Jugar de local es una cosa, mantenerse en forma y vigentes es otra. Amorphis reúne ambas cualidades y las aplica con maestría inigualable, como viene siendo desde hace más de un cuarto de siglo. A una década del debut en nuestro país, la cuarta visita de los fineses los encuentra en la promoción del reciente "Queen Of Time" (2018), una placa que deja en manifiesto la perenne vanguardia de su firma, complementado con la solidez propia de una institución que desafía con firmeza el paso del tiempo. Puede sonar cliché pero eso que dicen de que la buena música no necesita de etiquetas para permanecer fresca, encaja como anillo al dedo en los de Helsinki. Y anoche pudimos dar testimonio de aquello, nuevamente.
A eso de las 19:45, con el Club Blondie de la capital en la mitad de su capacidad a esas horas, el ritual previo es encabezado por Poema Arcanvs, nombre obligatorio para todo amante del Doom y el Metal con matices góticos a nivel local. Con dos décadas de carrera y cinco LPs de alta factura, el cuarteto comandado por el guitarrista Igor Leiva y el cantante Claudio Carrasco dio cuenta de un repertorio de primer nivel, abarcando la totalidad de una discografía rica en historia y calidad. Breve en duración pero suficiente como para sumergirnos en la niebla fúnebre con que la música se erige imponente cual coloso. Brillante espectáculo en sus propios dominios de oscuridad, a lo que se suma el profesionalismo con que el cuarteto formado en 1997 se adueña del escenario con sus propias armas. La reacción del público que ingresaba numerosamente al recinto ante tamaño despliegue de categoría local, dice tanto como una trayectoria que ha sabido pulir y defender su identidad, incluso sin necesidad de morir en una etiqueta.
Minutos después, y con puntualidad milimétrica, las luces se apagan mientras la intro que da paso a "The Bee" nos introduce de inmediato en el universo mitológico del sexteto liderado por el guitarrista Esa Holopainen y el entrañable Tomi Joutsen. Dejemos de lado las etiquetas y los dogmas, porque la invitación que nos hace Amorphis -en el estudio y en vivo por igual- consiste en dejarnos llevar por la música y transportarnos a los misteriosos parajes karelianos con que Finlandia atrae las miradas de todo un planeta desde hace más de dos siglos. De inmediato le sucede "The Golden Elk", conformando en la apertura la dupleta inicial con que "Queen Of Time" reafirma un presente fructífero, con poco y nada que envidiar a los "clásicos".
Quizás la gran virtud a destacar en Amorphis al momento de armar el set, es la de priorizar el material editado durante la última década, sin decepcionar en absoluto a los seguidores más 'antiguos'. "Sky Is Mine" -del extraordinario "Skyforger (2009)-, y "Sacrifice" -del notable "Under The Red Cloud" (2015)-, se mueven sobre el escenario con una soltura magnánima, como himnos de toda la vida y disipando cualquier duda respecto a la orientación progresiva con que los fineses se ha ganado un sitial de honor entre los grandes, incluso más allá del Metal. Al mismo tiempo, la cabalgata incendiaria de la clásica "Against Widows" -por primera vez interpretada en suelo local- marca un momento altamente emotivo, con el público coreando la melodía principal y graficando un principio ubicuo respecto al aporte artístico de los de Helsinki: nada sobra ni falta en una propuesta cuya coherencia conceptual y atmosférica va de la mano con el camino de la constante evolución. Por ende, me permito agregar en lo personal: una obra maestra como "Elegy" (1996) tiene asegurada la eterna juventud gracias a su contenido y la vibra que proyecta, tanto en el estudio como en los directos.
"Silver Bride" y "Bad Blood" continúan el viaje a través de la tradición nórdica, intercalando el metal extremo y la psicodelia con una fluidez a la altura del carisma que proyecta Tomi Joutsen hacia la fiel fanaticada. Dueño de un registro privilegiado cuando se trata de combinar brutalidad y sutileza en un mismo sello, Joutsen es el encargado del espectáculo y el nexo entre la banda y el público entregado a la calidez con que Amorphis abre uno de los tantos vórtices hacia su mundo de héroes y magos. A la vez, el tridente compuesto por "Wrong Direction", "Daughter Of Hate" y "Heart Of A Giant" termina por entregarnos sin cuestionamiento al encanto del flamante "Queen Of Time", un trance sonoro que satisface los sentidos tanto del fan más acérrimo como del melómano más exigente. Eso es, en su esencia, Amorphis en su forma más pura.
Además del papel de Tomi Joutsen como frontman avezado, debemos recalcar la labor de Esa Holopainen en las seis cuerdas, el generador de un sonido insigne y camaleónico en su máximo sentido. Un virtuoso que no necesita recurrir a la pirotecnia para imponer su estampa inconfundible, respaldado en la guitarra rítmica por Tomi Koivusaari, uno de los cuatro integrantes fundadores que sobreviven de la mítica alineación que irrumpió con fuerza entrando a la década del '90. Los otros dos, el baterista Jan Rechberger y el bajista Olli-Pekka Laine -retornado el año antepasado luego de 17 años de autoexilio- mantienen el groove y la profundidad con que el sexteto finés nos contagia con su fuerza aplastante. En tanto, el tecladista Santeri Kallio se despacha un trabajo de antología tanto en la generación de capas como en su dominio con el sintetizador, anotándose como componente clave en la dirección progresiva que caracteriza a Amorphis en la totalidad de su catálogo.
Culminando el set regular, llega la metralla implacable de "Hopeless Days", seguida de un clásico de Amorphis y, porqué no, de todo el Metal de los '90, "Black Winter Day". No solo se trata de un regalo para los fans del seminal "Tales From The Thousand Lakes" (1994), sino también es una muestra irrefutable de cómo la obra de los fineses se ha mantenido radiante y revolucionario como hace dos décadas. Supremo pasaje de una presentación impecable, con la jerarquía del arte tatuando su sello a fuego. Para el cierre, otra dupleta maestra: el groove arabesco de "Death Of A King" y los coros con puño al aire de "House Of Sleep", perfecto para cerrar una presentación descollante por parte de la que debe ser, por paliza, la agrupación más innovadora que ha surgido de Finlandia en el ámbito del Metal. Una vez más, los herreros karelianos forjaron en nuestro país el cielo perfecto para el próximo Invierno Negro, en un acto de responsabilidad con matices de leyenda en vida.
Fotos: Diego Pino
Escrito por: Claudio Miranda
0 Comentarios