos tiempos complicados para todo un continente, el Metal adquiere dos aristas: el de la vía de escape y el de la lucha diaria. El contexto actual bajo el que se encuentra Chile y el resto de Latinoamérica, sin mirar en menos la primera, requiere la urgencia de la segunda. Y esa urgencia es la le da sentido a la música que amamos, más allá de cualquier etiqueta o prejuicio externo al estómago con que la música nos da el impulso necesario para seguir adelante contra viento y marea en la vida.
A veces los prejuicios -muchas veces regidos por las preferencias personales y las 'etiquetas'- nos hacen olvidar que tanto el Thrash Metal despiadado de Overkill y el groove combativo de los argentinos de A.N.I.M.A.L. tienen características en común. Y tal como pudimos apreciar anoche en un abarrotado Teatro Teletón, quedó demostrado lo que es capaz de generar esta unión infranqueable, capaz de derribar todas las fronteras existentes y por haber. Como tiene que ser, proyectando el odio hacia la autoridad y sin pelos en la lengua.
20 horas en punto y la jornada arranca, primero, con una agrupación que vuelve con todo a las pistas. Hablamos de Disaster, banda cultora de un Thrash Metal 100% purista, a la usanza alemana y directo al grano con esos riffs lisa y llanamente asesinos. Media hora bastó para que los de Melipilla se impusieran con una dosis necesaria de Metal devastador en implacable en su tarea homicida, gracias a bombazos como "Desquiciado", "Culto de Muerte" y "Necrofilia", las dos últimas pertenecientes a lo que será su próximo LP. Con el mosh ya desatado entre los bangers presentes a esa hora, solo quedó rezar de rodillas ante tamaña muestra de brutalidad intransable, con la clásica "Motosierra del Infierno" marcando el punto cúlmine de un espectáculo a la altura de la reputación lograda como referentes del género a nivel local durante las últimas dos décadas. Presentación sobresaliente y necesaria tanto para prepararnos para lo que se vendría minutos después, como para atestiguar en favor de un nombre que encarna el Thrash Metal más allá de la música.
Poco después, a eso de las 21 horas -a destacar el impecable cumplimiento de los horarios de cada banda-, llegaría el turno de una agrupación histórica que, en base a sus propias armas, se presenta como un estandarte de lucha para todo un continente desde sus inicios hace más de dos décadas. Y es que hablar de A.N.I.M.A.L. va más allá de un género musical determinado: una declaración de lucha y principios inmortalizada en cada uno de sus trabajos, todos obligatorios para la generación de los '90-2000 y la actual que ve en el trío liderado por Andrés Giménez una forma de ver, decir y hacer las cosas por su nombre.
El arranque con "Solo por ser Indios" no pudo ser más decidor respecto al compromiso de los argentinos con los pueblos originarios de Latinoamérica -en especial el pueblo mapuche-, al igual que el despliegue escénico con que A.N.I.M.A.L. se para sobre el escenario, arremetiendo con la bravura propia de los indígenas que inspiraron su nombre. "Revolución", "Familia (Es la Oportunidad)", "Combativo", "Latinoamérica" y "El Nuevo Camino del Hombre" desfilaron uno por uno de manera contundente, con un Andrés Giménez alborozado y aprovechando cada espacio para pronunciar el discurso con que hace valer su rótulo -merecido- como prócer del Metal Extremo en Argentina y todo el continente. Por otro lado, nada de aquello sería posible sin la participación del eximio baterista Marcelo Castro y el bajista "Titi" Lapolla, ambos conformando una base rítmica tan potente como complementaria para los riffs de alto octanaje con que Giménez se titula como portaestandarte de un territorio que clama justicia y venganza desde hace cinco siglos.
Para el final, la centrífuga humana con que "Cop Killer" -original del legendario combo americano Body Count- quedaría inmortalizada como postal de un ritual sonoro en base a coherencia total. Esa misma coherencia con que el Metal sudamericano se pronuncia sin importar las preferencias personales cuando hay un enemigo al cual apuntar. A.N.I.M.A.L., una vez más nos recuerda, y sin rodeos, el sentido de la música extrema en estos "tiempos mejores". Nada más.
