#DeCulto - Una ¿despedida? al Profesor


Al momento de escribir esta nota, aún sigo en shock pero ya un poco más resignado respecto a hace unas cuantas horas. Una semana complicada por quehaceres laborales, rematada con la mala nueva que nos enlutó a todos como melómanos y músicos por igual. Y eso es lo que genera Rush, dentro y fuera de su círculo de fans: una devoción religiosa por la música en todos sus aspectos: experticia instrumental, conceptos a nivel de letras, modelos de instrumentos utilizados en cada album, las experiencias de sus creadores y la inspiración al momento de componer, la evolución trazada en cada LP y en todas sus etapas... Hay para largo y no es necesario decirse "fan" cuando eso lo percibimos a diario en nuestra forma de referirnos a lo que nos mueve.

De Rush supe por primera vez en 1998, cuando la pareja de mi madre me mostró su colección de cassettes (así se llamaban, no "tape"), la mayoría de lo que después terminaría metiéndome en el Rock Progresivo y sus similares: Pink Floyd, King Crimson, Yes, Frank Zappa y Led Zeppelin. Y en esa caja con apariencia de tesoro, sobresalía una carátula rara, con personas moviendo cuadros, literalmente. Dicen que "Moving Pictures" (1981) es LA puerta de entrada al universo de los Tres Chiflados, y así fue en con quien escribe estas líneas, desde el puñetazo sónico de "Tom Sawyer" hasta el groove infeccioso de "Vital Signs". De ahí en adelante, la pequeña colección de cintas grabadas de otro cassette y/o de la radio, con 2112, "Grace Under Pressure" (1984), "Fly By Night" (1975) y "Exit...Stage Left" (1981) sumándose al soundtrack, se transformó en la obtención de casi todos los discos en estudio y en vivo de estos señores, desde el homónimo hasta el final "Clockwork Angels" (2012) -me falta solo el menospreciado "Presto" (1989) y estaríamos-, como un vicio sin cura.



  De esos inicios para su servidor, con el Metal y el Rock más pesado circulando en el viejo Walkman Sony, pasaron poco más de 10 años cuando un 17 de Octubre de 2010 aterrizaron los Tres Alienígenas sobre la cancha del Nacional, ¡por fin!. 45 mil personas reunidas para presenciar por primera y única vez un espectáculo de categoría en todas sus líneas.Lo digo humildemente: vi a Rush en vivo y nadie me lo contó.El cortometraje que dio inicio a "The Spirit Of Radio", el supremo "Moving Pictures" interpretado en su totalidad, la genialidad pletórica de "La Villa Strangiato", el break de 20' después de terminar la 1ra parte con "Subdivisions", con el conteo señalando cuánto faltaba para disfrutar en vivo de la Opus del '81, el poder atronador de "2112"... Sumémosle las menciones que Metallica, Dream Theater, Pantera, Rage Against The Machine, Anthrax, Primus, Soundgarden y Tool hacían al respecto y nos encontramos con una institución cuya influencia supera toda barrera existente y por haber.

  Si tuviera que ponerle pausa a esa noche enmarcada en la gira "Time Machine", el trabajo de Neil Peart en los tarros supera todo lo que uno se imagina o vio en los registros audiovisuales existentes hasta entonces. Cómo olvidar ese solo mastodóntico, con la batería girando en 360° mientras el tipo relucía todo su potencial como intérprete y maestro! Una pegada que reúne a leyendas como Keith Moon, Ginger Baker y John Bonham, pero realzando el aprendizaje obtenido para alcanzar un nivel de maestría que terminó emparentándolo de manera legítima con Buddy Rich y Gene Krupa. Literalmente, una cátedra obligatoria para todo amante de la música y el Rock en el siguiente nivel, con una anécdota agregada: en "YYZ", la intro modo telégrafo falló debido a un problema técnico que, sin embargo, 'The Professor on the Drum Kit' supo sortear con la clase propia de los que saben. Salir jugando y que la música importe ante todo. Instinto e inteligencia en una combinación letal, la que te brinda la experiencia y los conocimientos adquiridos por sobre cualquier distracción. Eso es GRANDEZA, la que realmente pesa por sobre cualquier currículum o 'vieja gloria'.




 No existen etiquetas ni fronteras cuando la clase está ahí, en cada golpe y quiebre rítmico; buen gusto, fuego y revolución bastan para definir y presenciar ese instante. Amor a la música y constante aprendizaje, todo reflejado en una experiencia única. "La Venganza de los Nerds", dirían los escépticos y la prensa "especializada", incluso los mismos Neil, Lerst y Ged echaban broma con eso como una forma de probarle al mundo que el humor y la inteligencia van de la mano sin caer en los clichés propios de lo que llamamos Rock Progresivo. Por cierto, tasar una entrevista de 1980 con un Neil Peart de 27 años refiriéndose a The Police y Talking Heads como sus bandas favoritas en ese momento -1980, cuando "Permanent Waves" inicia una nueva década y, al mismo tiempo, la siguiente etapa, más asequible pero igual de sólida que en sus años más ligados al Prog-, resulta una revelación para quienes tuvimos alguna vez ese prejuicio respecto a la divisón entre Progresivo y Post-Punk: las etiquetas valen mil hectáreas de callampa cuandos e trata de darle a tu música el ingrediente necesario para mantenerse en la brecha.

