Tras su disolución en 2016 y el repentino retorno al año siguiente, la interna de Graveyard se enfocó en hacer valer si decisión de volver a la ruta, a través de una placa con que los suecos disipan, nuevamente, aquellos prejuicios respecto al sentido de su propuesta. El ADN de Hendrix, Led Zeppelin y Black Sabbath, arde con la misma furia que les valió un nombre en el mapa mundial, cuando el ahora clásico "Hisingen Blues" (2011) irrumpía con su heavy psicodélico a la usanza de los '60-70. Por otro lado, la crítica social con que el siguiente "Lights Out" (2012) despedazaba todo cliché existente respecto al género, realzaba una faceta punk que estaba adportas de su estallido. Y es ahí porqué "Peace", el disco del regreso de los de Gotemburgo, es un obligatorio para entender la evolución de un sonido que exuda ira, lujuria y magia por igual.
Que Nuclear Blast fijara sus ojos en la pandilla de Joakim Nilsson hace casi una década, es entendible cuando nos encontramos con un cuarteto que abraza la evolución de manera inherente, a pesar de los cambios de integrantes y el hiato. "It Ain't Over Yet", la descarga que da inicio a la placa, constituye tamaña credencial con que unos reformados Graveyard golpean la mesa. Punk, psicodelia, tormenta de fuego de la cual es imposible abstraerse. De paso, nos hace preguntarnos de qué paz habla el título del álbum ante el descomunal comienzo. Sí, Graveyard volvió con todo, más pesado y venenoso que nunca.
El martilleo sincopado de "Cold Love" y la melancolía desgarradora de "See The Day", parecen ir de la mano respecto al contraste con que "Peace" denota el desarrollo artístico de los suecos, siempre sólidos en el ataque y, a la vez, dando cuenta del buen gusto con que la música se desmarca de toda norma impuesta. De igual forma, la muralla sónica de "Please Don't" se levanta imponente, Heavy Metal es espíritu y carne, a la vez que "The Fox" nos transporta a su bosque melódico, resaltando nuevamente el buen gusto con que Graveyard procrea y da forma a su universo. En pleno ecuador, "Peace" nos hace preguntar qué está pasando ahí.
La cabalgata de "Walk On", hipnótica y destilando ese halo de peligro inminente con que Graveyard encarna, una y otra vez, el peligro con que el Rock nos acecha. Nuevamente bajan las revoluciones con "Del Manic", una balada que destila pasión por toneladas, sin tener que recurrir a ninguna clase de artificios. 'Lennoniana', con el aura propia de The Beatles 1968-70, con la lava apunto de desbordarse y navegando en el mar de la vida para desembarcar en la playa de la muerte. "Bird Of Paradise," en tanto, emprende vuelo con una constancia a la altura de de la fluidez con que las guitarras acústicas dibujan el lienzo sonoro de una era que jamás se fue.
El groove urgente de "A Sign In Peace" y el swing iracundo de "Low (I Wouldn't Mind)" culminan el recorrido a través de una placa que defiende los principios de un género que va más allá de la estética. Y tras el final, nos queda esa sensación de satisfacción ante un lanzamiento que despeja todo cuestionamiento respectivo. Puede que no logre el status de "clásico instantáneo" como sí lo hizo "Hisingen Blues", pero se le augura un buen envejecer. De las "diferencias irreconciliables" que impulsaron el receso obligado hace unos años, Graveyard encontró la paz necesaria para escribir música pesada y rabiosa. Una paz, al parecer, imposible de concretar a nivel global en estos tiempos de confusión.
Recuerda que Graveyard se presenta en nuestro país el jueves 16 de Mayo, en el club Rock & Guitarras de la capital. Puedes adquirir tus tickets acá!
Escrito por: Claudio Miranda
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