Una ermita es una capilla o iglesia pequeña que ejerce como lugar de oración y recogimiento, donde un fraile o ermitaño puede desarrollar en paz su vida y trabajo. Siempre en una zona sin habitantes alrededor y lo más alejado posible de la urbe o toda comunidad. Y esa sensación de soledad en favor del espíritu es la conforma la atmósfera del estreno en sociedad de Gabriel G'naccio (guitarra/voz) e Imma (percusión y coros), ambos cultores de un sonido que revela el lado oculto de una humanidad condenada a permanecer bajo la sombra de su destino.
Poco más de media hora de música resultan suficientes para introducirnos en los recovecos inexplorados de "Presentes Carentes" (2017), un trabajo que destaca, en primer lugar, por la coherencia con que su propuesta te atrapa desde el inicio y no te suelta hasta exhalar el último suspiro. Música concebida en lo más profundo de la agonía de un mundo que no deja de sangrar y cuyo dolor se transforma en una mochila pesada con la cual cargar durante el resto de nuestros días.
La cabalgata inicial de la instrumental "In Situ" nos pone en alerta al principio de este viaje, angustiante en cada acorde y golpe ejecutados con la clase propia de los veteranos, seguida de "La Muerte, Tu Sombra", un corte cuyo galope furibundo avanza sin contrapeso alguno. La personalidad mántrica con que la música conforma su relato, resulta determinante para entender el propósito artístico de Ermita, siempre en favor de la conexión del individuo con sus pensamientos más oscuros y el rincón del alma donde apun anochece sin esperanzas de un mañana de luz.
Las revoluciones disminuyen en el track que titula el disco, o al menos eso parece. Inquietante, acechando desde todos los puntos cardinales y con apenas un poco de espacio para rezar por nuestras almas. Musicalmente, se destaca la riqueza de matices sonoros y creativos con que cada quiebre destaca como una pieza por sí sola sin perder el hilo conductor de la música. Voces corales que destilan congoja y pesimismo por toneladas, a veces encarnando el discurso drástico de una tierra fulgurante. Tan fulgurante como la ritual "Sangre en la Tierra", mortecina como la luz del anochecer y poseedora de un mantra cuya melodía parece diseñada para quedar grabada a fuego en la mente.
La emoción con que "Éter" se mueve por sí sola, marca un momento cumbre en la placa. Evocando el canto propio de un continente cuya lucha durante cinco siglos contra el invasor europeo no mengua en lo más mínimo, Ermita nos dicta una cátedra de identidad latinoamericana en base a la honestidad con que la música sonoriza la resistencia cultural de ayer y hoy. Un pasaje obligatorio a lo largo del álbum
La emoción con que "Éter" se mueve por sí sola, marca un momento cumbre en la placa. Evocando el canto propio de un continente cuya lucha durante cinco siglos contra el invasor europeo no mengua en lo más mínimo, Ermita nos dicta una cátedra de identidad latinoamericana en base a la honestidad con que la música sonoriza la resistencia cultural de ayer y hoy. Un pasaje obligatorio a lo largo del álbum
"Transición",
como indica su nombre, marca el paso del clamor desgarrado de "Eter"
al mantra épico -y sombrío, sobretodo- con que "Entes Inertes" porta la antorcha en el
último tramo de la placa. El matrimonio ideal entre la luz del alba y el
atardecer campestre con las estrellas como techo, llevado a cabo con
catedrática fluidez y apuntando a la consciencia del ser humano y su búsqueda
de la trascendencia sin renegar de sus raíces. Cerrando la placa, la escalera
rocosa con que "Ad Portas" culmina el recorrido en plena catarsis,
subiendo cada peldaño hasta llegar a la cumbre, no sin sortear una serie de
peligros que pondrán a prueba nuestros sentidos. Por cierto, el nombre del
track final puede ser interpretado como un final abierto, una señal del futuro
de Ermita, al menos en lo inmediato.
"Presentes Carentes", en su
totalidad, es el capítulo inaugural de una nueva saga en la música
nacional, al mismo tiempo que equivale a una puerta de entrada hacia un sonido
que evoca el espíritu de antiguas civilizaciones que le dan cara a la muerte
luego de casi medio milenio. A la vez, se erige como el testimonio viviente de una era oscura que
pareciera reflejarse en el título del álbum. Un presente que carece de amor y
luz, suficiente como para que la Opera Prima de Ermita aparezca en el lugar y momento justos. Una época a la que se suma otra pieza al soundtrack de un mundo con sus días contados.
Escrito por: Claudio Miranda
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