Puntual, directo y ganando desde el primer minuto. El retorno de los neoyorkinos a suelo chileno -luego de casi 8 años, y volviendo al Teletón luego de su debut en 2010, pocos días después del fatídico terremoto que azotó a gran parte de nuestro país- se concretaba de la mejor manera, con el quinteto liderado por el entrañable Bobby "Blitz" Ellsworth atacando y cobrando víctimas desde el comienzo con "Mean, Green, Killing Machine", corte extraído del más reciente "The Grinding Wheel" (2017), una de las placas con que Overkill se ha mantenido en la brecha durante la década en curso pese a su longevidad. De inmediato somos testigos -y partícipes- de la incombustible potencia con que estos señores mantienen en alto la bandera del Thrash Metal en su esencia, con el poder altamente destructivo de los riffs como su arma y el dominio técnico de sus componentes a la altura de los valores propios de un género que no cede a nada que no responda a su naturaleza.
Así como el foco está en el presente, también hay espacio para los clásicos infaltables, como lo es ese megaclásico llamado "Rotten To The Core", un pasaje por el cual los años parecen darle más juventud que lo contrario. La recepción del público, en ese instante, no se hizo esperar: mosh sin piedad y headbanging frenético por doquier, una letal descarga de voltaje con que el Thrash Metal de la Costa Este adquiere proporciones propias del más desastroso de los cataclismos ocurridos e imaginados. Podríamos darle más énfasis a los detalles técnicos del show, pero lo que genera una banda como Overkill en el público metalero -dejando de lado todo gusto personal- es tan inexplicable como fascinante para quienes sabemos que este tipo de música se debe sentir con el estómago antes de asimilarla con la cabeza, como también podemos apreciar en la siguiente "Electric Rattlesnake", un clásico inmediato para los seguidores acérrimos, los mismos que saben que de estos tipos jamás hubo ni habrá un álbum malo.
Si acaso hay una máxima de la cual la música no puede escapar aunque quisiera, es la de "los clásicos rigen", jodido e innegable por donde se le mire. Pero la cuaterna compuesta por "Hello From The Gutter", el himno épico por excelencia "In Union We Stand" -coreada hasta el sudor con puño en alto-, "Infectious" y "Coma" -las dos últimas pertenecientes al fundamental "Horroscope" (1991), se presenta como un regalo del infierno para los fans de la vieja escuela. Puede que el sonido -"pegado hasta el techo", una masa en varios pasajes al punto de que las guitarras perdían su nitidez- no fuera del todo favorable, pero da gusto apreciar, por ejemplo, a "Blitz" en plena forma a sus casi 60 años, despachándose esos agudos mortíferos mientras impone su estampa sobre el escenario como un frontman de los más grandes del Metal.
Y ya que nos referíamos a "Blitz", tambiéne s un deber hacerlo con los otros componentes del equipo, partiendo por el bajista y también fundador D.D. Verni, cuya presencia en las bajas frecuencias le da el combustible suficiente a esa máquina infernal llamada Overkill, de la misma forma en que el recién llegado Jason Bittner -baterista de Shadows Fall (actualmente en receso desde 2015) y con breves pasos recientes por otras leyendas de culto como Toxik y Flotsam & Jetsam, casi nada!- aporrea bestialmente los tarros y, a la vez, da cuenta de una técnica a la altura del sofocante fuego de la música. En tanto, y pese a ciertos problemas técnicos que impidió en más de una ocasión jugó en contra, Dave Linsk y Derek Tailer -los solos de este último, certeros en su ejecución y flameantes en su esencia- cumplieron de manera sobresaliente como generadores del sonido propio de una agrupación que, durante más de tres décadas, se alzó como referente y cultora de una propuesta desquiciada y refrescante, la revolución del Thrash en su máxima forma.