   Son muchas cosas que se pueden decir respecto a quien acaba de partir hace poco más de tres días. Hablamos de uno de los bateristas definitivos en la historia del Rock -completan mi Top5 Bill Bruford, Stewart Copeland, John Bonham y Keith Moon, pido perdón si dejo de lado al eterno gruñón Ginger Baker,- un innovador en constante aprendizaje y dueño de una firma que, hasta hoy, hace escuela sin distinción de etiquetas. Por otro lado, su reputación como maestro de maestros en la bataca se sitúa a la altura de su labor como letrista y, por ende, principal responsable del universo conceptual con que Rush se inscribió en los archivos históricos como "Sumos Pontífices del Metal Pensante". Su entrada al trío en reemplazo del saliente John Rutsey en 1974, fue determinante al punto de que "Fly By Night" (1975), el 2do LP de los de Toronto, marcó un salto significativo respecto al debut homónimo. Música compleja y pesada, con melodías certeras y estructuras cercanas a la oleada Prog que surgió en las islas Británicas, y letras que, pese a lo kilométricas en apariencia, señalaba a ruta que Lee, Lifeson y el propio Peart tomaron por su propia voluntad. Filosofía, crítica social, Ciencia Ficción, un poco de sociología... Si acaso muchos le vemos sentido al Rock como una causa perenne, es gracias a esos tres muchachos canadienses que se la jugaron por su propia identidad y mandaron al carajo cualquier sugerencia respecto a las tendencias del momento.



 Precisamente el hecho de que un baterista superdotado pudiera escribir letras con profundo contenido para una banda de Rock, fue lo que le valió a Rush un sitial ganado a pulso durante más de cuatro décadas. Los 20' con que la suite "2112" reafirmó la independencia artística de un conjunto decidido a morir con las botas puestas sin importar la presión de los sellos discográficos, un hito ineludible para comprender la identidad de estos señores como artistas y personas, al igual que el secreto de la inmortalidad develado en "Xanadu", el encuentro entre la lógica y la emoción relatado en las dos partes de "Cygnus X-1", la crítica social con aires de tira cómica en "The Trees" y el lamento de "The Spirit Of Radio" frente a  los formatos comerciales que empezaba a adoptar la frecuencia FM a nivel global. Por nombrar solo unos cuantos ejemplos, realmente se entiende la importancia de Neil Peart en el legado de los Tres Chiflados para toda una generación que vio en ellos una ruta necesaria para un estilo que parecía estancarse en el cliché de los hoteles destrozados, las groupies y el alcohol amenizando la fiesta. Porque mientras los "rockstars" dedicaban su tiempo libre a lo mencionado anteriormente, a Peart le gustaba leer mientras Alex Lifeson y Geddy Lee veían televisión o alguna película. ¿Qué clase de banda de "Rock" cree que leer a Ayn Rand o ver un capítulo de "La Dimensión Desconocida" después de un concierto es "cool"?



A Neil Peart podemos descubrirle facetas artísticas y filosóficas por toneladas, pero tampoco podemos dejar de lado uno de los capítulos más bajos de su vida personal, comparado con su frustrada experiencia en Londres durante sus inicios como músico. El accidente de tráfico que mató a su hija Selena Taylor -tenía 19 años- y el cáncer que se llevó 10 meses después a su pareja Jacqueline -23 años de unión y vida sentimental que llegaron a su fin el 20 de Junio de 1998, sumieron al nacido en Ontario en un vacío espiritual que lo alejó de la música al punto de que su futuro y el de Rush parecían inciertos. Entre 1998 y 2002 -cuando "Vapor Trails" aparecía en las disquerías como señal de regreso a las canchas-, transcurrieron casi 4 años de búsqueda, viaje y reflexión. Todo relatado en su libro "Ghost Rider: Travels on the Healing Road", texto de vital importancia para conocer al Neil Peart humano, a la persona que perdió la motivación y la encontró tras un largo proceso de sanación interna. Y producto de la gira promocional de dicho LP; el debut en Sudamérica con tres fechas en Brasil en diciembre en 2002 quedaría documentado en el DVD "Rush In Rio" (2003), coronando un retorno triunfal y marcando el inicio de un nuevo ciclo como reyes y eminencias.


Son muchas las sensaciones encontradas cuando la música y el arte forman parte de tus experiencias de vida. Y en el caso de Rush, duele más aún tomando en cuenta que la calidad musical y artística supera cualquier preferencia personal; tres maestros instrumentistas que se atrevieron a incursionar en terrenos aptos para valientes, y sin transar un ápice de su esencia. De Neil Peart podemos aprender muchas cosas, y no solo por lo capo que ES como baterista y letrista. Porque el Profesor vive en su obra, en cada golpe y palabra pronunciada con su mente y sus manos. Y yo por eso le agradezco al Profesor de por vida: porque si bien este texto comenzó como una despedida, terminó siendo un homenaje a un héroe del arte y la vida. No es un Rey, ni un maestro, sino un Profesor que un día, y tal como lo pregona "Vital Signs", se desvió de toda norma para imponer una firma de independencia a prueba de cualquier opinión externa. Gracias, Profesor. Gracias, Rush. Gracias MÚSICA.

   

Para cerrar, una línea que, a gusto de quien escribe, resume la filosofía del arte por sobre cualquier prejuicio: "Un espíritu con una misión es un sueño con una MISIÓN". Y gracias, nuevamente.



Claudio Miranda
Aporte fotográfico (Rush en el Nacional, 2010): Remigio Olivares Iribarra

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