#DeCulto - "Piece Of Mind": La claridad mental de Iron Maiden


El impacto planetario de "The Number Of The Beast" (1982) sorprendió a todos, medios especializados y público por igual. El éxito de "Powerslave" (1984) se tradujo en la conquista de USA y el mundo entero. "7th Son of a 7th Son" (1988) cerró una era dorada, marcando el peak creativo con una producción de alta factura y trascendiendo más allá de un género determinado. En la cima, "Somewhere In Time" (1986) pavimentaba el futuro sin alejarse al 100% de las raíces. Sin duda, la década del '80 fue la época en que el Heavy Metal dominó el mundo y Iron Maiden se consagró como una fuerza representativa del estilo, incluso abarcando la cultura pop hasta hoy. Negar la superioridad de los británicos desde sus inicios hace cuatro décadas, es no reconocer la brisa de aire con que el estilo renovó sus votos y se reinventó sin perder en absoluto su integridad artística. 

 Tanto los discos mencionados como los primerizos "Iron Maiden (1980)" y "Killers" (1981) adquirieron la categoría de 'clásico' por méritos propios. Pero si acaso hubiese que definir el trabajo en que la Bestia encontró su momento de claridad absoluta, todas las miradas se dirigen hacia "Piece Of Mind" (1983). Dejando de lado cualquier favoritismo personal, la opus del '83 fue determinante en el camino a seguir respecto a sus contemporáneos. Cuando la tendencia de entonces era la fiesta que empezó Quiet Riot y se sumó Def Leppard como invitado estelar, Maiden aceptó la invitación pero sin dejarse llevar por las tentaciones propias del Rock n' Roll y su cliché respectivo. "Nos gusta pasarlo bien, pero el Heavy Metal es un asunto serio", era la consigna en un período tan glorioso como turbulento. 

 Si bien la llegada de Bruce Dickinson a fines de 1981 -en reemplazo del despedido Paul Di'Anno- fue vital para el repentino éxito de "The Number Of The Beast", sería con "Piece..." que se disiparían todas las dudas respecto al fenómeno de Iron Maiden a nivel global. "The Number..." fue un golazo al ángulo, no cabe duda, pero de tiro libre, una jugada con pelota detenida. Por lo tanto, el siguiente debía ser una jugada en el área rival y probar que la categoría de "crack" no era casual. Y para eso llegaría el 4to álbum en estudio de los ingleses, marcando la diferencia tanto en su propio catálogo como en el Heavy Metal de la época. 


 Además del ex-Samson, la entrada de Nicko McBrain no pudo ser más oportuna, tanto para él como para sus nuevos compañeros de ruta. El despido del talentoso baterista Clive Burr respondía a las exigencias de una agrupación cuyo nivel profesional resaltaba por sobre la media, denotando lo que implicaba Iron Maiden en su interna: compromiso férreo con su integridad artística y humana. Por otro lado, McBrain frisaba los 30 años y en su currículum destacaba, por ejemplo, sus servicios como baterista del músico canadiense Pat Travers. Su parada anterior a Maiden fue la banda francesa Trust, la cual giró con los británicos en 1981 y forjó una relación de camaradería que derivó, a comienzos de 1983, en la contratación del 'veterano' baterista en el lugar de saliente Burr. 

 Bajo la producción del eficiente Martin Birch -debutante con Maiden en el complejo "Killers"- y con la 'desquiciada' ilustración de Derek Riggs en la portada -un Eddie lobotomizado con camisa de fuerza y al interior de una celda psiquiátrica, dentro de las portadas más icónicas de la historia del Rock-, "Piece Of Mind" nos muestra una clara evolución respecto a las tres placas anteriores. Mucho más elaborado y pulido, orientado hacia lo épico y denotando una amalgama de potencia y elegancia que no tardaría en virar hacia una ruta más progresiva. Tomando en cuenta el fanatismo de Steve Harris por bandas de la talla de Genesis, Wishbone Ash y Jethro Tull, por fin Iron Maiden se encontraba a gusto sonando y tocando música a su propio gusto, dándole al Heavy Metal un poder sustancial que contrastaba notoriamente con el glamour del Sunset Strip de Los Angeles y los estereotipos proyectados por la popular cadena MTV. 

 A nivel de individualidades, nos encontramos con un Bruce Dickinson más seguro como frontman y con sus dotes vocales reafirmando posiciones en el ensamblaje sónico de la Bestia. En las guitarras, la 'dupla gemela' de Dave Murray y Adrian Smith se encarga de los ropajes armónicos con que la Doncella viste y se mueve en sus propios dominios, mientras el bajo galopante de Steve Harris se consagra como firma a emular para las siguientes generaciones. Y de Nicko McBrain, ¿qué se puede decir al respecto, además de su entrañable carisma? Que sus cualidades en la batería encajaban completamente con el propósito de la música, incluso aportando a la generación de paisajes sonoros con que Iron Maiden alcanzaría la cima y la grandeza en toda su extensión. 