Luego de la dupleta compuesta por las demoledoras "Goddamn Trouble" y "Wrecking Crew" -una masacre, literalmente!, llegaría el turno de la inédita "Head Of A Pin", perteneciente al venidero "The Wings Of War", próximo a publicarse en solo un par de semanas. Un corte claramente inspirado en Black Sabbath -influencia omnipresente en el catálogo de los neoyorkinos- y que, pese a la tibia recepción por parte del público, augura lo que podría ser un sorprendente 2019. Es cierto que Overkill no forma parte de las grandes luminarias mainstream como Metallica y Megadeth, pero da gusto que, luego de más de 30 años en la carretera, se mantenga fiel a su integridad hasta hoy, firmes ante cualquier crítica u observación que poco y nada tenga que ver con la idea que defienden desde su formación en 1980.
Cerrando el set regular, la ferocidad sanguinaria de "Ironbound", otro clásico de la era moderna de Overkill y, porqué no, del Thrash de la década que se nos va. Y para un set repleto de clásicos por doquier, uno con que el Teletón y cualquier recinto termina por venirse abajo hasta no dejar nada en pie: "Elimination", infaltable y efectiva cuando se trata de definir el Thrash como algo más allá de un estilo musical. No solo debe ser la canción más conocida de los nacidos en New Jersey, sino también un resumen de lo que fue, es y será el Thrash Metal en esencia y forma. Un momento glorioso, una oda al Metal como nos gusta: carnicería total, sin sobrevivientes y rebanándole la yugular a todo el mundo. Y para rematar, la infaltable "Fuck You" -original de los canadienses punk The Subhumans pero que Overkill hizo propia con la ira incendiaria de su firma-, intercalada con "Sonic Reducer", perteneciente a Dead Boys y versionada por los neoyorkinos en el debut "Feel The Fire" (1985). Un millar de manos con el dedo medio levantado, y con "Blitz" dándose el lujo de desafiar a los fans a gritar con fuerza ese insulto de grueso calibre transformado en música violenta y enojada -"we don't care what you say...!!"-, una postal de aquellas que hacen del Metal la banda sonora de una generación que no tiene nada que perder y con puño en alto, desafía al status quo sin vacilar.
El único punto bajo, como hemos mencionado, podría ser lo saturado del sonido, superando lo permitido para el oído humano hasta lo molesto. Viéndolo desde el otro lado, también podemos considerarlo como una virtud: ¿porqué el Metal tiene que ser y sonar "agradable" cuando en realidad surgió como una forma de canalizar el odio que la gente común siente contra la injusticia y el abuso? Cuando la paciencia se acaba y el odio nos invade, la música está ahí para recordarnos su propósito original y la unión que conforma más allá de cualquier clasificación externa. Puede que entre Overkill y A.N.I.M.A.L. existan diferencias notorias a primera vista, pero ambas bandas/propuestas están realmente unidas. Unidas por el odio hacia lo que nos oprime a diario, ahora y siempre.
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20 horas en punto y la jornada arranca, primero, con una agrupación que vuelve con todo a las pistas. Hablamos de Disaster, banda cultora de un Thrash Metal 100% purista, a la usanza alemana y directo al grano con esos riffs lisa y llanamente asesinos. Media hora bastó para que los de Melipilla se impusieran con una dosis necesaria de Metal devastador en implacable en su tarea homicida, gracias a bombazos como "Desquiciado", "Culto de Muerte" y "Necrofilia", las dos últimas pertenecientes a lo que será su próximo LP. Con el mosh ya desatado entre los bangers presentes a esa hora, solo quedó rezar de rodillas ante tamaña muestra de brutalidad intransable, con la clásica "Motosierra del Infierno" marcando el punto cúlmine de un espectáculo a la altura de la reputación lograda como referentes del género a nivel local durante las últimas dos décadas. Presentación sobresaliente y necesaria tanto para prepararnos para lo que se vendría minutos después, como para atestiguar en favor de un nombre que encarna el Thrash Metal más allá de la música.
Poco después, a eso de las 21 horas -a destacar el impecable cumplimiento de los horarios de cada banda-, llegaría el turno de una agrupación histórica que, en base a sus propias armas, se presenta como un estandarte de lucha para todo un continente desde sus inicios hace más de dos décadas. Y es que hablar de A.N.I.M.A.L. va más allá de un género musical determinado: una declaración de lucha y principios inmortalizada en cada uno de sus trabajos, todos obligatorios para la generación de los '90-2000 y la actual que ve en el trío liderado por Andrés Giménez una forma de ver, decir y hacer las cosas por su nombre.
