Una década de sangre, sudor y lágrimas. Una década de rocanrol -sí, tal como suena- y golpear puertas que se negaron a abrir o se cerraron porque, entre otras cosas, el Heavy Metal ya no genera interés (?). Un decenio forjando su reputación como acto en vivo y celebrando los logros tanto propios como los de sus amigos y todo el Rock chileno independiente.
Y la celebración del sábado pasado en MiBar es el resultado de un recorrido cuya primera gran parada fue el LP debut "El Sonido del Metal" (2016), un trabajo que, detrás de la crudeza de su producción, contiene himnos inmediatos, todos de alto calibre y arrasando con todo en los directos. De ahí, cuestión de tiempo para que naciera el segundo hijo, cuyo nombre "Trueno" nos diera una clara idea respecto a de qué son capaces cuando hay un objetivo a lograr como grupo humano.
Son diez años de navegar contra viento y marea, caminar hacia adelante cuando todo parece adverso. En realidad, son muchas emociones las que se nos vienen a la mente si hablamos de una agrupación que ofrece un espectáculo atronador en todas sus líneas, con un repertorio que le da cara a todos por igual y una estampa que destila rocanrol en su forma más honesta, sin pelos en la lengua y, al mismo tiempo, proyectando el buen gusto con que el Heavy Metal realza su sentido como la música del hombre común.
No solo celebran los amigos, sino también quienes llegamos a su música por recomendación de un amigo y nos encontramos con un conjunto que se muestra unido, bravo y hablándote como hermano. Y los directos de Acero Nacional reflejan ese sentimiento de hermandad en torno a una causa que sobrepasa lo musical cuando la pasión está ahí.
No solo celebran los amigos, sino también quienes llegamos a su música por recomendación de un amigo y nos encontramos con un conjunto que se muestra unido, bravo y hablándote como hermano. Y los directos de Acero Nacional reflejan ese sentimiento de hermandad en torno a una causa que sobrepasa lo musical cuando la pasión está ahí.
A eso de las 11PM, y con un local repleto en todos sus rincones, el puntapie inicial con "Santa Inocencia" le da el 'vamos' a la fiesta, casi sin preámbulo. Jugando al ataque desde el inicio, desplegando la artillería pesada contra quienes se escudan en la fe para abusar de otros. Un cañonazo de Metal al estilo de la vieja escuela, pero manteniendo en alto la frescura con que la música se transforma en una revolución social que impulsa de inmediato al headbanging, como mínimo. Sin pausa, le sigue "Sangre de Metal" y ese groove con matices doom con que Acero Nacional expande sus fronteras sin perder la coherencia con que su huella nos conduce hacia su esencia como seguidores y practicantes de un género que no conoce de barreras etarias ni sociales. Amenazante y elegante a la vez, dupleta perfecta para remontarnos de una a las primeras incursiones en el estudio.
Luego del tremendo inicio, a lo que nos convoca como razón principal del encuentro. "Volar", el corte que inicia el recorrido a través del flamante "Trueno", golpea de entrada y te deja K.O. sin despeinarse, provocando la calurosa recepción por parte de un público numeroso en cuanto a calidad y euforia. Y es que la convicción con que Acero Nacional se para sobre un escenario se traduce en una implacable ventisca de Heavy Metal químicamente puro, con esos coros diseñados para gritar con puño en alto, como tiene que ser.
Tras el peso reptante de "El HIjo de Judas", la marcialidad de "Héroe" nos sitúa en el presente del que goza el quinteto nacional, ofreciéndonos una serie de clásicos inmediatos, una cualidad que sólo los elegidos por la historia pueden lograr cuando el rigor forma parte de tu ADN. Una cosa es tocar Heavy Metal, otra es encarnar y defender los valores de un estilo musical con raíz 100% rocanrol, al punto de construir en vivo una muralla a prueba de todo.