 El furioso redoble de batería con que Nicko da inicio a "Where Eagles Dare", no tiene nada de casual. Un patrón de batería sugerido por Harris al recién llegado terminaría inmortalizado en una pieza magistral en todas sus líneas. Intrépido, atacando desde el inicio sin descuidar su defensa, donde sólo los valientes se atreven a incursionar para salir airosos. Seis minutos de metralla Heavy Metal en todo su esplendor, conformando una muralla sónica a prueba de balas. Rutilante apertura para una placa que, en 45', despliega soberbiamente su artillería pesada sin peligro de desgaste. Como dato: la canción está basada en la película del mismo nombre (1968), protagonizada por Richard Burton y Clint Eastwood, y ambientada en plena 2da Guerra Mundial. A la vez, la música que aparece en los créditos iniciales fue utilizada como intro en los shows de la gira promocional de "Piece...". ¿Qué tal? 

 Del campo de batalla pasamos a los misterios del Antiguo Egipto, como relata la imponente "Revelations". Un solemne comienzo, con el bajo de Harris reforzando el poderío de las guitarras para después sumergirnos en la historia del nacimiento de un Faraón. Bruce Dickinson, en pleno demonio de sus facultades como cantante e intérprete, recitando primero las líneas del poema "A Hymn", compuesto originalmente por el filósofo y ensayista británico G.K. Chesterton, para después meternos de lleno en el fondo del asunto. Musicalmente, la ambición musical de Iron Maiden queda de manifiesto con suprema autoridad, marcando diferencia y destilando innovación sin sacrificar su esencia rockera. Murray y Smith, imposible diferenciarlos con tamaña muestra de clase en las guitarras. En solo dos canciones, la muralla de sonido con que se presenta "Piece Of Mind" al mundo, adquiere una solidez incuestionable. 

 Entre la épica y el drama, un solo paso: "Flight Of Icarus". Irrumpiendo de golpe para transportarnos a uno de los pasajes más reconocibles de la mitología griega: la historia de Dédalo y su hijo Ícaro, dos fugitivos que escapan del laberinto de Creta a través del aire, volando con alas de cera. Ícaro, joven impetuoso, se confía y en pleno vuelo se acerca al sol, pero sus alas se derriten y cae al mar para morir ahogado. El relato de Dickinson nos revela una vocación por el drama a la altura de un desarrollo musical que, pese a su aparente simpleza, nos señala la dirección a la que Iron Maiden se dirige sin mirar atrás. "Now his wings turn to ashes, to ashes his grave!": volar tan alto como el sol sin medir las consecuencias. De alguna forma, deja entrever el cómo la propuesta de Maiden, pese a su ambición, se mantuvo cautelosa antes de dar el siguiente paso, tomando decisiones con la previa consulta al equipo dirigido por el indispensable Rod Smallwood. 

 Cerrando el Lado A del vinilo, el groove implacable de "Die With Your Boots On" -¡vaya título!-, una muestra de Heavy Metal colosal y directo a la vez. Mucha atención a la letra, una severa crítica a la mentalidad con que la humanidad enfrenta el futuro, muchas veces bajo la sugestión del inminente apocalipsis predicho hace cinco siglos por personajes legendarios como Nostradamus. Morir con las botas puestas, mirando de frente hacia el horizonte y enfrentar la vida como debe ser, porque todos tenemos el mismo destino, seamos ricos o pobres. Qué manera de tenerla clara los británicos!, siempre firmes a sus principios ante todo. Más aún en los locos '80, con la tentación propia del estrellato seduciendo a toda una generación, de la cual sólo unos pocos -Maiden incluido, obvio- lograron zafar ilesos.

 El lado B abre con un bombazo que, hasta hoy, se mantiene incólume en el repertorio. "The Trooper", una cabalgata incendiaria ante la cual es imposible mantenernos impasibles. Basado en el poema de Lord Tennyson "The Charge Of The Light Brigade", nos cuenta la historia del temerario ataque de la caballería británica contra el ejército ruso en Balaclava en 25 de octubre de 1854, durante la Guerra de Crimea. 

El Heavy Metal de Iron Maiden saliendo al campo de batalla con su uniforme de combate y encarando a la muerte sin dudar. Las armonías que construyen Murray y Smith en las guitarras -ambos despuntando por igual en sus solos respectivos-, el relato desesperado de Dickinson, el bajo galopante de Harris, la descomunal batería de McBrain... Un single de Heavy Metal que combina elegancia y energía, a la vez que su melodía se impregna en la mente de por vida, con tan solo la primera escucha. Remarcamos un punto señalado unos párrafos más arriba: mientras Quiet Riot animaba una fiesta a la que todos estaban invitados, la mente de Maiden se encontraba en las guerra, el rito, la crítica social -concepto a desarrollarse con más fuerza en el futuro- y la Ciencia Ficción. Aceptaron la invitación con elegancia británica y sin ceder sus principios. Casi nada. 