El arranque con "Solo por ser Indios" no pudo ser más decidor respecto al compromiso de los argentinos con los pueblos originarios de Latinoamérica -en especial el pueblo mapuche-, al igual que el despliegue escénico con que A.N.I.M.A.L. se para sobre el escenario, arremetiendo con la bravura propia de los indígenas que inspiraron su nombre. "Revolución", "Familia (Es la Oportunidad)", "Combativo", "Latinoamérica" y "El Nuevo Camino del Hombre" desfilaron uno por uno de manera contundente, con un Andrés Giménez alborozado y aprovechando cada espacio para pronunciar el discurso con que hace valer su rótulo -merecido- como prócer del Metal Extremo en Argentina y todo el continente. Por otro lado, nada de aquello sería posible sin la participación del eximio baterista Marcelo Castro y el bajista "Titi" Lapolla, ambos conformando una base rítmica tan potente como complementaria para los riffs de alto octanaje con que Giménez se titula como portaestandarte de un territorio que clama justicia y venganza desde hace cinco siglos.
Para el final, la centrífuga humana con que "Cop Killer" -original del legendario combo americano Body Count- quedaría inmortalizada como postal de un ritual sonoro en base a coherencia total. Esa misma coherencia con que el Metal sudamericano se pronuncia sin importar las preferencias personales cuando hay un enemigo al cual apuntar. A.N.I.M.A.L., una vez más nos recuerda, y sin rodeos, el sentido de la música extrema en estos "tiempos mejores". Nada más.
Puntual, directo y ganando desde el primer minuto. El retorno de los neoyorkinos a suelo chileno -luego de casi 8 años, y volviendo al Teletón luego de su debut en 2010, pocos días después del fatídico terremoto que azotó a gran parte de nuestro país- se concretaba de la mejor manera, con el quinteto liderado por el entrañable Bobby "Blitz" Ellsworth atacando y cobrando víctimas desde el comienzo con "Mean, Green, Killing Machine", corte extraído del más reciente "The Grinding Wheel" (2017), una de las placas con que Overkill se ha mantenido en la brecha durante la década en curso pese a su longevidad. De inmediato somos testigos -y partícipes- de la incombustible potencia con que estos señores mantienen en alto la bandera del Thrash Metal en su esencia, con el poder altamente destructivo de los riffs como su arma y el dominio técnico de sus componentes a la altura de los valores propios de un género que no cede a nada que no responda a su naturaleza.
Así como el foco está en el presente, también hay espacio para los clásicos infaltables, como lo es ese megaclásico llamado "Rotten To The Core", un pasaje por el cual los años parecen darle más juventud que lo contrario. La recepción del público, en ese instante, no se hizo esperar: mosh sin piedad y headbanging frenético por doquier, una letal descarga de voltaje con que el Thrash Metal de la Costa Este adquiere proporciones propias del más desastroso de los cataclismos ocurridos e imaginados. Podríamos darle más énfasis a los detalles técnicos del show, pero lo que genera una banda como Overkill en el público metalero -dejando de lado todo gusto personal- es tan inexplicable como fascinante para quienes sabemos que este tipo de música se debe sentir con el estómago antes de asimilarla con la cabeza, como también podemos apreciar en la siguiente "Electric Rattlesnake", un clásico inmediato para los seguidores acérrimos, los mismos que saben que de estos tipos jamás hubo ni habrá un álbum malo.
Si acaso hay una máxima de la cual la música no puede escapar aunque quisiera, es la de "los clásicos rigen", jodido e innegable por donde se le mire. Pero la cuaterna compuesta por "Hello From The Gutter", el himno épico por excelencia "In Union We Stand" -coreada hasta el sudor con puño en alto-, "Infectious" y "Coma" -las dos últimas pertenecientes al fundamental "Horroscope" (1991), se presenta como un regalo del infierno para los fans de la vieja escuela. Puede que el sonido -"pegado hasta el techo", una masa en varios pasajes al punto de que las guitarras perdían su nitidez- no fuera del todo favorable, pero da gusto apreciar, por ejemplo, a "Blitz" en plena forma a sus casi 60 años, despachándose esos agudos mortíferos mientras impone su estampa sobre el escenario como un frontman de los más grandes del Metal.
