Si hablamos de jornadas históricas en todo sentido, la del sábado 6 de Julio en un abarrotado Rock y Guitarras cumple a cabalidad como una fecha grabada a fuego para el Metal extremo a nivel local. Lefutray, luego de cuatro años marcados por exitosos tours internacionales y la promoción del excelso "Oath" (2015), nos sorprende en grande con el flamante "Human Delusions", 4ta placa en estudio de su catálogo, y decimos 'en grande' porque su resultado a nivel producción y trabajo creativo da cuenta del nivel en el que el cuarteto se sitúa, firme a sus convicciones y metas. Un presente reflejado en la alta convocatoria generada y un cartel a la medida del notable presente del que goza el género en esta angosta faja de tierra gracias a una de sus actuales bandas embajadoras, un rol que se gana a pulso y laburando con la clase propia de los grandes por mérito propio.
Haciendo énfasis en el mismo cartel, un ritual en toda su forma debe estar integrada por invitados a la altura; nombres de alta factura en el circuito nacional durante la presente década, destacando Target y Nunca Seremos Dichosos como números estelares por derecho propio y ambos protagonizando un 2019 de alto vuelo. Un notable regreso discográfico por parte de los primeros y un single sin precedentes con que los segundos apuntan a lo alto, suficiente como para hacernos una idea anticipada respecto a lo mejor del Metal nacional reunido para celebrar el nacimiento de un hijo y, de paso, exponer la categoría con que sus respectivas propuestas se consolidan como marca registrada.
Pasadas las 22:30, Nunca Seremos Dichosos se encarga de dar el puntapié inicial, arremetiendo con todo de la mano de "Las Venas Abiertas", a estas alturas un himno de combate que cobra forma y movimiento como una fuerza sin contrapeso, un ataque implacable en el que cada componente sabe cuando se trata de matar o morir, no la piensan dos veces. Tener tus principios claros y defenderlos sin perder el control del fuego con que el Metal se erige como la más feroz de las bestias, a la vez que la ira de una tierra vapuleada por la codicia humana nos impone su razón de ser mediante la más poderosa de las armas: la música como medio de expresión directa y real.
Desde la grandeza andémica de "Eternidad" hasta el remezón telúrico de la recién estrenada "Ancestral", pasando por la marcialidad con que "Mawiza Ñi Piwke" -con letra en mapundungún, un hito por donde se le mire en estos parajes- rememora la fiereza de un pueblo que se resiste al abuso y la opresión desde hace cinco siglos y, a su vez, construye un espectáculo que escapa incluso a la etiqueta de "Metal-raíz" que tanto se les asocia sin perder un ápice de su coherencia. A la espera de lo que será su próximo LP, Nunca Seremos Dichosos pasó como una ventisca de fuego y sangre de la que es imposible abstraerse, con el honor de nuestros ancestros rugiendo en cada confín existente y por haber.
Con el recinto ubicado en Vicuña Mackenna albergando una asistencia numerosa y entusiasta desde el inicio, el océano sonoro de Target no tardó en expandir sus dominios ligados al lado conceptual del Metal extremo. Con el latido inicial de "No Solace Arises", sucumbimos de una ante lo que la música genera cuando va directo a los sentidos: un mar de riffs surgiendo desde las profundidades, sumado a una puesta en escena sobria en apariencia, pero otorgando prioridad a lo que realmente importa.
Con un set dedicado por completo al reciente "Deep Water Flames", sólo quedaba caer entregado al poder liberador con que "Blackwaters", "Inverted Gloaming" y "Surge Drift Motion" fluyen de la mano del orden natural, todo complementado con un sonido impecable y abrasivo a la vez. Una fórmula que, a nivel escénico, compensa la sobriedad visual con una ejecución de maestros y lo certera que puede resultar una propuesta concebida para desatar la hecatombe en vivo y en estudio por igual. Para el final, una omnipotente "Oceangrave" que termina por sumergirnos en un estado de consciencia submarina, del cual cuesta sacudirse ante tamaña muestra de calidad. Target no defrauda, no promete nada que no responda a la inmensidad atlántica de su sello.