 Culminado el fragor del combate, las revoluciones disminuyen para dar paso a "Still Life", un track que, debajo de su simple estructura (?), esconde una historia repleta de vértigo y suspenso, con el miedo a morir ahogado como tópico. Ese halo de miedo es el que hace del sexto track del álbum una prueba de porqué Iron Maiden se impuso en los '80 como referente indiscutido del Heavy Metal, en un período en que los sellos encontraron la forma de hacer dinero a través del género, al mismo tiempo que se mantuvieron alejados del cliché y la autoparodia.

 Un dato anecdótico es la grabación que aparece al comienzo del track: un mensaje escondido pronunciado por el propio Nicko McBrain respecto a las constantes acusaciones por parte de las comunidades religiosas que tildaban a Iron Maiden de "satánicos". Y pensar que acá, pero una década más tarde, la Iglesia Católica influyó en la cancelación de lo que pudo ser su debut en Chile, durante la gira del "Fear Of The Dark" (1992). Nada más que agregar. 

 Si después de tamaño despliegue de energía y clase parece no haber nada más, la marcialidad con que irrumpe "Quest For Fire" es digna de enmarcar. Basada en la película del mismo nombre -dirigida por el cineasta francés Jean Jacques Annaud-, Maiden nos ofrece su propia visión de la Prehistoria y los orígenes de la humanidad, respaldada con una ejecución brillante en su totalidad. Quizás es de las menos conocidas de su repertorio clásico, pero mantiene en lo alto el nivel con que "Piece Of Mind" se anota como obra maestra de la banda y todo el Heavy Metal. Mención similar en la aún más subvalorada "Sun and Steel", cuya celeridad en su groove resalta en el mismo plano que su luminoso coro. Por supuesto, la temática del combate con espadas en el Japón antiguo, obedece a la reconocida afición de Bruce Dickinson por el esgrima. 

 Llegando al final, el corte más extenso de la placa, "To Tame A Land", inspirado en la novela "Dune" de Frank Herbert. Un revelador ejemplo de Heavy Metal progresivo, anticipando el futuro inmediato para los ingleses y otorgando un cierre de antología. Una infidencia por parte de su servidor: alguna vez un amigo me comentó que en una sola canción de Maiden podían ocurrir mil cosas distintas sin perder el hilo. Y "To Tame A Land" es la prueba irrefutable de una cualidad inherente a la naturaleza de la Doncella. Una sección inicial que nos transporta al planeta Arrakis, cuyo ecosistema permite el desarrollo de una especia tan ostentosa y escasa, como dañina en su calidad de droga.

 Desde la nebulosa construida por la guitarra de Dave Murray, el bajo omnipresente de Steve Harris y la maestría de Nicko McBrain en los platillos, pasamos a las dunas de arena que componen la geografía del tercer planeta del sistema Canopus en nuestro universo. De ahí en adelante, Bruce Dickinson ejerce y destaca como narrador, dotado de la teatralidad necesaria para situarnos en un reino amenazado por fuerzas externas y próximo a su caída. Fuera de serie desde su concepción, compleja y angustiante hasta la médula, expandiendo su onda electromagnética hasta el infinito dentro de su propia locura, pero sin perder el control. Si hablamos de piezas criminalmente subvaloradas, "To Tame A Land" es candidato fijo al primer lugar, al punto de no entender porqué, tras la gira promocional del álbum en cuestión, terminó relegada al olvido por sus creadores. 

 Con el disco en la calle, Iron Maiden llevó a cabo una gira promocional que culminaría con la histórica actuación en el Rock & Pop Festival de Dortmund, en diciembre de 1983. Dos días en los que encabezó un evento al que se sumaron nombres de la talla de Judas Priest, Scorpions, Ozzy Osbourne, Michael Schenker Group, los mencionados Def Leppard y Quiet Riot. Unaa presentación histórica cuyo epílogo pasó a la historia: Bruce Dickinson abriendo el cráneo del gigante Eddie, mientras Dave Murray azota con extrema violencia el cuerpo de su Fender Stratocaster a la usanza de Pete Townsend.

 Si acaso hubiese que hablar del Heavy Metal desde la perspectiva de Iron Maiden, "Piece Of Mind" es el ejemplo indicado, incluso más allá de los 'hit singles'. Lo que construyeron los británicos durante una era irrepetible, hasta hoy se mantiene revolucionario y vigente, como lo es la buena música: a prueba de todo tipo de "modas", y rompiendo las barreras del tiempo y el espacio. Y para lograr aquello, hubo que despejar la mente de todo cuestionamiento. Parafraseando el singular título de la mítica edición chilena en cassette de los '80, el cuarto trabajo de la Doncella fue un acto de locura impulsado por ser y dar más de lo que muchos pensaban. la claridad mental fue decisiva para llegar a lo alto, en todo sentido. 


Recuerda que Iron Maiden regresa a nuestro país en octubre por partida doble: 14 de Octubre en Movistar Arena y 15 de Octubre en el Estadio Nacional. Ambos agotados.








Escrito por: Claudio Miranda

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