Tras el peso reptante de "El HIjo de Judas", la marcialidad de "Héroe" nos sitúa en el presente del que goza el quinteto nacional, ofreciéndonos una serie de clásicos inmediatos, una cualidad que sólo los elegidos por la historia pueden lograr cuando el rigor forma parte de tu ADN. Una cosa es tocar Heavy Metal, otra es encarnar y defender los valores de un estilo musical con raíz 100% rocanrol, al punto de construir en vivo una muralla a prueba de todo.
La primera parte del viaje a través de "Trueno" culmina con "Rumbo a la Eternidad", un sublime homenaje a nuestros hijos y el futuro, encajando perfectamente con la alegría general por el "recién nacido" y su debut en directo. La emoción propia del barrio, sin empañar en absoluto el puñete con que la música provoca daño en quienes la repelen como energía en aquellos que la adoptan como bandera de lucha en la vida cotidiana. Cerrando la 1ra parte del show, la homónima "Acero Nacional" se impone como un clásico cuya autoridad no se rebate. En realidad, no puedes rebatir aquello que se concibe en el alma y extiende sus dominios hasta que las gargantas no den más. Son esos pasajes los que prueban la máxima que sólo los grandes pueden poner en práctica de manera certera.
La segunda parte comenzaría con los cinco obreros del Metal apareciendo de a uno con sus instrumentos echando fuego, para dar inicio a "La Red", otro de los tracks que hizo su aparición estelar, apenas salido del horno. Y así como "Trueno" es, razones obvias, el protagonista indiscutido, también hay espacio para un clásico cuyo nombre lo dice todo: "Rocanrol". Y como lo acotamos unos párrafos más arriba, se escribe así, chileno y a la vena. Todo lo que es prenderle fuego al escenario y declararle amor eterno al Heavy Metal sin caer en los clichés propios del género. Esto es Acero Nacional en toda su forma: rocanrol puro, pesado en su superficie y energizante por vocación.
La mala leche con que "Yo" continua la celebración por la nueva creación, se puede definir como una postal de la clase con que el Heavy Metal expande su sentimiento de lucha y venganza entre quienes nacimos con esta música en la sangre que nos hierve en cada riff, así como "Víbora" cumple su rol como himno de toda la vida. Y en un conjunto que funciona como tal, con todos sus componentes aportando por igual al ensamblaje del acero que cobra vida con la luz del relámpago.
Desde la personalidad con que Andrés Fuentes se anota como frontman realizado -además de su portentoso despliegue vocal-, hasta la batería demoledora de Javier Sepúlveda, pasando por la muralla de guitarras construida por Cristian Kowal y Carolina Hernández, y el bajo omnipresente de Jorge Fuentes. Todos respondiendo a su rol de obreros en un género que precisamente requiere de aquello: trabajo duro y 'cuero de chancho' cuando se trata de sacarse la cresta por lograr el éxito en base a sus propios méritos.
La pasada por "Trueno" culmina con el track que le da título a la placa recién editada -esos coros!, de verdad cómo lo hacen para sacarse piezas que se impregnan de una en tus mente y cinco sentidos-, con el recinto en llamas, literalmente. Y para el cierre, una dupla que terminaría por echar todo abajo, empezando con "Renacer" y ese grito combativo con que el Metal de la vieja escuela se renueva con la juventud de los que tienen hambre de lucha. Rematando la jornada, la hecatombe total de "Libre" y el público literalmente uniendo su voz para terminar sonando más fuerte que el sol e iluminando la oscuridad mía, tuya y de todos. Y es aquella unión la que termina fundiendo el Trueno metálico en la eternidad del verdadero Heavy Metal. Cuestión de rocanrol y sangre, suficiente para hacer de Acero Nacional un culto al soundtrack de la supervivencia y el trabajo duro.
Galería
Galería
Fotos: Sebastián Domínguez
Escrito por: Claudio Miranda
0 Comentarios