De lleno al acto principal y con "The Wrath" arrasando con todo en su condición de apertura. Es la primera impresión que nos provoca inmediatamente Lefutray y el corte que también abre el recién estrenado "Human Delusions", exponiendo su manifiesto del Metal como debe ser: rompiendo reglas, peligroso y con un sentimiento combativo a prueba de todo, al igual que las siguientes "Wires" y "Labyrinth", ambas remeciendo el local hasta el cataclismo y con la centrífuga humana desatándose de manera automática.
Si bien la metralla inicial nos situaba en el presente, también hubo espacio para retoceder un par de años, específicamente a los tiempos del tremendo "Oath" (2015), con la dupleta compuesta por "Oath/The World Infected" y "Minds Of Horror" corroborando la efectividad asesina con que Lefutray viene de hace rato forjando su reputación como referentes actuales del Metal extremo a nivel local y sudamericano. La esencia de estos cuatro señores en sus directos radica en ese punto, el de desatar y conducir su propio caos, haciendo y deshaciendo a gusto sin perder el control y siempre al grano, de la misma forma que lo hace "Silent Inferno", un pasaje demoledor en el sentido literal. Música que desafía todas las reglas impuestas y se atreve a dar cara a toda autoridad que se interponga en el camino, al mismo tiempo que impulsa a la gente común a tomar noción del entorno que lo sofoca.
"The Wolves" y "The Mist" continúan el recorrido a través del flamante "Human Delusions" y conforman una cátedra de música extrema en todo su esplendor, sin concesión a nada que no responda a la identidad de sus ejecutantes/creadores. La guitarra de Cristian Olivares construye una muralla de sonido capaz de pulverizarte con tan solo rozar el tacto, mientras Juan Véjar se consolida como un frontman que deja la vida en favor de la música gracias a su abismal dominio en los guturales. En tanto, la base rítmica compuesta por el bajista Miguel Hernández y el baterista Yonnatan Muñoz puede jactarse de la precisión quirúrgica con que el peso del primero y la bestialidad del segundo unen fuerzas para echar a andar la maquinaria con que Lefutray le hace honor a su nombre -"veloz" en mapudungún.
Llegando a la recta final, el frenesí castigador de "Ascending To The Sky", seguido de "The Waiting", esta última cerrando el recorrido por "Human Delusions" y simbolizando, de alguna forma, la consagración de una carrera que, está claro, no conoce su techo. Y como broche de oro, el taladro sanguinario con que "Spit On Your Words" termina su tarea, sin dejar sobrevivientes en este mundo infectado, donde los delirios humanos construyen su propio laberinto de ira. Lefutray gana, gusta y golea cuando se trata de encarnar los valores de un género más firme que nunca a su juramento.
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Pasadas las 22:30, Nunca Seremos Dichosos se encarga de dar el puntapié inicial, arremetiendo con todo de la mano de "Las Venas Abiertas", a estas alturas un himno de combate que cobra forma y movimiento como una fuerza sin contrapeso, un ataque implacable en el que cada componente sabe cuando se trata de matar o morir, no la piensan dos veces. Tener tus principios claros y defenderlos sin perder el control del fuego con que el Metal se erige como la más feroz de las bestias, a la vez que la ira de una tierra vapuleada por la codicia humana nos impone su razón de ser mediante la más poderosa de las armas: la música como medio de expresión directa y real.
Desde la grandeza andémica de "Eternidad" hasta el remezón telúrico de la recién estrenada "Ancestral", pasando por la marcialidad con que "Mawiza Ñi Piwke" -con letra en mapundungún, un hito por donde se le mire en estos parajes- rememora la fiereza de un pueblo que se resiste al abuso y la opresión desde hace cinco siglos y, a su vez, construye un espectáculo que escapa incluso a la etiqueta de "Metal-raíz" que tanto se les asocia sin perder un ápice de su coherencia. A la espera de lo que será su próximo LP, Nunca Seremos Dichosos pasó como una ventisca de fuego y sangre de la que es imposible abstraerse, con el honor de nuestros ancestros rugiendo en cada confín existente y por haber.
