Es bueno ser honestos a la hora de escribir, porque probablemente este ha sido el disco más difícil de reseñar en lo que va del año. Pero ¿cuál es el motivo de la tardanza? , probablemente porque Lamb Of God apostó por un trabajo arriesgado pero que va por un muy buen camino.
Pero que no se mal entienda, porque este no es un mal disco, por el contrario es bueno. Sin embargo, creo que algunos fanáticos estarán divididos y es que no es del todo fácil adentrarse en este viaje donde más de alguno ha tenido que repetir la escucha para asimilarlo.
Vamos desde el comienzo y es que el arranque del disco es demoledor (eso si no te asusta con el grito de inicio). "Memento Mori" entra con fuerza y es algo que los liderados por Randy Blythe manejan muy bien dejándote con toda la euforia al máximo y que luego toma una pausa para "Checkmate".
Dicho recurso puede ser bueno a momentos, pero en esta ocasión frena a Lamb of God, no lo deja explotar como de costumbre y luego seguimos con "Gears" que retoma la velocidad y el ritmo. Estamos frente a muy buenos singles, pero a veces da esa impresión, de que el grupo pensó en tracks por separados más que en un álbum como tal.
Efectivamente todo es potente y muy bien logrado y ejecutado, canciones como "Reality Bath" o "New Colossal Hate" lo dejan en claro, pero acá es donde encuentro un conflicto como auditor y fanático, debido a que estoy esperando esa "explosión" por parte de los norteamericanos.
Un ejemplo de esto es su disco previo VII: Sturm Und Drang del 2015, un trabajo muy alabado por la crítica y los seguidores y es que teníamos a Lamb Of God liberando toda esa rabia contenida, también muy influenciada por las vivencias de su vocalista.
En este trabajo siento que se están limitando, que todo ese groove y pasión están ahí pidiendo salir a gritos y me quedo esperando. Ya a esa altura una canción como "Resurrection Man" poco hará por buscar ese impulso que necesita el álbum.
Acá estamos en la parte más conflictiva a mí parecer, los featuring con Jamey Jasta y Chuck Billy. Partamos de la base que son tremendas canciones, de eso no hay dudas, de verdad el trabajo en composición del conjunto es impecable y saben como aprovechar sus elementos, pero siento que no es lo mismo con sus invitados. Las colaboraciones de Jasta y Billy quedan muy en segundo plano cuando podrían aprovecharse de mejor manera.
Ya el disco logra dar una remontada final con su cierre, en donde el dúo de "Bloodshot Eyes" y "On The Hook" dan el golpe directo para tratar de dejar en lo más alto la nueva propuesta de estos legendarios del metal norteamericano.
Lamb Of God es un disco que deja en claro dos cosas, reinvención y ambición. Esto en el sentido de que la banda claramente está apuntando a no quedarse en lo que están acostumbrados a hacer, están buscando un nuevo sonido y que sea cada vez mejor para superar sus trabajos previos.
En el caso puntual de este LP creo que habían muy buenas ideas, las canciones son buenas, pero en la experiencia de un disco (porque eso es este trabajo) no resulta de la mejor manera. Además, el recurso de las colaboraciones es algo que pocas bandas en el metal se atreven y no lo lograron de la mejor forma a mi parecer.
Si hay que destacarle el hecho que están desmarcándose del groove metal, tomando matices de Death y de Nu en una mezcla bien interesante y que promete. De igual forma la entrada de Art Cruz en batería, quien trae un estilo propio y logra asimilar muy bien la escuela de Chris Adler.
No es lo mejor de Lamb Of God, pero está lejos de ser lo peor. Es una correcta transición que dividirá a los fanáticos, pero que no te quepa duda que sus dardos están en la dirección correcta. Es un disco necesario para marcar el cambio, porque en unos años más nos sorprenderán con un disco sin igual.
Por Felipe Pino Guerrero
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