Y ya que nos referíamos a "Blitz", tambiéne s un deber hacerlo con los otros componentes del equipo, partiendo por el bajista y también fundador D.D. Verni, cuya presencia en las bajas frecuencias le da el combustible suficiente a esa máquina infernal llamada Overkill, de la misma forma en que el recién llegado Jason Bittner -baterista de Shadows Fall (actualmente en receso desde 2015) y con breves pasos recientes por otras leyendas de culto como Toxik y Flotsam & Jetsam, casi nada!- aporrea bestialmente los tarros y, a la vez, da cuenta de una técnica a la altura del sofocante fuego de la música. En tanto, y pese a ciertos problemas técnicos que impidió en más de una ocasión jugó en contra, Dave Linsk y Derek Tailer -los solos de este último, certeros en su ejecución y flameantes en su esencia- cumplieron de manera sobresaliente como generadores del sonido propio de una agrupación que, durante más de tres décadas, se alzó como referente y cultora de una propuesta desquiciada y refrescante, la revolución del Thrash en su máxima forma.
Luego de la dupleta compuesta por las demoledoras "Goddamn Trouble" y "Wrecking Crew" -una masacre, literalmente!, llegaría el turno de la inédita "Head Of A Pin", perteneciente al venidero "The Wings Of War", próximo a publicarse en solo un par de semanas. Un corte claramente inspirado en Black Sabbath -influencia omnipresente en el catálogo de los neoyorkinos- y que, pese a la tibia recepción por parte del público, augura lo que podría ser un sorprendente 2019. Es cierto que Overkill no forma parte de las grandes luminarias mainstream como Metallica y Megadeth, pero da gusto que, luego de más de 30 años en la carretera, se mantenga fiel a su integridad hasta hoy, firmes ante cualquier crítica u observación que poco y nada tenga que ver con la idea que defienden desde su formación en 1980.
Cerrando el set regular, la ferocidad sanguinaria de "Ironbound", otro clásico de la era moderna de Overkill y, porqué no, del Thrash de la década que se nos va. Y para un set repleto de clásicos por doquier, uno con que el Teletón y cualquier recinto termina por venirse abajo hasta no dejar nada en pie: "Elimination", infaltable y efectiva cuando se trata de definir el Thrash como algo más allá de un estilo musical. No solo debe ser la canción más conocida de los nacidos en New Jersey, sino también un resumen de lo que fue, es y será el Thrash Metal en esencia y forma. Un momento glorioso, una oda al Metal como nos gusta: carnicería total, sin sobrevivientes y rebanándole la yugular a todo el mundo. Y para rematar, la infaltable "Fuck You" -original de los canadienses punk The Subhumans pero que Overkill hizo propia con la ira incendiaria de su firma-, intercalada con "Sonic Reducer", perteneciente a Dead Boys y versionada por los neoyorkinos en el debut "Feel The Fire" (1985). Un millar de manos con el dedo medio levantado, y con "Blitz" dándose el lujo de desafiar a los fans a gritar con fuerza ese insulto de grueso calibre transformado en música violenta y enojada -"we don't care what you say...!!"-, una postal de aquellas que hacen del Metal la banda sonora de una generación que no tiene nada que perder y con puño en alto, desafía al status quo sin vacilar.
El único punto bajo, como hemos mencionado, podría ser lo saturado del sonido, superando lo permitido para el oído humano hasta lo molesto. Viéndolo desde el otro lado, también podemos considerarlo como una virtud: ¿porqué el Metal tiene que ser y sonar "agradable" cuando en realidad surgió como una forma de canalizar el odio que la gente común siente contra la injusticia y el abuso? Cuando la paciencia se acaba y el odio nos invade, la música está ahí para recordarnos su propósito original y la unión que conforma más allá de cualquier clasificación externa. Puede que entre Overkill y A.N.I.M.A.L. existan diferencias notorias a primera vista, pero ambas bandas/propuestas están realmente unidas. Unidas por el odio hacia lo que nos oprime a diario, ahora y siempre.
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Fotos: Diego Pino
Escrito por: Claudio Miranda
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