Con el recinto ubicado en Vicuña Mackenna albergando una asistencia numerosa y entusiasta desde el inicio, el océano sonoro de Target no tardó en expandir sus dominios ligados al lado conceptual del Metal extremo. Con el latido inicial de "No Solace Arises", sucumbimos de una ante lo que la música genera cuando va directo a los sentidos: un mar de riffs surgiendo desde las profundidades, sumado a una puesta en escena sobria en apariencia, pero otorgando prioridad a lo que realmente importa.
Con un set dedicado por completo al reciente "Deep Water Flames", sólo quedaba caer entregado al poder liberador con que "Blackwaters", "Inverted Gloaming" y "Surge Drift Motion" fluyen de la mano del orden natural, todo complementado con un sonido impecable y abrasivo a la vez. Una fórmula que, a nivel escénico, compensa la sobriedad visual con una ejecución de maestros y lo certera que puede resultar una propuesta concebida para desatar la hecatombe en vivo y en estudio por igual. Para el final, una omnipotente "Oceangrave" que termina por sumergirnos en un estado de consciencia submarina, del cual cuesta sacudirse ante tamaña muestra de calidad. Target no defrauda, no promete nada que no responda a la inmensidad atlántica de su sello.
De lleno al acto principal y con "The Wrath" arrasando con todo en su condición de apertura. Es la primera impresión que nos provoca inmediatamente Lefutray y el corte que también abre el recién estrenado "Human Delusions", exponiendo su manifiesto del Metal como debe ser: rompiendo reglas, peligroso y con un sentimiento combativo a prueba de todo, al igual que las siguientes "Wires" y "Labyrinth", ambas remeciendo el local hasta el cataclismo y con la centrífuga humana desatándose de manera automática.
Si bien la metralla inicial nos situaba en el presente, también hubo espacio para retoceder un par de años, específicamente a los tiempos del tremendo "Oath" (2015), con la dupleta compuesta por "Oath/The World Infected" y "Minds Of Horror" corroborando la efectividad asesina con que Lefutray viene de hace rato forjando su reputación como referentes actuales del Metal extremo a nivel local y sudamericano. La esencia de estos cuatro señores en sus directos radica en ese punto, el de desatar y conducir su propio caos, haciendo y deshaciendo a gusto sin perder el control y siempre al grano, de la misma forma que lo hace "Silent Inferno", un pasaje demoledor en el sentido literal. Música que desafía todas las reglas impuestas y se atreve a dar cara a toda autoridad que se interponga en el camino, al mismo tiempo que impulsa a la gente común a tomar noción del entorno que lo sofoca.
"The Wolves" y "The Mist" continúan el recorrido a través del flamante "Human Delusions" y conforman una cátedra de música extrema en todo su esplendor, sin concesión a nada que no responda a la identidad de sus ejecutantes/creadores. La guitarra de Cristian Olivares construye una muralla de sonido capaz de pulverizarte con tan solo rozar el tacto, mientras Juan Véjar se consolida como un frontman que deja la vida en favor de la música gracias a su abismal dominio en los guturales. En tanto, la base rítmica compuesta por el bajista Miguel Hernández y el baterista Yonnatan Muñoz puede jactarse de la precisión quirúrgica con que el peso del primero y la bestialidad del segundo unen fuerzas para echar a andar la maquinaria con que Lefutray le hace honor a su nombre -"veloz" en mapudungún.
Llegando a la recta final, el frenesí castigador de "Ascending To The Sky", seguido de "The Waiting", esta última cerrando el recorrido por "Human Delusions" y simbolizando, de alguna forma, la consagración de una carrera que, está claro, no conoce su techo. Y como broche de oro, el taladro sanguinario con que "Spit On Your Words" termina su tarea, sin dejar sobrevivientes en este mundo infectado, donde los delirios humanos construyen su propio laberinto de ira. Lefutray gana, gusta y golea cuando se trata de encarnar los valores de un género más firme que nunca a su juramento.
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Fotos: Antonia Cárdenas
Escrito por: Claudio Miranda
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