#LiveReview - Metal Attack (Nuclear Assault + Dorso + Nuclear): Infierno radiactivo


 Repertorio compuesto sólo por clásicos, una fórmula ganadora que sólo unos pocos tienen el lujo de utilizarla con éxito rotundo. Y Nuclear Assault constituye un ejemplo gráfico respecto a lo que fue anoche su regreso a nuestro país, la tercera visita tras las anteriores en 2011 y 2015. Para los fundadores sobrevivientes John Connelly y Danny Lilker, pareciera que estos casi 35 años juntos en la carretera apenas se notaran con la edad, pero las cosas como son: la ferocidad implacable con que su firma ha hecho escuela desde sus inicios en los '80, se mantiene intacta, al igual que el poder devastador con que el Thrash Metal de la vieja guardia impone su firma de manera irrebatible. 

 Al histórico dueto Connelly-Lilker, debemos agregar la participación del guitarrista Eric Burke y el baterista Nick Barker -el hombre de "las mil bandas" dentro del Metal Extremo-, ambos aportando a la máquina infernal con que los neoyorkinos esparcieron durante poco menos de 1 hora su holocausto metálico, sin dejar sobrevivientes. Por ende, no podíamos esperar menos de una agrupación referente de un género basado en la furia del Hardcore-Punk y la contundencia infalible del Metal. Todos invitados a este desastre atómico sin precedentes. 


 Puntual a las 19 horas, con un Club Blondie que de a poco comenzaría a repletar sus espacios, los chilenos de Nuclear se encargarían del puntapié inicial, con "The Pain You Ask For" abriendo con todo. Aplastantes y categóricos, ejecutando su labor sin puntos bajos y dejando en claro que su condición de referentes locales pesa por sus acciones. "Confront", "Violence That Burns", "Heaven Denied", "Killing Spree", "Sadistic Method Of Crime", todos bombazos que se elevan a la categoría de 'clásicos', así como "E-Faith" y su dedicatoria a una iglesia católica que se cae a pedazos con sus crímenes de abuso infantil. 

  Pese a la timidez inicial, el público respondió en base al mosh y los coros con que la música refleja el descontento de una mayoría que no tiene nada. Por eso y más es que la dupleta final con "Apátrida" y el cover de The Exploited "Chaos Is My Life" nos deja con ese sabor a victoria, al menos para quienes sabemos que mientras impere la injusticia y el abuso amparado por el Estado, la música no puede darse el lujo de pintar flores y colores en este mundo repleto de tripas y dolor. 


 Poco después llegaría el turno de una institución que, a estas alturas, ni siquiera necesita presentación. El solo saludo del 'Pera' Cuadra al público basta para enterarnos de que el viaje a Dorsalia está por empezar. Nada que hacer: Fran Muñoz en batería y la dupla de guitarras compuesta por Gamal Eltit y Álvaro Soms completan el cuadro para iniciar el ritual de locura con que Dorso ha forjado su sello inconfundible durante más de treinta años. 

  Pese a algunas dificultades técnicas a nivel de sonido, himnos de la talla de "Deadly Pajarraco", "Horrible Sacrifice", "Ultraputrefactus Criatura", "Hidra" y "Panificator" y novedades como "Poser Apocalipsis" y "Gore n' Roll" -ambas de lo que será su nuevo disco, aún sin fecha de lanzamiento definida-, bastaron para que la centrífuga humana se levantara de forma bestial. Todos clásicos que te sabes de memoria pero siempre disfrutarás en vivo porque la gran virtud de Dorso es la espontaneidad con que su firma se extiende de manera omnipotente, al mismo tiempo que la experticia musical de cada componente se transforma en una cátedra obligatoria de ejecución y personalidad. Dorso no falla, no puede fallar y es imposible permanecer impasible ante lo que genera en vivo como referentes del Metal chileno hasta la médula. De otra forma, imposible explicar el cataclismo con que "Silvestre Holocaust" culmina el set, entre que nos preparó para el plato de fondo y terminamos K.O. ante tamaña muestra de vanguardia y brutalidad tomadas de la mano. 


  Con el reloj marcando las 21 horas, las luces se apagan para que el tándem Connelly-Lilker-Burke-Barker se coloque en posición de ataque y la onda expansiva de "Rise From The Ashes" arrase con todo a su alrededor. Apertura matadora, seguida de un himno por derecho propio, "Brainwashed". El recinto viniéndose abajo y su coro entonado como grito de guerra, literalmente. Un cuadro que define el Thrash Metal como lo que realmente es, incluso más allá del plano musical; una revolución sociocultural que no merma su vigencia. Demoledor desde el comienzo y sin transar un ápice de su integridad, Nuclear Assault no se guardaba nada, y sólo era el principio.

 Una hora parece poco, pero tratándose de los neoyorkinos, la apuesta por el repertorio clásico no dejó a nadie con sabor a poco. "New Song" y "Critical Mass", ambos del insuperable "Handle With Care" (1989), obtienen una recepción a la altura de de la reputación de Nuclear Assault como exponentes de un estilo que no transa sus principios basados en el poder devastador de la música y un discurso tan real como la podredumbre social del entorno cotidiano. Un espectáculo aplastante, con el público como protagonista y la legendaria banda alborozada con la respuesta de un público que respira y sangra Metal hasta la muerte. 

 Como símbolos absolutos del Thrash Metal de viejo cuño, Nuclear Assault le dio su prioridad correspondiente al recordado debut "Game Over" (1986), un documento obligado para todo 'thrasher old school' que se precie de serlo. De ahí el desastre total con que "Betrayal", "Sin" y "Vengeance" terminan por derribarlo todo, sea edificios, autoridades o cualquier otra barrera para una justicia que parece más utópica que real. Supremos y sin contrapeso cuando se trata de relucir credenciales como referentes absolutos de la música literalmente extrema, los neoyorkinos desatan su metralla sin piedad. A lo más, la banda detiene por un instante su ataque para que John Connelly le diga al público que deje de lanzarse desde el escenario, debido al peligro de caer en la barricada. La idea es pasarla bien y podemos dar fe de que nadie se fue amargado. 


  Hablábamos del repaso por el material más primigenio de la banda y los cortes "Game Over" y "Butt Fuck" aparecen como regalos para una legión que le rinde culto -a su manera, obvio- a la vieja escuela, "a la antigua", sin pelos en la lengua y con ganas de destruir este mundo corrupto y desahuciado. Un deleite, por otro lado, ser testigos de la personalidad con que John Connelly -soberbio como cantante y guitarrista, pedazo de crack! y Danny Lilker -un bajista cuya presencia sonora forjó la ruta para un género que veía el Punk como un hermano del Metal- se dirigen al público, dejando claro de qué están hechos. Respecto a los otros dos componentes, la labor de Eric Burke como compañero de cuerdas de Connelly resulta brillante, mientras Nick Barker en los tarros se dedica a dar clases magistrales de metralla baterística en un género que no da tregua al respiro. Magnánimo por donde se le mire. 


 Llegando a la recta final, y pese a lo "breve" de la presentación, una ronda de golazos compuesta por "F# (Wake Up)", "My America", "Hang The Pope" y el cierre con "Trail Of Tears", una tras otra dejando forados de muerte y dolor por doquier y cerrando una hora de música bárbara y honesta, aunque la 'corta duración' también dejó a varios en llamas. De cualquier forma, el tiempo en en el escenario no es más que una estadística si tomamos en cuenta las consecuencias del infierno radiactivo con que Nuclear Assault ratifica su leyenda como impulsores y sacerdotes de un lema universal: "Música violenta, tiempos violentos". Como tiene que ser en estos tiempos que de "mejores" no tienen más que cierto slogan político.  


Fotos: Antonia Cárdenas
Escrito por: Claudio Miranda

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